A sangre fría: el brutal caso de los hermanos Menéndez en Netflix

Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story
A sangre fría: el brutal caso de los hermanos Menéndez en Netflix

La serie dramática Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menéndez, la más vista en la plataforma por estos días, detalla cómo unos millonarios y jóvenes herederos masacraron a sus padres hasta ser condenados a cadena perpetua. Sin embargo, el motivo de los asesinatos sigue siendo una duda después de 35 años, mientras nuevas pistas alientan la posibilidad de una condena que considere la libertad condicional.


El disparo de escopeta calibre 12 que le quitó la vida a José Menéndez (45) la noche del 20 de agosto de 1989, ingresó por la parte posterior de su cabeza, con salida de proyectil entre la mejilla y la mandíbula. Ya había recibido otros cinco tiros contando uno en la rodilla -rúbrica de la mafia-, para plantar la sospecha de un trabajo del crimen organizado. El cadáver de su esposa Kitty (47) exhibía mayor saña con un total de diez impactos. Además de los escopetazos en las piernas y el torso, la cara estaba parcialmente desfigurada. Fue la última descarga que recibió mientras se arrastraba llorando en medio de un charco de sangre.

No había rastros de casquillos y ni señales de robo en la lujosa mansión de la familia Menéndez en Beverly Hills de Los Ángeles, avaluada en cinco millones de dólares. La ex residencia de estrellas como Prince y Elton John, era también el hogar de Lyle y Erik Menéndez, hijos del matrimonio de 21 y 18 años respectivamente.

Fueron ellos quienes llamaron al 911 entre sollozos y gritos, para alertar de los asesinatos. Cuando la policía procedió en el lugar en busca de pistas, tomaron nota de que ningún ingreso parecía forzado. Erik declaró que al volver de una función de Batman en el cine, la habitación donde habían sido ultimados sus padres mientras veían televisión, estaba llena de humo. Curioso, porque entre el telefonazo de auxilio y la hora de la masacre determinada por los forenses, transcurrió un largo rato.

Durante el funeral, algunos familiares se incomodaron con ciertas expresiones de los vástagos. Desde el púlpito, Lyle comentó las veces que su padre repitió que él no podría llenar sus zapatos.

Menéndez

“Adivinen qué -exclamó a modo de broma-. Estoy usando los zapatos de mi papá hoy”.

En los siguientes meses Lyle y Erik vivieron como magnates, acorde a la fortuna de 14.5 millones de dólares forjada por José. Lyle compró un café en New Jersey, un Porsche y un Rolex. Como prometedor tenista, Erik contrató un entrenador personal para embarcarse en competencias internacionales. Viajaron a Londres y el caribe, junto con abandonar la mansión donde ocurrieron los asesinatos, instalándose en Marina del Rey. Al cabo de algunos meses, gastaron 700 mil dólares.

Jerome Oziel, el terapeuta de Erik, fue el primero en enterarse que la masacre no tenía relación alguna con la mafia, sino que era obra de los hermanos. Los remordimientos tenían al borde del suicidio a su paciente.

Hermanos Menéndez

Preocupado por su propia seguridad, logró que ambos relataran el crimen en sesiones grabadas. En paralelo, como una manera de reforzar el resguardo de su vida, reveló los hechos a una amante. Despechada tras romper con Oziel, la mujer concurrió a la policía y contó lo que sabía, cuando las investigaciones seguían centradas en la hipótesis de sicarios del crimen organizado.

Las detenciones fueron inmediatas y la justicia comenzó a debatir en agosto de 1990 si acogían o no las cintas de terapia como parte del proceso, por estar sujetas al secreto profesional. Transcurrieron exactos dos años hasta que la corte suprema de California admitió casi la totalidad de las grabaciones. Finalmente en diciembre de 1992, Lyle y Erik Menéndez fueron acusados de los asesinatos.

La condena parecía un mero trámite. Tenía sentido que unos niños ricos mimados mataran a sangre fría a sus padres para heredar una fortuna, más aún considerando su comportamiento derrochador tras quedar huérfanos. Pero los hermanos Menéndez guardaban un secreto que, confiaban, podía explicar la razón para acabar a escopetazos con quienes les habían dado la vida.

Padre de familia

Monsters: la historia de Lyle y Erik Menéndez, es el segundo ciclo de la antología Monster, creada por Ryan Murphy junto a Ian Brennan (Glee, Scream queens, The Politician), tras el éxito de The Jeffrey Dahmer story (2022).

Protagonizada por Javier Bardem (José Menéndez), Chloë Sevigny (Kittie), Nicholas Chávez (Lyle) y Cooper Koch (Erik), suma nueve capítulos abordando las principales aristas que expliquen los motivos para eliminar sanguinariamente a los padres, y los mediáticos juicios posteriores hasta llegar a una condena de por vida, sin posibilidad de rebaja alguna.

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La pregunta central apunta a la motivación para tamaño crimen. El gasto desorbitado parecía establecer el móvil económico por la herencia, y aún más el hecho de que Lyle y Erik hicieron notorios esfuerzos por insistir que la mafia era responsable. También se obsesionaron en encontrar lo antes posible el testamento, bajo la sospecha de haber sido descartados como beneficiarios. José estaba desilusionado de ambos. Los hermanos se habían involucrado en robos a casas, en tanto Lyle estaba suspendido de la universidad de Princeton, acusado de plagio.

Sin embargo, cuando se descubrió el testamento, los chicos heredaron la fortuna que su padre, un cubano que había llegado a los 16 años a EEUU tras la revolución castrista sin hablar inglés, había forjado como ejecutivo de Hertz, para luego afianzarse en el mundo de los espectáculos como alto directivo de una compañía cinematográfica, hasta finalmente asumir en RCA donde se empecinó por introducir a Menudo en el mercado estadounidense, concretando un acuerdo de 30 millones de dólares para la boys band puertorriqueña.

Según la serie, fue Erik quien reveló a su terapeuta la razón para acabar con sus padres: José abusaba sexualmente de él y su hermano desde que eran niños, al punto de cometer reiteradas violaciones. Acorde a la versión de los hermanos, Kitty estaba al tanto de la situación y también una prima que confrontó a la madre, quien negó las acusaciones. El homicidio se precipitó luego de que Lyle se enfrentó a José, amenazando con revelar los abusos. A partir de entonces, los hermanos creyeron que sus vidas corrían peligro y decidieron adelantarse.

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También es cierto que Erik vio Billionaire boys club (1987), una cinta para televisión que gatilló la idea para deshacerse de José y Kitty. “Se trata de unos niños que tenían padres ricos y los matan”, describe el personaje en la serie.

En la producción de Netflix se hace hincapié en el durísimo trato de José hacia sus hijos, guiado por un machismo brutal y una sexualidad confusa, gracias a una notable interpretación de Javier Bardem.

El factor Menudo

La serie se urde de manera tal, que no es sino hasta el último episodio que se asume una lectura sobre los motivos de los asesinatos. Por cierto, la explicación por la cual se inclina la producción de Netflix provocó el rechazo de los hermanos Menéndez. Erik manifestó su molestia el pasado 20 de septiembre a través de la cuenta de Facebook de su hermano Lyle.

“Creía que habíamos dejado atrás las mentiras y las caracterizaciones destructivas de Lyle”, comentó. “En la serie crean una caricatura de él basada en mentiras horribles y descaradas... No puedo pensar que lo hicieron por error”.

Hermanos Menéndez

Agregó su decepción por la forma en que Monsters asume el abuso que ellos acusan. “Nos lleva de vuelta a una época -escribió- en la que la fiscalía construyó una narrativa basada en la creencia de que los hombres no sufren abuso sexual de la misma manera que las mujeres”.

Los hermanos Menéndez enfrentaron dos juicios. En el primero los descarnados testimonios de Lyle y Erik detallando cómo eran abusados y sodomizados siendo niños, junto a la dinámica educativa de José donde el maltrato psicológico, la humillación pública y los golpes formaban parte de su concepto formativo, acarrearon la compasión de las mujeres del jurado, no así de los hombres. En el segundo juicio se desestimó el argumento de los abusos y Lyle no pudo comparecer porque carecía de defensa. Se libraron de la cámara de gas pero la sentencia fue de por vida.

Los hermanos fueron enviados a presidios distintos y solo se reencontraron en 2018 en un recinto penitenciario de San Diego. Lyle ha concretado estudios universitarios en sociología y urbanismo con vistas a mejorar los espacios comunitarios en cárceles, en un proyecto que lo une a Kim Kardashian. Ambos han colaborado en programas con reos que han sido víctimas de abusos.

También encontraron el amor por correspondencia. Los dos están casados.

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Si bien la justicia ha rechazado diversas peticiones para revisar el caso, tanto el contexto de los últimos años donde los abusos sexuales son denunciados y castigados, como las revelaciones de un ex miembro de Menudo podrían, eventualmente, desencadenar algún giro en esta historia.

En mayo del año pasado Roy Roselló, integrante de la boys band de Puerto Rico furor en los 80 donde alineó Ricky Martin, afirmó en televisión que José Menéndez lo violó en su mansión luego de obligarlo a beber una copa de vino, cuyo contenido lo dejó sin capacidad de reacción. Conducido hasta un cuarto, Roselló asegura haber sido sodomizado. “Yo sentía cuando él me estaba penetrando arriba de mí”, contó en el programa Al Rojo vivo. “Yo sentía el dolor y no me podía mover, no podía reaccionar. Fue horrible. Y horrible fue después cuando yo llegué al hotel, yo estaba sangrando (...)”.

El testimonio del artista más una carta de 1988 donde Erik relata a su primo Andy Cano el temor hacia su padre abusador -”todas las noches me desvelo pensando que puede venir”-, es parte de un habeas corpus que debe resolverse máximo este jueves 26.

Según el abogado Mark Geragos, a cargo de la defensa, los hermanos Menéndez están “cautelosamente optimistas”.

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