Christopher Paolini: “Las redes sociales y los medios empeoran el clima en EE.UU.”
El autor de Eragon retorna con su primer libro de ciencia ficción, Dormir en un mar de estrellas. Atento a la realidad, Paolini se refiere al cambio generacional, la factibilidad de los viajes interplanetarios y la polarización política.
Lleva literalmente 21 años escribiendo historias de fantasía y mundos alternativos. Son más de dos décadas en una vida que aún no llega a los 40 años y que lo tiene echando a andar un nuevo universo. Es el Fractalverse, el territorio donde habitarán todos los personajes del escritor Christopher Paolini (1983) desde ahora en adelante y que separa aguas con su serie El legado, compuesta por las novelas Eragon (2003), Eldest (2005), Brisingr (2008) y Legado (2011).
Hasta hoy, Paolini ha vendido 35 millones de ejemplares de aquella serie sobre dragones e imperios en todo el mundo y ostenta el récord Guinness de ser el súper ventas más joven de la historia. Con aquel precedente en la fantasía adolescente es que el autor entró al terreno de la ciencia ficción adulta y su nueva novela Dormir en un mar de estrellas ya está en Chile para atestiguarlo.
Su protagonista es Kira Navárez, una bióloga que en una misión de rutina en un planeta satélite tiene contacto con las ruinas de una civilización alienígena. Publicada en español por el sello Umbriel, durante casi 900 páginas se desarrollará la historia de Kira y la humanidad interestelar a mediados del siglo XXIII. Desde su casa en el apacible estado de Montana (donde ha vivido casi toda su vida), Christopher Paolini conversa con Culto.
-¿Cómo fue la transición de la fantasía a la ciencia ficción?
-Bastante natural para mí. Crecí leyendo ambos tipos de literatura. En un tipo de narraciones tenemos dragones, en la otra hay naves espaciales, en una hay magia, en la otra tecnología, pero ambas caen en la categoría de lo que en inglés llamamos literatura de especulación. Es el terreno donde a los autores se les permite especular sobre cosas que no existen: cultura, lugares, física.
-¿Por qué la novela le tomó diez años de trabajo?
-Hay varias razones. Una de ellas es que entre los 15 y los 29 años invertí todas mis energías en la serie El legado, con cuatro libros principales y dos obras adyacentes. Por otro lado, debo confesar que partí Dormir en un mar de estrellas de una forma incorrecta, quizás algo confiado por mi experiencia y sin comprender del todo que me enfrentaba a un mundo totalmente nuevo. Eso significó que tuviera que comenzar el libro de nuevo y someterlo a muchas correcciones. Y, en tercer lugar, no quería hacer una obra que quedara en puntos suspensivos, con miras a una segunda parte, sino que tuviera un inicio, un desarrollo y un fin.
-¿Siente que la pandemia superó ciertas fantasías literarias?
-Hay un viejo proverbio que dice que “la realidad es más extraña que la ficción, pues no tiene la obligación de tener sentido”. Muchas veces hay situaciones tan ridículas o sin sentido en la vida diaria que es imposible tratarlas en la ficción. Hubo una ciencia ficción clásica con autores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke o Robert A. Heinlein, que solía ser bastante optimista, pero creo que lo que hoy pasa en el mundo tiene más que ver con las realidades absurdas y extrañas que planteaban los libros de Philip K. Dick o William Gibson. Personalmente no me sorprende tanto la pandemia. Ya estaba de alguna manera anunciada en La amenaza de Andrómeda de Michael Crichton.
-Su nueva novela se refiere a los viajes interplanetarios, ¿es una realidad muy lejana?
-Creo que Elon Musk y su compañía se están moviendo de la manera más rápida posible. Están determinados a crear una colonia en Marte en la década que viene o en un tiempo similar y eso ya me parece lo suficientemente sorprendente. Ahora bien, no creo que la humanidad esté en condiciones en este momento de viajar a otros sistemas solares, pero sí a otros planetas de nuestro sistema. Y creo que durante el transcurso de una vida entera se puede llegar a presenciar la llegada del hombre a Marte o a Venus. La única razón que nos impide desplazarnos más rápido y colonizar el sistema solar es nuestro rechazo a la utilización de energía nuclear en los cohetes. Las actuales naves son impulsadas por químicos, que son bastante menos poderosos que la fusión nuclear. Tenemos la tecnología necesaria, sólo falta la voluntad de hacerlo.
-¿Cómo vive el actual momento en Estados Unidos?
-Vivimos un momento complicado. En parte es porque estamos inmersos en un cambio generacional, similar a los de los años 60, cuando los baby boomers se tomaron la agenda en Esta-dos Unidos y se desató un período de agitación social y cultural. Por otro lado, el cos-to de la universidad en Estados Unidos en los últimos años ha subido a niveles rídículamente altos, en un 56 por ciento aproximadamente. Eso provoca que los trabajadores jóvenes vivan bajo circunstancias muy difíciles, cargando con una enorme deuda, con malos trabajos, acumulando tensión y estrés. Creo que esa tensión no aflojará hasta que haya soluciones en el país. Desafortunadamente nuestros medios de comunicación y, sobre todo las redes sociales, empeoran la situación al transformar a cada persona en un enemigo, en alguien horrible. Desde que se consolidaron hace alrededor de 10 años, la polarización política de este país aumentó sustancialmente: EE.UU. era un país donde la mayoría de la gente solía agruparse en el centro, pero ahora la opinión pública se ha trasladado a los extremos.
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