La vegetariana: las huellas de la obra maestra de Han Kang

Han Kang wsp
La vegetariana: las huellas de la obra maestra de Han Kang

La novela más relumbrante de la Premio Nobel de Literatura 2024 está de vuelta en las librerías nacionales, siendo una gran oportunidad para aproximarse a la obra de la surcoreana. Galardonada con el Booker Prize, a decir de los entendidos es una narrativa dolorosa, pero bella. Acá, desciframos sus claves junto a un grupo de especialistas.


Fue un precioso verso del poeta surcoreano de inicios del siglo XX, Yi Sang, el que hizo brillar una idea en la fibra creativa de Han Kang. Mientras estaba en la universidad, leyó: “Creo que las personas han de ser plantas”. Eso se juntó con una idea que le venía rondando desde antes.

Un día estaba revisando unos papeles y encontré una nota mía que decía: ‘Que triste que el hombre tenga que comer carne’ -contó la autora en charla con WMagazin en 2017-. Me parecía que era un acto violento que nos remitía a nuestra condición más animal. Luego, en la universidad, leí el verso de Yi Sang. La verdad es que en 1997, 10 años antes de La vegetariana, había escrito un relato sobre una mujer que se convierte en planta. Ahí encajaron las piezas para crear esta novela”.

Así, en 2007 Han Kang publicó su tercera novela, La vegetariana. Se trata de la historia de una mujer, Yeonghye, quien de un día para otro, y para desconcierto de su marido, bota todos los productos en base a carne que habían en el refrigerador y comienza a practicar una dieta estrictamente vegetariana. En rigor, vegana, porque también se deshace de los huevos. Su marido le pregunta por los motivos, y ella le responde que todo se debe a unos sueños brutales y sanguinarios que la atormentan.

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El esposo no la entiende, trata de buscar una explicación, pero al no acostumbrarse a la dieta, contacta a la familia de su esposa, quienes desconcertados organizan una reunión. Yeonghye es recriminada por sus padres y su hermana para que vuelva a comer carne, incluso su padre la obliga violentamente. Pero ella se resiste en firme.

Ese desajuste entre los deseos de Yeonghye con los de su círculo es uno de los hilos de la novela. Así lo explicó la misma Han Kang años más tarde. “Cuento la historia de incomprensión de una mujer que busca escapar de su actual condición humana para ser mejor humano. La pregunta que quise formular no trata sobre la historia de una desquiciada que no come carne, la pregunta fundamental es qué es el ser humano y por qué anida la violencia en él”.

Escrita en tres partes, con tres narradores diferentes (el marido, el cuñado, y la hermana de Yeonghye) la novela va avanzando hasta que vemos a la mujer convertirse en una planta. Entre medio, hay violencia, locura, deseo, engaño. Todo con una escritura ágil que atrapa desde el primer momento. Es una novela sólida, y que en 2016, ya traducida al inglés, obtuvo merecidamente el Man Booker International Prize. Pocos años antes, en 2012, se publicó en castellano con la traducción de la surcoreana Sunme Yoon. Hoy, La vegetariana está nuevamente disponible en las librerías nacionales vía Random House.

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Claves de una repercusión

Como sabemos, Han Kang es la flamante Premio Nobel de Literatura 2024. La Academia Sueca la reconoció “por su intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”. Y La Vegetariana es acaso su obra más insigne. ¿Por qué ha tenido tanta repercusión? Contactado por Culto, el escritor nacional Arturo Fontaine responde: “Porque, en el fondo, es una novela que condena la violencia de los seres humanos. Ella ve que los seres humanos como lo que somos, animales violentos. Y somos así porque así son los animales. No hay lugar para la esperanza. Eso no va a cambiar. Así estamos constituidos. Lo único que ella puede hacer es aspirar a convertirse en árbol, en planta”.

“‘Yo ya no soy un animal—dijo Yeonghye muy bajito, escrutando la habitación vacía, como si estuviera revelando un importante secreto—. Ya no necesito comer. Puedo vivir sin alimentarme. Me basta con el sol’. Los médicos y su hermana usan todos los medios para alimentarla. Pero ella, apenas recupera su voluntad, deja de comer. Dice hacia el final: ‘¿Y por qué no puedo morirme?’. Hay aquí una invitación a dejar la vida. Se da, es cierto, al interior de un cuadro psicótico. El comportamiento de Yeonghye causa extrañeza y espanto, pero, a la vez, conmueve. Contra lo que uno esperaría, de alguna manera ella encarna algo que nos interpela”.

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La periodista y agente literaria Vivian Lavín, conductora del programa Vuelan las plumas de la radio Universidad de Chile, conoce muy bien la obra de la surcoreana, a quien entrevistó en 2022. “La vegetariana es una obra que cuestiona ‘la violencia y la salvación, y sobre la posibilidad de la inocencia y la belleza’, según cuenta su autora. Como también, y es de suponer, el lugar que ocupa la mujer en una de las ocho economías más dinámicas del planeta. Porque a pesar de la investigación tecnológica de frontera que tiene a Corea situado a varios años en el futuro, la mujer sigue siendo concebida como hace siglos: un elemento decorativo, una madre o, en el mejor de los casos, una fuerza de trabajo silenciosa. Así, no es la protagonista la que cuenta su historia, sino que son los otros, quienes la observan y describen como un sujeto de deseo, compasión e incomprensión, aunque también puede decirse que se trata de una novela sobre la relación de dos hermanas”.

El libro pareciera ser la continuación del cuento escrito por la autora en el año 1997 llamado El fruto de mi mujer y que narra la historia de una mujer que se va transformando en un vegetal en el balcón de su casa. Pero esta vez fue más radical. Y eso queda desde la primeras líneas que abren el libro y que corresponden a las de su marido: ‘Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez’. Una frase demoledora que muestra el desprecio por su mujer, por lo ramplona y simple, pero confiesa que era justamente lo que estaba buscando al tomarla como esposa: una mujer fácil que lo atendiera y no se quejara de la vida que le tocaría…hasta que decidió hacerse vegetariana”.

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Hang Kang (derecha) junto a su traductora al inglés, recibiendo el Booker Prize.

Quizás la persona más indicada para hablar de La vegetariana es su traductora al castellano, la surcoreana Sunme Yoon. Desde su hogar en Seúl, contesta en un pulido castellano a Culto, con marcado acento porteño pues pasó su infancia y juventud en Buenos Aires. “Es una novela inquietante, dolorosa, y me parece muy original y acertada la manera de contar la historia. Duele leerla, pero agarras el libro y no lo puedes dejar sino hasta el final. Es una historia que te deja un sabor amargo, pero a la vez hermoso, es como cuando te asomas a un precipicio y miras abajo, sabes que no debes acercarte mucho, pero no puedes quitar la vista. Es algo así”.

La vegetariana gusta mucho al público femenino, a las mujeres. Yo creo que solo las mujeres podemos entender en toda su profundidad esta novela. Por experiencia, la he oído comentar a muchos hombres -no solo coreanos, también de otros países- y simplemente dicen que es la historia de una desquiciada mental, pero eso nunca lo he oído de una lectora. Hay un feminismo latente en la novela, y además muy precursor porque La vegetariana se publicó en Argentina en 2012, y al año siguiente Han Kang fue a la Feria del Libro de Buenos Aires, el público ya la había leído entonces dio la charla a sala llena, y a la vuelta a Corea me buscó para conocerme y me dijo: ‘El público del otro lado del mundo entendió mejor mi obra que el público coreano’”.

“Es una novela que fue descubierta por el lector de fuera de Corea. El tema que más atrae es el feminismo latente, muy sutil, del patriarcado ‘bueno’, ese que te dice ‘hazlo por ti, por nosotros, por tu bien y el de todos’. ¿Cuántas veces las mujeres tenemos que sacrificar nuestros sueños y agachar la cabeza por el bien de la familia, por llevarnos bien con los padres, el marido o los hijos? En cambio, Yeonghye llega hasta las últimas consecuencias lo que ella considera que debe hacer. Ella rechaza la violencia de su entorno, pero esa misma violencia la encuentra en sí misma y quiere convertirse en otro tipo de ser vivo, un ser vegetal, que son los únicos seres vivos que no dañan. Es una historia muy bella y muy desgarradora”.

South Korean author Han Kang, the winner of the 2024 Nobel Prize in Literature, attends a press conference, in Seoul
South Korean author Han Kang, the winner of the 2024 Nobel Prize in Literature, attends a press conference, in Seoul, South Korea, in this photo taken on November 14, 2023. Yonhap via REUTERS THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. NO RESALES. NO ARCHIVES. SOUTH KOREA OUT. NO COMMERCIAL OR EDITORIAL SALES IN SOUTH KOREA.

Vivian Lavín agrega un dato sobre cómo Sunme Yoon decidió traducir la novela. “Cuenta que se sintió herida con la reacción que despertó en la crítica especializada de su país La vegetariana, cuando fue publicada en el año 2007. Una novela perturbadora para una escena literaria dominada por hombres de la vieja escuela inmersos en una muy sociedad conservadora en lo social, aunque liberal en lo económico. Sunme Yoon no podía creer lo que decían o, peor, la manera cómo otros, ignoraban de manera olímpica, la escritura de la novelista Han Kang. Silencio o rechazo para una historia que tenía como protagonista a una mujer que se salía del tradicional molde que le tenían reservado. El silencio por el que opta la protagonista es tan radical como su decisión de convertirse en un vegetal y Sunme Yoon se sintió violentada por el hecho de que su país no le diera la importancia a un libro que es mucho más que la historia de una mujer que se vuelve vegetariana”.

Sobre la escritura y el estilo de la novela, Arturo Fontaine reflexiona: “Me enganchó de inmediato. La leí cuando ganó el Brooker Prize del 2016, y me la leí de dos sentadas. Hay algo muy humano en ella. La suya es una opción ética chocante, subversiva, y alienada, pero ética, al fin. Todo esto se narra en una prosa tersa y precisa, sin adornos ‘poéticos’. Pese a que Han Kang comenzó publicando poesía. La trama está muy bien urdida. Captura desde el primer momento. La novelista ha construido un personaje y una situación de veras inusual”.

“Una escritura contundente”

Volvamos a Sunme Yoon. Es hora de saber cómo fue el proceso de traducción de esta novela, escrita de manera bastante llana y accesible, pero con muchas capas de lectura y profundidad. “No tuve grandes dificultades para traducir la novela. Como la describieron en la Academia Sueca, Han Kang tiene una escritura muy poética, aunque en La vegetariana no llega al grado de poeticidad de otras de sus novelas, como La clase de griego o de su última novela que sale en diciembre, Imposible decir adiós, pero hay descripciones muy simbólicas de sueños, o hay una parte en que a la protagonista la pintan, esa descripción es hermosa”.

Yo creo que más que escritura poética, la de La vegetariana es una escritura contundente, que deja muchos vacíos de sentido, intencionados, para que el lector vaya completando a medida que lee. Es una escritura que te da poca información, pero que te da todas las pistas para que el lector entienda más allá de lo que se dice. Por eso, pese a que no se escucha a la protagonista en ningún momento, salvo a través de sueños -que es un lenguaje simbólico- el lector puede sentir lo que siente ella”.

Han Kang

Como se comentaba más arriba, Sunme Yoon tradujo la novela y después Han Kang la conoció, por lo que a diferencia de lo que sucede habitualmente en las traducciones, la autora no participó mayormente en el proceso. “En este caso, no hizo falta -dice Sunme Yoon-. Cuando una novela está bien escrita, tiene un mundo consumado, perfecto en sí mismo, sin grietas, entonces no hace falta consultar al autor. Yo no conocí a Han Kang cuando traduje la novela y no sentí necesidad de conocerla. Fue ella la que me buscó y a partir de ahí traduje todas sus novelas al castellano. Es un gran orgullo, fui muy afortunada, y es un gran trabajo también”.

Considerando sus novelas más poéticas, como La clase de griego o Imposible decir adiós, traducir a Han Kang es difícil, no es fácil, hay que buscar mucho las palabras exactas, tienes que trasladar la atmósfera poética a otras palabras. Además de la primera traducción, le dedico mucho tiempo -el doble incluso- a revisarla y releerla”.

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