Paranoia de seguridad: los chilenos acusados de terrorismo en Argentina

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San Francisco police officer Carlos Cordova and his dog Fax patrol the ticketing area of the International Terminal at the San Francisco International Airport 03 July 2007 in San Francisco, California. 03 July 2007 in San Francisco, California. The US ...

No es primera vez que el gobierno de Mauricio Macri acusa de terrorismo a personas inocentes, ya lo hizo hace poco con una pareja de iraníes. Lo que llama la atención en el caso de los compatriotas es la facilidad que había para aclarar todo desde un comienzo.


El Congreso de la Lengua culminó hace poco en la ciudad Córdoba, la inauguración estuvo a cargo del Presidente Mauricio Macri. Ante la presencia de los reyes de España, el Presidente enalteció la importancia del idioma que trajeron los españoles, porque de lo contrario los peruanos hablarían peruano, los uruguayos, uruguayo, y los chilenos, chileno. Pasó por alto la gran violencia que significó imponer el idioma que hablamos: a sangre y fuego, con la destrucción o desaparición de buena parte de las tribus aborígenes. Los antropólogos argentinos, sin embargo, llamaron la atención del Presidente, diciendo que aún había lenguas aborígenes que se conservaban y hablaban. Pero Macri no está para discusiones con la cultura. De hecho eliminó el ministerio de Cultura, el de Salud, y fortaleció el ministerio de Seguridad, y de ahí podría explicarse, en parte, la detención y posterior acusación de terrorismo de los chilenos Felipe Zegers y Gabriela Medrano.

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La realización del G20, el foro mundial más importante en la actualidad, a fines del año pasado en Argentina, generó todo un clima de paranoia nunca antes visto en el país trasandino. Colaboró a esa sensación la detonación de una de seis bombas en el cementerio de La Recoleta y los disturbios en la cancha de River, previos a la final de la Copa Libertadores con Boca Juniors. Algunos bromeaban diciendo que si no se podía controlar un simple partido de fútbol, un evento como el G20 sería imposible. Lo cierto es que el G20 fue un éxito para el gobierno, pero desde ahí en adelante hay una exacerbación de las medidas de seguridad, como si siguiéramos en modo foro mundial.

Por eso hace tres semanas fue detenida una pareja de iraníes. Procedente de España, arribaron con pasaportes falsificados, pero la policía decidió dejar entrar a la pareja y mantenerla en observación hasta su detención, que fue hecha con todo el aparataje mediático. En ese momento el ministerio de Seguridad señaló que "todas las hipótesis están abiertas". Hoy se sabe que el varón huyó de Irán, porque su pareja es casada, y el adulterio es castigado con pena de muerte. A eso habría que sumar otro hecho más reciente y bastante ridículo: el día en que estalló el caso de nuestros compatriotas, en el aeropuerto de Ezeiza detuvieron y luego deportaron al equipo de futsal de Pakistán por cuestiones de "seguridad nacional". Esta selección venía a competir el mundial que se efectuará en la ciudad de Misiones, al norte de Argentina. Según informó a un medio local un dirigente de la delegación asiática la decisión obedeció "a un error de la Embajada de la Argentina, que no había subido el detalle de los visados de nuestro lado del sistema". Error, errores y vamos sumando.

El escritor y periodista argentino Alejandro Modarelli escribió en su muro de Facebook algo en sintonía a este planteo: "Otro de los delirios propagandísticos de [la ministra de Seguridad] Patricia Bullrich. De los kurdos mapuches a los terroristas performer de Chile, sin explosivos. Meses después de los 'hermanos de Hezbollah' que ya fueron sobreseídos". Modarelli se refiere al caso de los hermanos Abraham, de nacionalidad argentina, que fueron acusados por la organización que representa a la colectividad judía en el país trasandino, DAIA, de pertenecer a Hezbollah. Después de la detención de rigor y de tres semanas de investigación, el juez dictó la falta de mérito en un caso y tenencia de armas en el otro. Y no, no eran terroristas.

Por todo esto sería un error mirar la detención de Medrano y Zegers como un caso aislado, hay que mirarlo más bien como un cúmulo de hechos, errores y desaciertos del gobierno vecino. Que la policía de Córdoba no hubiera confirmado sus antecedentes penales con nuestra policía u organismos de inteligencia, puede pasar; pero que haya confundido un artefacto hecho para una máquina que repite el discurso de los derechos humanos en lenguaje inclusivo con una bomba terrorista, y que más encima lo haya hecho detonar, pone en evidencia el estado mental de las policías argentinos ante las exigencias del ministerio de Seguridad.

Pero como los compatriotas fueron llevados ante la justicia, no podrán ser liberados hasta que el juez examine la causa y, por lo que se dice, eso sólo se verá el lunes próximo. Por el momento, el mundo de la cultura trasandino no hace más que lamentar el hecho y sentir vergüenza ajena por un incidente que en otro tiempo y con otros gobernantes hubiera sido muy grave. Por eso el curador de arte Alejo Ponce de León prefiere tomarse esto en broma y decir: "Necesitamos que Piñera se ponga los pantalones y exija ya la liberación de estos ciudadanos liberales no-mapuches". Y quizá tenga razón, es hora de que actúe nuestra diplomacia.

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