Nicolas Feuz, escritor suizo: “Nunca hubiese podido escribir novelas policiales si no hubiese sido fiscal”
Es un nombre reconocido de la literatura negra de su país, donde ha sido galardonado y ha trabajado junto a Joël Dicker. Por primera vez llega traducido al castellano con su novela El filatelista, donde relata la historia de un criminal en serie. En charla con Culto, desmenuza el libro y cuenta cómo es compaginar la vida de fiscal con la de escritor.
Literalmente, llegó por correspondencia. Al escritor Nicolas Feuz (53) le hicieron un encargo -o más bien un desafío- por parte del Correo Suizo, el servicio nacional postal del país helvético. Se trataba nada menos que escribir una novela negra sobre el mundo de los correos. El hecho, lejos de amilanarlo, lo entusiasmó y decidió tomar el anzuelo.
“La verdad es que yo no conocía del todo el mundo de correos -dice Feuz a Culto vía Zoom-. Es un universo del que se puede hablar desde distintos puntos de vista. Recuerdo que al principio tenía dudas, me decía que tal vez el tráfico de divisas podía ser un tema, o el mismo hecho de las cartas. Y finalmente me acordé de cuando tenía 13 o 14 años yo coleccionaba sellos. No tenía una colección enorme de sellos, pero ahora mismo esa colección está tirada por ahí en el fondo de un cajón. Desde ahí pasé a otras cosas”.
Esa historia resultó en una novela que se llama El filatelista, y acaba de llegar a Chile vía Alfaguara. Se trata de una novela policial en que un siniestro personaje comienza a mandar por toda Suiza unos paquetes que contienen sangre. ¿Su sello? Una estampilla confeccionada con piel humana. El caso se le asigna a la inspectora Ana Bartomeu, de Ginebra.
Feuz es un nombre con trayectoria en el mundo del thriller. Dos veces ha obtenido el premio al mejor thriller del Salón del Libro de París, y fue galardonado con el Prix de l’Eveché. Incluso, publicó esta novela en el sello editorial del afamado Joël Dicker. Esta es su primera novela que se traduce al castellano, por lo que los lectores hispanoamericanos fanáticos del género negro podrán acercarse a él. Pero la gracia de Nicolás Feuz es que conoce de primera fuente el mundo del que escribe, porque trabaja como fiscal en Neuchâtel, la principal ciudad de la Suiza romanda, la región occidental de habla francesa del país.
¿Cómo fue el proceso de escritura de esta novela?
Esta es la decimoséptima novela policíaca que escribo y siempre he tenido la misma técnica de escritura. Antes de lanzarme a la escritura propiamente dicha de un libro, siempre describo un escenario sumamente detallado de la historia. Tendrá unas 10-15 páginas escritas en el ordenador y es un escenario que he desglosado por capítulos y una vez que hago este desglose paso a resumir cada uno de esos capítulos, y una vez que ya tengo este corte efectuado ahí me lanzo la escritura del libro. Desde ese momento, escribo siempre de forma continuada aunque pase de una escena a otra, que no tiene nada que ver con los distintos flashbacks o distintas historias que aparecen. Escribo en el mismo orden que se lee el libro.
¿Se inspiró en algún caso real para crear al personaje del Filatelista?
No, no de forma directa. Diría que el personaje del filatelista es muy cinematográfico. Tenemos a este asesino en serie al cual la policía da un apodo en función del método que utiliza. Pero por otro lado, el libro tiene una serie de anécdotas que sí son reales en cuanto a, por ejemplo, métodos o experiencias de la policía de Ginebra. Casi todas las anécdotas de la policía de Ginebra en El filatelista son reales. La historia del feminicidio en la cabina del teleférico es una historia verídica. Es una historia que desencadenó una denuncia de la familia de la mujer asesinada contra la fiscal y el policía. También la historia de acoso de Verónica por esos grafitis en la calle, que tal vez parecen un poco anodinos pero que causan un enorme estrés psicológico a la víctima. Esa es una historia real. También el uso de esta herramienta que se menciona, el IMSI-catcher, respecto a lo del uso privado por parte de un policía. Si bien, no es una historia real, podría serlo. Sabemos que estas herramientas pueden ser adquiridas por redes mafiosas para hacer esta contra observación sobre la policía. Digamos que es una escena con cierto realismo.
Además de escritor, usted es fiscal. ¿Cómo compagina ambas ocupaciones?
Soy una persona sumamente organizada, tal vez psiquiátricamente organizada, si queremos decirlo así. Soy una persona muy organizada con mi agenda, muy precisa y creo que nunca hubiese podido escribir novelas policiales si no hubiese trabajado como fiscal. Al día de hoy lo puedo hacer porque tengo experiencia como fiscal, y eso hace que pueda trabajar directamente en lo esencial, sé cómo tratar un caso de forma sencilla y un fiscal joven se pasa tres o cuatro veces más tiempo que yo haciendo la misma tarea. De todas formas, los libros me toman bastante tiempo, especialmente en los últimos años. Por eso, hace cuatro años conseguí una reducción de la tasa de actividad como fiscal y desde hace cuatro años trabajo al 70%. También he efectuado una solicitud para disminuirla al 50%, es una posibilidad que la ley suiza ofrece. Pero hace falta recibir la autorización de los magistrados. Espero dimitir a finales del año 2026 para vivir solo de mis libros y para entonces tendré 55 años. Me gustan las cifras redondas o casi redondas.
¿Cómo fue que se decidió a escribir novelas policiales?
Soy un fan de los thrillers y la novela negra desde que tenía 15 años, mucho antes de ser fiscal. Mi primera lectura por placer fue una novela policía para adultos o para jóvenes adultos. Y siempre me ha encantado. Siempre me vienen a la cabeza ideas de escenarios de investigaciones, pero tenía la sensación de que no podía concretarlas porque no tenía conocimiento del medio. Y comencé a escribir después de llevar 11 años trabajando como fiscal. Entonces es una actividad profesional que me ha hecho tratar con la policía todos los días, que me ha hecho moverme a escenas del crimen en medio de la noche o los fines de semana. He trabajado mucho en la lucha contra los estupefacientes y esto me ha hecho participar en operaciones con grupos de intervención de la policía contra los traficantes, a las seis de la madrugada. La función del fiscal no es solamente ser un magistrado de oficina, sino ser un magistrado sobre el terreno. Y toda esta práctica es la que me ha dado el conocimiento para poder escribir.
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