El día en que Antonio Skármeta debió vender su sangre por 15 dólares
Ocurrió cuando el fallecido escritor residía en Nueva York, en sus años de juventud. Por entonces vivía en condiciones precarias y debía ingeniárselas para juntar algunos pesos. Así recurrió a una curiosa solución.
El fallecido escritor Antonio Skármeta fue un trotamundos. Vivió durante su infancia en Buenos Aires (donde trabajó repartiendo fruta para ayudar a su familia) y tras el golpe de estado de 1973, partió al autoexilio en Alemania, donde residió durante algunos años.
Cuando abandonó el país, lo hizo junto a otro célebre artista chileno, el cineasta Raúl Ruiz, con quien salió en el mismo vuelo. “Raúl (Ruiz) vino también a Alemania, pero estuvo como un mes allí, también tanteando la posibilidad de colaborar con Peter Lingenthal. Después la atracción que sentía por Francia era enorme”, dijo en charla con el programa Mentiras Verdaderas, de La Red.
Pero pocos saben que el célebre escritor además vivió unas temporadas en Estados Unidos. Fue en su juventud. En 1964 obtuvo una beca Fulbright para estudiar una maestría en la Universidad de Columbia, Nueva York, cuya tesis versó sobre la narrativa del argentino Julio Cortázar.
“Fue una experiencia muy fuerte que la he retratado también en algunos de mis cuentos”, contó en el mismo programa televisivo. “Vivía en condiciones muy pobres”.
Por ello, es que el escritor tuvo que buscar alternativas para generar recursos. “Llegó un momento en que me vi contra las cuerdas y tuve que ir a vender sangre”, aseguró, ante la evidente sorpresa del entrevistador, Ignacio Franzani.
“(Fui) a vender sangre a un hospital, que te pagaban...creo que eran 15 dólares. Te sacaban un buen chorro”, rememoró.
Aquel acontecimiento también funcionó de disparador creativo. “Esa es la materia del cuento que se llama A las arenas y lo increíble es que ese lamento latinoamericano -dijo Skármeta en la misma entrevista-. Te sientes un latinoamericano en New York, que quieres vivir en New York, que quieres ver todas las obras de teatro, quieres que te publiquen un cuento en una revista norteamericana, pero al mismo tiempo eres tan latino, que cuando conseguí un poco de plata por vender sangre invité a un amigo que estaba en las mismas y nos fuimos a comer a un restorán. Nos gastamos la mitad de la plata en una noche”.
Según Skármeta, años después, cuando ya era un escritor de éxito y que era invitado a viajar a Estados Unidos en mejores condiciones, recordaba aquel momento. “Puede haber sido muy malo para la vida, pero muy bueno para la literatura haber llegado tan al fondo y desde ese barro buscar la luz, tener esas experiencia contrastadas y muy bueno para generar una literatura con raíces, con fuerza, con imaginación y comunicativa”.
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