Tony Visconti, el amigo más leal de David Bowie: "Estoy sorprendido de lo inteligentes que éramos"

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Tony Visconti, uno de los productores fundamentales del rock y el hombre tras algunos de los mejores discos del "camaleón", habla con Culto de sus recuerdos en torno a una amistad incondicional y adelanta los proyectos póstumos que vienen.


"Creo que ya era hora", dice al teléfono con Culto desde Nueva York el reputado productor Tony Visconti, refiriéndose a la inducción de T. Rex al Salón de la Fama del Rock and Roll, agendada para el 2 de mayo próximo y que honrará a una de las bandas inglesas más aclamadas de la primera parte de los 70. "Esta era una deuda que se arrastraba desde hace mucho. Marc Bolan influenció a mucha gente, a cientos de bandas, se lo merece. Es algo muy especial también para sus fans, quienes le han sido leales y le han adorado todos estos años".

Oriundo de Brooklyn, Visconti se mudó a Londres a fines de los 60 para involucrarse en la producción, tras haber incursionado en bandas de rock, jazz y también en orquestas. Ahí conoció a Bolan, con quien trabajó en el debut de su proyecto anterior, Tyrannosaurus Rex. "Cuando lo vi por primera vez, me impresionó lo inusual que él era. Nadie era como él, eso era lo principal. Y también era muy hermoso, ya se veía como una estrella de rock, aunque era alguien bien pobre, sin ropas elegantes".

Visconti recuerda una anécdota singular: "Cuando hicimos los primeros dos discos, él tenía una guitarra acústica que había comprado en una tienda de segunda mano y el clavijero estaba roto justo en la cuerda Sol. Entonces, él andaba para todos lados con un par de alicates para afinarla", ríe. "Salía muy caro arreglarla y recién para Unicorn, el tercer disco, se compró una nueva, la eléctrica que usamos desde entonces y para siempre", dice refiriéndose a la Fender Stratocaster blanca de Marc, decorada con una lágrima.

Tras la trágica muerte del artista en un accidente automovilístico en 1977, su influencia no se detuvo. Su secreto, según Visconti, radicaba en la habilidad de "combinar poesía muy complicada con música muy simple".

El nacimiento del glam

Visconti es conocido principalmente por colaborar de forma extensa con David Bowie, desde su temprano single "In the heat of the morning" (1968) hasta el final, Blackstar (2016), la obra que lanzó apenas dos días antes de su muerte, sumando 11 placas que incluyen la elogiada Trilogía de Berlín. La primera de aquellas obras fue Space oddity (1969), donde Visconti produjo todo el material, excepto por el single principal, labor que delegó en Gus Dudgeon.

"Cincuenta años después sé cosas que antes no, y tengo mejores herramientas", comenta respecto del remix del álbum que hizo en 2019, donde el peso de contar con una segunda oportunidad fue evidente. "No sabía lo que hacía en esos días como productor, pero yo era un buen músico y mis arreglos eran buenos. Esta vez tuve cuidado con cada nota, con cada pista. Traje conmigo todo lo bueno que no pude poner hace tantos años, así que estoy muy orgulloso del remix".

Emocionado, prosigue: "Y te tengo una exclusiva: estoy remezclando The man who sold the world. Si todo sale bien, puede que se edite en algún momento de este año. Estamos buscando tres multipistas que están perdidas, y sé de un lugar donde puede que las tengan".

The man who sold the world, el tercer álbum de Bowie, marcó el primer cambio drástico del camaleón, debido a sus letras oscuras y filosóficas y un filo más pesado. Sus orígenes están en The Hype, la banda formada por Visconti, Bowie, Mick Ronson y Woody Woodmansey, y cuya presentación en abril de 1970 en The Roundhouse de Londres es considerada como el nacimiento del estilo glam. "Y puede ser. Ciertamente usábamos ropas bien raras", bromea.

Cincuenta años después, en marzo, Visconti volverá a presentarse junto a Woody en aquel recinto para conmemorar el hito. "Todos me preguntan si voy a volver a ponerme esas ropas para la ocasión, pero definitivamente no", ríe. La banda Holy Holy, donde ambos militan, desde 2014 se encuentra de gira interpretando material de The man who sold the world. ¿La gracia? Fue un álbum que Bowie nunca presentó en directo al momento de lanzarlo.

"Es algo que él nunca dijo en público, desafortunadamente, pero él vio un video de nosotros en vivo interpretando "The width of a circle" y me dijo en privado que si hubiéramos seguido tocando juntos Mick, Woody y yo, habríamos sonado así de bien".

Aquella canción de ocho minutos de duración, cuyas peculiares progresiones de acordes y métricas cambiantes están rematadas por solos fulminantes de Ronson, es para Visconti su favorita de la placa. Tiene mucho de rock progresivo: "Es lo que buscábamos, es un disco progresivo. La primera mitad ya la habíamos tocado en vivo en The Roundhouse, pero la segunda la creamos todos juntos en el estudio y resultó tan buena, con tantos movimientos y texturas, que para mí es una canción de rock sinfónico. Musicalmente es superior, y los solos de guitarra de Mick son increíbles. Su tono, todo lo que hacía era grandioso".

Ese disco es especial, además, porque usted se encargó de tocar el bajo.

En ese tiempo me acusaban de haber mezclado el bajo muy fuerte en el disco, pero era Mick quien quería que el bajo sonara fuerte (risas). Ahora yo he hecho que él suene fuerte en la nueva mezcla. Obviamente ya todos conocen mis partes de bajo, así que pensé en destacar a Mick y las voces de David, que están un poco más fuertes. Suena realmente fantástico.

No es muy lejano al heavy metal, pensando que ese mismo año lanzó su debut Black Sabbath.

De hecho, estábamos influenciados por grupos de metal. Mick Ronson era el experto, y nos decía a quienes escuchar. También estábamos influenciados por Cream. Mick me dijo que tocara como su bajista, Jack Bruce, y que me comprara ese mismo bajo. Lo escuché y noté que era un bajo en el rol principal. Obviamente yo, como guitarrista, encontré que era algo fácil de hacer, y hay momentos brillantes, donde Mick y yo tocamos uno frente al otro, como lo que ocurre en "She shook me cold". Son solo tres elementos ahí: bajo, batería y guitarra, sin overdubs, y suena todo muy lleno, como una versión moderna de un contrapunto.

¿Cree que interpretar en vivo el material junto a Holy Holy le ha dado una perspectiva distinta para enfrentar la remezcla?

Absolutamente, sí. Le comenté a la persona con la que estoy trabajando en ello que estaba muy feliz de tocarlo en vivo, porque me ha dado otro concepto del álbum. En aquellos días solamente tocamos ese material en estudio, pero al hacerlo en vivo tocas más fuerte y sientes todo en tu cuerpo. Traté de mezclarlo ahora, en 2020, con esa idea: hacer que sientas más todo, pero no solo de forma física, sino que te emociones también.

Tal como le sucedió al remezclar Space oddity, el productor comenta que ha encontrado "piezas escondidas de magia" que no pudo mezclar en su momento. "Cuando trabajé originalmente en él, yo no era mucho mejor que en Space oddity. Aún no era un buen ingeniero, así que cometí los mismos errores hace 50 años (risas). Ahora pude corregir un montón de cosas y suena fantástico, es simplemente hermoso. Estoy sorprendido de lo inteligentes que éramos, a pesar de ser muy jóvenes. Nos gustaba gente como Pink Floyd y respetábamos a otros grupos que estiraban los límites. Nuestra música era muy cerebral y estoy orgulloso de eso, era música para gente pensante".

Para Visconti, Bowie y Bolan "no sonaban, ni escribían, ni se veían iguales. Eran diferentes, pero hacían lo mismo: presionaban los límites de lo normal, aunque fuera un riesgo para ellos mismos. Querían ser famosos a su manera, y en el caso de ambos debió pasar tiempo para que fueran aceptados por los fans, los periodistas y el público. Bono me dijo una vez que en U2 escuchaban a Bolan y Bowie porque ellos habían escrito el manual de cómo ser una estrella de rock y escribir música rock grandiosa con profundidad y significado. Antes de ellos dos, la gente solo escribía canciones de amor. Estaban los Beatles, que eran cool, por supuesto. Pero no puedes imitarlos, y todos trataban de hacerlo. Lo que me gusta de Bowie y Bolan es que ellos nunca lo hicieron".

¿Su visión de la música ha cambiado en todo este tiempo?

No mucho, porque cuando comencé no solo era un músico de rock, sino que trataba de ser un músico de jazz y tocaba música clásica, era contrabajista en la orquesta de mi escuela. Bowie y Bolan no imitaban a los Beatles, pero yo imitaba a George Martin. Él era el único que vi haciendo lo que yo hacía: tenía entrenamiento clásico y hacía música pop. Yo no conocía a más productores haciendo eso, excepto él y yo. Vengo de ese mundo, del entrenamiento musical estricto.

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