The Ganjas: "Nunca quisimos tocar en vivo hasta que nos obligaron"
"Los Hielo Negro nos pusieron en un afiche sin preguntarnos", recuerda riendo Aldo Benincasa sobre el primer show en vivo de The Ganjas, el comienzo de una gira interminable. La agrupación nacional cumple dos décadas de travesía y los celebrará en Matucana 100 el próximo martes 17 de diciembre. Para Culto, repasamos el camino junto a su baterista histórico.
En veinte años son muchas las canciones, las formaciones y, por supuesto, los recuerdos que habitan la historia de The Ganjas. La banda formada inicialmente por Sam Maquieira —de Yajaira— en voz y guitarra, Pape Astaburuaga en bajo y voz, y Aldo Benincasa en batería, ha tenido la oportunidad de conocer a sus héroes y de viajar por el mundo estampando su sonido, pero probablemente nada hubiera ocurrido si sus amigos de Hielo Negro no los hubieran tirado a la piscina de improviso, saltando de la sala de ensayo a los escenarios.
"Nunca quisimos tocar en vivo hasta que nos obligaron. Los chiquillos de Hielo Negro nos pusieron en un afiche sin preguntarnos", dice riendo Aldo. "No sé si no nos teníamos confianza o no queríamos, no sé. Y debutamos con Hielo Negro el primero de noviembre del 2001, que era feriado. No tocamos el 31 en la noche sino que el primero en la tarde, con todo el mundo encañado y de ahí seguimos, derechamente nos invitaban a todo y la cuestión fue creciendo. Ni siquiera sé en qué minuto nos tomamos en serio. Quizás todavía no nos tomamos muy en serio la cosa", se ríe. "Pero los chiquillos nos pusieron en el afiche porque sabían que ya estábamos como una banda".
Early demos
Y así era, pues para fines de 2001 los Ganjas ya llevaban tocando juntos dos años, simplemente ensayando. Sus veinte años de música comenzaron a fines de 1999, en una sala de ensayo de corta vida ubicada en Rosal, "a un costado del Cerro Santa Lucía" —recuerda Aldo. "Era un lugar que más bien debe haber sido una mini galería de arte que tenía un subterráneo, que estaba abandonado por el tiempo y se lo prestaron a Sam, gratis". Yajaira había comenzado a ocupar el espacio y, al ya tener equipos dispuestos, un día comenzaron Sam, Aldo y Pape —"que siempre andaba metido por ahí"— a tocar simplemente carreteando. Así surgió el núcleo de Ganjas.
"Eso se repetiría para el resto de nuestra historia, una dinámica que es tocar no más y salen canciones (risas) y lo hicimos dos o tres veces y nos quedaron más ganas. Y todos teníamos más tiempo y lo empezamos a hacer seguido", me explica Aldo. Una vez que la sala cumplió su ciclo y tuvo que ser entregada, decidieron buscar una nueva para continuar tocando juntos. "Pero no queríamos tocar en vivo, no lo pensamos así. Solo cachábamos que lo que estábamos haciendo nos gustaba porque mezclábamos todas las hueás que nos gustaban. Al rato se sumó el Comegato (Montenegro) en segunda guitarra y armamos la primera formación: cuarteto".
Muchos de esos primeros ensayos están grabados en cuatro pistas, incluso. "Cuando las canciones tenían más forma las grabábamos. ETCS records sacaron un par de esos temas en un casete que se llama Early Demos, que compila esa época de 1999-2000. Ensayábamos cinco veces a la semana, todo el día, y grabábamos y grabábamos en cuatro pistas. Anteayer el Pape encontró una caja con veinte cintas de esa época, hace dos o tres días. Fui a su casa y la vi y dije '¡esta hueá no puede ser!', y son justamente de esa época. Eran días muy divertidos para nosotros, aunque nadie sabía que existíamos, estábamos como en el laboratorio".
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The Ganjas.[/caption]
This is the time
El primer álbum de The Ganjas, editado en 2003, fue grabado en 2002. Para entonces, la química estaba establecida. "Eso fue fundamental. Además del dominio del instrumento, es como que ya ni siquiera te mirai. Es raro porque los ensayos siempre fueron así: las canciones las partíamos y las terminábamos. No como esos típicos ensayos donde se van ensayando partecitas y arreglos, no. Nosotros íbamos puliendo a medida que íbamos tocando, porque le dedicábamos mucho tiempo". Aparte de ensayar juntos cinco días, Sam Maquieira ensayaba con Yajaira los dos días restantes de la semana.
Grabado en Algo Records, el material del disco homónimo contaba con siete canciones, con dos de ellas bordeando los 8 minutos de duración, y otras dos pasando los diez minutos. "Se quedaron algunas fuera, aunque no teníamos tantas canciones. Hay una que nunca entendí por qué quedó afuera, que era el tema más armado. Siempre la fuimos pateando para otro disco y al final nunca la hicimos. La encontramos ahora hace poco que estamos revisando cosas, y dijimos '¿será el momento de que terminemos esta canción que llevamos veinte años dándole vueltas?'".
Algunas de esas canciones rezagadas entraron posteriormente en Laydown —ya con Luife Saavedra en teclados. "Siempre nos sobraban canciones y las guardábamos para el disco siguiente o las tocábamos solo en vivo, como nosotros tocábamos más en vivo que nada". Aldo añade que el primer disco fue el más fácil —"aunque casi todos fueron fáciles", añade— pero, cuando fue más difícil ensayar con regularidad y se ensayaba cerca de dos veces a la semana, empezó a ser más complejo sacar temas.
Sonic redemption
Para la llegada del tercer largo, Daybreak —editado en 2007— Rodri Astaburuaga ofició de segunda guitarra y Pablo Giadach registró el material para posteriormente integrarse a las filas. Los Ganjas ya se habían presentado en Rock al Parque, en Colombia, pero tras este lanzamiento llegarían a visitar Brasil, Uruguay, Argentina y telonear a The Jesus & Mary Chain y R.E.M. "En esa época llegamos a tocar 25 veces en un mes", sentencia Aldo. "Me acuerdo que esa hueá era una locura, estábamos todo el día tocando. Tocábamos tanto en vivo que ni siquiera ensayábamos, no podíamos ensayar. Entre teloneos, tocatas en regiones y fechas afuera, en un mes tocamos 24 ó 25 veces… ¡y éramos una banda indie!"
Aldo piensa que aquello fue la mejor promo del mundo. "Porque todos juraban que si estos huevones tocan tanto, les está yendo la raja. Y así llegaba más gente a vernos. Habían shows donde llegaban 30 personas, y al otro día había uno donde llegaban 300, y después un teloneo con 3000. Y era así, y fue el mejor momento porque tocábamos sin pensar, éramos una máquina. Entre 2007 y 2008 fue una de las mejores épocas en vivo de la banda".
Entre 2006 y 2009, solían tocar mucho en el Mist. Era prácticamente la casa de los Ganjas. "A veces tocábamos tres veces en la semana ahí. Si había que tocar, tocábamos. Si se caía una fecha en otro lado, tocábamos ahí, había cero reglas. Grabamos el Loose ahí, sin gente, en dos, tres días. Sacamos todo y llevamos para allá las cosas, mesa de sonido y grabamos adentro. Vivíamos ahí".
Conmemorando los diez años de aquel disco, el próximo año será editado en vinilo doble, con un par de extras. "Quisimos hacerlo este año y no se pudo, pero tenemos todo el material, está todo listo", me explica Aldo. Además, como una forma de homenajear también al club Mist —y en el marco de los veinte años de la banda— lanzarán su primer disco en vivo eléctrico. "Un sonidista tenía grabados tres shows de Ganjas completos, por pistas. ¡Y la huevá sonaba mejor que en disco! Y eran en el Mist, entonces son demasiadas canciones así que vamos a hacer un disco doble en vinilo, que sería el primer en vivo eléctrico oficial".
Fuma y mira
En Matucana 100, el 17 de diciembre próximo, las formaciones originales que grabaron cada disco de los Ganjas se harán presentes. "Vamos a recrearlas, así que van todos. Va el Comegato tocando los del primer disco, Luife toca los del Laydown… Son las formaciones iguales, no es que van a haber tres guitarristas por tema, onda entran y salen recreando exactamente el mismo lineup de cada disco. Rodri —que viene del sur—, con Pablo el Loose y el After Dark".
Aldo tocará en un 90% del show, compartiendo con Nes, el baterista actual. "Porque, si bien ya tienen un disco grabado que no se ha editado todavía, no van a tocar canciones nuevas. Serán como treinta canciones y va a durar harto, como dos horas y media o dos horas cuarenta y cinco. Así que estamos ensayando por lineup. Un ensayo con Comegato los cuatro que tocamos en el primer disco, luego los cuatro que tocamos en el segundo, y así. Y estarán algunos invitados que siempre tuvimos, amigos en percusión y cosas así, que también van".
Aldo reconoce que es mucha pega. "En un momento dijimos '¡esta huéa es caleta!', y es caleta. Pero es entretenido, porque la gracia es esa. Porque —por ejemplo— hay ene gente que no vio al Luife tocar teclado con nosotros, y hay ene gente que le gusta específicamente ese disco. Más encima en Matucana 100 se escucha súper bien… Va a ser puro sonido. Y a nosotros lo que siempre nos interesa es que suene bien todo, entonces ahí es perfecto, no hay distracciones ni mucha parafernalia".
Out from heaven
"Siempre nos acordamos de cuando tocamos con los Ratones Paranoicos y el vocalista se había ido para el hotel y volvió y se subió a tocar con nosotros. Llegó y pasamos de largo hasta el otro día, hasta el aeropuerto. Tocamos juntos, cantó canciones de nosotros y cantamos canciones de ellos y fue increíble, fue súper buena. Mucha gente no cachó, porque tocamos después de ellos, entonces la gente se fue. Quedaron como 50 personas y esos huevones vieron ese show. Y fue chistoso", repasa Aldo cuando le pregunto sobre algunos de los momentos más increíbles que le ha tocado vivir en estos veinte años de Ganjas. Me comenta sobre la relación con la gente de Oasis —"nos conocimos súper bien sobre todo con Andy Bell y Gem Archer"— y sobre cómo por "una comedia de equivocaciones" nunca pudieron telonearlos, pero resultó con Beady Eye.
Recuerda también cuando tocaron para el Día de la Música —cuando se hacía en el Parque O'Higgins— y les preguntaron si querían tocar a las 18 horas. "Nosotros íbamos a tocar una o dos canciones, y dijimos que ya. Yo sabía que iban a haber 80 mil personas, porque yo estaba trabajando de fotógrafo. Y nos dijeron, 'lo único: ustedes van después de Tommy Rey', y nadie quería tocar después de él", cuenta con humor. "Y fuimos y tocamos y no pasó nada".
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Repasa sus experiencias en Buenos Aires, donde iban tres o cuatro veces al año. "Con los Jesus & Mary Chain, con los R.E.M., hasta la mamá del bajista me pelaba el cable. Y nos cachaba perfecto. Me decía que le recordábamos a Swervedriver, que es una de nuestras bandas favoritas, y no la conoce nadie", se ríe. "Siempre nos ha tratado bien la gente con la que nos tocó compartir. Tocamos con Helmet en Brasil y con los Vaselines cuando se juntaron un año. Con Helmet fuimos a dos festivales juntos en Brasil, en EE.UU. nuestro sonidista fue el monitorista de The Cure, el de siempre, el que viaja con ellos. Nos hizo sonido en una fecha en un lugar increíble, en Austin. Con Ride también hay buena onda, esos locos son súper sencillos, los Swervedriver también, son como uno, bandas muy relajadas. Cuando vinieron con el bajista de Supergrass… es gente común y corriente, que no se creen el cuento para nada".
Aldo medita al respecto y se siente agradecido. "Hemos conocido gente tan bacán, que siempre nos hicieron sentir como de igual a igual. Con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que hablábamos el mismo idioma: nosotros siempre hemos sido más bien retraídos como para gritar las cosas para afuera. Nunca nos tomamos la foto y la subimos, o cosas por el estilo. Quizás por eso se sienten cómodos con nosotros y cuando vuelven de nuevo a Chile nos llaman".
Una de aquellas amistades es con nada menos que con Mark Lanegan. "Tenemos súper buena onda con él, aunque nunca hemos tocado juntos, pero porque no quisimos", se sincera riendo. "Como que nos dio pudor, y le decíamos y se cagaba de la risa. Yo le dije —porque yo con él he estado más veces— y cuando viene siempre trata de venir a la casa y nos juntamos, hacemos un asado. Y le dije que nos habían invitado una vez a un show y que nos dio pudor. Era por un respeto demasiado grande".
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