¿Cómo envejeció Sex and the City?: entre el empoderamiento femenino y la representación forzada
Desde que la serie llegó a Netflix y se ha masificado entre públicos más jóvenes, las críticas a su contenido apuntan al machismo y la falta de representación racial y de género. Sin embargo, otras voces se alzan para valorar el aporte de la entrega tras su creación en 1998. La secuela, And just like that..., también ha sido objeto de escrutinio. A 26 años del estreno de la historia de Carrie Bradshaw, Culto hace un recorrido por los principales cuestionamientos a la producción.
El 6 de junio de 1998, el pelo rubio y voluminoso de Carrie Bradshaw se tomó la pantalla de HBO. La moda y la energía de Nueva York se volvieron un fenómeno en cuanto comenzó la transmisión de la serie, que acumuló un total de seis temporadas y 94 episodios. Así, Sex and the city se transformó en un ícono de fines de los noventa y principios de los 2000.
A pesar de los 26 años que cumple la serie, esta se mantiene vigente gracias a su presencia en el streaming, primero en HBO (ahora Max) y, posteriormente, con su arribo a Netflix. Asimismo, el estreno de And just like that…, el 2021, supuso un nuevo interés por la vida de las cuatro amigas neoyorquinas.
Nuevas generaciones se han enfrentado a la historia de Carrie, Miranda, Samantha y Charlotte, expuestos a los mensajes elaborados para un público totalmente diferente al actual. Las críticas de quienes conforman la generación Z (los nacidos entre la segunda mitad de los noventa y la primera década de los 2000) se refieren a lo mal que ha envejecido la serie.
Asimismo, los cuestionamientos a la secuela de la serie no mejoraron el panorama. Tildada de dramática en exceso y de hacer una inclusión forzada, And just like that… se aleja mucho de lo que los fieles fanáticos de la serie esperaban.
El empoderamiento femenino
Algo que antiguos y nuevos espectadores de Sex and the city valoran con creces, son los mensajes de empoderamiento femenino que transmite. A pesar de las caídas de su guion, a través de bromas y comentarios que hoy serían derechamente ‘cancelados’. El ver a cuatro amigas en la pantalla hablando de sexualidad era disruptivo en 1998.
“Pese a que no fue la primera serie protagonizada por mujeres, sí fue de las primeras en hablar de sexualidad —apoderándose de ella libremente— y de educación sexual. Sex and the City abordó temas como el orgasmo, juguetes sexuales, masturbación, entre otros; con mucha naturalidad y la característica narración de Carrie (Sarah Jessica Parker), que consiguió enganchar muy bien a la audiencia. Esto significó abrir la puerta a que otros programas y películas también plantearán estos temas sin vergüenza”, escribe Soraya Coñuecar Antilef en Copadas.
La amistad sin competencia o el esbozo de valores feministas son otros de los elementos que perduran en el tiempo. “Lo que el sexo en Nueva York trajo fue nada menos que una revolución”, dice Juana Libendinsky en La Nación.
“Muchos críticos dijeron que fueron demasiado lejos, que las mujeres no hablan así. Algunas mujeres lo hacían, otras lo harían, otras nunca. Pero su exageración, si eso era, abrió nuevos caminos para que las mujeres se animen a expresarse de manera franca, y sin pedir disculpas, sobre los deseos. Y eso es una contribución enorme”, comentó Jennifer Keishin Armstrong en el artículo de La Nación.
El mensaje de empoderamiento femenino en Sex and the city fue impactante para la época y hoy, a pesar de las críticas, el legado de empoderamiento femenino – sin revisar con detalle sus falencias— es general y directo.
El mal envejecer de la serie
Las lecturas de la serie en la actualidad son bastante negativas. Si bien las críticas consideran su año de creación, puntualizan en que la entrega no puede ser igual de exitosa que en antaño debido a componentes, como la falta de representatividad.
“No hay mucha diversidad en esta ficción y los personajes gays fueron estereotipados. Se les veía como expertos en moda y chismosos”, escribió Patricia Castañeda Alva en El Comercio. “Las personajes principales eran delgadas y blancas, generando la idea que solo un tipo de mujer triunfa en Nueva York o en la ciudad que sea. Había un culto a la delgadez”, agregó.
Bettany Miller, escritora, quien vio la serie por primera vez a sus 22 años, señala que la entrega, además de no ser de su gusto, no envejeció bien. “Mi problema no es que la serie sea anticuada, es que es tan lamentable que no se soporta; la historia gira en torno a personajes que son, francamente, horribles personas y pésimos amigos”, redactó para Independet en español. “A diferencia de Friends o The office, que tienen sus propias falencias cuando se miran desde una perspectiva actual, en Sex and the city ningún personaje vale la pena”, agrega.
Otro detalle al que poner atención, según Riann Phillip de Vogue, es la ligereza del tratamiento del acoso sexual, a pesar de que en 1998 ya existía mayor conciencia al respecto.
And just like that...no se salva
En 2021 se estrenó la precuela de Sex and the city, And just like that... con una baja importante en su elenco: Kim Cattrall, quien interpretaba a Samantha. A esa baja se sumó la de Chris Noth (Mr. Big), acusado de agresión sexual, quien fue retirado de la serie después del primer episodio.
Las opiniones sobre el retorno de las tres amigas neoyorquinas estaban divididas. “Nadie vio venir esto. And just like that…, la nueva serie que reinicia Sex and the city, toma un nuevo y oscuro giro. El programa es una inestable mezcla de genuino duelo con un trasfondo de bromas realmente malas, pero al menos se siente fresco. Es un alivio, cuando había tantas formas en las que podría haber salido mal”, escribió BBC en su crítica.
Uno de los elementos más criticados fue la inclusión forzada de personajes de razas e identidades de género diversas. “La intención no pudo haber sido traer a personajes de color como socios subordinados para guiar a las protagonistas blancas y, sin embargo, así es como se puede leer con demasiada frecuencia”, expresó Variety.
“Buscando encajar, ahora integra a dos actrices afroamericanas —una, como una profesora de Miranda; otra, como una amiga de Charlotte—, pero resultan algo forzadas en el elenco, más aún cuando la serie lanza un quiebre fundamental en su historia y hace que estas inclusiones se vean puramente en la senda de lo políticamente correcto”, escribió Rodrigo Munizaga en Culto.
Los intentos de la serie por redimirse a partir de esta secuela distan de ser efectivos. Sin embargo, en la memoria colectiva quedan los rasgos más representativos de la serie, como los Manhattan, los vestidos de Carrie Bradshaw y el mensaje de que es posible hallar una familia en la amistad.
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