Alejandro Fadel: “El cine de terror le da voz al anormal y al disidente”
El cineasta argentino estrena su película Muere, Monstruo, Muere, filme de horror sobre una serie de crímenes en la provincia de Mendoza. Coproducida con Chile, la cinta exhibida en Cannes 2018 se puede ver en las plataformas de Red de Salas y Cineteca Nacional.
Al realizador argentino Alejandro Fadel (1981) le interesa ir más allá del gesto de horror y de la sangre a borbotones. Es por eso que el título Muere, monstruo, muere es una poética coartada para ocultar una película original y subversiva sobre un submundo patriarcal en medio de la nada. En el Valle de Uco, cerca de Mendoza, todos los días aparece una mujer decapitada, pero también la soledad desquicia a sus habitantes.
“El género de terror te permite camuflar mejor el tema que te interesa de fondo y que al espectador le puede llegar de manera subconsciente”, comenta Alejandro Fadel a través de Zoom desde Buenos Aires. Nacido y criado en la región de Mendoza, el ex colaborador de Pablo Trapero en Carancho (2008) y Leonera (2010) es una de las voces más originales del más reciente cine trasandino: hace ocho años sorprendió con su western ambientado en las sierras de Córdoba Los salvajes (2012) en el Festival de Cannes y en el 2018 volvió al mismo festival con Muere, monstruo, muere, su apuesta al terror a los pies de la cordillera.
En el festival francés nadie quedó indiferente a la película que esta semana se estrenó en las plataformas de Red de Salas y Cineteca Nacional y que desde el jueves 4 de noviembre también estará en el servicio de streaming de Matucana 100. Se trata de una propuesta donde hay involucrados grandes esfuerzos de producción entre compañías de Argentina, Francia y Chile: por nuestro país participó Cinestación a través de los cineastas Dominga Sotomayor y Omar Zúñiga. Pero aunque los efectos especiales y la criatura construida para la cinta son elementos fundamentales, Muere, monstruo, muere descansa sobre todo en una historia de soledad, represión y locura.
“A mi gusto, el cine de horror siempre ha tenido una conexión política, desde la época de Freaks (1932) que es probablemente mi película favorita. Es un cine que le da voz a los anormales, a los disidentes, a los que no son funcionales al sistema, a los monstruos”, comenta Fadel.
En este caso, los principales “anormales” son Cruz (Víctor López), un ayudante de policía taciturno y con una especie de sexto sentido, y David (Esteban Bigliardi), el mentalmente perturbado esposo de una de las mujeres del lugar. Ambos, a diferencia del policía principal (Jorge Prado), saben que estos degüellos a la luz del sol y de la luna tienen un origen más atávico y demencial que el clásico femicidio de la crónica roja.
-¿Por qué quisiste hacer una película de monstruos?
-La idea inicial era filmar la montaña mendocina. Yo viví hasta los 18 años en Tunuyán (80 kilómetros al sur de Mendoza) y, de hecho, tengo recuerdos vívidos de haber atravesado la cordillera en bicicleta hacia San José de Maipo en Chile. En principio iba a ser un filme pequeño con tres lugares: un hospital psiquiátrico, un puesto de frontera y un monasterio, todos conectados por un elemento fantástico. Sin embargo, el personaje fantástico, en este caso el monstruo, comenzó a crecer y tomar importancia y todo pasó de ser una película contemplativa a una cinta más de género, donde el horror me iba a servir para canalizar una serie de ideas. Es lo que me gusta también de los cineastas que admiro, gente como John Carpenter (Principe de las tinieblas) o David Cronenberg (La mosca), capaces de cuestionar la sociedad, indagar en nuestra oscuridad y abordar lo político a través del género. Lo hacen de una forma más tangencial, pero al mismo tiempo más elocuente.
-¿Cómo decidiste cuándo mostrar a la criatura?
-La decisión del fuera de campo es la principal en el cine de terror: cuánto se muestra. cuánto se sugiere y cuánto se deja a la imaginación del espectador. El mejor ejemplo de esto es el clásico La mujer pantera (1942), de Jacques Tourneur. Si uno tiene un monstruo o un ser fantástico en la historia, se sabe que es una carta que hay que jugar en un momento determinado. En primer lugar creo que lo justo era mostrar en su máxima plenitud al monstruo, pues uno de los personajes de la película (Cruz) lo busca todo el tiempo. Habría sido timorato de mi parte no hacerlo. En segundo término, en la medida que lo exhibo doy pie a que los espectadores comiencen también a fijarse en que el mal pude estar en otra parte. Es lo que hacía Carpenter al mostrar al bicho del espacio en La cosa. Por último, exhibir al monstruo es también darle rienda suelta a mis aficiones cinéfilas y lúdicas, con todo aquellos fluidos y ruidos propios del cine B.
-¿En qué medida te es útil el género de horror?
-La gran ventaja del terror es que cambia a media que cambia la sociedad. Nuestros miedos de hoy son diferentes a los de tres siglos atrás y una película como, por ejemplo, La bruja (2015) de Robert Eggers es capaz de interpelar esos temores, a pesar de ser una producción de época. Por otro lado la narración fantástica permite hacer volar la imaginación y la especulación a otro nivel. Basta sólo ver la cantidad de historias que nos contaron o nos sugirieron cuestiones que pasan hoy, en la realidad. En este caso, mi película de horror me permite hablar de ciertas formas verticales de poder, históricamente masculinas. Pero además esta el tema de los recientes asesinatos de mujeres y al hacer esta película no me podía hacer el tonto al respecto. En fin, no hay una significación unívoca del monstruo.
-¿Estás trabajando en alguna nueva película?
-Hace una semana terminamos el guión de una adaptación cinematográfica de la novela Las aventuras de la China Iron (finalista del prestigioso premio Man Booker Internacional), de Gabriela Cabezón Cámara. Es un libro impresionante: básicamente reformula el mito del gaucho, siempre en voz de los hombres, y le da carácter a la China, e que en el clásico Martín Fierro no tenía voz ni nombre. Lo que la escritora hace es ir al pasado para apuntar hacia el futuro e iluminar el tipo de sociedad que queremos tener. La película tratará de reflejar de la mejor manera ese espíritu anárquico de la época y se inscribirá en los géneros del western, la comedia y tal vez la erótica.
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