Reseña de libros: de Claudio Bertoni a Jimena Tello

Claudio Bertoni wsp
El poeta Claudio Bertoni. Foto: Dedvi Missene.

Irremediable, una breve antología que recoge la obra esencial del poeta de Concón, con fotografías de Julia Toro; una novela de Cristian Geisse que explora en los procesos y el deterioro mental, y un bello y luminoso libro ilustrado de Jimena Tello en las lecturas de la semana.


Irremediable

Irremediable, de Claudio Bertoni. Selección de Milagros Abalo (FCE)

Transparente, coloquial, de una engañosa sencillez y a menudo asaltada por el humor, la poesía de Claudio Bertoni encierra misterios. Con una trayectoria que atraviesa medio siglo, su voz ya nos resulta conocida y cercana y, sin embargo, siempre logra sorprender, provocar una sonrisa o conmover al lector. Bertoni es un poeta que vaga y divaga, sea en las playas de Concón, entre las calles de Londres o Santiago o en sus cuadernos, sin salir de su refugio. Editada y seleccionada por la poeta Milagros Abalo, esta antología breve ofrece una muestra esencial y bastante representativa de su obra. Abre con un poema ya clásico de su primer libro, que tiene uno de los grandes títulos de la poesía: El cansador intrabajable. El poema se titula Mi madre y yo: “Llevamos una vida/ perfectamente triste/ y tranquila.// Yo voy de compras/ ella cocina/ y yo lavo las ollas.// Vemos televisión/ desde las dos de la tarde/ hasta la una de la madrugada”, dicen los primeros versos del texto que recoge cierta melancolía beat. El recorrido abarca algunos de sus títulos más conocidos, donde suelen expresarse los temas frecuentes de su obra: el erotismo, la ternura, la pérdida, cierto misticismo personal, el jazz y la pregunta por la muerte. “Sentado al borde o a la orilla/ con las rodillas juntas/ y los pies separados, de un sillón/ de una silla/ de un banco de mimbre o de piedra o de madera./ Así es como vivo/ así es como he pasado 40 o los primeros 40 años de mi vida,/ con el cuaderno este sobre las rodillas escribiendo”, anota en uno de sus poemas de Ni yo. El mismo libro recoge uno de sus hits: “me gustaría ser un nido si fueras un pajarito/ me gustaría ser bufanda si fueras un cuello y tuvieras frío/ si fueras música yo sería un oído/ si fueras agua yo sería un vaso/ si fueras ojo yo sería un calcetín/ si fueras mar yo sería una playa/ y si fueras todavía el mar yo sería un pez/ y nadaría por ti”. La edición incorpora sugerentes fotografías en blanco y negro de Julia Toro, que refuerzan la naturaleza evocadora, juguetona y erótica de la poesía de Bertoni.

Cristian Geisse

Tu Enfermedad será mi Maestro, de Cristian Geisse (Random House)

Entre los consejos que el místico armenio George Gurdjieff dio a su hija, se encuentra este: “Que tu enfermedad sea tu maestro”. El narrador de esta novela piensa en esas palabras cuando ve a su madre encorvada, el pelo gris y afectada de Alzheimer. Ella tiene 75 años, acaba de caerse y fracturarse una muñeca, y padece un severo deterioro mental. En ese estado, y mientras olvidaba el nombre de sus hijos y no recordaba que sus hermanos ya estaban muertos, comenzó a revelar una autoestima lastimada. “Yo me di cuenta que sus actitudes estaban también en mí. Eran la base de su personalidad a la defensiva: baja autoestima, amargura y quejumbre. Entendí que debía trabajarlas en mí mismo. Dejar de compadecerme, de reclamar,. establecer lazos sociales. Su enfermedad debía ser mi maestro”, dice el narrador protagonista. Novela que atraviesa géneros y donde se encuentran la narración íntima y la reflexión en torno a la ciencia y el cerebro, el libro explora en los misterios en torno a la mente y sus procesos, desde las alucinaciones a la naturaleza de la conciencia y el olvido. Escritor, al protagonista le interesa unir ciencia y literatura, y partir de experiencias de familiares y conocidos en torno a sueños y alucinaciones, habla extensamente de las investigaciones de Oliver Sacks en torno a los alucinógenos, también de Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda, y del antropólogo canadiense Jeremy Narby en su búsqueda de la ayahuasca en Perú. Compara el trabajo de los tres y reflexiona: “Escribir expande mi conciencia”. Si bien aquellos pasajes revisten indudable interés, los mejores momentos de esta novela son aquellos más íntimos, donde el narrador habla de su madre, de su historia y de los implacables síntomas de deterioro, y donde afloran también las emociones, desde la rabia a la ternura y el amor. Momentos donde mira a la cara a la enfermedad y, desde luego, mira también la muerte.

Cuac!

¡Cuac!, de Jimena Tello (Claraboya)

Creció leyendo historietas. Jimena Tello nació en Buenos Aires y a los cuatro años se trasladó con su familia a Francia, donde se formó. Estudió diseño en la Escuela Superior Estienne y más tarde ilustración en la Escuela Superior de Artes Decorativas de Estrasburgo. De niña solía leer los libros ilustrados de Jean-Jacques Sempé, y Tintín se convirtió en uno de sus héroes. La influencia de la historieta europea, de líneas claras y sencillas y humor a veces surrealista, puede advertirse en sus ilustraciones, a menudo protagonizadas por personajes entrañables y que en ocasiones resultan extraños o no encajan del todo en su entorno. Eso es lo que pasa en parte con Arturo, el protagonista de esta historia. Arturo ama la lectura y las películas clásicas, en especial las de Chaplin y de Hitchcock; trabaja en la cineteca local y es un poco despistado: cada mañana se demora en encontrar sus lentes. El amor por las películas clásicas lo heredó de su abuelo, con quien solía ir al cine los domingos por la tarde y luego comer un bocadillo a la orilla del río que atraviesa la ciudad. Entonces se quedaban horas mirando a las familias de patos que vivían allí. Ahora, cada mañana camino a la cineteca, Arturo se detiene en la panadería de Mora y compra dos medialunas. En su trabajo se queda pensando en ella y en lo lindo que sería desayunar juntos. Vuelve a casa por la noche, se da un baño de tina, lee y se duerme. Lo que no sabe es que el pato de hule con que se baña no es de hule, y que el plumón que lo cubre por las noches en realidad es una familia de patitos tibios y amarillos. Tampoco entiende por qué el pan le dura tan poco. Pero eso le da motivos para volver cada mañana a la panadería de Mora. Hasta que un día decide invitarla a cenar en su casa y ¡cuac! se llevarán una sorpresa. Una historia divertida y encantadora, ligeramente surrealista, salpicada de ternura y rica en referencias y resonancias. Visualmente, un libro bello, luminoso, de líneas y formas amables, colores suaves, ambientes cálidos y escenas armoniosamente compuestas, pero detalles sorpresivos y chispazos de humor.

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