“La contienda es desigual”: historia de la legendaria arenga de Arturo Prat el 21 de mayo

Arturo Prat WEB

Es uno de los momentos más icónicos del Combate Naval de Iquique, pero poco se sabe acerca de cómo se conoció y se difundió. La clave, dicen los expertos, está en las cartas que los oficiales y tripulantes sobrevivientes de la Esmeralda enviaron desde su prisión en Iquique, tras ser rescatados por el Huáscar. En el primer parte oficial, a cargo del Teniente Luis Uribe, ya se menciona la arenga y así en otras cartas de la época.


“Muchachos, la contienda es desigual”, son las primeras palabras de un texto que todas las y los estudiantes del sistema escolar chileno aprender a recitar de memoria desde los primeros años; la famosa arenga lanzada por el capitán Arturo Prat Chacón a la tripulación de la corbeta Esmeralda la mañana del 21 de mayo de 1879, en la antesala del combate contra el monitor Huáscar.

Aquella llamada al valor, ante el enfrentamiento inminente con un enemigo de mayor calado, acabó como un momento clave del combate, en especial tras la trágica muerte de Prat en la cubierta del buque peruano, y el posterior hundimiento de la vieja corbeta chilena. Esta se conoció con el paso de los días; las comunicaciones por entonces eran lentas considerando además las dificultades propias del teatro de operaciones.

Combate Naval de Iquique, óleo de 1881.
Combate Naval de Iquique, óleo de Thomas Somerscales, 1881.

“La única comunicación rápida era el telégrafo, en que se mandaban noticias muy cortas. La crónica se mandaba también por telégrafo, de noche, cuando había menos tráfico, y la crónica larga, se enviaba por barco. Desde Iquique a Valparaíso, con una sola escala en Caldera, la navegación era de tres días”, asegura a Culto el investigador histórico militar, Rafael Mellafe.

Por ello, los primeros detalles sobre lo ocurrido en Iquique y Punta Gruesa comenzaron a llegar a la zona de Santiago y Valparaíso el 24 de mayo, es decir, tres días después de los combates. Primero, por los pocos detalles que pudo transmitir la tripulación del transporte Lamar, barco arrendado por la Armada a la Sudamericana de Vapores, que se encontraba en el puerto iquiqueño como depósito de carbón. Apenas se divisaron los blindados peruanos, recibió la orden de salir del puerto y enfilar hacia el sur.

Cartas desde la prisión

Con el paso de los días, los reportes enviados desde la zona de guerra revelaron más detalles; el salto al abordaje y muerte de Prat, los espolonazos del Huáscar, la pericia de Carlos Condell en Punta Gruesa. Pero será en la correspondencia personal de los sobrevivientes de la corbeta, escrita durante su cautiverio en Iquique, los que revelarán más luces sobre la arenga.

El cirujano de la Esmeralda, Cornelio Guzmán, sobrevivió al combate y fue recluido junto a los restantes oficiales en las dependencias del cuartel de Bomberos de la Compañía Austro Húngara de la ciudad. Entraron en la ciudad vistiendo ropa de marineros peruanos que les fue entregada en el Huáscar tras ser rescatados desde las aguas. En el presidio pudieron escribir algunas cartas y reportes dirigidas a familiares y autoridades. En su caso, Guzmán escribió una relación de lo ocurrido y menciona una arenga del capitán Prat, aunque sin detallar en su contenido.

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Monitor Huáscar

“El comandante Prat en el puente de mando, alza su voz para hablar a la tripulación, que estaba al pie de sus cañones -detalla-. Yo desde mi puesto divisaba al comandante, que pálido y vestido de media parada, pronunció con voz firme y clara su inolvidable arenga. Al escuchar a este hombre, todo mi cuerpo se conmovió, y me pareció oír una sentencia de gloria y muerte”.

Según Rafael Mellafe, en ese epistolario de cautiverio están las claves que permitieron dar con el texto de la arenga. “En las cartas que enviaron, en casi todas hablan de la arenga, la que palabras más, palabras menos, es lo mismo. De ahí surge todo esto. Había siete oficiales superiores presos. Ahora, yo creo que se tienen que haber juntado y entre todos fueron recordando lo que dijo el comandante, creo que evidentemente ahí se pusieron de acuerdo”.

Otro testimonio es del Teniente Luis Uribe Orrego, quien quedó al mando de la corbeta tras la muerte de Prat, de quien fue compañero en la Escuela Naval. En el parte oficial del combate, publicado en el diario El Ferrocarril el 31 de mayo, ya se menciona la arenga. “Muchachos, la contienda es desigual. Nunca se ha arriado nuestra bandera al enemigo; espero, pues, no sea esta la ocasión de hacerlo. Mientras yo esté vivo, esa bandera flameara en su lugar y aseguro que, si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”.

Luis Uribe, Teniente 1º de la Esmeralda.
Luis Uribe

También detalló la arenga, con algunas variaciones, el guardiamarina Vicente Zegers, quien el 28 de mayo, desde el presidio en Iquique, escribió una carta a su padre en que le relató los pormenores del combate. “Vino a fortalecer el propósito de nuestros tripulantes la voz del comandante, que se expresó en estos términos: ‘Muchachos: la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Hasta el presente, ningún buque chileno ha arriado jamás su bandera; espero pues, que no sea esta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, yo os aseguro que mientras viva tal cosa no sucederá y después que yo falte, quedarán mis oficiales, que sabrán cumplir con su deber’”.

Asimismo, el discurso fue consignado por el corresponsal de guerra Eloy Caviedes, quien en 1888 publicó una serie de artículos sobre los combates en Iquique, en las páginas de El Mercurio de Valparaíso.

Mientras, en los diarios de la capital, la figura de Prat comenzaba a convertirse en la leyenda. Tras conocerse los primeros detalles del combate, surgieron espontáneas manifestaciones en puntos como el monumento a Bernardo O’Higgins, ubicado en esos días en el centro de la Alameda, casi frente a La Moneda.

Incluso, en su edición del 28 de mayo, El Ferrocarril detalla que durante una función del Teatro de la Zarzuela -ubicado en el cerro Santa Lucía-, entre el primer y segundo acto, “un caballero leyó en voz alta el texto del parte oficial que acababa de publicarse y su lectura produjo una tempestad de aplausos que solo pudo calmarse después de largo rato”. La arenga simplemente dotó al relato de un pequeño momento, en que se puede oír la voz del héroe y de alguna forma, como en las novelas de la época, enfrenta a su fatal destino.

Tiempo después, los prisioneros en Iquique fueron trasladados hacia la localidad peruana de Tarma, enclavada en la sierra. Pero tras la ocupación del puerto por el ejército chileno, en noviembre de 1879, fueron canjeados por los prisioneros del Huáscar, capturados tras el combate de Angamos. Eso les permitió embarcarse de vuelta a Chile. “En frente de mí iba sentado el teniente Uribe, quien observaba el paisaje y parecía estar un poco retraído de lo que sucedía a su alrededor -escribió el cirujano Guzmán al recordar el momento del regreso-. Le pregunté si le pasaba algo, y me respondió: ‘Estoy feliz pero a la vez triste. Quiero ver a mi familia, pero no sé cómo será mi encuentro con Carmela…no sé qué le voy a decir de la muerte de Arturo…no sé cómo mirar a Blanquita Estela y Arturito sin llorar…¿qué diré si me preguntan por qué yo estoy vivo y su padre no?’”.

Y del lado peruano ¿arengó Miguel Grau a los tripulantes del Huáscar? lo hizo y como se estilaba en la época, se apoyó en la historia republicana de la nación: “Tripulantes del Huáscar: Estamos a la vista de Iquique. Allí no solo están nuestros afligidos compatriotas de Tarapacá. Allí está el enemigo de la patria todavía impune. Ha llegado la hora de castigarlo. Espero que lo sabréis hacer cosechando nuevos laureles y nuevas glorias dignas de brillar al lado de Junín, Ayacucho, Abtao y el 2 de Mayo. ¡Viva el Perú!”

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