Septiembre negro, la matanza de atletas israelíes en Munich y el fracasado intento de rescate que llega al cine
El 5 de septiembre de 1972, en pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos de Munich, el comando Septiembre Negro atacó el lugar donde concentraban los atletas de Israel y tomó a 8 de ellos de rehenes. Horas después, un confuso operativo de las autoridades alemanas terminó con todos los retenidos muertos y 3 de los captores en prisión. La historia vuelve a ser el eje de una producción cinematográfica, con la llegada a las salas chilenas de Septiembre 5. Acá, la historia de una tragedia.
Era difícil de creer, pero ahí estaba. El cable de la agencia UPI que llegaba desde la ciudad alemana de Munich, donde se desarrollaban los JJ.OO., era elocuente. “Un grupo de guerrilleros árabes que irrumpió esta mañana a sangre y fuego en el alojamiento de la delegación israelí en la Villa Olímpica, dando muerte a dos de sus miembros y tomando en rehenes a otros ocho, cayó esta noche en una emboscada en un aeropuerto cercano a esta capital cuando se aprestaba a huir a Túnez llevándose consigo sus prisioneros”, publicó La Nación la mañana del 6 de septiembre de 1972.
Hasta ese punto, los JJ.OO. se habían desarrollado con total normalidad. Era lo que esperaba la nación anfitriona que deseaba mostrar una nueva Alemania al mundo. Por eso, hubo una cierta distensión de las medidas de seguridad para el acceso a la Villa Olímpica, lo que fue alertado por la delegación de Israel. Y aunque se les prometió reforzar la presencia de seguridad, fue inútil.
Todo comenzó en la madrugada del 4 al 5 de septiembre. Los atletas de la delegación de Israel habían salido por la noche a recorrer la ciudad y habían regresado a sus aposentos. Mientras, los ocho integrantes del comando Septiembre Negro, se movían hacia el lugar para asaltarlo. Entre estos, Jamal al Gashey, el único del grupo que sobrevivió a todo lo que sucedió.
La familia de Jamal al Gashe había huido de la región de Galilea en 1948, cuando se creó el estado de Israel. “Mi familia y yo éramos refugiados y nos mudábamos de un campamento a otro. Cuando yo era niño, pensaba que no habría futuro para nosotros a menos que regresáramos a Palestina. Si no regresábamos, pasaría toda mi vida como refugiado, privado de mis derechos humanos”, dijo en la entrevista que concedió para el documental Un día de septiembre.
Por ello, es que tenía una fuerte motivación para participar en el comando Septiembre Negro. “Me uní al movimiento de liberación y me dieron un arma y me entrenaron para usarla. Por primera vez en mi vida me sentí inspirado. Me sentí verdaderamente palestino, no solo un refugiado sino un revolucionario que luchaba por una causa”.
Jamal y sus compañeros, vestidos con ropa deportiva, treparon la reja de dos metros que rodeaba el complejo. Luego subieron hasta llegar al bloque donde alojaban los atletas israelíes. Allí se toparon con el entrenador de lucha, Moshe Weinberg, quien pese a forcejear con los atacantes, fue herido de un disparo que le atravesó la mejilla y obligado a guiarlos hasta las habitaciones donde se encontraban los atletas. Decidió conducirlos hasta el lugar donde se alojaban los levantadores de pesa y los luchadores, suponiendo que su físico les daría una ventaja, pero estos se vieron sorprendidos por el asalto. Tras intentar reducir a un atacante, Weinberg fue abatido a balazos.
El atleta Shaul Ladany, quien competía en marcha olímpica, estaba durmiendo cuando ocurrió el ataque. “Mi compañero de habitación me despertó y me dijo que a Weinberg le habían disparado y lo habían matado. Había compartido habitación con él en 1968 y era un gran bromista. Pero esto era algo con lo que no se puede bromear”, recordó en charla con CNN en 2012.
“Me vestí y salí de la habitación y pensé que vería un escenario de guerra -añadió-. No había nada. Fuera del apartamento uno vi a alguien (un miembro de Septiembre Negro) que llevaba lo que pensé que era un sombrero australiano. Estaba hablando con cuatro de los guardias desarmados del pueblo y una señora que dijo: ‘Deben dejar entrar a la Cruz Roja. Sean humanos’. Él respondió: ‘Los judíos no son humanos’”.
El entrenador de halterofilia, Tuvia Sokolsky, conversó horas más tarde con David Blinder, el reportero que el New York Times había enviado a cubrir los juegos. “Escuché un grito: ‘¡Muchachos, salgan!’ Me levanté de un salto y cerré la puerta con llave. Mi habitación está frente a la entrada del apartamento y vi una imagen extraña: uno de los hombres del equipo tratando de mantener la puerta cerrada”.
“La puerta ya estaba abierta y él estaba usando toda su fuerza para mantenerla cerrada. Nos gritaba constantemente que saliéramos y creo que me salvó la vida. Gracias a la advertencia, pude escapar de la habitación”, agregó.
Tras el brutal asalto murieron dos atletas y otros ocho fueron retenidos por el comando Septiembre Negro. A eso de las seis de la mañana del día 5, dieron a conocer sus demandas. “De inmediato exigieron que a cambio de la vida de los rehenes Israel pusiera en libertad a 250 prisioneros árabes y que el Gobierno alemán occidental facilitara a los atacantes de la Villa dos aviones para que pudieran dejar el país llevándose consigo a los atletas judíos que tenían en su poder”, detalla el reporte de UPI publicado en La Nación. Si no se cumplían, a las nueve asesinarían al primero de los rehenes.
Pasadas las tres de la tarde el Comité Olímpico sorprendió con un anuncio. “Los Juegos Olímpicos fueron suspendidos ayer (5 de septiembre) por primera vez desde que comenzaron las competiciones en la era moderna en 1896″, detalló el New York Times en su edición matutina del día 6. Mientras, desde Israel se informaba a las autoridades alemanes que no iban a negociar.
La fracasada operación de rescate de los atletas israelíes
Conforme pasaban las horas, los integrantes de Septiembre Negro se dieron cuenta de que debían moverse de la Villa Olímpica. Como Israel se negaba a negociar, se apuraron en insistir a las autoridades alemanes que les proporcionaran un vuelo para salir del país, con los rehenes, rumbo a Egipto.
Las autoridades vieron la petición como la chance de ejecutar un operativo para rescatar a los rehenes. Por ello indicaron a los atacantes que serían conducidos hasta el aeropuerto de Fürstenfeldbruck, asegurándoles que tenía mejores condiciones operativas. “Cuando por la tarde los guerrilleros y sus rehenes fueron llevados un aeropuerto militar cercano a Munich desde donde se suponía que partirían en dos aviones con destino a Túnez, los terroristas se encontraron con que las autoridades les habían tendido una emboscada”, informó UPI.
Temiendo ser emboscados, los árabes tomaron precuaciones. “Dos de los terroristas, armados con fusiles automáticos, recorrieron unos 170 metros desde los helicópteros hasta el avión y luego emprendieron el regreso para recoger a los demás árabes y a los rehenes -informó el New York Times-. Según se informa, cuando los árabes regresaban, los francotiradores alemanes abrieron fuego desde la oscuridad, más allá de los focos de luz del aeropuerto. Los árabes respondieron al fuego”.
Ahí se generó una situación que los medios de la época reportaron como confusa. Nadie tenía claro lo que había sucedido con los rehenes y sus captores. Incluso, en un primer momento se informó que el operativo había resultado exitoso y se había logrado rescatar a los atletas. “Al principio, el portavoz oficial del gobierno de Alemania Occidental, Conrad Ahlers, anunció que la intervención de la policía y el ejército alemanes en el aeropuerto había permitido que los rehenes escaparan ilesos”, detalló el New York Times en una nota en portada del 6 de septiembre. Lo cierto es que Ahlers estaba equivocado: todos los rehenes habían muerto.
“Los rehenes murieron en el tiroteo en el aeropuerto entre los árabes y policías y soldados alemanes -informó el New York Times-. Además de los israelíes y árabes muertos, un policía alemán fue asesinado y un piloto de helicóptero resultó gravemente herido. Tres árabes resultaron heridos”.
Los JJ.OO. retomaron sus actividades en la tarde del 6 de septiembre. “La reanudación se produjo tras un servicio conmemorativo al que asistieron más de 80.000 personas en el principal estadio olímpico esta mañana”, informó el NYT. También se informó que la policía había logrado capturar a tres de los integrantes del comando que había intentado el secuestro y de inmediato fueron reducidos a prisión. “Todos ellos eran estudiantes que habían vivido recientemente en Jordania y Siria”, detalló el periódico.
Al día siguiente, el 7 de septiembre, el equipo de Israel dejó los JJ.OO. con fuerte protección armada. Semanas después, el 29 de octubre, un avión de la línea aérea alemana Lufthansa fue secuestrado por otro comando árabe que exigió la liberación de los tres miembros del comando Septiembre Negro que permanecían en prisión. Alemania los liberó sin demora.
Mientras, Israel, por decisión del gobierno de Golda Meir y del Comité de Defensa, tramó su venganza. Conocido como “Operación cólera de Dios”, tenía el objetivo de “matar donde quiera se encuentren” a los integrantes de Septiembre Negro y del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) involucrados en la masacre de Munich. Les tomó siete años.
Por su lado, Jamal al Gashe, reivindicó la acción de Septiembre Negro en el documental Un día de septiembre. “Estoy orgulloso de lo que hice en Munich porque ayudó enormemente a la causa palestina. Antes de Munich, el mundo no tenía ni idea de nuestra lucha, pero ese día el nombre de “Palestina” se repitió en todo el mundo”.
La película alemana Septiembre 5, que llega hoy a los cines chilenos, aborda lo ocurrido en esas frenéticas horas, pero desde el punto de vista de un equipo de periodistas deportivos estadounidenses de la ABC, que de pronto, se vieron obligados a cubrir el secuestro y el posterior tiroteo en el aeropuerto.
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