Y me fui a bailar solo a un rincón oscuro: un relato de Jaime Bayly
Yo le dije a Belli para encontrarnos esa noche en el Nirvana. Nos encantaba esa discoteca. Tenía varios ambientes para bailar. Eran cuartos oscuros. Pasaban música subterránea, música gay. Belli y yo podíamos bailar sin que nos jodieran. Nadie se metía con nosotros.
El actor Diego Berni, al salir del clóset, ha acusado al escritor Jaime Belli:
-Tuvimos un romance corto y fallido, pero él me dejó para irse con mi mejor amiga.
¿Es cierto que Belli dejó a Berni para irse con la joven Casandra Mesías? ¿Es cierto que Casandra era la mejor amiga de Diego Berni?
Habla Berni: Yo le dije a Belli para encontrarnos esa noche en el Nirvana. Nos encantaba esa discoteca. Tenía varios ambientes para bailar. Eran cuartos oscuros. Pasaban música subterránea, música gay. Belli y yo podíamos bailar sin que nos jodieran. Nadie se metía con nosotros. Todos en el Nirvana sabían que Belli y yo éramos amigos. Bueno, más que amigos. Pero, obvio, nunca nos dábamos un beso en el Nirvana. No daba para tanto. Esa noche yo fui con Casandra. No sabíamos si al final llegaría Belli. Porque él llegaba tarde, después de hacer su programa.
Habla Casandra: Diego y yo nos conocimos en cuarto de media. Yo estaba en el Villa María, Diego en el Markham. Teníamos quince años. Diego ya era actor. Era actor desde niño. Actuaba en las obras de teatro del argentino Ubaldo Calzone. Era un gran actor. Calzone fue su maestro. Creo que Calzone estaba enamorado de Diego.
Habla Berni: Cuando estábamos en quinto de media, Casandra me invitó a su fiesta de promoción. Fui su pareja en su fiesta de prom. La fiesta fue en casa del padrastro de Casandra, un caserón, una fiesta espectacular. Yo me subí a la tarima de la orquesta y canté varias canciones. Canté We are the champions, de Freddy Mercury. Canté Don´t stop me now. Canté I can´t get no satisfaction, de Mick Jagger. Canté Under pressure, de Bowie. Me robé el show. En ese momento pensé: no quiero ser un actor como Ubaldo Calzone, quiero ser un cantante, un rockero.
Habla Casandra: Terminada la fiesta, a las seis de la mañana, Diego y yo fuimos a comer chicharrones. Sin darme cuenta, me había enamorado de él. Al regreso, entramos a mi casa por la puerta del vivero. Mi casa era tan grande que si entrabas por el vivero nadie te veía en la casa principal. Y en el vivero había una casita de huéspedes. Allí hicimos el amor. Fue un momento precioso. Diego fue mi primer hombre. Y él me dijo que yo fui su primera chica. No creo que me mintió.
Habla Berni: Casandra y yo fuimos enamorados un tiempo corto. Ella, apenas terminamos el colegio, se fue a estudiar a Filadelfia. Su padrastro tenía harta plata. Yo entré, no sé cómo, a la universidad del Pacífico. Me aburría. Yo quería ser un actor, un cantante. Hasta que ocurrió la muerte de mi papá.
Habla Casandra: Diego me llamó a Filadelfia y me dijo: Mi papá se ha suicidado. Por favor ven cuanto antes. Te necesito a mi lado. Yo viajé inmediatamente.
Habla Berni: Era un 24 de diciembre. Fuimos a misa de gallo con mi mamá y mis hermanos. Mi papá estaba raro. Dijo que prefería quedarse en la casa. Estaba triste, deprimido. Al volver de la misa, encontramos a mi padre muerto, en las escaleras, su cabeza en un charco de sangre. Se había pegado un tiro. Fue el momento más horrible de mi vida. Nunca pude recuperarme. Mi padre y yo éramos grandes amigos. Me encantaba viajar con él. Hicimos muchos viajes a Nueva York, a ver obras de teatro. Me apoyaba como actor.
Habla Casandra: Nunca se supo por qué el papá de Diego se pegó un tiro en Nochebuena. Fue horrible. Diego quedó destruido. Fui al cementerio con él. Unos días después tuve que volver a Filadelfia. Me dio pena dejarlo solo.
Habla Belli: La noche que Berni me dijo que me esperaba en el Nirvana, yo no sabía que él estaba con Casandra. Ya Diego y yo éramos amantes. Lo había conocido en las obras de teatro del argentino Ubaldo Calzone. Me había enamorado de él, viéndolo actuar. Luego lo había invitado a mi programa, lo había entrevistado y nos habíamos hecho amantes esa misma noche. Era el año en que Vargas Llosa perdió las elecciones presidenciales. Ya Diego no estaba con Casandra. Llevaban años sin estar juntos. Diego tenía una novia que era fotógrafa, Luz María Cebollas. Era linda. Diego la amaba. Y yo me había quedado solo porque mi novia, Daniela del Golfo, se había ido a Austin a estudiar una maestría. Pero nadie sabía que Diego y yo éramos amantes. Nadie. Ni siquiera Casandra.
Habla Casandra: En mis vacaciones de verano en la universidad de Filadelfia, mi madre me mandaba tres meses a París: junio, julio y agosto. Mi padrastro tenía un departamento en París que había sido de su familia. Mi padrastro era de familia austríaca, descendiente de Freud. Entonces yo pasaba tres meses en París y mi padrastro y mi madre solo me hablaban en francés. Tuve un novio francés. Se llamaba Michel. Estudiaba medicina. Así aprendí a hablar francés perfecto. Me enamoré de Michel. Pero me cansé de él porque era un adicto al sexo. Todos los días quería hacer el amor. Y no una vez, sino dos y tres veces. Me harté. Me hastié. Por eso lo dejé.
Habla Berni: La noche que fui con Casandra al Nirvana, esperando a que llegase Belli, Casandra me dijo que no sabía si irse a Ginebra o a Washington a estudiar una maestría. Yo le aconsejé que fuese a Ginebra. Pero ella me dijo: no sé, si voy a Ginebra, voy a estar muy cerca de Michel, y él sigue enamorado de mí, me llama por teléfono todos los días, me manda cartas, me amenaza con suicidarse si no vuelvo con él.
Habla Casandra: Yo vi entrar a Jaime Belli al Nirvana antes de que Diego lo viese. Yo veía el programa de Belli. Me encantaba. Me hacía reír. Lo veía con mis empleadas Meche y Gladys, que lo amaban. La cosa es que entró Belli, me miró, me sonrió, pidió un whiskey y se quedó en una esquina de la barra. Al ratito Diego se acercó a Belli y le dio un abrazo. Belli parecía muy tímido. Se escondía. No miraba a nadie. Parecía molestarle su fama. En ese momento Belli era más famoso que Berni. Y todos estábamos deprimidos porque Vargas Llosa había perdido.
Habla Berni: Tuve que insistirle mucho a Belli para salir a bailar los tres. Éramos chiquillos: Belli tenía veinticinco años, Casandra y yo veintidós. Belli vivía drogado. Por supuesto esa noche llegó drogado. Todo el día fumaba marihuana. Y de noche jalaba coca como un oso hormiguero. La cosa es que salimos a bailar los tres. Pero Belli estaba tan duro, tan volado, que no bailaba con nosotros, bailaba solo, en una esquina, duro, durazo.
Habla Casandra: Belli me pareció lindo. Churro. Guapísimo. Era alto y flaquito y tenía un pelo larguísimo. A veces me miraba y me sonreía. Pero más le sonreía a Diego. Yo no sabía que Diego y Belli eran amantes. No tenía cómo saberlo. En ese momento yo no era amante de Diego porque él estaba con la fotógrafa Luz María Cebollas. Yo estaba sola. Era amiga de Diego, solo su amiga, quizás su mejor amiga.
Habla Belli: En algún momento le dije a esa chica preciosa, alucinante, llamada Casandra Mesías, que me acompañase al baño. Vino conmigo. Nos encerramos en el baño de mujeres. Me metí dos rayas de coca. Le ofrecí. No quiso. Entonces le puse un poquito de coca en la lengua y la besé. Ese fue nuestro primer beso. Así comenzó nuestro amor: en el baño del Nirvana, un beso con sabor a coca.
Habla Berni: Yo estaba bailando feliz. Amaba bailar. No estaba borracho, no estaba drogado. Belli, como siempre, estaba pasado de coca. Y de pronto Belli no estaba. Y Casandra no estaba. Los busqué por todo el Nirvana. No estaban. Me metí a los baños. No estaban.
Habla Casandra: Belli me dijo para ir un ratito afuera. Nos metimos a su carro. Tenía un Volvo azul inmenso. Parece un carro de ministro, le dije. Entramos y empezó a besarme. Besaba raro. No besaba como Diego. No besaba como Michel. No besaba como un macho. Jaime Belli besaba suavecito, como una chica. Y eso me gustó. Era muy femenino.
Habla Belli: Yo me enamoré de Casandra apenas la vi en la barra del Nirvana. Era una diosa. Una diosa de perfil helénico. Una diosa griega, o una odalisca, o una faraona. Pensé: yo amo a Diego Berni, pero esta noche quiero irme a la cama con Casandra Mesías.
Habla Berni: Cuando salí del Nirvana, ya se habían ido. Ni siquiera me avisaron. Me abandonaron. Y yo había ido al Nirvana con Casandra. Tenía que llevarla de regreso a su casa.
Habla Belli: Yo me había comprado un departamento nuevo. Me costó cincuenta mil dólares. En esos tiempos era plata. El depa estaba vacío. Solo había una cama y una mesa donde me sentaba a escribir. Fue mi primer depa.
Habla Casandra: Belli me besó en su carro y me preguntó si podíamos ir a su depa. Le dije que sí. Era cerca del Nirvana, un edificio moderno. Entramos a su depa, nos quitamos la ropa, nos echamos en la cama. Belli se echó boca arriba y me dijo hazme el amor. Entonces yo me monté sobre Belli e hicimos el amor. Fue un momento increíble. Fue precioso. Yo terminé, pero Belli no podía terminar porque había jalado mucha coca.
Habla Belli: Estaba a punto de terminar cuando sonó el jodido timbre.
Habla Berni: Fui al depa de Belli. En ese depa hicimos el amor por primera vez. Y ahora él se había llevado a Casandra a ese mismo depa. Sin decirme nada. Sin avisarme. Me pareció una traición. Le pedí a Belli que me dejara subir. Me dijo no, mejor espera abajo. Me hicieron esperar media hora los malditos. Hasta que por fin bajó Casandra con una gran sonrisa.
Habla Casandra: Esa noche me enamoré de Jaime Belli.
Habla Belli: Yo me asomé a la ventana sin ropa, duro de coca, y le hice adiós a Berni. No me lo perdonó. Me odió.
Habla Berni: Me sentí humillado. Llevé a Casandra a su casa. Me confesó que había tirado con Belli. Me sorprendió. Yo pensé que a Belli no le gustaban las hembritas. Yo pensé que Jaime Belli era mi hembrita.
Habla Casandra: Un año después me fui a estudiar a Washington. Y Jaime Belli vino conmigo. Estábamos enamoradísimos.
Habla Belli: Cuando Diego y Casandra se fueron esa noche, regresé al Nirvana. Bailé solo. Lloré. Estaba jodido. Estaba enamorado de Diego Berni y, al mismo tiempo, de Casandra Mesías. Y ahora qué carajos hago, pensé. Y me fui a bailar solo a un rincón oscuro.
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