José Donoso y Carlos Fuentes: las cartas que develan la amistad entrañable de dos nombres del Boom
Correspondencia, se llama el volumen publicado recientemente por Alfaguara, que reúne las misivas entre el autor de Coronación y el de Gringo viejo. Hablan de sus novelas, se acompañan, se leen, y hablan de otros escritores. Los editores del volumen Cecilia García-Huidobro y Augusto Wong hablaron con Culto al respecto.
No solo eran dos nombres del llamado “Boom Latinoamericano”, sino que dos amigos entrañables. El chileno José Donoso y el mexicano Carlos Fuentes desarrollaron una larga amistad que tuvo tanto de literario como de personal. Por ello, las cartas entre ambos resultan un atractivo documento de estudio. Por eso, la dupla de Cecilia García-Huidobro y Augusto Wong se dedicó a editar dicho material que llegó hace poco a librerías con el título de Correspondencia, editado por Alfaguara a propósito del centenario del autor de Coronación, y que reúne 30 años de misivas.
“Fuentes conoció a Donoso en su adolescencia compartida en el colegio The Grange. Donoso era unos años mayor y como suele ocurrir con los mayores no reparó en Fuentes sino hasta casi veinte años después cuando se reencontraron en el congreso de Concepción de 1962, que es donde empieza también su correspondencia. Una de las singularidades de su amistad es que se escribieron más que cuanto se vieron en persona. Es lo que hace tan significativa su Correspondencia”, señalan ambos editores a Culto.
“Donoso y Fuentes tenían la manía de coleccionarse a sí mismos, y en la preservación de sus archivos hay sin duda la convicción de que cuanto decían en sus cartas era importante para entender no sólo sus vidas sino su literatura y el tiempo extraordinario que vivieron. Y quizás, también, para entenderse ellos mismos”, agregan.
Respecto a algunos momentos destacados del volumen, los editores aseguran: “La descripción en tiempo real de momentos culminantes de las vidas y obras de ambos es memorable: la aparición y discusión de Aura, Artemio Cruz, El lugar sin límites, El obsceno pájaro. En ese insoslayable libro que es la Historia personal del Boom, como el mismo Donoso decía, Fuentes es protagonista. Esta Correspondencia es la perfecta media naranja de ese libro, la historia interpersonal del Boom que da todas las coordenadas de dónde estaba (y dónde no estaba) Donoso en esos años”.
García-Huidobro y Wong se animan a defnir cómo era el vínculo entre ambos: “Quizás con algunos símiles. En la década de los sesenta eran Tom Sawyer Fuentes y Huckleberry Finn Donoso, Don Quijote Fuentes y Sancho Donoso, realmente dos camaradas de aventuras y en armas que, con grandes diferencias, mantuvieron una amistad personal y una alianza de intereses comunes. En el marco del Boom es uno de esos duetos a medio camino de la relación armoniosa de Borges y Bioy y la tormentosa de García Márquez y Vargas Llosa. Fuentes era transparente en cuanto quiso mucho sin sombra a Donoso; Donoso ciertamente quiso y odió tanto a Fuentes como sólo quiso y odió a los personas más cercanas e importantes para él: su esposa e hija”.
Voces de escritores
El 24 de agosto de 1952, Donoso le cuenta a Fuentes sobre una novela en la que estaba trabajando, y que sería El obsceno pájaro de la noche y la posibilidad de publicarla en México. Ya por entonces se veía algo abrumado por la colosal narrativa: “Me está costando mucho hacer esto, tiene algunos set pieces -de nuevo: lo siento porque no están muy de moda- y escasos personajes. Es todo visto desde afuera. Paralelos posibles: Poe, Isak Dinesen, Calvino, algo de Hesse, tal vez Borges aunque extremadamente distinto a todos ellos. Es un tema que a mí me apasiona, y naturalmente publicar esto en Chile, donde por el momento la gente no concibe la publicación de algo que no sea de un realismo cotidiano, como un interior de Vuillard, sería tirarlo al cesto de papelería, desperdiciarlo”.
El 31 de marzo de 1964, Fuentes animó a Donoso para que siguiera adelante con la escritura de la colosal novela, que estaba complicando sobremanera a su autor. Tanto así que en 1969, José Donoso sufrió una dolorosa hemorragia de úlcera que lo obligó a internarse y recibir altas dosis de morfina. “Tengo una seguridad absoluta en tí, Pepe, y sé tan bien que El obsceno pájaro será una gran novela; me basta recordar tus dos cuartillas de resumen y sé que el ‘how’ es lo más difícil; pero exige su dolor, su paciencia, para encontrar el punto inviolable. Arrieros somos y el camino andamos”.
Otro de los libros que Donoso le menciona es Casa de Campo, lo hace el 28 de enero de 1974, ya residiendo en Calaceite, España. “Mi nueva novela es grandiosa: se llama Casa de Campo y es una fábula romántica basada en el famoso ‘La marquesa salió a las cinco’ de Breton. Los personajes principales son treinta y cinco primos hermanos que pasan el verano en una casa de campo, con un parque encerrado con lanzas, y cuando los padres deciden hacer un paseo no regresan nunca más...Estoy como en la página cuatrocientos y tendrá me imagino seiscientas: eso es, del first draft”. En la carta le agrega que, por entonces, pasaba buenos tiempos en España. “Estoy feliz. Casi no me muevo de Calaceite. Aunque añoramos la civilización y pensamos, siempre, en un sitio definitivo donde instalarnos. ¿Barcelona?, ¿Sitges?, ¿México?, ¿Buenos Aires?, ¿Roma? No sabemos, pero tenemos que comenzar a pensar porque la hija ya va echando de menos raíces, amistades, parientes, etc”.
También las novelas de Carlos Fuentes aparecen en el baile. Donoso le comentó La muerte de Artemio Cruz, y el 8 de septiembre de 1963, el mexicano le agradeció desde Viena: “Me llegó tu carta, que tanto te agradezco, sobre todo por tus comentarios tan lúdicos -y para mí tan útiles sobre Artemio. Tu carta me permite adquirir una perspectiva sobre este libro y ver más claramente sus defectos, que son mis defectos. Ya sentía, en muchos puntos, lo mismo que tú”. ¿Y qué le había dicho Donoso? El 25 de agosto de 1963, en Santiago, le escribió: “Leído y gustado -no enteramente gustado, pero gustado. Me gusta la oscilación de las conciencias, la energía como una granada que estallara pulverizándose en mil sentidos y matando en mil sentidos- pero hacia el final, sobre todo hacia el final, siento que la cosa sigue siendo una granada”.
Ambos también hablan de otros escritores. El 9 de enero de 1969, Donoso le comenta a Fuentes desde Fort Collins, Estados Unidos de un encuentro que tuvo con Gabriel García Márquez: “Estuve con Gabo, sonriente, triunfante, delicioso, irreal, edificándose una casa en Barranquilla por telégrafo según entendí, un casa que no piensa jamás habitar, y tratando de impedir que erijan una estatua suya en la Plaza de Armas de Bogotá -Gabo no es materia escultórica, diría yo, ya que sería imposible ponerle calcetines blancos a una estatua, pero bien podrían hacer de él un gran mural, por ejemplo, donde sus dientes blancos podrían ser dientes verdaderos y sus calcetines tejidos a mano por alguna admiradora”.
El 10 de agosto de 1967, Fuentes le dice a Donoso: “¿Ya leíste Cien años de soledad?, ¿No te parece una obra maestra? Yo sentí que estaba leyendo algo así como nuestro Quijote”. Y en la misma misiva, le contó una particular anécdota con Pablo Neruda. “Neruda me contó que ‘un escritor sudamericano’ (no quiso revelar su nombre) le había dicho que Este domingo era una obra frívola, de una grosería gratuita. Le contesté que era la única novela chilena que, a través del disfraz, me hacía entender las verdaderas relaciones de clase en Chile. ¡Joder! Pablo arde en deseos de leerte y te quiere y admira mucho”.
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