Ulla Lenze y el libro sobre su tío abuelo nazi: “Quería retratar su compleja humanidad sin excusar sus fechorías”
La premiada autora profundiza en Culto sobre la construcción de su última novela, basada en la vida de su tío abuelo Josef Klein, un aficionado de radio que al llegar a Nueva York se vio involucrado en una de las redes de espionaje nazi más grande de Estados Unidos. El libro llega a Chile gracias al sello Salamandra de Penguin Random House.
Hace una década, Edith, su madre, le entregó la correspondencia entre su abuelo Carl y su tío abuelo Josef Klein. Eran 178 cartas en tinta, escritas en papel de correo aéreo. Además, su madre le obsequió su colección de infancia sobre el ‘tío Joe’, de cuando tenía 11 años. Fue en ese momento cuando la escritora alemana Ulla Lenze se encontró con la que sería su más reciente novela, El operador de radio (Salamandra, 2024).
“Estas (cartas) eran una ventana exclusiva a la intrépida vida de Josef Klein”, afirma Lenze en una entrevista a Culto, que responde por correo. “Un poco después, una inicial búsqueda en línea reveló que Josef Klein — en Wikipedia sale que fue uno de los agentes involucrados en el caso de espionaje más grande de América que terminó con prisioneros — apareció un personaje totalmente fascinante en una perspectiva histórica y literaria”, profundiza la también autora títulos como Archanu (2008) y Der kleine Rest des Todes (2012).
El operador de radio, novela traducida a una docena de idiomas, relata en diversas líneas temporales la vida de Josef Klein, un alemán aficionado a las radios que llegó a Nueva York en 1925, en pleno periodo entre guerras, cuando el nazismo afloraba en Alemania de la mano de Adolf Hitler.
Sus habilidades con la radiofonía despertaron el interés de quienes querían llevar las ideas nacionalsocialistas a Estados Unidos. Casi sin ser consciente—en un inicio—de con quiénes estaba fraternizando, se vio involucrado en una red de espionaje nazi. De hecho, resultó uno de los 33 detenidos por el FBI juzgados en 1941 por formar parte de la red liderada por Frederick ‘Fritz’ Duquesne.
“Empecé a hurgar en la búsqueda y rápidamente me tropecé con una pequeña revisión del capítulo del Tercer Reich, operaciones de inteligencia alemana en la ciudad de Nueva York y la maquinaria de simpatizantes nazis americanos-alemanes en el corazón de Manhattan”, explica la escritora, quien ha sido galardonada con premios como el Premio de Literatura del Comité Cultural de la Empresa Alemana y el Premio de Literatura de la ciudad de Krefeld.
Desde su óptica y con relación al tópico que aborda en su última ficción, Ulla Lenze reflexiona sobre el avance actual de las ideologías neonazis y las posturas políticas extremas en el mundo. “El ascenso de fuerzas extremistas y antidemocráticas es a menudo un síntoma de problemas sociales más profundos, como la desigualdad, la falta de oportunidades y las divisiones. Para privar a esas tendencias de un terreno fértil, debemos abordar las causas fundamentales en lugar de limitarnos a combatir los síntomas. Al mismo tiempo, nunca debemos dar legitimidad a ideologías extremistas: representan un peligro para la cohesión social y la libertad misma”.
La documentación
La novela goza de una ambientación física y un contexto político y social muy detallado. Sin embargo, Ulla Lenze encontró diversos obstáculos durante el proceso de documentación sobre las redes de espionaje nazi en América.
“Sorprendentemente, en Alemania se han realizado pocas investigaciones sobre el tema de los nazis en Estados Unidos, un verdadero déficit de investigación, como me han confirmado los historiadores. Tuve que conseguir todas las publicaciones relevantes de Estados Unidos, donde el caso de espionaje de Duquesne fue el primer gran éxito del FBI. Quizás esto también explique por qué los alemanes, incluso después de la guerra, no quisieron abordar este tema”, profundiza.
“Entonces, para el caso de espionaje, obtuve todos los libros de los EE. UU– de ahí la larga lista al final del libro– y, por supuesto, también sobre la situación sociopolítica específica de ese momento. Además, viajé a Nueva York y realicé investigaciones sobre el lugar, incluidos los archivos de Ellis Island, para profundizar mi comprensión del contexto histórico”, detalla Lenze.
—¿Qué llamó más su atención durante la investigación? ¿Tenía miedo de encontrar algún detalle indeseado sobre su tío abuelo, Josef Klein?
Fue más bien todo lo contrario. Pasé mucho tiempo durante el proceso de investigación buscando un evento de referencia importante y sensacional que hubiera quedado grabado en la memoria colectiva, pero no encontré nada por el estilo.
La red de espionaje alemana en Estados Unidos, construida bajo el almirante Canaris a partir de 1935, era notablemente ineficiente. Durante mucho tiempo no pude encontrarle sentido. Por supuesto, desde el punto de vista humano, eso es un alivio. Pero para un escritor, era realmente algo frustrante. Sin embargo, esto no significa que los nazis fueran inofensivos; Estados Unidos simplemente estaba demasiado lejos para que pudieran llevar a cabo con éxito los intrincados ataques terroristas y las intenciones que idearon desde esa distancia, y para controlar eficazmente sus operaciones sobre el terreno— el FBI siempre estuvo un paso por delante de ellos.
Además, tuvieron que confiar en aficionados como Josef Klein, ya que debido a las cuotas de inmigración anuales severamente restringidas, no podían infiltrar personal altamente capacitado. Pero luego salieron a la luz otros hallazgos sensacionales: por ejemplo, informes periodísticos sobre el juicio de Josef Klein que contienen su testimonio textual y archivos del FBI donde proporciona páginas de declaraciones que intentan presentarse como un hombre inocente e inofensivo.
Josef Klein, un protagonista complejo, pero “anodino”
Reconstruir la vida y la interioridad de alguien que vivió hace casi un siglo no es sencillo. El personaje de Josef Klein está lejos de ser simple y presenta matices en sus acciones, pensamientos y motivaciones.
“Cuando terminé de leer las cartas, surgió una imagen de Josef que parecía difícil de cuadrar con los hechos establecidos sobre él: un agente nazi convicto involucrado en el caso de espionaje más famoso de Estados Unidos de esa época. La imagen era de carácter amigable y de mente abierta. Quería utilizar la narración para examinar cómo individuos aparentemente inofensivos pueden terminar al borde del peligro o de cometer un delito. Porque tal implicación es a menudo un proceso gradual y ambivalente. Con Josef Klein, mi pregunta central fue: ¿Cómo una persona como él lucha por desempeñar diferentes roles a medida que las circunstancias cambian con el tiempo? ¿Una persona cuya vida ha abarcado tres continentes e identidades como Josef, Joe y José? Es por esta razón que elaboré la novela en capas, desplegándola en múltiples líneas de tiempo y escenarios”, explica la autora.
—¿Cuál es el desafío de trabajar con detalles e insumos biográficos?
Radica en lograr el equilibrio adecuado. Al principio me intrigó la perspectiva de dar vida literaria a la existencia comprobada, pero aventurera, de alguien como Josef Klein. Al representar a un perpetrador, el claro desafío como escritora era ponerme en su lugar e identificarme con él, sin permitir que eso se convirtiera en una apología de sus acciones o una petición de comprensión. Requería caminar sobre una delgada línea. Josef Klein era un hombre sencillo, un hombre pequeño que simplemente intentaba sobrevivir, impulsado por las circunstancias del entorno inmigrante de Nueva York, atrapado entre el desarraigo y la libertad. Mi objetivo era retratar su compleja humanidad sin excusar sus fechorías.
Otro desafío es que hay que trabajar con lo que ofrece el material original. Solo durante el proceso de escritura me quedó clara la peculiaridad de mi personaje, que, irónicamente, radica en su carácter anodino. Es un tipo medio que se considera inofensivo, pero a través del cual se pueden observar los mecanismos para quedar implicado. Y había muchos como él —precisamente por eso, incluso después de la guerra, muchos alemanes se sentían inocentes o incluso se veían a sí mismos como víctimas— porque había un punto ciego al reflexionar sobre su propio apoyo al sistema.
—¿Josef representa la naturaleza humana, al ser un personaje que se deja llevar por su destino sin tomar decisiones para encaminar su vida?
A Josef Klein le mueve principalmente el deseo de no tener que desempeñar ningún papel concreto, de evitar ser cooptado por cualquier sistema político. Aquí reside su pensamiento erróneo: es imposible ser apolítico. Somos seres inherentemente políticos, lo reconozcamos o no. Uno podría incluso llegar a decir que es precisamente por este autoengaño y este sentido obstinado de mantenerse al margen, que se ve envuelto en circunstancias fuera de su control. Él es ciertamente representativo de un cierto tipo de persona que, especialmente en tiempos de crisis, cae en pasividad y entierra la cabeza en la arena, como un avestruz.
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