Reseña de libros: de Witold Gombrowicz a Giuliano de Empoli
Un perfil sobre los años argentinos del gran autor polaco, a cargo de Mercedes Halfon; una premiada novela sobre los entresijos del poder ruso, del italo-suizo Giuliano de Empoli, y una selección de cuentos clásicos ilustrados y abreviados, en las lecturas de la semana.
Extranjero en Todas Partes, de Mercedes Halfon (UDP)
En una de sus conferencias más célebres, Contra los poetas, Witold Gombrowicz (1904-1969) anotó: “Sería más razonable de mi parte no meterme en temas drásticos porque me encuentro en desventaja. Soy un forastero totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de poco años que apenas sabe hablar. No puedo hacer frases potentes, ni ágiles, ni distinguidas ni finas, pero ¿quién sabe si esta dieta obligatoria no resultará buena para la salud?”, se preguntaba. El escritor que llegó a Buenos Aires desde Varsovia en 1939, agregó: “A veces me gustaría mandar a todos los escritores al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigrana verbales para comprobar qué quedará de ellos entonces”. Gombrowicz aprendió el español en Retiro, en los bares del puerto. Uno de sus amigos más perdurables fue Ernesto Sabato, quien lo conoció en los año 40 y lo recordaba con “aspecto adolescente, flaco, enjuto, fumando y chupando cigarrillos con furia; era teatral, contradictorio, provocador, altanero y disponía de un increíble sentido del humor”. La escritora y periodista Mercedes Halfon construye un entrañable perfil del autor de Fredydurke y sus años en Argentina, país que dejó en 1963. Al despedirse de sus amigos, dicen que gritó: “¡Maten a Borges!”.
El Mago del Kremlin, de Giuliano de Empoli (Seix Barral)
Habitualmente Vladimir Putin se rodea de asesores que provienen del mundo de la inteligencia, de la ex KGB, o bien de empresarios con fortunas de origen poco transparente. Pero Vladimir Baranov era diferente: se había formado en la Academia de Arte Dramático de Moscú y estaba ligado a la escena artística de vanguardia. En los 15 años que asesoró al Zar contribuyó de manera decisiva a acrecentar su poder. Lo llamaban el “mago del Kremlin”: tenía un talento natural para la manipulación y para manejar al pueblo como el público de un gran teatro. Con el seudónimo Nicolás Brandeis solía escribir ensayos o textos en clave. Y al mismo tiempo que participaba de la esfera del poder, lo parodió con una obra de teatro en una pequeña sala, a la que asistieron magnates, ministros y ex agentes, y que se burlaba de los hábitos culturales de esa misma élite. Al parecer, Baranov se aburría: se aburría de sí mismo y del Zar. Y este comenzó a odiarlo. “Hasta que un día Baranov desapareció”, escribe el sociólogo y asesor político italo-suizo Giuliano de Empoli en su primera novela. Ganador del premio de la Academia Francesa, ágil y entretenido, el relato sigue la historia de Baranov y ofrece una aproximación a la intimidad del poder ruso.
50 Cuentos Clásicos para Leer en Familia, de María Luisa Godoy (Zig-Zag)
“Todas las tardes al volver del colegio tenían los niños la costumbre de ir a jugar al jardín del gigante”, escribió Oscar Wilde. “Era un gran jardín solitario, con un suave y verde césped. Brillaban aquí y allí lindas flores sobre el suelo, y había doce melocotoneros que en primavera se cubrían con una delicada floración blanquirrosada y que, en otoño, daban hermosos frutos. Los pájaros, posados sobre las ramas, cantaban tan deliciosamente, que los niños interrumpían habitualmente sus juegos para escucharlos”. El gigante egoísta es uno de los cuentos más célebres del autor irlandés y un clásico de la literatura universal. María Luis Godoy lo seleccionó para integrar esta antología de 50 cuentos junto con relatos de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen y Mark Twain, como El patito feo, Hansel y Gretel y El príncipe y el mendigo. La edición cuenta con graciosas ilustraciones de diferentes artistas. Con el fin de facilitar la lectura, los cuentos están abreviados, su lenguaje reducido y se los acompaña con comentarios que buscan extraer lecciones de ellos. Lamentablemente, la edición simplifica los cuentos, subestima a los pequeños lectores, y con ello se lastima la belleza y la experiencia estética de la literatura.
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