El masajista de Heinrich Himmler que salvó gente del Holocausto
El finlandés Felix Kersten comenzó a atender al jefe de las SS a fines de la década de 1930, con el fin de aliviarle sus fuertes dolores estomacales. Su historia es recogida por el historiador francés François Kersaudy en un volumen editado por Taurus. Su trayectoria fue homologable a lo realizado por Oskar Schindler, puesto que logró rescatar al menos 300.000 personas de las garras del nazismo.
Su trabajo no lo aprendió en las aulas universitarias, sino que de boca de un experto, el maestro tibetano Kô. El asiático le enseñó a ir más allá de simplemente masajear a alguien. La idea era que con sus manos hiciera una fisioterapia, es decir, con los dedos liberar las zonas de tensión y eliminar las obstrucciones del sistema sanguíneo. Con esa técnica, aprendida con habilidad, el finlandés Felix Kersten comenzó a atender en Alemania a diversos pacientes a fines de la década de 1930.
Y el boca a boca de su exclusiva clientela terminó por hacerlo llegar frente a Heinrich Himmler, uno de los principales jerarcas de la Alemania nazi, solo quizás comparable a Hermann Göring, el comandante de la Luftwaffe y designado como sucesor de Hitler. Himmler no se quedaba atrás en poder, puesto que era el jefe de las temibles SS, la fuerza paramilitar que actuó como policía política y responsable de llevar a cabo el exterminio de judíos en los campos de concentración.
La historia del particular masajista hoy puede ser revisada mediante el trabajo del historiador francés François Kersaudy, publicado por Taurus y que se llama El médico de Himmler. En este libro, Kersaudy desarrolla el perfil del personaje, quien usó su privilegiada posición para interceder por prisioneros.
Ocurre que Himmler sufría fuertes dolores al estómago, pero las manos mágicas de Kersten le traían el anhelado alivio. “Himmler creía morir cada vez que tenía uno de sus dolores de estómago y entonces Kersten era su salvador”, señala el galo en declaraciones con El País. Es la misma función que posteriormente cumplió el médico judío Max Jacobson, el “doctor Feelgood”, quien con inyecciones lograba contener los dolores de espalda del Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy.
Tanto se relajaba Himmler que, por supuesto, iba comentándole a su terapeuta cosas de su particular y macabro trabajo. “Hablaba de temas prohibidos públicamente, pero estaba con su masajista en la intimidad, en la privacidad de la consulta médica...Pero no le confió todo, no le dijo lo que pasaba en los campos de exterminio. Eso lo descubrió el propio Kersten. En muchas otras cosas se confiaba porque el alivio tras el tratamiento era tan grande que pensaba en voz alta”, explica Kersaudy.
Al poco tiempo, el jerarca nazi estaba tan satisfecho con su trabajo, que pensó incluir a Felix Kersten en la planta de oficiales de las SS, como coronel, con el fin de que solo lo atendiera a él. Era una extraordinaria oferta, considerando el contexto de persecución de la Alemania nazi, Pero Kersten rechazó la oferta, aunque a cambio de no cobrarle, le pidió que salvara a algunos prisioneros. Era un pacto.
De este modo, Kersten se convirtió en un salvador para mucha gente, tal como el célebre empresario Oskar Schindler, y cuyo rol se conoce más en parte gracias al filme de 1993, La lista de Schindler (de Steven Spielberg). Aunque según Kersaudy, la labor del masajista, menos conocida, fue más efectiva: “Schindler salvó a mil judíos, Kerstein al menos a 300.000 personas, entre ellos 60.000 judíos. El problema es que como doctor de Himmler era sospechoso. Pero eso, estar tan cerca del poder, es lo que hizo que tuviera más éxito que Schindler o Wallenberg que estaban sobre el terreno: se podía hacer más en la cúspide”.
De hecho y en la práctica, Kersaudy -en la citada entrevista- asegura que Kersten logró incluso que su encumbrado paciente mirara hacia otro lado una vez que recibió una orden terrible. “En febrero de 1945 Hitler ordenó a las SS volar los campos con los prisioneros dentro, y Kersten convenció a Himmler de que diera la contraorden; antes de eso, las listas de Kersten ya eran tres veces las de Schindler, pero a partir de ahí sus salvaciones aumentan extraordinariamente”.
Es que prácticamente, sin las atenciones del fisioterapeuta, Himmler quedaba a merced de sus dolores. “Le amenazó con no tratarlo más. Himmler pensaba que se moría con esos calambres abdominales y por conservar a su médico desobedeció a Hitler”, aseguró el francés a El País.
Pero no solo Himmler fue uno de sus pacientes premium. Personalidades como Greta Garbo, o miembros de la poderosa familia Rothschild también pasaron por sus manos. Además, otros como Rudolph Hess, otro jerarca nazi, y el conde Galeazzo Ciano, el ministro de Relaciones Exteriores de la Italia fascista, y yerno de Benito Mussolini. Solo hubo un paciente VIP que no atendió: Adolf Hitler. Pero para Kersaudy, no atender al führer fue una jugada inteligente.
“Eso le salvó la vida. Si Hitler hubiera sabido de la existencia de Kersten y su relación con Himmler, y los favores que pedía, lo hubiera hecho eliminar -explicó en El País-. Hitler desconfiaba de los médicos y los temía, como Stalin y Putin. Himmler una vez le pasó un dosier médico de Hitler a Kersten y le preguntó si podía hacer algo. El masajista se libró diciendo que no era de su competencia, que lo que Hitler necesitaba era un psiquiatra”.
¿Fiabilidad?
Cabe la pregunta si acaso las anotaciones de Kersten, vertidas en sus diarios en los cuales se basó Kersaudy, son realmente fiables. “Sería muy extraño que después de haber oído hablar a Himmler 200 veces hubiera escogido inventarse lo que le dijo”, asegura el galo.
El francés va más allá, y señala el por qué no se conocía tanto la historia de Kersten. Tiene que ver nada más que con una cuestión idiomática. “(Kersten)escribió cuatro libros de memorias y sólo los dos primeros son fiables, pero están en sueco y holandés y los historiadores nunca los citan porque no los han leído...Los historiadores ingleses sólo leen en inglés y los más valientes en alemán, pero los dos libros de Kersten en esos idiomas no valen nada”, dijo en El País.
Kersaudy refuerza su punto mediante un ejercicio habitual en la historiografía, la comparación de fuentes. “Hay muchos testigos de las cosas que escribió, lo que dijo Kersten puede comprobarse con otros testimonios y con trabajo, de hecho, estaba obligado a decir la verdad porque había muchas personas que sabían lo que había ocurrido, diplomáticos, militares, agentes secretos…y no lo negaron. Además, en los archivos holandeses y suecos hay informes de investigación y correspondencia diplomática que confirman lo que hizo Kersten. Si todo no es verdad, se aproxima mucho”.
El libro El médico de Himmler, de Taurus, se encuentra para ser adquirido desde Chile vía Buscalibre. Consultados por Culto, desde la editorial señalaron que el libro no tiene fecha de publicación en Chile, pero sí se podrá adquirir a través del formato ebook.
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