Eduardo Parra, el poeta de Los Jaivas vuelve a abrir la puerta giratoria

EDUARDO PARRA
Eduardo Parra, el poeta de Los Jaivas vuelve a abrir la puerta giratoria

La puerta giratoria, fue el primer poemario publicado por el músico, en 1968, gracias a la ayuda de sus amigos . Volverá a estar disponible en una nueva edición digital que incorpora un nuevo prólogo. El autor detalla a Culto la historia del libro, repasa su vínculo con la poesía, así como su más reciente visita a Chile, el año pasado, cuando participó en el multitudinario concierto que celebró los 60 años de trayectoria de la banda, pero además visitó La Tirana y Vicuña.


Niño soñador, rebelde, y de alma creativa, Héctor Eduardo Fernando Parra Pizarro (Los Andes, 1943), tuvo desde sus primeros años una natural inclinación hacia el dibujo y el cine, con escapadas al Olimpo de Viña del Mar. Dejó el colegio a temprana edad y continuó como un autodidacta. La disciplina estricta de la educación de la época no era lo suyo. O al menos, no lo estimulaba lo suficiente. Tiempo después, descubriría otra pasión, la poesía. Y a tono con su personalidad inquieta, no tardó en escribir su primer poema.

“Fue entre los once y doce años. Mi primer poema lo escribí mentalmente en el puerto de Valparaíso en un espigón. Y decía: ‘Qué miras muchacho, ¿te gusta ese puerto?’. La fotografía donde estoy en el puerto es un retrato tan preciso y visionario de mi tía Gladys Pizarro, hermana gemela de mi madre Hilda Pizarro”, cuenta a Culto.

EDUARDO PARRA
Eduardo Parra a los 11 años, retratado por su tía, Gladys Pizarro

Desde entonces, la poesía se volvió parte de la inquietud creativa del joven Eduardo Parra. Esa se proyectó años mas tarde durante su participación en Los Jaivas, el grupo que montó junto a sus hermanos Claudio y Gabriel, y sus amigos Mario Mutis y Eduardo “Gato” Alquinta.

Con los años se cultivó una imagen de “poeta” del grupo, debido a que escribió buena parte de las letras de las canciones, como La Conquistada, Todos Juntos, Hijos de la Tierra y varias otras. También ha publicado poemarios, como La puerta giratoria (1968), Pequeño contratiempo justo a final de siglo (1996), Mamalluca (1999), Ruego por ti, Valparaiso (2004), La isla de la dulzura (2007) y Santiago Valle Maldito (2013).

Aunque él asegura que en su juventud, la poesía era una más entre varias inquietudes. “Nunca fui ni he sido un lector empedernido. He tenido siempre una inclinación a lo gráfico y lo cinésico. A mis veinte años estaba seguro de que sería un dibujante de historietas, incluso tuvimos junto a Hugo Rivera-Scott cada uno una mesa de dibujo que nos hizo su padre, don Francisco Rivera, ebanista de calidad. Nuestro padre Héctor Parra, influenció mucho en mi espíritu con su afición al cine. Él dejó filmadas escenas de nuestra niñez. Y yo hasta el día de hoy adoro el cine”.

“Pero en mis recuerdos de niñez tengo haber leído Corazón de Edmundo de Amicis, también La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson. Pero adoraba las historietas y la ciencia ficción. El cómic Flash Gordon me alucinaba hasta que un día pude ver en la matiné de mis 9 años en el cine Olimpo de Viña del Mar, pude ver la serie Flash Gordon”, agrega.

Aún así, dice que sus días juveniles disfrutaba la lectura de poetas chilenos, además de ingleses, como Lewis Carroll y los surrealistas franceses. Y se anima a mencionar algunos de sus vates favoritos. “Walt Whitman, William Blake, Edgar Allan Poe, Lewis Carrol a pesar de que no es considerado poeta. Charles Baudelaire, Francois Villon, André Breton, Guillaume Apollinaire, Boris Vian, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Pedro Prado, aunque es novelista yo lo considero un inmenso poeta”.

Fue en esos años, a fines de los sesenta (cuando su grupo todavía se llamaba The High Bass y eran una alegre orquesta de cumbias y bolero), en que Eduardo Parra escribió su primer poemario, La puerta giratoria. En principio tuvo solo una tirada de trescientas copias y debió sacarse adelante con el empeño del iniciado. Años después, en 2003 se volvió a editar en papel y ahora tendrá una nueva reedición digital, a cargo de La Vagoneta Producciones, la que se podrá encontrar desde el 29 de julio en el sitio web: https://subetealavagoneta.com/eduardoparrapoeta/. Le seguirá una nueva publicación en papel que será anunciada próximamente.

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Eduardo Parra

Esta nueva edición, disponible desde el 29 de julio, incluye un nuevo prólogo, escrito por Eduardo Parra. Las ilustraciones, de la portada y las páginas interiores, fueron creadas por el artista visual viñamarino Hugo Rivera-Scott, muy amigo de los hermanos Eduardo, Gabriel y Claudio Parra, pues los conoce desde los años escolares en el Liceo Guillermo Rivera de Viña del Mar. De hecho, su hermano Francisco Rivera-Scott fue el primer fotógrafo oficial de la banda.

Fue el vínculo con los Rivera-Scott, lo que permitió la publicación original de La puerta giratoria. “Junto a mis amigos, los hermanos Francisco y Hugo Rivera-Scott más Juan Luis Martinez, teníamos grandes inclinaciones artísticas y nos reunimos constantemente en casa de los hermanos Rivera, lugar donde muchas de nuestras obras se inventaron -cuenta Eduardo Parra-. De entre todas ellas yo quise hacer una reunión de mis poemas respondiendo de esta manera a nuestros sueños y proposiciones estéticas que en ese momento nos inquietaban”.

¿Cómo logró publicar originalmente el libro?

El padre de los hermanos Rivera, don Francisco Rivera, trabajaba en la imprenta del diario La Unión de Valparaíso, y al saber que nosotros necesitábamos de una imprenta, él propuso que probablemente podríamos hacer ese trabajo ahí. Además, Hugo era colega del contador del diario en el Instituto Norteamericano. Así, muy amorosamente todo se fue dando de la mejor manera y fue ahí mismo donde elegimos que la portada sería en cartón gris fino y las páginas en papel estraza. El libro sería ilustrado por Hugo Rivera-Scott, quien se transformó en el primer editor del libro.

La puerta giratoria es una colección de varios poemas, algunos breves, otros algo más extensos. Por ejemplo, el poema Cifra, parece más bien un aforismo: “Hoy día no se puede meter bulla en la casa. Nuestro deber es gritar por teléfono o guardar los gritos en una botella”. Según Parra, los textos surgieron desde la observación, las vivencias diarias y los gustos personales. “Varios de los poemas y algunos versos son inspirados o sacados directamente del diario vivir de aquellos días”.

Por ejemplo, el poema inicial Disparen sobre el pianista, pareciera vincularse con el título de la película francesa Tirez sur le pianiste (1960), de François Truffaut. Consultado al respecto, lo explica el propio Parra. “En realidad tiene todo que ver. Y aquí vale una explicación puesto que en ese tiempo el afán de nuestro grupo al que finalmente Nicanor Parra bautizara como La Escuela de Viña, nosotros abogamos por una poesía concreta, una “poesía objetiva” también llamada por nosotros. Algunas de las características de esta novísima manera de plantear un poema, eran por ejemplo: intentar hacer desaparecer el “yo” lírico reemplazándolo por una persona del tiempo verbal completamente neutro, al igual que el arte concreto la trama poética debía liberarse de cualquier asociación simbólica con la realidad, al fin de cuentas no existía un compromiso de obra y autor. “El autor no existe” llegamos a esa conclusión: creyentes de la obra de Roland Barthes llegamos a pensar firmemente en que “un escrito es una reconstrucción, un reescrito, por ello que el autor desaparece o metafóricamente muere”. Es así como en La Puerta Giratoria hay muchos textos o poemas sacados del acervo popular chileno o los “chistes” que en aquellos días circulaban en sociedad. Por eso, simplemente: Disparen sobre el pianista es el título directo del film de François Truffaut”.

LOS JAIVAS TODOS JUNTOS RODOLFO GÁRATE 1
Los Jaivas

Entre los poemas que escribía ¿cómo diferenciaba los que dejaba para usted y los que usaba para la música de Los Jaivas?

Lo que se plantea en esta pregunta va a venir después. En aquellos años del libro, Los Jaivas futuros todavía no habíamos decidido comenzar como grupo musical. Hubo que esperar hasta los años 70 con la salida de nuestro primer disco El Volantín para que recién pudiéramos tomar cualquier decisión respecto de nuestra música. En el disco El Volantín se enuncian nuestras primeras canciones donde yo no participé como letrista sino en muy pocos momentos, la voz de Gato pronunciando las palabras en la mayoría de los casos improvisadas fueron desde el punto de vista lírico, el sello de ese estreno en sociedad.

Yo tengo claro la diferencia entre el letrista y el poeta. Se puede hacer de un poema una canción pero las letras están hechas especialmente para la música. No así el poema que el cantante debe adaptar para cantarla. Al contrario, el letrista trabaja con la métrica y ritmo que da la música de la futura canción. El letrista trabaja con la música para insertar las palabras. El letrista escucha las palabras incrustadas en las melodías. El letrista hace calzar sus palabras exactas en la melodía.

¿Qué lee usted en estos días?

Últimamente y a partir de la muerte de Juan Luis Martinez, no he hecho otra cosa que dedicarme a completar el libro sobre La Escuela de Viña. Lo que me ha hecho retomar a todo el surrealismo el concretismo, Roland Barthes y otros autores de relevancia.

Ha escrito poemarios inspirados en lugares como Santiago, Valparaíso, Rapa Nui, Vicuña ¿le han dado ganas de escribir sobre la selva de Colombia donde vive, o sobre París?

En lo que respecta a Colombia, todavía me siento muy nuevo ahí, además que no he visitado nunca la región amazónica colombiana. Sin contar con que todavía estoy con un pie en Sudamérica y el otro acá en Europa donde en este momento me encuentro. Sobre París, donde he vivido más de la mitad de mi existencia, puedo decir que únicamente tengo un cuento largo Encuentro en París más dos o tres poemas dedicados a esta ciudad. En realidad mi proyecto era escribir sobre muchas regiones de Chile. En algo he cumplido mi propósito.

La visita más reciente de Eduardo Parra a Chile, ocurrió entre julio y agosto del año pasado. Ahí se cruzaron varios hitos. Celebró en Vicuña su cumpleaños número 80, asistió a la popular fiesta de La Tirana y participó en el multitudinario concierto que celebró los 60 años de Los Jaivas en el Movistar Arena. Un reencuentro con sus hermanos y compañeros, desde que dejó el grupo en el año 2009.

LOS JAIVAS
Los Jaivas en la celebración de sus 60 años, en el Movistar Arena

¿Cómo vivió ese reencuentro con el país y con sus compañeros e incluso con gente que en algún momento participó del grupo?

Fue sin duda una fecha muy importante puesto que son muy pocos los grupos de música que han alcanzado esta edad juntos. Yo la veía venir y una de mis ocurrencias para celebrar en el concierto fue interpretar La Conquistada en órgano junto al grupo. Esto lo hice porque con Los Jaivas nunca se supo de autor/compositor y considero que es justo que nuestro público sepa a quien perteneció la autoría de una letra. En Los Jaivas siempre hubo dos letristas que fueron Gato Alquinta y yo. Existen como dos o tres canciones que son comunitarias pero el resto las repartimos entre los dos. Tengo en proyecto hacer un cancionero con las canciones que yo escribí.

Entiendo que cuando vino el año pasado también estuvo en La Tirana ¿qué le pareció esa experiencia?¿qué le sorprendió?

Fue una experiencia maravillosa. Al contrario de todos mis compañeros y compañeras de grupo, yo jamás había estado en esa fiesta religiosa. Desde ya la geografía y el clima son muy especiales. La institución religiosa pesa enormemente pero lo llamado “pagano” continúa siendo muy fuerte y expresivo. La Virgen sostiene la palabra.

¿Se mantiene en contacto con sus compañeros como Mario Mutis y su hermano Claudio Parra?

Respecto de esto yo siempre he dicho: “Yo no he dejado al grupo, simplemente me tuve que bajar del escenario”.

PORTADA LA PUERTA GIRATORIA

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