Paseo inmoral: los préstamos creativos de Cerati en Bocanada
Para 1999 Gustavo Cerati sentía que tocando una guitarra encendía mecanismos que ya tenía automatizados y que lo llevaban a repetirse. Su biógrafo cuenta que hacía varios años que venía acumulando un banco de sonidos y samplers en su computador. En el cruce entre esas capas electrónicas y las guitarras procesadas estaba el punto de fuga que le interesaba explorar.
“Gustazo era voraz”, recuerda el pionero de la trompeta en el rock argentino Gillespi, “su nivel de exigencia era terrible y lo aplicaba a todo lo que hacía”, agrega el músico que se subió a los escenarios con Soda Stereo, Charly García, Sumo y durante la etapa solista de Cerati.
En Salsipuedes: historias de rock argentino (Planeta, 2016), el trompetista cuenta que Gustavo Cerati “era muy ambicioso artísticamente, nunca dejaba nada librado al azar”.
En seguida añade: "Puedo asegurar que era mucho más inteligente que la mayoría de los integrantes de nuestra generación. No solo por tener tan claro lo que quería, tampoco por ser un excelente músico, compositor, cantante y violero (guitarrista). La visión que tenía Gustavo es la que distingue a los iluminados, y en su caso incluía saber ver, entender e intervenir en todas las capas de la música".
Una fórmula que agoniza
Luego del 20 de septiembre de 1997, cuando Cerati bajó el telón de Soda Stereo con el mítico “gracias... totales” en el estadio de River Plate, el músico argentino parecía cada vez más interesado en usar la tecnología como disipadora de su creatividad.
Así lo apunta su biógrafo Juan Morris en Cerati, la biografía (Sudamericana, 2015): “Su forma de componer había mutado (...) sentía que tocando una guitarra encendía mecanismos que ya tenía automatizados y que lo llevaban a repetirse”.
Por esos días, Gustavo Cerati comenzó a jugar con sonidos construidos con un sampler MPC3000. Allí tomaba partes de canciones y las deformaba cambiándoles el tempo y estirándolas hasta encontrar ideas nuevas, gérmenes de temas que lo llevaban a lugares inesperados.
"Cada vez más le gustaba llegar a la composición desde el groove y la percusión", notó el periodista de Rolling Stone argentina.
Según Juan Morris, “donde cruzaba capas electrónicas con guitarras procesadas”, en canciones como “Pulsar”, de Amor amarillo, o “Tu medicina” de Colores santos, estaba “el punto de fuga que le interesaba explorar”.
"Creo que la tecnología nos empezó a dar una cantidad de elementos para hacer con otros instrumentos que se han ido agregando a los que ya más o menos conocíamos", aseguraba el propio Cerati desde una entrevista en 2004 para Les Inrockuptibles.
“Después de la agonía del rock en cuanto a su fórmula, quizás el espíritu más rockero, entre comillas, e investigador y excitante, fue la música electrónica”, le contó a los periodistas Nicolás Miguelez y Mariano Valerio, dando cuenta de su cambio.
Desordené átomos tuyos para hacerte aparecer
“Su forma de superar las crisis era abrazarse al futuro”, escribe Juan Morris en algún momento de su biografía que sintetiza una presencia que atraviesa la creación de Bocanada.
Con la idea fija de profundizar su etapa solista —luego de desarmar Soda Stereo—, el verano de 1999 Gustavo Cerati comenzó un nuevo disco en el sótano de su hogar en Buenos Aires al que llamó Casa Submarina. Ese subterráneo era su juguete perfecto. Era, en partes iguales, el laboratorio donde escribir nueva música y el escondite de un matrimonio que empezaba a desgastarse.
“Empezó a pasar horas y horas en ese sótano, hasta que Cecilia (Amenábar) bajaba para avisarle que estaba la cena o Benito (Cerati) aparecía de sorpresa. A la noche comía con ellos y, cuando se acostaban, bajaba otra vez a seguir componiendo”, describe Juan Morris en Cerati, la biografía.
Lo primero que hizo durante esas noches sin final fue samplear unos segundos de la base tribal "Waltz for Lumumba", un tema sesentero de los ingleses Spencer Davis Group con los que armó la primera canción tras la separación de Soda.
La llamó “Tabú” y sería el track encargado de abrir Bocanada.
Su biógrafo cuenta que hacía varios años que Cerati venía acumulando un banco de sonidos, samplers y bocetos de canciones en su computadora.
Según Morris, era “una maraña de archivos a los que volvió durante esos meses de manera aleatoria en busca de inspiración”.
Un fraseo de guitarra, por ejemplo, guardado desde la época de Dynamo (1992), que nunca había podido resolver, se transformaría en un tema como “Paseo inmoral”:
Ocurrió también con el mellotrón de “Eruption”, del grupo progresivo Focus, que envolvió en suspenso down-tempo para la canción que acabaría por nombrar al disco:
El siempre es hoy de Deepak Chopra, X-Files y Los Jaivas
Avanzados los borradores de algunas canciones, el hombre de “Primavera 0” sumó a las sesiones a los músicos Flavio Etcheto y Leo García —dos grandes aliados de Bocanada—, quienes dan cuenta de las conversaciones de entonces con Cerati.
Según ambos, sus días discurrían entre meditación, el boom de la autoayuda y los libros del conferencista indio Deepak Chopra enfocados a “vivir el presente” —como dato, su siguiente trabajo en solitario lleva por nombre Siempre es hoy—.
El bajista Fernando Nalé y el baterista Martín Carrizo cierran la formación que Cerati escogió para grabar Bocanada, un álbum que saldría a la calle en junio de 1999 con la icónica foto de Gaby Herbstein y de la mano del corte “Raíz”, una suite extraña que mezclaba un armazón folclórico con un bolero de base techno.
En el patchwork que significó su construcción, Cerati mezcló la guitarra sampleada de "Hyperactive" del inglés Thomas Dolby:
Además de la maniobra de cambiar la velocidad, añadió los vientos de un tema como “Del aire al aire”, de los chilenos Los Jaivas, y la batería del brasileño Eumir Deodato en “September 13”:
E incluso un pasaje de la banda sonora de X-Files, compuesta por el estadounidense Mark Snow:
Y un puente que bebe del new wave de los ingleses XTC, donde el músico puso atención en "Poor skeleton steps out":
En la citada entrevista con Les Inrockuptibles de 2004, Gustavo Cerati mira por los espejos retrovisores a la época de Bocanada.
“Bocanada fue un disco… ¿cool?”, dice allí, pero luego aclara: “Acá la palabra ‘cool’ es sinónimo de yuppie: un tipo que se caga en todo, que vive pendiente de la tecnología y se toma la vida de manera ‘inteligente’, pero ese no es para nada mi caso”.
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