Che-Cerati: la sesión de fotos de Gustavo Cerati caracterizado como Ernesto Guevara
Con barba, usando una boina colorada y con un rojo encendido de fondo; el cantautor argentino posó en 1998 para la revista D'Mode vestido como el guerrillero comunista. Para él y la fotógrafa Gaby Herbstein -quien lo retrataría al año siguiente para Bocanada-, fue como un juego, "un desafío actoral", más que una declaración política.
Pasaron seis años entre el primer álbum solista de Gustavo Cerati y su segundo trabajo discográfico. Amor Amarillo, una oda a su esposa, a su hijo que estaba por nacer y a su nueva vida en Santiago de Chile; fue su primer desahogo, una liberación del frenético ritmo en que lo sumió el éxito de Soda Stereo.
Con "Te llevo para que me lleves", reflejaba en colores y alegres acordes que la oscura etapa antecedida por el shoegaze de Dynamo junto a Soda Stereo, en realidad, no lo representaba.
Pero en aquellos seis años -como es de esperar en quien es descrito por sus cercanos y biógrafos como trabajador incansable y perfeccionista-, no detuvo la creación de música y la búsqueda de nuevos sonidos.
Con Soda lanzó Sueño Stereo en 1995, apenas un par de años antes de la separación definitiva anunciada en 1997. Y por su cuenta, colaboró como productor en el disco Sueños en tránsito (1997) de la chilena Nicole, compuso la banda sonora de la cinta argentina Sólo por hoy (1998) y fue parte del tributo en español a The Police en el disco Outlandos D'America.
Para finales de los 90, quizás Gustavo Cerati ya no figuraba como el líder del famoso trío que bautizó a Buenos Aires como la ‘Ciudad de la Furia', pero su vida musical estaba más cerca de un renacer que de una muerte.
Cuando Bocanada (1999) era apenas un proyecto en proceso de producción -con el sonido cargado más a la electrónica que a las guitarras rockeras, y aquella famosa imagen azulada que sumía a Cerati en el humo de su cigarro-, el músico fue protagonista de una portada de revista en la que parecía rebelde, irreverente, protestante, pero era solo un juego de disfraces.
El origen del "Che-Cerati"
Gaby Herbstein tenía 25 años cuando conoció al músico. Su aliada, fue la casualidad, o más bien, una amiga diseñadora de vestuario que estaba de novia con el músico, por allá a mediados de los 90.
La prueba de fuego para Herbstein fue una sesión de fotos para Soda Stereo en el Gran Rex, en el marco de la presentación de Canción Animal. Años después, el cantautor la contactó nuevamente, esta vez, convocado por la revista D'Mode.
"Fue muy divertida toda esa sesión. De hecho hace poco encontré los contactos de ese shooting y me moría de risa porque… nada, nos divertimos mucho caracterizando a Gustavo", recuerda la fotógrafa de 50 años en conversación con Culto.
Cerati, pendiente de cada detalle que implique su nombre e imagen, proponía ideas de accesorios y poses continuamente. “Tráeme referencias, quiero ver expresiones”, le decía el músico a la Herbstein. “Y yo, imprimiéndole fotos del Che Guevara y él practicando en el espejo las caras que le salían idénticas. Porque si hay algo que tenía Gustavo era lo profesional y lo obsesivo con el detalle”.
¿Fue premeditada la idea de caracterizarse como el Che Guevara? No, o al menos eso dijo el mismo Cerati en conversación con el diario argentino Página 12. Su objetivo era jugar con personajes, más que tener una fijación con la figura del guerrillero.
"En realidad, me lo propusieron por una cuestión mucho más frívola. Siempre me veían con la boina, y me decían 'Esa boina, esa boina ..., y con la barba, ¿por qué no?'. Les gustó el efecto de verme así. Y me gustó la situación actoral", confesó el músico al explicar la portada de la revista.
Más que un tributo fue un juego de palabras. La "revolución", tan asociada a Guevara, fue vinculada con la "Rav-volution" -un guiño al "Rave" o fiestas de baile con música electrónica-. Un concepto que adquiría fuerza en aquellos años.
"El Che representa, ante todo, el romanticismo. Y en ese sentido, le rindo homenaje", dijo Cerati, dejando de lado la connotación política que pudiese tener.
"No me detuve a pensar en él como revolucionario, ni qué mierda hago yo ahí con un símbolo que en realidad no le pertenece ni a los Redonditos ni a nadie. Me molesta un poco que algunos sientan que la imagen del Che Guevara les pertenece. No tengo nada contra nadie, pero no creo que esa imagen sea tan pura como la quieren presentar. [...] Reconozco que puede parecer una provocación, pero no fue pensado así. Para mí fue un desafío actoral", dijo Gustavo Cerati para Página 12 en mayo de 1998.
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