Descubrió la poesía con su familia, dice. La aprendió de niño en Quechurewe, escuchando los cantos de su abuela y las historias de su abuelo, que hablaban en mapudungún, y las adivinanzas de su madre junto al fogón. Por eso ayer, cuando se enteró de que se convertía en el primer poeta mapuche en recibir el Premio Nacional de Literatura, Elicura Chihuailaf pensó en ellos: “En mi corazón reuní a mis abuelos, a mis padres, a mi hermano muerto, a mi hija, a mi comunidad, y nos abrazamos. Fue un momento muy emocionante”, cuenta.
Desde las montañas de Asturias, en España, país donde se encuentra desde marzo, el poeta también pensó en su tierra: “Se extrañan los árboles, los bosques, el agua, los pájaros, la gente de mi querida Wallmapu”, dice a través del teléfono, luego de cinco meses varado en Europa debido a la pandemia.
Autor de poemarios como De sueños azules y contrasueños, el ensayo Recado confidencial a los chilenos y las memorias La vida es una nube azul, el poeta nacido en 1952 le ha dado voz a la memoria de su pueblo y ha buscado también el diálogo con la sociedad chilena.
El premio le fue concedido “por su vasta trayectoria y por su capacidad de instalar la tradición oral de su pueblo en una escritura poderosa, que trasciende la cultura mapuche. Con maestría y haciendo uso de una expresión muy propia, ha contribuido de forma decidida a difundir su universo poético en todo el mundo, amplificando la voz de sus ancestros, desde la contemporaneidad”, dice el fallo.
El jurado lo integraron la ministra de Cultura, Consuelo Valdés; la escritora Diamela Eltit, como última premiada; María Eugenia Góngora, representante de la Academia Chilena de la Lengua; la ensayista Adriana Valdés y la poeta mapuche María Isabel Lara Millapán, nominadas por el Consejo de la Cultura; el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vidaldi, y el rector de la UMCE, Jaime Espinosa, por el Consejo de Rectores.
Todos ellos le otorgaron un voto de mayoría, entre un numeroso y distinguido grupo de nominados, donde estaban los nombres de Elvira Hernández, Carmen Berenguer, Rosabetty Muñoz, Teresa Calderón y los escritores Claudio Bertoni, Omar Lara y Hernán Miranda, entre otros.
Contactado por el jurado, que deliberó a través de Zoom, Elicura Chihuailaf agradeció el galardón y envió un saludo a los denominados presos políticos mapuches: “Intento hacer dialogar mi espíritu y mi corazón de mapuche, porque es necesaria una pluriculturalidad: es el camino que hoy hay que tomar, en este momento tan tremendo que vive el mundo, en el que la naturaleza nos ha dado una dura advertencia. Reitero el agradecimiento, porque no soy yo quien habla únicamente: el autor es un pequeño camino dentro de lo que es la enseñanza y la palabra de nuestros antepasados. Esa voz, de un pueblo que sufre hace 200 años, es la que me ha llevado por el mundo”.
El premio entrega una suma de $ 23 millones y una pensión mensual de 20 UTM.
Ausencias y oportunidades
Postulado por la Universidad de La Frontera y la U. Católica, la candidatura de Elicura Chihuailaf había logrado una amplia adhesión, si bien existía también una campaña impulsada por el colectivo de Autoras Chilenas (Auch!) para que el premio reconociera la obra de una poeta. Gabriela Mistral, quien recibió el galardón en 1951, seis años después del Nobel, es aún la última autora distinguida en el género.
“Valoro la obra de nuestras compañeras poetas, que han sido tan poco reconocidas y merecen también ser premiadas. El premio debería ser una fiesta para que celebremos a todos nuestros y nuestras poetas”, dice Chihuailaf.
De todos modos, su premiación fue destacada por sus contornos históricos: " Felicito desde el fondo del alma a mi hermano Elicura Chihuailaf, con él se ha premiado a un gran poeta, al autor de Recado confidencial a los chilenos, que implica además el primer reconocimiento que el Estado de Chile le hace a la cultura de un extraordinario pueblo, el pueblo mapuche, al que le debemos tanto y del que tenemos tanto que aprender”, expresó el poeta y Premio Nacional Raúl Zurita, quien también saludó a los demás nominados, “todos notables poetas, que demuestran la enorme variedad y riqueza de la poesía que continúa escribiéndose en este territorio”.
El colectivo Auch! felicitó a Elicura Chihuailaf y expresó su esperanza de que el premio “nos ayude a entender nuestra sociedad como un lugar inclusivo, el estado plurinacional que somos”. De la misma forma, recordó la deuda histórica con las escritoras.
“Celebro la entrega del premio a Elicura Chihuailaf, a quien le envié un correo con mis felicitaciones”, dice la poeta Elvira Hernández, quien cuenta que se mantuvo al margen de su postulación. “Este es un premio político, donde la escritura obviamente tiene un peso en las decisiones. En ese contexto celebro que lo haya obtenido Elicura Chihuailaf. Sin embargo, creo que el problema que tiene el Estado chileno con el pueblo mapuche permanece intacto. Me refiero a que un premio de poesía puede llegar a ser un gesto, pero no soluciona el problema de fondo en nada”.
Para Chihuailaf la premiación representa una oportunidad. “Este premio abre una ventana para que el Estado se anime a escuchar la realidad del pueblo mapuche. Ojalá que también ayude a ver que nuestra lucha es también una lucha por la ternura, esa ternura que a veces también duele”.
El arte de conversar
La primera vez que los versos de Elicura Chihuailaf resonaron en público fue a mediados de los 80. Temuco recibía un encuentro de escritores y entre las figuras destacadas estaban Nicanor Parra y Enrique Lihn. Durante su presentación, frente a la Plaza de Armas, el poeta de La musiquilla de las pobres esferas dijo que quería presentar a un nuevo poeta, y leyó un texto de Chihuailaf que circulaba en un modesto tríptico. “Yo me sorprendí mucho, yo no conocía a Enrique Lihn”, cuenta.
Ayer, volvió a ese recuerdo: “Cómo no pensar en Enrique Lihn y en Jorge Teillier, dos grandes y admirados poetas, que nunca recibieron el Premio Nacional, que ahora recibo yo con mucho menos mérito. Cómo no abrazarlos en este momento”.
Hijo de profesores rurales, Chihuailaf estudió obstetricia pero se dedicó a la literatura. Dice que recibió la poesía en su niñez, a través de la oralidad, en los días y las noches entre su comunidad. Por eso, agrega, el premio no es solo suyo: “Me genera sentimientos encontrados porque lo que hago es simplemente la transmisión de una memoria que recibí de mis antepasados y llevo siempre muy presente en mi memoria, del niño que fui en una comunidad como la de Quechurewe, cerca del Lago Colico, donde nací y crecí, y lo único que uno hace es articular esa memoria con la experiencia. Pero en este premio está la memorias de nuestros antepasados”.
-¿De qué modo este premio puede ayudar al diálogo?
-Yo vuelvo a la pregunta que hice en Recado confidencial a los chilenos: ¿Qué hijo, qué hija agradecida no se levanta cuando su madre es violentada? Porque cuando se contaminan los ríos se está contaminando el agua de la vida, cuando se violentan los bosques mueren miles de palabras. Nuestra gente no quiere violencia, nuestro pueblo quiere la paz. Ojalá podamos conversar de manera profunda. Se habla de desarrollo, pero para los mapuches el desarrollo es junto a la naturaleza, no contra la naturaleza. Y cuando se habla de justicia, creo que es importante entender que la justicia se impuso sobre la legitimidad. Todos estos desencuentros conceptuales han contribuido al denominado conflicto mapuche.
Para el poeta, es fundamental “alcanzar un modo de vida distinto, que de verdad todos hagamos un esfuerzo para poner fin a este sistema que es prededaor y que iniciemos ese camino del buen vivir que nos invita a la conversación, que es un arte dice nuestra gente mayor, que no está tanto en el cómo decir, sino que el arte se alcanza cuando se asume la capacidad de escuchar, y eso no ha sucedido hasta ahora”.