Juan Sasturain, director de la Biblioteca Nacional de Argentina: “Tenemos que cambiar para que no haya más sectores vulnerables”
A los 75 años, el escritor y guionista ejerce el cargo que ocupó Jorge Luis Borges en los años 50. Respetando la cuarentena obligatoria en su país, trabaja remotamente desde su casa. Acá habla de las estrategias digitales que han adoptado y de las consecuencias de la pandemia.
“Es como el cuento de Monterroso: ‘Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí’. Acá es lo mismo, te despertás y la pandemia está ahí", dice Juan Sasturain. Su estreno como director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM) le ha tocado en un año complicado: el del Covid-19. “He resultado ser un director virtual, porque aunque estaba trabajando desde enero, asumí formalmente el 10 de febrero, y el 12 de marzo mis compañeros me mandaron a casa. Así que estuve en funciones plenas, sólo un mes. Y acabo de cumplir dos meses de cautiverio. Si de algo estoy orgulloso en esta gestión virtual es del equipo que armé, porque junté gente de muchísima experiencia y me ha respondido de manera excepcional, es un grupo de trabajo increíble”, explica el nuevo director -el número 37, Borges fue el 20- que hoy trabaja desde su casa, como todos los empleados administrativos de la institución.
Sasturain tiene 75 años y es un polifacético escritor, periodista y editor. Formado como licenciado en Letras decidió dedicarse al periodismo. Fue guionista de historietas, y responsable de la revista Fierro. Tiene una extensa obra literaria, Manual de perdedores, El día del arquero, son algunos títulos. El año pasado, en el marco de la Semana Negra de Gijón, recibió el premio Dashiell Hammett de novela negra por su obra El último Hammett.
¿Cómo se adapta la Biblioteca Nacional a esta era, cada vez más virtual?
La convocatoria presencial es básica fundamental, partamos del hecho de que no hay ninguna forma de compensar y equilibrar, o encontrar formas equivalentes a la presencia y el uso directo del patrimonio de la biblioteca. Hubo que acelerar algunos procesos, algunas disposiciones que habíamos tenido previstas, y una de esas era -no casualmente- darle mucha importancia a todo el departamento de comunicación, que ahora se ha convertido en nuestro punto de contacto de toda la actividad de la biblioteca. Hemos puesto un bibliotecario online, están todos nuestros referencistas conectados, que responden todo tipo de consultas. El usuario puede entrar a la página web y consultar el patrimonio que está digitalizado de mapas, libros, revistas y periódicos, fotografías, manuscritos, incunables, audios y videos. Y estamos produciendo contenidos para el canal de Youtube de la BNMM, como el Diario de la Peste, donde escritores, pensadores y poetas relacionan la cuarentena con La peste de Camus y otras obras. También, está el ciclo Mientras Tanto, que incluye un video con una columna semanal de María Moreno, directora de Museo del Libro y de la Lengua. Y estamos cerrando el libro de la revista de la Biblioteca, que está armando Horacio González. Estamos preparando las cosas.
El mercado editorial, no estaba pasando por un buen momento, ¿cómo va a afectar esta crisis en él?
Está muy complicado porque ya el sector editorial está muy amenazado por varios lados, por un lado por todo lo que es la comunicación virtual, etcétera, etcétera, y está amenazado también el libro. Bien sabemos que si hay cosas que tienen que desaparecer desaparecerán, o irán ocupando otros lugares, pero en este momento han quedado muy expuestos, como tantos aspectos de nuestra economía y nuestra cultura.
Últimamente, sobre todo en las redes sociales, se compartieron PDF de libros, generando una gran polémica, ¿cuál es su posición al respecto?
Yo no estoy de acuerdo con la utilización indiscriminada o el acceso indiscriminado a todos los contenidos. A mí no me parece justo. Hay una legislación que es muy sabia, que indica después de cuántos años queda libre de derechos la utilización de los textos. Me parece bien, eso debe respetarse. El trabajo intelectual se merece, como todo trabajo, remuneración. Es mucha gente que vive de eso y trabaja de eso. Es complicado. Pero, nadie tiene derecho a usar las cosas de otro indiscriminadamente.
Uno de los comentarios de los lectores es que no pueden concentrarse para leer. ¿Cambió en algo su hábito de lectura?
En eso soy bastante “esquizo”, soy capaz de abstraerme en circunstancias que no debería. Estoy leyendo muchísimo, lo que pasa es que tenía pendientes. Sobretodo porque pienso que esto es transitorio, si pienso o acepto íntimamente de que el mundo va a ser pavorosamente diferente creo que no podría leer nada. Pero, de algún modo supongo, me desconecto de esa certeza, no creo que sea así, porque no debe ser así. Entonces, me digo,”bueno mientras tanto, voy a hacer las cosas que me gustan hacer”, y hago muchas cosas, entre otras leer.
¿Cuál es su mirada sobre la pandemia y las consecuencias que acarrea en todo el mundo?
El dibujo de la vida cotidiana que me están proponiendo me parece espantoso, me parece con una falla estructural, o ideológica en el diagnóstico, en tanto y en cuanto se toma como fatalidades definitivas a futuro, condiciones que deberían, podrían, y tenemos la obligación de modificar para que no sean tales. Los diagnósticos, o las aparentes soluciones, pasan por la represión de las libertades individuales, la pérdida de los eslabones más débiles, cuando lo que hay que hacer es modificar las condiciones generales para que no haya sectores vulnerables. Hay un abismo práctico entre la razonabilidad de las medidas a las que apoyamos, porque son razonables, están bien pensadas, y los resultados factibles. Porque no estamos todos en la misma distancia respecto a la efectividad de la cuarentena. Yo soy un privilegiado y me puedo quedar en mi casa, tengo un acceso a un sueldo, pero cuánta población tiene esas posibilidades. Si no aprendemos nada de esto, no aprendemos nada como sociedad. Las cosas tienen que tener un costo, tienen que cambiar, tienen que ser distintas. Hay que ir a las raíces de las vulnerabilidad, si no cambias las raíces no cambiás nada, y vamos a salir de esto con los niveles más acentuados.
Biblioteca del futuro
La subdirectora de la BNMM, Elsa Rapetti, cuenta las medidas que están adoptando para el retorno. “Tenemos que hacer algo específico de acuerdo al movimiento y servicio que tiene la biblioteca -antes pasaban unas 2.000 personas por día-. Estamos trabajando con las recomendaciones de Yerco Quitral, especialista de ataques biológicos de patrimonio”, dice.
El protocolo que Rapetti y equipo están trabajando incluye que el personal que atienda al público use tapabocas, mascarillas y guantes, y habrá pantallas acrílicas protectoras sobre los mostradores. Además, se distribuirán estaciones de higiene en las salas. Se reducirá un 30% la capacidad de las salas, para cumplir con la distancia de los 2 metros entre cada persona. Desde una plataforma virtual, los usuarios solicitarán turnos para asistir y activar una solicitud de reserva del préstamo del libro a consultar, a través de la navegación del catálogo. Todo lo que se solicite de material, luego de su uso, quedará en cuarentena por un límite de tiempo.
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