Sofía Balbuena, escritora argentina: “El mito del escritor alcohólico y genial aplica solo a los hombres”
Pocos días antes de su visita a Chile, en el marco de La Furia del Libro, la autora trasandina publica en nuestro país su libro Doce pasos hacia mí, un volumen en que aborda sin tapujos su alcoholismo y el vínculo de esa enfermedad con la literatura. En charla con Culto, desmenuza el libro, habla de la romantización del alcoholismo en los libros, su visión de la literatura chilena y la Inteligencia Artificial.
“Quiero escribir algo que sea bueno, luminoso y verdadero y que sea leído. Voy a intentarlo. Mi nombre es Sofía Balbuena, tengo 38 años y soy alcohólica”. Así, con una declaración que no deja mucho espacio para las dudas la escritora argentina Sofía Balbuena deja en claro lo que busca en su nuevo libro, Doce pasos hacia mí, que acaba de ser publicado en Chile por la casa editora Los libros de la mujer rota.
Balbuena es un nombre relativamente nuevo en la literatura argentina, pero con Doce pasos hacia mí ha logrado cierta repercusión, dada la impronta de su escritura y la temática que aborda. Se trata de un volumen en parte autobiográfico, en que Balbuena -quien reside en EE.UU.- describe su problemática relación con el alcohol. “La verdad es que cuando empecé a escribir el texto no pensaba en un libro -confiesa Balbuena a Culto-. Venía acumulando una lista de autores y autoras que hablaban del asunto, citas de lectura, subrayados en Instagram. Hablaba mucho sobre eso y todo el tiempo. Pero hasta que mi amiga Valentina me dijo: deberías escribir un ensayo sobre tu relación con el alcohol no había pensado en ponerlo por escrito. Estábamos de viaje, de vacaciones, y ahí no más me puse a tomar notas”.
“Más bien había pensando en un artículo, un ensayo corto pero justamente la cantidad de referencias de lectura que había juntado se me atravesaban, me parecía necesario ponerlas, usarlas, darle sentido a toda esa investigación que había hecho sin saber. Entonces pues más bien diría que hay un hábito que presente en mí se pensó a sí mismo a través de la lectura y que con el empujón de una amiga, se volvió escritura. Cómo terminó siendo un libro, ya es otro tema”.
En la antesala de su viaje a Chile de esta semana, donde participará en la Furia del Libro, Balbuena comenta que Doce pasos hacia mí es un libro que se armó casi de un solo vuelo. “(Fue) vertical. Una vez que empecé a escribir, no pude parar. Mientras volvíamos de ese viaje, en el avión de regreso, mi amiga dormía desmayada y yo tomaba notas, pensaba en libros y buscaba subrayados en el Kindle. Cuando por fin llegué a mi casa, me senté frente a la computadora y hasta que no terminé, ese mismo día, un primer borrador del ensayo, no pude parar. Claro que ese primer borrador es muy distinto del libro que se terminó armando, pero te diría que a grandes rasgos, todo estaba ahí. Y después ahí fue buscar estrategias, recursos, para mejorarlo, hacerlo crecer, multiplicarlo. Pero ya más bien en un proceso de re escritura o revisión, pero no escritura en sí”.
¿Qué tan complejo para ti fue exponer tu relación con el alcohol de manera pública? Lo que me parece complejo o delicado del asunto no es tanto exponerme a mí, o mi relación con el alcohol, como hablar de ese vínculo en términos más bien generales. Lo que me resulta más importante, de lo que yo me quería cuidar es de construir un discurso dogmático, que lo que había escrito se leyera como lección o un consejo o, incluso, como una defensa de la sobriedad. O para el caso, de su contra cara, el consumo de alcohol.
Yo no creo que la literatura esté para dar consejos o para andar evangelizando. Incluso, diría, la literatura no creo pueda sanar nada. Pero sí para mí lo más complejo o problemático del asunto sigue siendo no caer en el puritanismo, no decirle a la nadie lo que tiene que hacer, sea de forma directa o indirecta o de volver la medida de mi experiencia una especie de norma. Puede que todas seamos adictas a algo pero no somos adictas de la misma manera.
¿Crees que el de los escritor@s y el alcohol es un tema que no se ha tocado ?
Creo que es más frecuente en otras lenguas que en español. Sobre todo en escritoras mujeres. Digo, como tema literario. Pero no diría que no se ha tocado, se ha tocado y mucho. El tema siempre es el cómo se toca el tema, cómo se aborda, cómo se piensa. Entonces tenés un espacio en la literatura anglosajona, mayoritariamente americana, en donde quizás las estructuras de los géneros son más estrictas, y el asunto entonces se aborda de cierta manera: el mito de origen del alcohólico o la alcohólica (Mary Karr en Lit o Caroline Knapp en Drinking, A Love Story) y luego tenés apuestas como Blackout: Remembering the Things I Drank to Forget de Sarah Hepola que sigue la estructura de los doce pasos de alguna forma, pero en el que también el perdón o el arrepentimiento toman mucho peso. Y luego hay otras como Leslie Jamison que compone un libro híbrido y complejo –The recovering: Intoxication and Its Aftermath– en donde las conclusiones no son lineales, el desarrollo es en zigzag y una tiene la sensación que va transformando lo que piensa en la medida en la que va escribiendo, incluso como completando ciertas conclusiones que ya dejó asentadas. Y quizás porque es un problema con múltiples aristas, porque no hay una sola forma de pensarlo o decir algo elocuente sobre eso, está bien y es saludable, que no se cierren sentidos. Que no solo se expresen ciertas máximas sino que más bien se formulen ciertas preguntas y se aventuren un par de respuestas posibles al asunto.
Mencionas otros casos, como John Cheever u Olivia Laing, ¿crees que en la literatura ha existido una romantización del consumo de alcohol?
Sí claro. De hecho es algo que Jamison describe muy bien. El mito del escritor alcohólico y genial aplica solo a los escritores hombres. Para hablar de las escritoras alcohólicas uno de los ejemplos que Jamison toma es Jean Rhys. Rhys una noche de invierno especialmente cruda puso a su bebé cerca de una ventana mal cerrada. Estaba borracha. El niño se enfermó y murió a los pocos días de pulmonía en el hospital. Después de leer esto que acabo de decir: ¿cuál es la reacción inmediata? Estoy segura que el primer instinto no es preguntarse dónde estaba el padre del hijo de Jean Rhys. Que estaba en la misma casa y que también dejó, como Rhys, al niño cerca de una ventana abierta. Que de hecho, cuando el niño se moría en el hospital, y Rhys estaba en medio de una crisis de nervios, le llevó a su mujer dos botellas de Champagne para que se calmara. A lo que voy: las mujeres alcohólicas nunca han sido genias atormentadas como los escritores alcohólicos. Sino que más bien son agentes que han fallado en su responsabilidad principal: la tarea de cuidado y mantenimiento del núcleo familiar. Entonces sí, claro que hay una romantización, pero no aplica de la misma manera para todo el mundo.
Citas a María Moreno. ¿Hay un estigma de género entre la escritura y el consumo de alcohol?
Sí, yo creo que lo hay. Digo, María Moreno en este sentido es más bien la excepción, no la regla. Yo no encontré otro libro de la ambición de Black Out que intente o se proponga lo que se propone Black Out. Entonces pues no sé si no se han escrito esos libros o no se han publicado. Dónde está el sesgo de género, dónde empieza y termina. Claro que las cosas van cambiando, pero por eso también me parecía importante traer a colación a Moreno. Primero porque Black Out es mi biblia particular sobre escritura y consumo problemático de alcohol. Pero también porque creo que ese libro y María Moreno como parte de esa generación de escritores, abre para las escritoras que vinieron después posibilidades concretas, espacios.
Vendrás a Chile, a la Furia del Libro. ¿Qué nexo tienes con nuestra literatura?
Pues me encanta. Trabajé algunos años como librera especializada en literatura latinoamericana y es un poco mi especialidad, como lectora. Admiro mucho a muchos escritores chilenos, más bien contemporáneos, que es lo que más conozco y a lo que me dedico. Pero bueno también claro he leído La amortajada y a Lemebel, a José Donoso. Es raro porque siempre estoy leyendo como en relación con el resto de los países de América Latina. Pero claro que la literatura chilena tiene como sus improntas particulares, raras que la verdad a veces es difícil pensar en encontrarle correlatos en otros países. En Estados Unidos, donde vivo, dicen que la variante de español más difícil de entender si no sos español nativo, es el chileno. Creo que quizás con la literatura pasa un poco igual. Escritoras contemporáneas chilenas que admiro: Daniela Catrileo, Begoña Ugalde y María José Ferrada. Esta última en particular creo que es además de las escritoras que mejor hace esta cosa de construir la voz de una niña. Disfruté mucho Historia de mi lengua, de Claudia Apablaza, que además es la editora del libro en su edición chilena. Luego por supuesto Lina Meruane, de la que admiro mucho su literatura pero soy fan total de sus ensayos. Aprendí muchísimo de Zona Ciega por ejemplo. Alejandra Costamagna, Alia Trabucco. Paulina Flores, en Isla Decepción construye un personaje principal mujer que presenta un consumo al menos problemático de alcohol. Usé ese ejemplo para un libro que se va publicar el próximo año en España. Hay muchas verdad. Pero lo que también admiro y sigo muchísimo es la industria editorial de este país. Me encanta el diseño, el formato breve, la hibridez que veo en los libros chilenos. Llevo ahora a la furia una lista gigante de libros que me voy a comprar.
En otro ámbito, ¿qué piensas de la Inteligencia Artificial?
Que debería aprender a usarla de un modo que me sirva a mí y no al capital concentrado que la organiza.
Sofía Babuena estará presentando Doce pasos hacia mí el próximo 9 de diciembre de 2023 en la Furia del Libro, a las 18:00 horas en Centro GAM | Sala 1.
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