A inicios de esta semana se confirmó que la policía española detuvo a un sacerdote de 34 años de la Diócesis de Málaga, bajo la presunción de que agredió sexualmente a al menos cinco mujeres adultas, después de haberlas sedado con sustancias.
El arresto se dio en Vélez-Málaga y, según los medios locales, todas las víctimas pertenecían a su círculo cercano de amistades.
Los crímenes de los que se acusa al sacerdote
Se presume que el modus operandi consistía en suministrarles estas sustancias a las mujeres, para que así quedaran inconscientes y no se dieran cuenta de las agresiones sexuales.
Informaciones rescatadas por El País detallan que recibía tales elementos de un amigo, además de que el religioso grababa cómo hacía los ataques y luego guardaba los videos en un disco duro.
Fuentes policiales declararon al citado medio que se aprovechaba “de su condición de sacerdote para efectuar los hechos”.
Los crímenes de los que se le acusa se habrían dado en diferentes viajes que hizo entre 2017 y 2019 con grupos de amigos. Es precisamente por eso que las autoridades no descartan que haya más víctimas.
El sacerdote, quien actualmente se encuentra en prisión preventiva, es acusado de cuatro agresiones sexuales bajo sumisión química y cinco delitos contra la intimidad.
La denuncia de su pareja y los registros con “todo tipo de prácticas sexuales”
En julio, su pareja —quien convivía con él en un departamento de Melilla— lo denunció ante la Unidad de Familia y Atención de la Mujer (UADM) de dicha ciudad. Lo hizo a raíz de que encontró el mencionado disco duro.
Al revisarlo, se dio cuenta de que almacenaba tanto fotografías como videos en las que se le veía efectuando “todo tipo de prácticas sexuales” a mujeres que parecían estar dormidas.
Aquello llevó a que pensara que tales actos podrían no ser consentidos, según detallaron desde la policía a El País.
De esta manera, sacó una copia de los contenidos y se lo mostró a miembros de la Diócesis de Málaga en Melilla.
Según las fuentes policiales consultadas por el citado medio, ahí le sugirieron que pusiera una denuncia y luego lo trasladaron a Málaga.
En dicha localidad se le adjudicaron las parroquias de los municipios de Yunquera y El Burgo, mientras que él arrendó otra vivienda en Vélez-Málaga, a cerca de una hora y media de distancia.
El argumento bajo el que se sostuvo el cambio fue por “motivos de salud”.
En medio de este escenario, la mujer puso la denuncia en una comisaría de Melilla y le entregó la copia del disco duro a los agentes policiales.
Al analizar las imágenes, los peritos vieron que la presencia del sacerdote era constante entre las distintas fotos y videos.
Tras avanzar en la investigación, pudieron identificar a las cinco víctimas. Sin embargo, cuando se contactaron con ellas para interrogarlas, todas dijeron que no sabían que existían esos registros.
Asimismo, no eran conscientes de que habían sido abusadas.
La Policía Nacional detalló que eso se debió a que el sacerdote les habría dado “algún tipo de sustancia que anulaba su estado de consciencia para poder llevar a cabo las agresiones sexuales”.
Hasta el momento, no saben de qué tipo de elementos se trata, debido a que —como los ataques fueron entre 2017 y 2019— ya no es posible realizar un análisis clínico en los cuerpos de las mujeres.
“Solo sabemos que el estado de inconsciencia en el que quedaban era bestial, porque ninguna tenía el más mínimo recuerdo de lo ocurrido”, aseguraron, “solo él tenía conocimiento de lo que hacía”.
Junto con ello, manifestaron que “queda muchísimo material por investigar”.
Frente a este escenario, desde el Obispado de Málaga compartieron un comunicado en el que lamentaron “profundamente el daño que esta situación implica” y en el que aseveraron que han colaborado con las autoridades y que seguirán haciéndolo.