Cuando Bryan Johnson (45) fundó la plataforma de procesamiento de pagos Braintree Payment Solutions LLC hace 15 años, se preparaba para cumplir los objetivos de todo emprendedor en Estados Unidos: ganaba millones de dólares y su empresa se posicionaba como una suculenta atracción para ambiciosos inversionistas.
Había alcanzado el éxito de su propio sueño americano, pero había un detalle. Cada vez que se miraba al espejo, veía un personaje en el que nunca quiso convertirse. Las ojeras se extendían por toda su cara, tenía sobrepeso y una profunda depresión incluso lo llevó a pensar en atentar contra su vida.
Frustrado ante la idea de permanecer así, vendió su firma por 800 millones de dólares en 2013, para así dedicarse a aprender más sobre cómo cuidar su salud.
Al poco tiempo después, creó una empresa de capital de riesgo centrada en la biotecnología, OS Fund, y en 2016 abrió otra llamada Kernel, dedicada a fabricar cascos que analizan la actividad cerebral.
Para ese periodo, sus doctores ya le habían informado que su corazón había adquirido la salud de un hombre de 37 años, mientras que su piel era como la de uno de 28, y su capacidad pulmonar y estado físico eran los de un joven de 18. Una terapia de rejuvenecimiento estaba cambiando su vida.
Pero aquello no era —ni es— suficiente para Johnson, quien gasta más de dos millones de dólares anuales para verse y sentirse como alguien que recién cumplió la mayoría de edad.
Las polémicas terapias de un millonario para rejuvenecer
El empresario con residencia en Venice (Los Ángeles, California) tiene una estricta rutina que sigue al pie de la letra. Su dieta es netamente vegana y le imposibilita comer más de 1.977 calorías al día, hace una hora de ejercicio de alta intensidad tres veces por semana, y se acuesta a la misma hora todas las noches, tras pasar dos horas con gafas de sol que bloquean la luz azul.
También, se somete regularmente a exámenes y controles médicos, y consume una extensa lista de remedios y suplementos alimenticios.
Johnson es el paciente más activo del Proyecto Blueprint, una organización en la que más de 30 científicos investigan y hacen experimentos para contrarrestar los efectos de la vejez. El propósito: adquirir la salud y el aspecto de un joven de 18 años.
“El cuerpo entrega una configuración determinada a esa edad”, dijo el empresario en conversación con Bloomberg, “este es realmente un enfoque apasionado para alcanzar los 18 en todas las partes (del cuerpo)”.
Uno de los internistas que trabaja con el equipo de médicos, Jeff Toll, aseguró al citado medio que atletas reconocidos y estrellas de Hollywood asisten habitualmente a estas terapias de rejuvenecimiento, pero “nadie va tan al límite como Bryan”.
Según él, aquello le ha dado resultados. No solo porque goza de una salud más próspera que la de la mayoría de los hombres de 45 años, sino que también porque su grasa corporal oscila entre el 5% y el 6%, y —supuestamente— ha reducido el desgaste de su cuerpo en al menos cinco años.
“Todos los marcadores que estamos siguiendo han mejorado notablemente”, aseguró Toll, mientras que su colega del King’s College de Londres, Oliver Zolman, fue más precavido al decir que han logrado “resultados pequeños y razonables”.
Un experimento humano
Además de las actividades descritas, Johnson se levanta todos los días a las 5:00 AM. Cuando suena el despertador, sabe que le corresponde tomar cerca de 20 pastillas, entre las cuales se encuentran licopeno para las arterias y la piel, metformina para prevenir pólipos intestinales, y zinc para complementar su dieta vegana, entre otros.
Luego practica 25 ejercicios distintos por un total de 60 minutos, para después prepararse un licuado con ingredientes como creatina, flavanoles de cacao, péptidos de colágeno y más nutrientes.
También mide su peso, su índice de masa corporal, controla su nivel de glucosa en la sangre, el número de erecciones que tiene por noche y las variaciones en su frecuencia cardiaca y los niveles de oxígeno. A ello se le suman constantes análisis de sangre, heces y orina, además de resonancias magnéticas y revisiones específicas por todo el cuerpo.
Una vez que los doctores revisan cada uno de esos factores, le dicen cuáles son los siguientes pasos a seguir.
Las recetas de lo que come van variando según las necesidades que le indican los médicos, pero uno de los platos habituales en su dieta es un pudín con distintos tipos de nueces, leche de almendras, linaza, lecitina de girasol, canela, cerezas, arándanos, frambuesas y granada.
Asimismo, está un puré de color marrón que tiene lentejas negras, brócoli, coliflor, champiónes, ajo, raíz de jengibre, lima, comino, vinagre de sidra de manzana, semillas de cáñamo y aceite de oliva.
El chocolate amargo suele ser el postre predilecto. En sus palabras, “quieres el de las regiones del mundo que tienen la mayor concentración de polifenoles, que es lo que estás tratando de conseguir”.
Pero no todo se trata de normas en cuanto a la alimentación, visitas al médico y actividades rutinarias. Johnson también se ha ofrecido para que le apliquen inyecciones en su cara, para así crear un “andamiaje de grasa” que —según él— produce células adiposas auténticas que le harían ver más joven.
Aquel procedimiento no es común en las clínicas estéticas de Hollywood.
“El relleno es solo un parche. El andamiaje de grasa tardará unos meses en construirse, pero luego, a medida que me regenere, creará grasa por sí solo. Si me hago una resonancia magnética o imágenes multiespectrales, con suerte se verá que vuelvo a ser idéntico a una persona de 18 años”, explicó a Bloomberg.
Si bien, Zolman fue enfático en que son escasos los estudios que confirman la utilidad de este tipo de inyecciones faciales por sí solas, aseguró que “si se hace a nivel de todo el cuerpo, adquiere relevancia clínica”.
“Si se restablece una distribución joven de la grasa en todo el cuerpo, se segregarán menos compuestos tóxicos que afecten al resto del organismo y se conseguirá, por ejemplo, un mejor control del calor”.
Aun así, tanto este como otros experimentos están en una fase preliminar que todavía no es aceptada por la comunidad científica internacional y que podría presentar riesgos como el hinchamiento inesperado del rostro, un efecto adverso que Johnson ya vivió.
Con la mirada en el futuro
Zolman está convencido de que puede “demostrar mediante bioestadística una reducción del envejecimiento del 25% en los 78 órganos para 2030″, pero también sabe que por ahora “es una idea extremadamente difícil y loca”.
“No hay ninguna persona en el mundo que tenga 45 años cronológicos, pero 35 en todos los órganos”, explicó el doctor refiriéndose a Johnson, “si finalmente podemos demostrar clínica y estadísticamente que Bryan ha hecho ese cambio, entonces será un efecto tan grande que tendrá que ser causal de la intervención y más allá de lo genéticamente posible”.
Por su parte, el empresario es consciente de que está invirtiendo una fortuna y que su estricto estilo de vida puede ser blanco de críticas para muchas personas, sean entendidas en la medicina o no.
“Es de esperar y está bien”, dijo a Bloomberg, “lo que hago puede sonar extremo, pero intento demostrar que la autolesión y la decadencia no son inevitables”.
Pese a los resultados que desde el Proyecto Blueprint dicen conseguir, especialistas como la oncóloga intervencionista Kristin Dittmar son expectantes ante la idea de que estas terapias puedan ser aplicables para todos, ya que “lo que él (Johnson) hace, es esencialmente un trabajo a tiempo completo”.
De la misma manera, recalcó que también hay diagnósticos que hasta el momento no se podrían enfrentar con estos métodos, tales como el cáncer.
Son numerosos los expertos que critican abiertamente estos métodos, pero también hay otros como el genetista de la Universidad de Harvard, George Church, que confían en que podría ser una opción viable a futuro.
“Todo el campo de la longevidad se está transformando en un lugar mucho más riguroso y clínico”, declaró al citado medio, “creo que lo que está haciendo Bryan es muy bienintencionado y probablemente muy importante”.
En este sentido y aludiendo a los altos costos que tienen estas terapias, enfatizó en que “tampoco creo que muchas de estas cosas sean tan caras cuando se asiente la polvareda”.
Para Johnson, someterse a estos experimentos es “una nueva frontera” en el campo de la medicina y “eso es lo bonito” para él.
Cabe destacar que siempre es necesario acudir a un médico especialista para evaluar cada caso particular y los riesgos que puedan significar ciertas terapias y cambios en los hábitos.