Iván Hochman, escritor y actor: “Hoy es casi imposible irse a vivir solo en Argentina. Puede ser una hazaña”
Conocido por haber interpretado a Fito Páez en la serie El amor después del amor, debuta en la narrativa con su novela Por qué te vas (Alfaguara). Escrita en fragmentos, se trata de un joven que se va de la casa de sus padres y todo el aprendizaje que tiene. Es una historia sobre volverse adulto. En charla con Culto habló del libro, de cómo se ha vuelto difícil arrendar en Argentina para los jóvenes, y de su rol en la mencionada serie.
Fue en un taller literario junto a la escritora chilena Cynthia Rimsky que el joven actor Iván Hochman comenzó a darle forma a un proyecto narrativo que tenía en mente. “En ese momento estaba deseando irme de la casa de mis padres y aunque no quería escribir sobre ese tema los textos aparecían teñidos por un aura de despedida. El tema se impuso y el texto encontró de manera orgánica su pequeño universo”, comenta a Culto. En el taller logró darle una forma, y a través de fragmentos, Hochman dio vida a su primera novela, Por qué te vas.
Publicada originalmente en 2020 con la editorial independiente Milena Caserola, acaba de ser reeditada por Alfaguara, sello que la trae a nuestro país. En sus páginas, cuenta la historia de Milo, un joven que busca irse de la casa de sus padres y las peripecias por las que pasa, todo contado a través de fragmentos.
“Desde el principio, junto a Rimsky nos propusimos tomar decisiones sobre la forma de la novela para que hubiera una apuesta fuerte, no solo del tema, no solo del aspecto lingüístico, si no también un vínculo intrínseco en la estructura total del texto -comenta Hochman-. Así, aparecieron al principio esos objetos que ocultaban recuerdos, objetos-recuerdos que cuentan la historia de Milo desde que es niño hasta que se hace adulto. Son recuerdos que quedaron grabados, generalmente por estar cargados de emociones fuertes como vergüenza, humillación, exposición, ternura, sensualidad, asombro; conjunto de emociones que suelen acompañar con frecuencia la horripilante etapa de la adolescencia”.
“Después empecé a preguntarme: ¿de qué otras formas se podría contar esta historia? Y así aparecieron las visitas a departamentos en alquiler (odisea necesaria para quien quiera mudarse solo) y las entrevistas a amigos que ya se mudaron, o que quieren mudarse y no pueden, o que jamás se mudarían. Una vez desarrolladas esas tres líneas narrativas, empecé a construir el hilo secreto que las ata, y es la historia de Milo despidiéndose de la casa de sus padres. La escena final, con la caminata por la playa, fue en realidad lo primero que escribí”.
La novela está escrita como a trozos, fragmentos. ¿Por qué te interesa ese formato?
Me interesaba trabajar con la idea del collage, para contar una historia que en principio es muy simple pero construida con diferentes texturas y materialidades. Se fue armando una especie de mapa polifónico, porque no solo tenemos la voz de Milo, el protagonista; vamos escuchando y conociendo otros personajes de su generación, como sus amigos, y de otras generaciones, como los padres o los Ricardos. Por otro lado, con muchos años de oficio en las artes escénicas sintiendo las reacciones del público en la inmediatez, pienso mucho en la experiencia de lectura que va a tener el lector. Quería que el texto fuera de lectura vertiginosa y placentera, como la vida cuando se pone buena, como una aventura, que fuera un texto divertido y que a la vez construyera un ritmo que entre el humor trajera identificación y por lo tanto que pudiera conmover.
También hay un uso de otros recursos, de listados donde el narrador va anotando ideas. ¿Qué te llama la atención de ese recurso?
Me interesa de las listas que es una forma de escritura profana. Me interesa mucho lo profano, todo aquello que se hace un lugar en la vida y no rinde culto a los estándares elitistas y sagrados de lo “bien hecho”, de la “buena escritura”; cuando eso pasa, la cosa se pone solemne. La solemnidad es rigidez. Y la rigidez es muerte. Por otro lado, soy una persona muy ordenada, organizo mi vida haciendo listas así que este recurso ingresó de manera orgánica a la novela. Cuando Milo tiene la oportunidad de vivir solo cuidando la casa de un amigo durante unos días. la única herramienta a la que puede agarrarse es a la escritura de listas.
¿Cuánto de ti tiene Milo?, ¿hay algo de autoficcional?
Algo, todo y nada.
¿Es complejo irse de la casa siendo joven en la Argentina actual?, ¿son accesibles los alquileres para alguien joven?
No es complejo, es casi imposible. Irse a vivir solo puede ser una hazaña. A veces terminamos trabajando solo para pagar el alquiler. El resto es lujo. En los últimos años se puso cada vez más difícil. Los alquileres están cada vez más altos y en el último tiempo se dolarizaron. En la ciudad de Buenos Aires hay muchos departamentos vacíos y mucha gente que especula con los precios. Otro gran problema es la centralización de gran parte de las actividades del país en Buenos Aires. Si se pudiera llevar a cabo un verdadero proceso de federalización, las cosas serían distintas. Este es un país generoso, amplio, diverso, rico y fértil, con muchísimas posibilidades para seguir creciendo. No todo tiene que pasar en CABA.
¿Dirías que es una novela sobre el convertirse en adulto?
Sí, me parece un buen acercamiento. ¿A vos te disparó esa idea?...
Sí, al menos eso me pareció al leerla..
Si es así, está bien. Me gusta que cada lector haga su viaje. He tenido lectores de 11 años a lxs que les encantó y también lectores de 89 años, como mi abuelo Arnoldo, que la empezó a leer en el baño y no se levantó hasta que la terminó.
Para conocerte un poco más como escritor y sobre todo como lector. ¿Cuáles son tus intereses literarios?, ¿tus infaltables en la biblioteca?
Me gustan mucho las novelas que juegan con los límites del lenguaje, que proponen experiencias no solo narrativas si no también lingüísticas: el abismo al que nos asoma Saer en Glosa, el torrente escatológico de Las Primas de Venturini, el psicotismo adorable de Eisejuaz de Sara Gallardo. Me conmueven los cuentos de Jamel Brinkley, las aventuras de Lucía Berlin, el universo de Claire Keegan, la versatilidad, honestidad y genio de Amy Fusselman (Ocho e Idiófono son dos de mis novelas preferidas). La obra de Alejandro Zambra me parece preciosa, la leí entera y fue muy importante para construir Por qué te vas. Me gusta leer ensayos, amo Una guía sobre el arte de perderse de Solnit y ahora estoy con Realismo Capitalista de Mark Fisher.
Más en la adolescencia adoré Cien años de soledad, Los detectives salvajes, todo lo que escribió Baricco (excepto Seda, que no me gusta; mis preferidas son Océano Mar, La Esposa joven, Mr. Gwyn y City). Nunca me reí tanto como leyendo Cartero de Bukowski. Y empecé a leer solo con Harry Potter, a los 5 años. Empecé a tener pesadillas con Voldemort. Empecé a soñar.
Mi nombre es Fito
Decíamos que además de escritor, Hochman es actor, y como tal protagonizó la recordada serie de Netflix El amor después del amor (2023), donde encarnó nada menos que a Fito Páez. La producción fue un éxito y le permitió a Hochman tener cierta visibilidad. “Fue la oportunidad de ser por un rato una estrella de rock, un sueño. Nunca me divertí tanto. Además, representar la vida y obra de Fito Páez, asumir con todo mi amor y entrega esa responsabilidad, fue importante; la gente lo adora y vio reflejada su propia historia en la de Fito. Me vinculan a Fito, y entonces a su propia historia, y ese cariño y agradecimiento circula y se multiplica, es muy raro y hermoso. Ese vínculo con gente de todos lados es algo que persiste y a lo que estoy muy agradecido”.
¿Cómo fue la experiencia de convertirte en Fito?
Fue un viaje. Una inmersión muy intensa que duró muchos meses, casi dos años de trabajo en los que estudié, leí, escuché, observé, puse el cuerpo, abandoné otros proyectos, me enfoqué y permanecí en el trabajo para poder dar lo mejor de mí. No hay diferencia a cómo lo hago en otros proyectos, siempre intento estar al máximo.
¿Cuál fue tu escena favorita de la serie y por qué?
Filmamos 118 jornadas durante 7 meses en diferentes lugares de Argentina y Colombia. Recreamos más de 20 shows, dimos vida a más de 30 artistas reconocidos del rock nacional, yo como Fito atravesé todas las emociones, de la alegría máxima y más infantil hasta el dolor más irreparable. Fue una de las experiencias más intensas de mi vida (hasta ahora). Sería imposible elegir una sola escena. Pero para no dejarte sin una respuesta, puedo decir que el plano secuencia del capítulo 4 en el Luna Park fue una fiesta: nunca vi a tanta gente tan enfocada, concentrada y dándolo todo de manera colectiva para que algo saliera bien. Además de que fue divertidísimo hacerlo, estoy muy orgulloso de nosotros.
¿Ha cambiado tu vida el haber sido parte de la serie?
Sí, yo creo que hay varios eventos que transformaron fatalmente mi vida: parejas, encuentros inesperados, trabajos, proyectos, viajes, estudios, lecturas, palabras justas en el momento justo. “El amor después del amor” es uno de ellos y estoy muy agradecido por eso. Me conmueve pensar que en parte sigo siendo el mismo y en parte ya no existo, estoy siempre cambiando y aprendiendo. Soy una persona a la que le gusta transformarse y dejarse transformar. “Cambiar para sentirse vivo”, canta Fito en Tres Agujas, está bueno, ¿no?
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