Sunme Yoon, la traductora de la Nobel Han Kang: “Para traducirla se requiere un esfuerzo mayor que con otros autores”
Cuando Sunme Yoon leyó por primera vez a Han Kang supo que tenía que traducirla. A un mes de la noticia del Nobel de Literatura, Yoon recomienda cuáles títulos de Kang son imprescindibles para los lectores chilenos y reflexiona sobre la “invisibilizada” labor de los traductores.
Sunme Yoon llegó a los cinco años a Argentina, desde Corea del Sur. Al otro lado de la cordillera realizó sus estudios universitarios de letras, en la Universidad de Buenos Aires y, posteriormente, se fue a España a hacer un doctorado de literatura medieval española. La literatura en castellano colmaba su vida, así que de literatura coreana sabía poco. Sin embargo, todo cambió cuando en 1997 regresó a su país natal y comenzó a hacer clases de español.
“Enseñaba a conversar, me aburría con esas clases”, dice a Culto en una videollamada. Sunme Yoon tiene el día libre esa jornada, así que está en su hogar, que comparte con su esposo surcoreano y sus hijos.
Con todos los estudios de literatura en su currículum, enseñar a conjugar verbos en español no era suficiente. Así que diversificó su carrera. Comenzó a trabajar en la radio internacional de Corea, KBS World Spanish, y de pronto, “alguien me propuso que fuera su traductora”, cuenta.
Hoy esa es su labor principal. Hace un mes, cuando se anunció que la surcoreana Han Kang era la ganadora del Nobel de Literatura 2024, el nombre de Sunme Yoon resonó en los medios de todo el mundo, pero sobre todo en los de habla hispana. ¿La razón? Ella fue la primera responsable de traducir La vegetariana a una lengua occidental: el español (y para tierras argentinas).
Algunos medios transandinos la llamaron “la descubridora de Han Kang”, pero Sunme Yoon dice con seguridad: “A Han Kang la descubrieron los lectores de fuera de Corea”.
No se piensa a sí misma como una descubridora de su compatriota, pero sí ve su papel en la difusión de la obra como un honor. “Cuando traduje a Han Kang, la única traducción que había en otro idioma era el japonés, así que mi traducción fue varios años antes de la traducción inglesa, que ganó el premio Booker Internacional. Tengo el privilegio de tener ese honor, en ser la primera en traducirla a un lenguaje occidental”.
A esa obra llegó de casualidad. “Me gustó hacer ese trabajo y a partir de ahí seguí la traducción. Antes no sabía nada de literatura coreana, yo era como extranjera en esa época en Corea. Ya que estudié letras, quería saber cuáles eran los autores reconocidos y consagrados del país. Leí un artículo sobre escritores jóvenes y prometedores y se mencionaba a Han Kang. Compré los libros del listado y el primero que agarré fue La vegetariana y me encantó. Antes de terminar la primera parte dije: esto lo tengo que traducir”, cuenta con emoción.
Para las esferas literarias de Corea del Sur es una prioridad dar a conocer en el extranjero los libros escritos en coreano. Por lo tanto, se otorgan subsidios de traducción. A través de ese mecanismo, Sunme Yoon tradujo La vegetariana, un libro publicado en 2007 y que en su país de origen no tuvo aceptación. “Era demasiada avanzada para su época”, dice Yoon sobre la novela.
Ese mismo subsidio, además, llevó a Han Kang a la Feria del Libro de Buenos Aires en 2013, donde se presentó en compañía de Bajo la luna, editorial que publicó el texto en Argentina. “Dio la charla a sala llena”.
Gracias al éxito de esa reunión, Han Kang buscó a Sunme Yoon. “No nos conocíamos. Comimos, pasamos la tarde juntas y me contó todas estas expresiones de la feria. Me decía que el público argentino había entendido mejor su obra que el público coreano”, relata la traductora.
—Se alaba la forma de escritura de Han Kang. ¿Cómo hizo para preservar ese estilo al traducir La vegetariana?
Han Kang no es una literatura para leer de un tirón o leer en la playa. Ella, antes de debutar como novelista, debutó como poeta, así que ella tiene una manera de percibir el mundo y de escribir muy poética. Usa mucho el lenguaje figurado, muchas metáforas y simbología, por ejemplo, de sueños. Ella jamás te dice ‘esto es esto’. Eso hace que el lector tenga que hacer un trabajo mental. Ahí quiero destacar no solo mi labor, sino de todos los traductores de Han Kang.
Así como leerla requiere atención y concentración, para traducir a Han Kang se requiere un esfuerzo mucho mayor que cuando traduces a otro autor. El traductor es el lector ideal, el que está más consciente, porque es el que lo entiende todo, que no se le escapa nada. Está presente en la mente del autor y entiende perfectamente por qué la autora escribió de esta manera, y también tiene que entrar dentro de los personajes, en su psicología, para saber por qué se comportan de esta manera.
—¿La labor de los traductores es invisibilizada?
El protagonista es el autor que escribió, de eso no hay ninguna duda, pero, por otro lado, justamente cuanto mejor es una traducción, más tiene que ser más invisible el traductor. Cuando te olvidas de que estás leyendo una traducción y te puedes concentrar en la lectura y la historia, y te parece que estás leyendo en el idioma original, mejor es la traducción.
En el mundo editorial y comercial, en todos lados, sí nos invisibilizan. Las editoriales son las primeras en no dar la importancia al traductor, para ellos la traducción es un gasto, y si se lo pueden ahorrar mejor, les da lo mismo que traduzca cualquiera. Creo que justamente las cosas buenas que va a traer este Nobel para de literatura, para Corea, es que, por un lado, va a haber mucha curiosidad por la literatura coreana en general, el mundo editorial va a querer publicar más obras coreanas, eso es buenísimo, no solo para los traductores, sino para Corea misma. El Nobel también es un espaldarazo para los traductores, tendremos más trabajo, porque van a querer publicar más literatura.
—Hay debate sobre cómo está presente el feminismo en La vegetariana. ¿Cómo lo percibe usted, que conoce tan bien la obra?
El feminismo está en La vegetariana, por eso es que no tuvo mucha repercusión en Corea, porque fue antes del movimiento Me Too y el estallido del feminismo mundial. A la poca gente que la leyó en Corea le cayó mal, por el feminismo. Es un feminismo solapado, no habla de los derechos de la mujer, pero la manera en que está contada… nunca oyes a la protagonista con su propia voz. Hablan los demás, pero ella misma no habla.
Es una novela fuerte no solo para Corea, sino para cualquier lugar del mundo. No tiene nada que ver con dejar de comer carne por amor a los animales, para protegerlos, ni con la moda de vegetarianismo. Es una novela con un feminismo sutil, sordo, que si no te lo dicen, tal vez ni siquiera nos damos cuenta las mujeres.
La protagonista quiere dejar de comer carne para alejar la violencia que está a su alrededor y, también, matar la violencia que siente dentro de ella misma. Hay una pregunta mucho más filosófica y es por qué el ser humano es tan violento y tiene ese germen. ¿Por qué ser planta? Quiere dejar de ser humana, porque las plantas son los únicos seres que no dañan. Y ahí está el heroísmo. Si quieres llamarlo locura, lo llamas locura, pero yo le veo una gran puerta de heroísmo, porque los héroes son consecuentes hasta el final, con lo que sienten y con lo que piensan.
¿Cómo leer a Han Kang desde Chile?
“La vegetariana, con este tema feminista de trasfondo, es para cualquier lector, para cualquier parte del mundo”, reflexiona Sunme Yoon. No obstante, siendo conocedora de los contextos y la historia sociopolítica de Latinoamérica, considera que hay libros de Han Kang que son imprescindibles para un lector del cono sur de nuestro continente.
“Para el lector latinoamericano, en especial para el lector chileno, recomiendo después seguir con Actos Humanos”, dice. Este libro fue publicado al español por Editorial Rata (España) y llegará a Chile gracias Penguin Random House el próximo 5 de diciembre.
Sunme Yoon explica las razones de su recomendación: “Actos Humanos tiene como trasfondo un hecho político e histórico, lo conocen como levantamiento de Gwangju, que es una ciudad del sur de Corea donde nació Han Kang. Ocurrió esto en 1980, en la época de la dictadura. La gente se manifestó y el régimen mandó al Ejército Nacional para reprimir a la ciudadanía, es decir, el ejército de tu propio país, que supuestamente existe para defender a sus ciudadanos, les acribilló a balazos. Murió muchísima gente. La dictadura lo disfrazó diciendo que esos levantamientos no eran genuinos en la ciudadanía, sino que habían sido instigados por Corea del Norte, siempre el enemigo omnipresente. Ahora, en esta época, hay mucha gente mayor y de derecha que piensa de esa manera, es un tema candente en Corea. Mucha gente trata de politizar a Han Kang, por el hecho de haber escrito sobre ese tema, pero no. Este es un hecho que va mucho más allá de la política, habla de por qué el ser humano hace atrocidades contra otro ser humano. No se queda solamente en la denuncia, lo que se pregunta es cuánta gente, sabiendo que puede correr peligro su vida, igual solidarizan con los demás”.
Otro texto clave es Imposible decir adiós, que llega a librerías chilenas el próximo 5 de diciembre, gracias a Random House. Este libro “sigue con el tema de la violencia de Estado. Es sobre otra masacre, que ocurrió en la isla de Jeju. Ahí transcurre una masacre histórica en 1948, en época de la primera presidencia de la República de Corea. Estaba la pugna ideológica entre capitalistas y comunistas. En Corea del Sur abogamos por el capitalismo, la libertad, la democracia, pero este primer gobierno persiguió al comunismo y encabezó una purga anticomunista en la isla y mataron a un montón de personas e inocentes; se diezmó la población en Jeju”, explica Sunme Yoon.
La traductora, además, recomienda Blanco, “un canto a su hermana mayor, que murió a las dos horas de nacer. Más que una novela, es prosa poética, es un homenaje a su hermana que nunca conoció. A través del color blanco, incluso le da vida y la hace recorrer el mundo a través de sus ojos. Una obra preciosa, muy poética”.
Por último, un necesario para la lista de lecturas —y que ya está en librerías chilenas—es La clase de griego, “una novela muy poética, sobre un proefsor de griego que se está quedando ciego, y su relación con su estudiante, una mujer que perdió el habla. Aquí está la figura de Borges resonando en toda la novela”.
“Una gran reflexión sobre la posibilidad o imposibilidad de comunicación a través de lenguaje, de lo sensorial”, dice para cerrar.
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