Sylvie Le Bon: “Simone de Beauvoir era el pilar de mi existencia”
La hija adoptiva y heredera de la filósofa francesa habla de su relación y de su obra póstuma. Ella acaba de editar una novela inédita de Beauvoir, Las inseparables, inspirada en su querida amiga Zaza, quien murió a los 21 años.
Simone de Beauvoir solo anotó la fecha en su diario: 25 de noviembre de 1929. El día de la muerte de Elizabeth Laicon, su querida amiga Zaza, la filósofa se quedó en silencio. Se habían conocido a los nueve años en la escuela, y congeniaron de tal modo que se volvieron “inseparables”. Zaza era “una niña prodigio”, y Simone se sentía maravillada con ella. Treinta años después de su pérdida, Beauvoir escribió en sus memorias: “Juntas habíamos luchado contra el destino fangoso que nos acechaba. Y he pensado hace mucho tiempo que había pagado mi libertad con su muerte”.
Personalidades excepcionales, Simone de Beauvoir y Zaza compartieron sueños, pero encontraron destinos dispares. Mientras la primera estudiaba filosofía en La Soborna, su amiga se sentía atrapada por las opciones que le presentaba su familia: el matrimonio o el convento. Sin la fuerza para contradecir al clan, eventualmente Zaza fue ahogada por su entorno, pensaba Simone.
La filósofa relató la historia en Memorias de una joven formal (1958), pero evitó hablar de sus sentimientos. En cambio, sí lo hizo en otro manuscrito, escrito cinco años antes. Una novela que se mantuvo inédita y que hoy ve la luz con el título Las inseparables.
“Si tengo esta noche los ojos llenos de lágrimas, ¿es porque ha muerto usted o porque yo estoy viva?”, escribe la autora en la dedicatoria. En sus páginas, su alter ego le dice al personaje inspirado en Zaza: “Desde el día en que la conocí, lo ha sido todo para mí”.
Publicada 35 años después de la muerte de Beauvoir y a más de 60 de su escritura, Las inseparables ofrece nueva luz sobre la vida y obra de la autora de El segundo sexo. Y aparece en un contexto donde su figura ha alcanzado nuevas dimensiones: a menudo considerada “la compañera de Sartre”, las publicaciones tras su muerte han permitido apreciar con mayor nitidez su originalidad.
Gran responsable de este trabajo es Sylvie Le Bon de Beauvoir (79), amiga, hija adoptada y heredera de la filósofa. Tras editar su correspondencia con Sartre, su Diario de Guerra y Cuadernos de juventud, así como las cartas con Nelson Algren y Claude Lanzmann, Le Bon estuvo a cargo de la edición de sus Memorias para la Biblioteca de La Pléiade, el canon de la literatura francesa, en 2018.
Doctora en filosofía, Sylvie conoció a Simone de Beauvoir siendo estudiante, en 1960 y, poco a poco, se volvió su amiga más cercana. En 1980 la filósofa le propuso adoptarla legalmente para heredarle su legado. “Beauvoir le confesó a Sylvie que a lo largo de su vida había hecho varios intentos de encontrar otra amistad como la que había tenido con Zaza. Pero, hasta la aparición de Sylvie, ninguna había funcionado. Sylvie era la reencarnación de Zaza”, dice la biógrafa Kate Kirkpatrick en Convertirse en Beauvoir.
Las inseparables se publica gracias a la edición de Sylvie Le Bon. “No pude hacerlo antes, porque yo estaba en otros proyectos, en particular La Pléiade, eso me quitó mucho tiempo, y pensé que ahora podría ocuparme de esta novela”, cuenta al teléfono desde París
-Simone de Beauvoir escribió Las inseparables en 1954, es decir, cinco años después de El segundo sexo. Pero no quiso publicarla. ¿Era una historia muy íntima o no estaba conforme con su calidad?
-No, para nada, no era un texto íntimo. Ella había escrito cosas parecidas. Era más bien un problema literario: ella acababa de escribir su gran novela Los mandarines y después quería hablar de sí misma. En Las inseparables, Zaza está al centro y no ella; entonces, literariamente no era lo que quería hacer en ese momento, y por eso pasó a la autobiografía inmediatamente después. Ella deja de lado esta ficción, pero la guarda, pues era una obra terminada.
-Dicen que Jean-Paul Sartre le aconsejó no publicarla al considerarla “inacabada” y “poco interesante”.
-Eso fue malinterpretado. Él ya sabía que ella quería escribir de sí misma y leyó el manuscrito con esa perspectiva. Sartre compartió siempre sus escritos y proyectos, y él sabía que ella quería hacer autobiografía, así que desde ese punto de vista la novela no le satisfizo.
-Simone escribió de Zaza en Memorias de una joven formal y en esta novela lo hace con los recursos de la ficción. ¿Cuán importante fue Zaza para ella?
-Es de una importancia enorme, fue su gran amistad de juventud, y terminó con la muerte de Zaza, que Simone de Beauvoir consideraba como un crimen. Lo dijo varias veces, ella creía que Zaza quizás había sido asesinada por su entorno; su entorno la había ahogado y le impidió ser ella misma. Es ese el sentido profundo de esta novela.
-¿La vida de Zaza la motivó a emanciparse?
-Ellas vivieron sus experiencias de forma paralela y mientras Zaza se hundía en un callejón sin salida, Simone iba hacia una liberación que explica en Memorias de una joven... Vivieron eso juntas, pero Zaza de manera negativa y Simone de manera positiva. Ella quiso resucitar a Zaza, salvar esta amistad del olvido de la muerte a través de la literatura.
-¿La relación con Zaza fue su primer amor?
-No, no diría eso, lo que ella vivió con Zaza es lo que se llama una “amistad amorosa”, ella la amaba, ella lo era todo, pero lo que tuvieron es amistad. El amor es diferente, porque implica deseo, pero eso no existía en su relación. Con Zaza era un sentimiento muy fuerte, una amistad excepcional. El sentimiento que tenía por Zaza le permitió atravesar sus propias pruebas, porque para ella fue muy difícil escapar de su familia, de su entorno, de las convicciones y de las costumbres asfixiantes de esta burguesía.
-En el diario Libération, el filósofo Paul B. Preciado escribió que la muerte de Zaza significó algo más para Simone: la imposibilidad de identificarse como lesbiana.
-Para mí eso no tiene ningún sentido. No es lesbianismo. Esos son esquemas absolutamente aplastantes, llenos de clichés de hoy, que impiden comprender verdaderamente un texto. Afortunadamente, mucha gente se da cuenta de que no se trata de eso, de que es otra cosa.
“Ella me confió su obra”
-El segundo sexo fue un hito para la liberación femenina. A 70 años de su publicación, en el contexto actual, ¿mantiene su fuerza?
-Sí, es increíble ver que este texto sea traducido sin pausa en el mundo entero. Las mujeres obtuvieron resultados peleando, pero este combate no ha terminado. Las mujeres no son aún consideradas como seres humanos íntegros, no en todo el mundo, incluso en Europa. Los movimientos actuales, como el MeToo; las discusiones sobre temas que nunca habíamos abordado, como la violación o el acoso, muestran que la mujer estaba en un rol secundario, como un objeto que se manipula, por eso no hay que admirarse de que ahora se lea más que nunca El segundo sexo en el mundo. Son formidables los progresos logrados, pero hay que estar vigilantes y no dormirse en los laureles.
-Durante su vida, Simone de Beauvoir fue vista siempre en relación a Sartre. Pero en los últimos años esa imagen ha cambiado diametralmente, gracias a las nuevas publicaciones. ¿Cómo aprecia usted este proceso?
-Sí, estoy de acuerdo y me alegro. Este es un ejemplo típico de la manera en cómo vemos a las mujeres: siempre decían la compañera de Sartre, ¿por qué no decían al revés? Ha habido, gracias a Dios, un gran progreso. Comenzamos a considerarla como ella misma, por su valor, su pensamiento, su alma, totalmente independiente de Sartre.
-¿Qué importancia tenía para Simone de Beauvoir su obra autobiográfica?
-Su obra autobiográfica fue una fase muy importante, luego volvió a las novelas, porque fue su proyecto literario desde joven. Las memorias son muy relevantes y por eso la publicaron en la Pléiade. Después están las novelas, los ensayos. Todo eso era indispensable para ella: Simone nunca quiso pensar de manera independiente la literatura y la filosofía. Según mi punto de vista, allí está su originalidad.
-¿Cómo es su rol en la difusión de su obra póstuma?
-Ella me confió la gestión de su obra. Es un trabajo a tiempo completo. Es enorme, maravilloso, y me permite seguir en contacto con ella de manera concreta. Porque ha sido muy difícil sobrevivir sin ella, creo que ella sabía muy bien que confiarme la gestión me permitiría sobrevivir. Para mí se trata de un trabajo -claro-, pero también de una felicidad de seguir en contacto con ella a través de los textos inéditos, los manuscritos y la gestión de su obra.
-¿Quedan trabajos inéditos por conocer?
-Sí, claro, hay correspondencias, novelas de juventud, su diario de vida, que es enorme, por ejemplo. Usted ve, ¡tengo mucho trabajo por delante! Yo transcribo todo y luego preparo las ediciones, ahora estoy preparando una edición de correspondencia.
-¿Cuándo piensa publicarla?
-No sé, no puedo decirle, porque debido a la pandemia las fechas han sido modificadas. Esta correspondencia yo la había transcrito hace tiempo, pero ahora la retomo, porque preparar una edición demanda un trabajo suplementario. Hay cosas que surgen todo el tiempo. Por ejemplo, la correspondencia con su madre hace poco fue puesta a remate. Y tuve acceso, pues soy legalmente su heredera. Hay correspondencia que está por el mundo entero.
-¿Cómo fue su amistad con Simone?
-Es también la historia de una gran amistad. Muy joven yo le escribí porque la había leído y ella siempre respondía a todo el mundo. Se interesaba mucho en los jóvenes, chicos y chicas, y también en los estudiantes de filosofía, y yo era una de ellas. Me dio una cita y comenzamos a vernos. Yo la veía una vez por mes, pero poco a poco descubrimos que teníamos afinidades muy grandes y se volvió una verdadera amistad. Ella me hizo entrar en su vida y me reconoció que siempre había querido reencontrar la intimidad que había tenido con Zaza. Como en todos los encuentros, las amistades, el amor, es muy difícil darse cuenta cuándo comienza. Luego ya estábamos muy unidas y viajamos juntas todos los veranos hasta el fin de su vida.
-¿Usted era su asistente?
-No, ella no tenía asistente. Yo era una amiga, aunque a veces me tocaba llevar cartas al correo, pero es lo que podía hacer una amiga. Nosotras teníamos una relación de amistad: ella quería participar de mi vida y yo de la suya.
-Usted dice que le costó sobrevivir sin ella.
-Obviamente, para mí fue como un terremoto, era tan importante como Zaza lo fue en su vida. Era verdaderamente el pilar de mi existencia. Fue insoportable perderla, me costó mucho sobreponerme, pero hoy creo que, en efecto, la responsabilidad que ella me dejó es lo que me salvó.
-¿Fue divertido que ella la adoptara?
-No, no fue tan divertido, yo no quería, porque no teníamos una relación madre-hija, pero afortunadamente ella me convenció. Me dijo: “Usted no tendrá ningún derecho si no tenemos un vínculo legal. Decir que usted fue mi mejor amiga no tiene ningún sentido jurídicamente”. Entonces había solo una manera de ligarnos y era la adopción. No me gustaba, porque nos volvió mamá e hija, pero afortunadamente tuve la sabiduría de aceptar. Ella no quería que su propia familia se hiciera con sus papeles, y si yo no hubiera tenido un vínculo legal, no habría tenido ningún poder.
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