Benny Hill: cómo conseguir chicas

"Deja de robar mis chistes, aquí el que hace bromas sobre ataques al corazón soy yo", decía el telegrama que Benny Hill envió el 20 de abril de 1992 a su amigo Frankie Howard, víctima de problemas cardíacos. Fue una broma algo macabra. Cinco días más tarde, otro amigo del regordete humorista, alertado por vecinos que sólo oían la televisión encendida, descubrió el cadáver del comediante. A los 67 años Benny Hill había muerto de una trombosis coronaria el mismo día del telegrama y a dos meses de ser intervenido para instalar un bypass en su corazón maltrecho producto de una obesidad que le acomplejó toda la vida. Estaba sentado frente al televisor rodeado de cheques sin cobrar y dinero en efectivo en un departamento arrendado en cuya cocina sólo había comida comprada en oferta en supermercados, y con armarios donde la ropa solía estar raída junto a zapatos gastados producto de largas caminatas para no pagar taxis, con suelas reparadas por él mismo.

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Benny Hill hacía reír a millones —en el peak de su popularidad el show con su nombre se emitía en 141 países— y ganaba muchísimo. Sin embargo la tacañería del padre, que había huido de su casa para unirse a un circo, dejó huella en su carácter. Hill tenía fobia a gastar dinero. Al fallecer acumulaba una fortuna de siete millones de libras esterlinas finalmente repartidas entre sobrinos que apenas conocía. Unos ladrones profanaron su tumba en busca de objetos de valor. No encontraron nada.

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En el obituario publicado por el New York Times se lee: "los críticos dijeron que su humor cruzaba demasiado a menudo la línea de la buena diversión al sexismo". Que un panzón maduro persiguiera chicas ligeras de ropa en los 70 era uno de los condimentos centrales de su show, pero hacia fines de los 80 ya no parecía tan divertido. Benny se defendía. "No creo que vaya más allá de los límites de lo apropiado. Intento no ser descarado".

En 1989, después de 34 años al aire, el programa fue cancelado por el rating en declive, los altos costos de producción y crecientes acusaciones de sexismo que dificultaban su comercialización. También estaban las críticas de una generación de humoristas de recambio de los 80 como Ben Elton, que lo describió como un "viejo sucio, arrancándole la ropa a chicas nubiles mientras las perseguía por el parque".

Tal como sucedió con Phil Collins, Benny Hill se convirtió en sinónimo de incomodidad para los ingleses. Que su mayor astro del humor en el mundo entero fuera un viejo verde rubicundo no les hacía gracia.

Nacido el 21 de enero de 1925 en Southampton, Inglaterra, como Alfred Hawthorne Hill, las dotes artísticas fueron descubiertas por su madre cuando le sorprendió a los seis años cantando para turistas a cambio de peniques, episodio del cual el humorista recordaba los golpes de castigo. Como estudiante era considerado el payaso del curso. A los 15 años dejó las aulas para trabajar en lo que fuera. Fue lechero, se empleó en una mina y en bodegas de supermercado. También participó de un grupo musical como baterista y guitarrista. En la Segunda Guerra Mundial se enroló en el ejército como mecánico y chofer ("no podía conducir y no sabía nada de mecánica"). Fue allí donde comenzó a participar como humorista en los servicios de entretenimiento montados para la tropa. Terminado el conflicto siguió haciendo rutinas y pequeñas giras, y trabajaba en radio como actor y libretista. Hacia fines de los años 40 compitió por un trabajo mal pagado de verano como humorista en la ciudad costera de Margate, junto a otro ex militar con pasta de comediante: Peter Sellers.

En 1952 logró que sus guiones llamaran la atención en la BBC iniciando una larga trayectoria en la cadena. Al poco tiempo Benny Hill ya lograba imponer su estilo de humor en pantalla que incluía canciones, artistas del momento y gags pícaros emparentados con el estilo vodevil. "Mi forma ideal de entretenimiento", sintetizaba, "es tener todo a la vez, buena música, chicas bonitas y un montón de risas". El nombre Benny Hill lo acuñó en homenaje a Jack Benny, un actor cómico estadounidense figura clave en el humor y la comedia del siglo XX.

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Tal como otros grandes comediantes, Chespirito por ejemplo, Benny Hill escribía todo su material. Anotaba chistes e ideas constantemente mientras que la comedia física conocida como slapstick aplicada en aquellos gags en cámara rápida donde solía palmotear la calva cabeza del actor irlandés John "Jackie" Wright, provenía de su admiración por Charles Chaplin. Algunos críticos apuntaron la fuerte influencia en sus rutinas de Red Skelton, famosísimo actor cómico estadounidense admirado por Groucho Marx y Marcel Marceau.

Con "Jackie" trabajaron por 15 años. Hill lo reclutó en parte por su calvicie (perdió el cabello a los 30 años) hasta que el octogenario actor dejó el show en 1983 no sólo por los achaques propios de la edad sino por el tabaquismo y el abuso de la bebida. Murió en 1989.

El show de Benny Hill se estrenó el 15 de enero de 1955 en la BBC y en 1969 emigró a Thames Television. Fue a partir de ese cambio que el programa adoptó el tema instrumental dominado por el saxo Yakety sax de "Spider" Rich y Boots Randolphs. En 1971 Benny Hill conquistó su máxima sintonía en Gran Bretaña con 21 millones de espectadores.

El éxito mundial sobrevino cuando el programa comenzó a ser emitido en Estados Unidos y ahí saltó a la fama internacional hasta convertirse en uno de los números simbólicos de la pantalla en los 80, si bien muchos de los capítulos emitidos eran de la década previa.

Cuando irrumpió en EE.UU. Benny Hill ya tenía 54 años. Causó sensación en el público el desenfado inglés aunque el actor creía que el hecho de producir contenidos sin pensar en un segmento particular era uno de los motivos de la gran popularidad. "Creo que una razón es que nunca me propuse capturar una audiencia específica", explicó en 1979. "(...) Simplemente escribir y realizar el tipo de espectáculos que a mi me gustaría ver".

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Benny Hill solía estar rodeado de chicas hermosas con poca ropa en sus rutinas pero la vida amorosa del astro era un desastre. Intentó casarse dos veces siendo la última digna de un sketch: la bella actriz australiana Annette Andre creyó que se trataba de una broma. Se insinuaba que era gay por la ausencia de amantes pero en círculos íntimos confesaba sentirse poco atractivo para las mujeres, esas mujeres que perseguía y viceversa en pantalla, fórmula que defendía diciendo que en sus gags quienes salían mal parados por patéticos y ridículos eran los hombres.

La prensa británica buscó algún dato sabroso en su biografía y sus últimos días. No encontraron nada tal como esos profanadores de su tumba.