“Entrar en el mundo y mantenerlo abierto”: Karl Ove Knausgård y su defensa de la novela
Publicado recientemente por Anagrama, La importancia de la novela, se llama el breve ensayo donde el destacado autor noruego habla de las virtudes del género novela. Para él, su importancia radica en el hecho de que la novela aborda la dimensión humana en toda su complejidad. "Se golpea contra una miríada de impresiones, pensamientos, sentimientos y actos".
De todos los géneros literarios, sin duda que la novela es la más popular y más leída. Sin embargo, son pocos los autores que se dan un tiempo para un alto en el camino para pensar sobre el formato y dedicar unas cuantas líneas sobre sus bondades. Uno de ellos, es justamente un novelista, el noruego Karl Ove Knausgård.
Con novelas monumentales sobre sus hombros, como las de la saga Mi lucha o el cuarteto de las estaciones (En otoño, En invierno, En primavera, En verano) o la muy recomendada La estrella de la mañana, en que incursionó en el terror y lo sobrenatural, el noruego se dio el tiempo para reflexionar en una conferencia de octubre del 2022 recogida en un pequeño libro titulado La importancia de la novela, que publica la editorial catalana Anagrama, casa editora que ha publicado al noruego en idioma castellano.
Para Karl Ove Knausgård, la novela es una forma de ver la realidad en su plenitud, sin absolutos. Es decir, aborda las cosas con toda su relatividad. “Disuelve lo absoluto casi por su cuenta, en virtud de su forma, que, al fin y al cabo, trata de relaciones, es decir, de la relación entre las personas, entre las personas y el mundo y entre las personas y el lenguaje. Y cuanto más se adentra uno en esas relaciones, más cambiante y relativo se vuelve todo”.
“Eso es lo que hace la novela: mete cualquier idea abstracta sobre la vida, sea de carácter político, filosófico o científico, dentro de la esfera de lo humano, donde ya no está sola, sino que se golpea contra una miríada de impresiones, pensamientos, sentimientos y actos. No necesariamente se borra, pero la naturaleza sencilla de esa idea se ve desafiada por la complejidad en la que de repente se encuentra inmersa”, añade. Y en seguida agrega un ejemplo, basado en uno de los clásicos rusos de la novela, Fiodor Dostoievski.
“Esa es la razón por la que las novelas de Dostoievski se leen tan bien todavía, porque, en ellas, la relación entre las ideas abstractas y puras y la realidad caótica, imprevisible y dirigida por los sentimientos es la fuerza motriz, la estrategia del pensamiento. Los propios ideales de Dostoievski tendrán que darse por vencidos si una voz contraria pertenece a un personaje más interesante, lo que ocurre a menudo”.
Y ejemplifica con la novela El arcoiris, del noruego Knut Hamsun: “Hace ya muchos años que leí El arco iris, pero una de las pocas escenas que recuerdo tenía lugar entre una joven y un joven en un campo a la luz de la luna, y la recuerdo porque era como si los dos fueran gigantes, estaban tan llenos de vida y de ser que abandonaban el realismo y se convertían en una especie de héroes griegos o gigantes entre las espigas. Recuerdo que la escena me desagradó, y supongo que fue porque la voluntad de vida se volvió absoluta, lo que estranguló la propia vida y la invalidó. La novela se volvió falsa. Eso no significa que no sea interesante, porque una novela es también siempre una imagen de la época en la que fue escrita, y, junto con La bendición de la tierra, de Hamsun, contribuye a visualizar las corrientes subterráneas que conectan el vitalismo y el totalitarismo”.
También rescata a otros autores que no necesariamente cuentan una historia de forma lineal o tradicional en sus novelas, como James Joyce, Virginia Woolf o Marcel Proust, ya que sus técnicas más vanguardistas cumplen con el objeto de dar cuenta de la complejidad humana. “Para Joyce, todo tiene que ver con acercarse más al momento. Y en el momento no hay ningún relato, solo actos y pensamientos aún por definir. El relato exige más distancia. Fue el día en el que el comercial de publicidad irlandés Leopold Bloom, de mediana edad y ascendencia judía, estaba sentado en la cocina cavilando sobre la naturaleza del gato mientras su mujer, Molly, que unas horas después le sería infiel, dormía en el piso de arriba”.
“Tanto Joyce como Woolf se meten debajo del relato para expandir el breve tiempo que dura. ¿Por qué? Porque es ahí donde vivimos. Lo que nos define, lo que decide lo que vemos, lo que creemos, lo que pensamos y sabemos del mundo que nos rodea, nos viene de fuera, y suele estar organizado en forma de relato. En Joyce y Woolf estamos dentro. Aquí estamos en el momento, y solo en el momento surge algo”.
Karl Ove Knausgård entiende que el lugar de la literatura -y el de la novela en concreto- es el de las preguntas. Lo oscuro, lo no dicho. “La misión de la novela es entrar en el mundo y mantenerlo abierto; y, como de hecho es capaz de hacerlo, es importante”.
La importancia de la novela ya se encuentra disponible en las librerías nacionales.
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