¿Cómo La Voz de los ‘80 de Los Prisioneros cambió tu vida? 10 testimonios para un álbum memorable
Este 13 de diciembre el álbum debut de Los Prisioneros cumple 40 años. Aquí, figuras de distintos ámbitos, desde animadoras de TV hasta músicos de la escena underground de los 80, relatan cómo fue escuchar por primera vez y en tiempo real un grupo de canciones volcánicas.
Un disco que marcó un antes y un después en la historia de la música chilena. Así es como muchos recuerdan La voz de los ‘80, el álbum debut de Los Prisioneros que, lanzado un 13 de diciembre de 1984, hace 40 años, estremeció al país con canciones que rápidamente se convirtieron en himnos atemporales.
Desde Sexo y Nunca Quedas Mal Con Nadie hasta Latinoamérica es un Pueblo al Sur de Estados Unidos, aquellos tres adolescentes de San Miguel llegaron para revolucionar la escena musical chilena y transformar la vida de miles de personas, tanto de aquellos que vivieron esa época como de los que llegaron después.
A casi cuatro décadas de aquel debut volcánico, Culto conversó con 10 personalidades de distintas áreas que vivieron en tiempo real el estreno de La voz de los ‘80, resaltando como voces que pueden atestiguar cómo fue vivir en los 80 mientras el álbum sonaba en radios o llegaba a las tiendas. Estas son sus historias:
*Carlos Cabezas - Cantante de Electrodomésticos
“Fue bastante sorprendente la aparición de la música de Los Prisioneros. Se reconocía claramente que era música propia de acá, las letras hablaban de reflexiones súper locales, entonces se sentía como música propia, más que como que hubieran estado trabajando en una estética y un estilo de afuera. Es super fácil que aparezca música genérica pero aquí se sentía que era música nacional, propia de acá. No me acuerdo donde fue exactamente que los vi por primera vez, pero fue en un colegio por allá arriba. Me acuerdo que fue un viaje más o menos llegar hasta allá, era algo bien precario, pero esa precariedad le daba una fuerza, una autenticidad y una honestidad a todo ese tipo de manifestaciones artísticas”.
“Son chicos que venían de San Miguel, cabros veinteañeros que se estaban atreviendo. Había una energía juvenil que era muy potente y muy refrescante. Era muy instintivo lo que estaban haciendo, muy de supervivencia, porque no eran diestros instrumentistas, era pura fuerza lo que había detrás de ellos y era primera vez que se sentía una cosa así, como la voz del pueblo, pero desde la energía adolescente y juvenil. Era la primera vez que se escuchaba algo así tan claro, era bien impresionante independiente de la búsqueda que los distintos músicos estuviéramos haciendo en otros ámbitos estéticos. Lo de ellos tenía esa fuerza, iba más allá de los temores”.
*Katherine Salosny - animadora de televisión
“Los conocí en Extra Jóvenes, esa fue de las primeras entrevista que ellos dieron. Nadie lo podía creer, o sea, estamos hablando de época de dictadura, donde la censura era del terror. Ellos no estaban en ningún lado, menos en un medio de comunicación como la tele, pero nosotros dijimos ‘bueno, total, supuestamente nadie ve el Extra Jóvenes, es un canal alternativo’. Y fueron, y me acuerdo que hubo una revolución en el canal. Todos salían al pasillo porque venían entrando y nadie podía creer que ellos iban a salir al aire en vivo”.
“Yo estaba supernerviosa, me acuerdo porque a mí siempre me fascinaron, desde que arrancan ellos con La Voz de los ‘80 en este discurso social que tienen con las letras de sus canciones, y político de alguna forma también. Fue una conversación superdistendida y entretenida, pero de verdad fue como una revolución. Nadie podía creer que ellos estaban saliendo al aire en un canal de televisión en esos tiempos. Tengo ese recuerdo supermarcado a fuego porque nosotros nos la jugamos y resultó muy bien. Después tocaron y fue genial. Me gustaba esta propuesta más rupturista donde se atrevían a decir lo que piensan, lo que sienten, esta denuncia de desigualdad. Uno decía ‘chuta, cómo se atreven’”.
“Eran tiempos complejos. Eso fue lo que a mí más me cautivó. Ellos estaban cagados de la risa, yo estaba muy nerviosa porque sentía que tenía como a los rockstars ahí delante de mí y estaba sola. Fue con mucho sentido del humor, no me acuerdo muy bien que era lo que decían exactamente, pero ellos se tomaban el espacio, el que fuera, sin temor, sin censura, con toda la honestidad y todo el punto de vista y la crítica que tenían respecto a todo lo que pasaba. Es muy triste que como era tan precario el canal, nada se grababa, las cintas se reutilizaban. Me habría encantado que ese material hoy día estuviera en YouTube. Quién iba a pensar todo lo que iba a suceder con los años”.
*Ramón Farías - Actor, cantante y político
“Yo tenía un Café Concert en esa época con Gloria Benavides, Grimanesa Jiménez y Jorge Cruz, y cantábamos Sexo: ‘sexo vendo, sexo compro’. Le cambiábamos un poco la letra y cantábamos esa canción que producía remezón en las personas, porque hablaba de un tema que era absolutamente prohibido en esa época. Yo creo que efectivamente ese disco marcó mucho a toda una generación, una generación que estaba en dictadura. De alguna u otra manera, este disco era como un grito de libertad encubierto. Es la mezcla entre lo que busca la juventud siempre, que es ser libre y hacer lo que quiera, y, por otro lado, la necesidad de liberarse de la dictadura”.
“Era una manera de hablarle a estos dos mundos de libertad que la juventud en sí buscaba. Eso fue lo que nos pasó a varios también al escuchar esas canciones. Yo creo que en definitiva es un disco importante porque es una voz que se levanta, una voz revolucionaria que se levanta a través de la música de una manera relativamente segura. Porque en esa época el hablar contra la dictadura o cualquier cosa que implicara contravenir el régimen significaba que te podían tomar preso, que te podían hacer desaparecer, que te podían matar. Los chiquillos hoy en día podrían decir ‘ay que exagerado el caballero’ pero eso era efectivamente así”.
*Bruna Truffa - Artista Visual
“Yo era parte de un grupo de pintores. Hacíamos murales y teníamos un cuento con ellos, con Los Prisioneros. Cuando ellos salían y tocaban sus primeros conciertos en la Católica, nosotros íbamos y les colgábamos por detrás del escenario unos murales que pintábamos la noche anterior. Daban estos conciertos que estaban llenos de gente, todos cantando las letras. Realmente eran como una revolución con mucha gente joven y todos cantándolo y bailando con las pintas más extravagantes del planeta. Era como una cosa muy generacional y lo sentíamos muy vigente, entonces aprovechamos mucho esas instancias de poder tener un poco esa conexión entre la banda y los artistas plásticos”.
“Era totalmente nuevo para nosotros, porque la verdad que el cuento con la música en esos tiempos era extraño. No llegaba mucha música de afuera, lo que teníamos de música eran cosas que traían de Conce y estos chicos llegaron a montar un cuento local supernuevo, apelando a cosas que estaban en plena contingencia. Entonces eran superpotentes como grupo para nosotros y además los sentíamos, a nivel de representación, como hermanos, era lo que nos parecía más cercano. Su música era mucho más cercana que lo que había en artes visuales en esa época, porque en los 80 como que había un arte superconceptual, muy críptico y nosotros apelábamos a otro tipo de estética, con una liviandad, una cosa más fresca. Para nosotros eran como los hermanos perfectos”.
*Víctor Sepúlveda - Fanático
“La primera vez que escuché algo de La voz de los ‘80 fue el año 84. Yo estaba en cuarto medio y escuché el disco en el programa del Pirincho Cárcamo. No cachábamos que eran chilenos, porque aquí no se hacía mucha música en esa época, mucho rock que sonara para gente joven”.
“A mí me llamó profundamente la atención. De hecho, me gustó al tiro. Después los iban tirando en la radio, pero tocaban pocas canciones, La voz de los ‘80, Paramar, etc. Tres o cuatro canciones nomás. Nosotros no cachábamos que eran Los Prisioneros y que eran chilenos, nos imaginamos cualquier cosa, pensábamos como ‘oh ¿cómo serán estos gallos?’, porque como estábamos en el siglo pasado, no había la inmediatez que hay ahora de ver fotos ni ver nada. Hasta que aparece el disco y vemos la foto de ellos y eran iguales que nosotros. Ese fue el primer combo que nos pegaron. ‘¿Y de adónde son?’, ‘de San Miguel’ ¿Cómo van a ser de San Miguel? Si San Miguel era una comuna casi de fuera de Santiago. Nos impactó profundamente. Saber que eran de San Miguel, saber que eran iguales que nosotros, que se vestían igual que nosotros, que usaban el pelo igual que nosotros. Ese fue el impacto primero”.
“La primera vez que los veo en vivo es por casualidad. Tocan en la facultad de filosofía de la Chile, ahí en Macul. Yo vivía muy cerca de ahí. Nosotros estábamos acostumbrados a ver tocatas en el gimnasio Manuel Plaza que estaba ahí en Plaza Egaña, pero eran grupos de otro tipo, rockeros como Tumulto, Arena Movediza, cosas así. Cuando tocan en la facultad de filosofía, unos amigos que viven cerca nos dicen ‘oye, sabes que tocan unos grupos este finde semana ahí’. Fuimos a dar una vuelta y nos metimos a la mala. Estaban Los Prisioneros y quedamos locos. Nos habría encantado ser ellos en ese momento”.
*Marcelo Contreras - Crítico musical de Culto
“Era algo completamente nuevo. Yo creo que lo primero que me dejó muy impresionado era el lenguaje, la sinceridad, la visceralidad y lo directo que era. Esta era una época en la que los adultos escuchaban casetes de “chistes cochinos”, como se decía en esa época, a escondidas y, sin embargo, aquí había una banda y sobre todo un cantante que a cualquier hora del día tú podías escuchar, sintonizar una radio FM y escuchar una canción como Nunca Quedas Mal con Nadie e iba a decir “solo era una mierda buena onda”. Era un momento de revelación, era un momento en el que tú sentías que algo había cambiado, que las cosas no iban a volver a ser las mismas, porque nadie hablaba de una manera tan directa”.
“Lo otro que recuerdo fue el impacto que me provocó ver en la televisión a Los Prisioneros. Recuerdo haberlos visto por primera vez en el programa Éxito de José Alfredo Fuentes. Por un lado, tuve una sensación de precariedad porque me acuerdo, por ejemplo, que los cables de la guitarra eran como bien antiguos de esos que se enrollaban como teléfono, conectados a los amplificadores, que denotaba, por supuesto, pocos recursos”.
“Por otro lado, estaba la imagen de ellos que también no tenía nada, pero nada que ver con lo que pasaba en ese momento. La estética a mediados de los 80 era una estética totalmente glamourosa, recargada, que tenía una conexión muy fuerte con lo que supuestamente iba a ser el futuro, con la modernidad. Los maquillajes eran muy exagerados, los peinados eran muy exagerados. Era una época bien teatral si se quiere. Entonces, Los Prisioneros aparecen con una imagen que básicamente decía ‘nosotros somos como ustedes’, con la diferencia que nos atrevemos a cantar y tenemos estas canciones que son magníficas y tenemos estos estribillos que son superpegajosos”.
“Lo otro que me pareció extraordinario es que cuando uno repasaba el casete, todas las canciones eran buenas. Yo creo que hay dos discos chilenos en la historia que cumplen con esa condición: Las últimas composiciones de Violeta Parra y La Voz de los ‘80. Creo que son dos discos en los que ninguna canción les sobra, que todo es parte de una obra completa y que a la vez son canciones por separado. Había muchos, muchos elementos por los cuales Los Prisioneros era un antes y un después. Yo creo que, insisto, sabías que había sucedido algo irreversible que iba a cambiar el curso de nuestras vidas y de hecho así fue”.
*Carlos Pérez - Diseñador de moda
“Estábamos en dictadura, que estaba todo prohibido, y aparecieron ellos con un discurso político supertransgresor, o sea, no sé cómo pudieron seguir en realidad. Enardecían a la gente, los entusiasmaban. Era algo tan bueno en una época tan conmocionada y fue tan insólito que apareciera esto, prácticamente un atrevimiento a la dictadura. Me encantaban, no era la música de mi juventud, de mi juventud primera, pero marcó montones, en ese tiempo habían eventos como Matucana, El Trolley, las fiestas Spandex, que fueron paralelas a todo esto de la aparición de Los Prisioneros. Todos esos lugares icónicos eran un poco la vanguardia, una respuesta de la gente joven a la represión”.
“Yo lo encontraba genial porque yo viví mi juventud en otro estilo, digamos, un estilo más hippie del comienzo de los 60, 70. Yo no era dark ni andaba vestido de negro ni de chaqueta de cuero. Fue una época muy bonita. Así como los fines de los 60, 70 fueron un movimiento potente, esta época también”.
Miguel Conejeros - Músico de Pinochet Boys, Parkinson y Fiat 600
“La verdad que verlos en vivo era muy potente, sobre todo en esa primera época, porque a pesar de la precariedad del sonido y todo, la energía que tenían y la fuerza que traían sus canciones, sus letras y su postura era muy fuerte. Impresionaron bastante, porque en realidad la tenían tan clara que era como difícil que no hicieran un disco tan bueno como La Voz de los ‘80. Ese disco no tiene ningún tema malo, son todos los temas buenos, es un hit tras otro, no había nada similar, entonces llegaron a cambiar todo el panorama. Era la música cruda tal como era”.
“No nos olvidemos también que venían con una puesta en escena, también que ya venía a cambiar todo el paradigma que existía. Había murales de la Marilyn Monroe, no solo era la música, sino que ya detrás venía también como todo un cambio estético de la mano de esta propuesta de los muchachos de San Miguel. La verdad es que fue un disco que llegó a revolucionar todo, porque llegaron a cantar y a gritar lo que todos sentían, el sentir común sin grandes florituras ni nada por el estilo. Entonces como que todo calzó”.
Mario Navarro - Fundador de Café del Cerro
“Yo en esa época estaba con el Café del Cerro. Recuerdo que escuché hablar de Los Prisioneros que estaban por ahí tocando, pero todavía no sonaban mucho en la radio, sino que eran muy under todavía. Yo les seguí la pista y alguien que trabajaba en Fusión finalmente me dio el teléfono de Jorge Gonzales. Lo llamé y coordinamos sus primeras actuaciones en el Café del Cerro”.
“Ahí ya venían con toda La Voz de los ‘80 pegando fuerte. Una de las primeras actuaciones en el café fue cuando asaltan a Claudio; camino al café lo asaltaron. El venía escuchando música con su walkman en esa época y se lo roban. Me acuerdo cuando llegó Claudio muy asustado, estábamos muy preocupados porque no llegaba y después llega contando la historia y se hizo el recital igual, un poco más tarde nomás. Fue un éxito inmediato. Yo creo que fue una de sus primeras actuaciones más trascendentes, porque ahí todavía andaban en un circuito muy underground de universidades y colegios. Ellos causaban un poco de envidia y muchos de los que habitaban en el café los fueron a ver un poco en mofa, así como ‘pucha los hueones malos’, como con desdén, pero el fenómeno que estaba ocurriendo con ellos era inevitable. Ahí surgió una amistad de años con Los Prisioneros, se convirtieron en artistas de la casa”.
Rodrigo “Coti” Aboitiz - Músico de Aparato Raro, La Ley y Saiko
“En esa época nosotros ya habíamos formado Aparato Raro, de hecho estábamos grabando el primer disco. Yo creo que a mí personalmente me marcó mucho, admiraba mucho el trabajo de ellos. Me gustaba harto, aún cuando no era mi estilo de música. A mi me gustaba más el tecno. Como Depeche Mode y eso, pero a ellos también les gustaba, era una mezcla también lo que hacían, pero él era un poco más rockabilly”.
“Me gustaban mucho las melodías y las formas de las canciones, estaban bien hechas, me gustaba mucho su fórmula. A mí me gustan casi todos los trabajos de Los Prisioneros, pero ese, claro, fue un hito. Yo creo que se mezclan muchas cosas aquí. Una, la temporalidad, el momento preciso en que ellos empiezan a hacer música, el momento que estaba viviendo el país, con una combinación de muy buenas letras, buenas melodías y una banda que sonaba bien, digamos, y que representaba además un estrato social importante en Chile. Yo creo que eso también es algo que ayudó mucho. Pero más que nada, quiero recalcar que ellos tenían una muy buena composición. Los Prisioneros siempre marcaron una diferencia en cuanto al sonido, a la creatividad de esa época, es la punta de flecha para poder hacer cosas. Todo lo demás es un aditivo”.
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