En un extremo estaba ella, en el otro trabajaba él. Gracia Barrios y José Balmes compartían un amplio taller en su casa de Ñuñoa. Cada uno tenía su propio universo creativo, si bien compartían una forma de ver el arte y un proyecto de sociedad. Pareja fundamental del arte chileno, desde ayer su taller está más solitario: tras la muerte de Balmes en 2016, en la tarde de ayer murió Gracia Barrios, a los 93 años.
Afectada de Alzheimer, la pintora enfrentaba complicaciones pulmonares hace varios días, según contó su hija, la artista Concepción Balmes Barrios: “Estaba acá en la casa con nosotros, tuvo staff médico a domicilio en coordinación con su médico. Se hizo todo de la mejor manera posible, pero a pesar de los tratamientos antibióticos su cuerpito ya estaba muy cansado”, dijo a La Tercera.
La noticia de su muerte conmovió a la comunidad cultural, que se expresó rápidamente a través de redes sociales. “Gracia Barrios fue una de las pintoras fundamentales de la historia del arte en Chile”, escribió la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés en su cuenta de Twitter. “Luchadora incansable, su destacada obra fue consecuente con su vida y deja un legado que por generaciones nos hablará de este territorio y su memoria”, agregó.
“Estoy muy, muy, muy apenado”, comentó el artista y académico Gaspar Galaz. “Fue una artista revolucionaria, pero además formó una pareja extraordinaria junto con José Balmes. No sólo desde el punto de vista artístico, sino que también humano. Su gran logro fue poder combinar el informalismo con la figuración y de esta manera el ser humano o lo que ella llamaba el humanismo nunca abandona sus obras”, agregó.
Casada con José Balmes en 1952, juntos formaron una pareja protagonista del arte local, que experimentó en la pintura y adhirió las causas políticas y sociales de los años 60 y 70.
“Mi inspiración siempre ha sido un testimonio de la vida. Desde chica, mis garabatos eran figuras humanas. Aunque dibujara con un clavo en una muralla de adobe, era una figura humana”, dijo la artista, que también ejerció la docencia.
“En los 70, hice unos cuadros muy grandes, con mucha gente, muchedumbres, fue el reflejo del momento. (…) yo estaba apuntando a esa realidad, yo quería hacer arte latinoamericano, nunca he querido ni he podido hacer nada más. Para mí era y es esencial ser latinoamericana”, relató.
“Ser humano maravilloso”
Hija de la pianista Carmen Rivadeneira y del escritor Eduardo Barrios (El niño que enloqueció de amor), Gracia Barrios estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile y comenzó su trayectoria vinculada al Grupo Signo en los 60, junto a Balmes, Alberto Pérez y Eduardo Martínez Bonati. El colectivo “apostó por una pintura bastante experimental. Ese movimiento provocó una gran conmoción e innovación en su momento”, destaca Francisco Brugnoli, director del MAC.
Creadora de una obra extensísima, que transitó desde el informalismo hacia una pintura centrada en la figura humana y en los problemas sociales, varias de sus telas se encuentran en el MAC y, de acuerdo con su director, próximamente integrarán a su catálogo online América, no invoco tu nombre en vano (1970),
Junto con Balmes adhirió al gobierno de la Unidad Popular y colaboraron en la formación del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Tras el golpe militar se exiliaron en Francia y en 1982 regresaron al país, para sumarse a través del arte a la oposición al régimen militar.
En 2011 Gracia Barrios fue distinguida con el Premio Nacional de Arte, galardón que también recibió Balmes, en 1999.
Con su calidad artística, quienes la conocieron destacan igualmente su calidad humana: “Era una persona muy cariñosa y carente de cualquier señal o huella de rencor. Todo el mundo la apreciaba por esas mismas razones”, dice Brugnoli, quien fue su alumno.
“Gracia Barrios era, además, un ser humano maravilloso, extraordinario diría yo. Le encantaban sus alumnos y hacer clases”, afirma Gaspar Galaz.
Los funerales sus realizará mañana en el Cementerio El Totoral, donde descansan los restos de Balmes. Su hija y su nieta Elisa Triviño trabajan en una fundación que resguardará sus obras y que pretende conservar como museo el taller que ambos compartieron.