Entre el exilio, cartas inéditas y una candidatura presidencial: así es la primera biografía de Gladys Marín
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El historiador y periodista español Mario Amorós publica Gladys Marín. Una vida revolucionaria (Ediciones B), donde por primera vez se reconstruye la vida de la histórica presidenta del Partido Comunista, a 20 años de su fallecimiento. Con un sólido trabajo documental incluye las cartas que la líder escribió durante su asilo y exilio. Además, aborda su dimensión humana y familiar. En charla con Culto, Amorós habla sobre las claves de este libro.
Hubo un momento en que la vida de Gladys Marín Millie pudo cambiar para siempre. Una tarde perdida posterior al golpe de 1973, cuando las garras de la represión caían sobre los partidarios de la Unidad Popular, la joven parlamentaria estuvo muy cerca de ser atrapada. Junto a otros militantes comunistas estaba escondida en la casa del dirigente estudiantil Juan Beltrán, cuando inesperadamente llegaron efectivos militares a registrar el lugar. Apenas notó a los uniformados, Marín se escondió en la pieza matrimonial de la casa donde había una cuna con una guagua llorando. Se acomodó en un espacio entre la cuna y la pared con una ventana que daba al exterior.
“Solo podía mirar por debajo de la cama, veo las piernas de un mastodonte de uniforme parado en la puerta…quedó unos segundos eternos parado en la puerta, luego abrió el closet y después miró la cama. Se dio vuelta y se fue. La verdad es que me salvó el angelito que estaba en la cuna”, recordó la dirigente años después, en 2002, en un libro autobiográfico.
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Tras la detención de Luis Corvalán, el senador y secretario general del Partido Comunista, la entidad decidió que sus principales dirigentes -que estaban siendo buscados por efecto del bando número 10 junto con los principales jerarcas de la UP- debían asilarse para poder salir del país. Gladys Marín no estaba de acuerdo con la idea, pero la acató. Ahí comenzó una odisea que la condujo a la Embajada de Países Bajos, luego al exilio en Europa donde partió sola, pues su esposo, el dirigente comunista Jorge Muñoz, debió quedarse en Chile junto a los dos hijos, Álvaro y Rodrigo.
Durante esos días en la embajada, y luego en el exilio en Europa, Marín no perdió el contacto con sus seres queridos, y se comunicó vía cartas. Hasta ahora, esas misivas permanecían en la privacidad del archivo familiar de la dirigente, sin embargo, ahora forman parte de la primera biografía dedicada a su persona: Gladys Marín. Una vida revolucionaria (Ediciones B), que publica el historiador y periodista español Mario Amorós, donde revisa su trayectoria política y su vida privada. Fue secretaria general de las JJCC, diputada durante tres periodos (1965-1973), dirigenta en el exilio, líder de la dirección interior del PC desde 1978, secretaria general del partido desde 1994 y su presidenta desde 2002 hasta su fallecimiento. Además, fue candidata presidencial en 1999.
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El oriundo de Alicante se ha mostrado particularmente interesado en la historia reciente de Chile, y ha publicado sendas biografías de Salvador Allende (2013), Miguel Enríquez (2014), Augusto Pinochet (2019), o Víctor Jara (2023). Ahora, a 20 años del fallecimiento de la histórica líder del PC -el 6 de marzo de 2005-, publica este libro que incluye importante material documental como las mencionadas cartas.
Por ejemplo, en la primera carta de Marín a Muñoz, le escribe: “Mi amor, mi compañero de toda la vida, siempre te esperaré y, aunque yo esté en otras tierras, estaré aquí contigo”. Le comenta también que le habría encantado estar embarazada en ese momento “para llevarme algo de los dos”, y le manifiesta su esperanza en que puedan tener otro retoño cuando volvieran a verse. “Qué hermoso va a ser tener de nuevo un hijo. lo vamos a tener, ¿no es verdad?”. Pero también manifiesta sus dudas ante su asilo. “Dígame ¿usted estuvo de acuerdo con mi partida? Yo no y aún sigo dudando”. Y sobre sus hijos es tajante: “Que no salgan fuera de nuestro Chile”. Recién volvería a verlos en 1986 cuando ambos tenían 25 y 23 años.
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Las cartas no son la única fuente importante de esta biografía. Amorós indagó en el Archivo del Partido Comunista, que incluye -entre otras cosas- el intercambio de comunicaciones clandestinas al exterior durante la dictadura. Hasta ahora, solo el historiador Rolando Álvarez lo había revisado de forma íntegra, por lo que la biografía cuenta con un sólido respaldo documental.
“Hace tres años decidí emprender este proyecto e iniciar la recogida de documentación, bibliografía y testimonios -relata Amorós a Culto-. Fueron determinantes dos hechos: la acogida positiva a mi iniciativa por parte de los hijos de Gladys Marín y Jorge Muñoz, Rodrigo y Álvaro, a quienes previamente solicité la autorización para consultar toda la documentación que conservan (singularmente, la correspondencia de sus padres entre noviembre de 1973 y abril de 1976), y la posibilidad de revisar el archivo histórico del Partido Comunista”.
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- ¿Cuáles diría que fueron las principales dificultades que tuvo la investigación?
- La principal dificultad ha estribado en recopilar y manejar un amplísimo repertorio de fuentes históricas, una buena parte de ellas inéditas. He consultado no solo la prensa comunista chilena (por ejemplo, todas las ediciones de El Siglo desde 1970 hasta 2005), sino también prensa de la Unión Soviética, la RDA, Cuba, Italia o Francia. A partir de la documentación del Archivo Nacional de Chile y del Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores, ilumino pasajes de su vida como su formación como profesora normalista o sus ocho meses como refugiada en la Embajada de Países Bajos, entre el 25 de octubre de 1973 y su partida al exilio el 16 de junio de 1974, unas fechas que se establecen por primera vez. Y doy a conocer un libro de Gladys Marín jamás citado hasta ahora en los estudios sobre la historia de Chile. Fue publicado en checo en 1978 y reúne sus principales discursos en el exilio y una parte de los comentarios que leyó por Radio Moscú. De este libro ni siquiera había un ejemplar entre los cerca de 2.500 volúmenes de la biblioteca de Gladys Marín que sus hijos donaron a la Biblioteca Nacional el pasado año. Además, he podido leer las cartas que dirigió a Pablo Neruda y que se conservan en el archivo de la Fundación del poeta.
- En el prólogo cuenta que, a diferencia de sus otras biografías, en esta oportunidad usted sí conoció a Gladys Marín y pudo hablar con ella en su minuto. ¿Cómo fue para usted abordar la vida de alguien que conoció?
- Conocí a Gladys Marín en Santiago en agosto de 1997, regresé acá en el invierno de 1999, cuando fui testigo de su campaña presidencial en San Bernardo o San Miguel, y la entrevisté en diversas oportunidades. Incluso la recibimos en Madrid en septiembre de 2000, cuando Pinochet acababa de ser desaforado por la Corte Suprema. Recuerdo muy bien nuestras conversaciones; por ejemplo, siempre me habló de la profunda amargura que el exilio supuso para ella. También de su admiración por poetas españoles como Miguel Hernández o Federico García Lorca. Para mí ha sido muy impresionante percibir estos sentimientos suyos en las cartas que intercambió con Jorge Muñoz. Y recuerdo también, sobre todo, cómo transmitía su profunda convicción política, su voluntad de lucha indesmayable, pese a tantos dolores y tantas derrotas. Tuvo, por ejemplo, la enorme lucidez de mantener la necesidad del Partido Comunista en un tiempo muy difícil (fines de los años 80 y principios de los 90) con la aspiración de construir una izquierda para el siglo XXI, que fuera heredera de las grandes batallas del siglo XX, pero que también aprendiera sus lecciones. La última vez que hablé con ella, por teléfono en agosto de 2002, aceptó enviarme cuatro cartas de Jorge Muñoz para mi libro Después de la lluvia. Chile, la memoria herida con unas palabras que no he olvidado: “Confío en ti”. Haber conocido a la persona biografiada desde luego que ayuda en la investigación y en la redacción del libro.
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- Esta biografía recoge las cartas que Gladys Marín escribía a su familia, esposo e hijos mientras estaba asilada en la Embajada de Países Bajos, además de las que les escribió en el exilio. ¿Cómo fue el proceso de trabajar con esas fuentes documentales?
- Pude consultar toda la correspondencia de Gladys Marín posterior al golpe de Estado que conserva su familia. Desde el punto de vista histórico, la más relevante es la que intercambió con su esposo, Jorge Muñoz, quien era también miembro del Comité Central del PC, puesto que en las setenta cartas que intercambiaron encontramos sus opiniones acerca del golpe de Estado, una primera evaluación de la actuación de la izquierda, la necesidad de la lucha en la clandestinidad para recuperar la democracia o la importancia del trabajo en el exilio. También percibimos el profundo impacto de la derrota. Y, por supuesto, son cartas entre dos esposos, en las que hablan de su relación de amor, de sus hijos, del sufrimiento y de los dolores, de la confianza en sus ideales revolucionarios, en muchas ocasiones con palabras muy bellas, llenas de humanidad. Asimismo, gracias a Marta Friz, compañera de Gladys Marín en la Escuela Normal desde 1951, su mejor amiga y quien, junto con los abuelos paternos (Onofre Muñoz y Juana Poutays), cuidó y se preocupó de sus hijos a partir del golpe de Estado, he podido leer los cuadernos que escribió durante sus ocho meses en la Embajada de Países Bajos, que configuran una suerte de diario íntimo. Es un documento humano y también político excepcional. Y las cartas entre Marta Friz y Gladys Marín también son muy valiosas: de una de ellas procede la cita de apertura del libro.
- ¿Cómo fue la relación con la familia de Gladys Marín durante el trabajo de esta biografía?
- Muy cordial. Junto con el acceso a la documentación ya citada, entrevisté a Rodrigo y Álvaro Muñoz Marín en profundidad, al igual que a Silvia Marín Millie, la hermana mayor de Gladys, quien ya ha cumplido 90 años. También pude entrevistar a Cecilia Matus, la hija de una persona muy querida para la dirigente comunista: Ofelia Hernández, quien fuera su nana durante su infancia en Talagante y desde 1963 la nana de sus hijos. En los escritos más personales de Gladys Marín observamos el profundo cariño que sentía por esta mujer campesina a la que quiso como a una segunda madre.
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- ¿Cómo logró reconstruir el ingreso clandestino de Gladys Marín a Chile en 1978 y el trabajo que hizo en los años siguientes?
- Ella siempre relató que ingresó a Chile en autobús desde Mendoza, con documentos de identidad que la presentaban como ciudadana española y acompañada de una joven comunista argentina, cuyo nombre jamás conoció. En el archivo histórico del Partido Comunista se conserva un documento escrito por esta joven pocos días después que nos permite conocer los detalles de aquel ingreso clandestino y fijar su fecha: fue el sábado 3 de junio, días después de una intensa nevazón que bloqueó el paso fronterizo. Pocas semanas antes, había llegado a Chile el exdiputado Manuel Cantero. Ambos derrotaron a la Operación Cóndor y se incorporaron al Equipo de Dirección Interior (EDI), que Gladys Marín encabezaría. En el archivo del PC se conserva el intercambio de comunicaciones entre el EDI y la dirección del partido, asentada en Moscú, durante años. Es un acervo imprescindible para relatar cómo se elaboró y se abrió paso la Política de Rebelión Popular de Masas contra la dictadura, que tuvo en Gladys Marín a su principal defensora en las filas comunistas.
- Señala que Gladys decidió conscientemente dejar a sus hijos y pareja en Chile mientras ella debió salir al exilio. A la luz de los años, ¿considera que fue una decisión acertada?
- Ya el 13 de septiembre de 1973, en una breve carta dirigida a su amiga Marta Friz desde la clandestinidad, le preguntó su opinión acerca de la situación de sus hijos y de la posibilidad de que salieran del país. Dos meses después, en una misiva que dirigió a sus suegros, volvió a expresar su parecer de que era mejor que Rodrigo y Álvaro se quedaran en Chile, bajo su cuidado, en lugar de partir al exilio. Fue una decisión difícil, sin duda, que, como apreciamos en su correspondencia, adoptaron Jorge Muñoz y Gladys Marín de mutuo acuerdo. Hasta su desaparición en mayo de 1976, a manos de la DINA en la calle Conferencia, Jorge Muñoz sí pudo ver a sus hijos cada cierto tiempo. Pero Gladys Marín no se reencontró con ellos hasta diciembre de 1986, a pesar de vivir clandestina en Chile desde mediados de 1978. Renunciar a verles durante aquellos años fue una expresión de amor muy profunda, de la voluntad de protegerles de la represión. Las cartas que Rodrigo, Álvaro y ella intercambiaron durante aquellos años ilustran lo dura que fue aquella larga separación. Tras la detención del secretario general, Luis Corvalán, el 27 de septiembre de 1973, la dirección del PC había ordenado a sus dirigentes más conocidos, como Orlando Millas, Julieta Campusano, Mireya Baltra o Gladys Marín, que se asilaran porque protegerles en la clandestinidad era cada vez más difícil y tenía un coste humano altísimo. En cambio, Jorge Muñoz, secretario político del Comité Regional Capital en 1973, fue designado para ser parte de la dirección interior que, encabezada por Víctor Díaz, condujo las riendas del PC hasta el trágico mayo de 1976. Tanto Jorge Muñoz como Gladys Marín asumieron el papel que como dirigentes comunistas les correspondió, como lo habían conversado previamente. No volvieron a estar juntos desde la mañana del 11 de septiembre de 1973.
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- El libro da cuenta que durante los gobiernos de la Concertación Gladys Marín luchó para superar la exclusión del PC en el Congreso. ¿Cuál fue su papel en esa coyuntura?
- Desde 1989 el Partido Comunista planteó a la Concertación un acuerdo político para remover los “enclaves autoritarios” impuestos por la dictadura. Lo reiteró de cara a las elecciones parlamentarias de 1997 y la segunda vuelta de la elección presidencial de 1999, que enfrentó a Ricardo Lagos y Joaquín Lavín. Gladys Marín defendió hasta el cansancio esta propuesta, que habría permitido también poner fin a la exclusión a la que el sistema electoral binominal condenaba al PC. Este entendimiento solo fue posible ya en 2009, con un pacto por omisión que permitió a los comunistas regresar al Congreso Nacional y en la década siguiente recuperar el papel preponderante que siempre tuvieron en la política chilena y que hoy mantienen, con cuatro ministros en el Gobierno del presidente Boric. A lo largo de su vida política, Gladys Marín demostró un valor y un coraje admirables, en las circunstancias más dramáticas, pero también en cada momento histórico interpretó y actuó en función del “cuadro político” vigente: por ejemplo, como secretaria general de la Jota siempre cuidó la alianza con la Juventud Socialista y durante los mil días de la UP defendió el diálogo entre la izquierda y la Democracia Cristiana, planteamiento que mantuvo, al igual que su partido, después del golpe de Estado.
- ¿Qué significó para ella ser la primera candidata a la Presidencia en la historia de Chile?
- Desde luego, fue un hecho político notable en la historia del país, como ya lo había sido, el 12 de enero de 1998, que ella presentara, en nombre del Partido Comunista, la primera querella criminal contra Pinochet, una iniciativa que, unida a la denuncia de España que permitió su detención en Londres, terminó por poner fin a la impunidad de los represores de la dictadura. Su candidatura presidencial fue parte del proceso de construcción de una alternativa de izquierdas a los dos bloques políticos hegemónicos, la Concertación y la derecha, ambos comprometidos con el modelo neoliberal. Desde luego, el resultado que alcanzó (3,19%) fue inesperadamente bajo y se debió, esencialmente, a la polarización de la campaña entre Lagos y Lavín (solo ellos fueron invitados al único debate entre los candidatos en televisión). Aquel resultado abrió un debate áspero en el Comité Central del PC respecto a la valoración de la campaña y la posición que debían adoptar ante la segunda vuelta.
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- ¿Cómo era Gladys Marín en su vida personal? ¿Qué aspectos de su personalidad destacaban? ¿Cómo conciliaba su vida política con su vida familiar y sus relaciones personales?
- Gladys Marín y Jorge Muñoz, egresado en Ingeniería por la Universidad de Chile, contrajeron matrimonio civil el 4 de abril de 1960. Rodrigo nació en 1961 y Álvaro en 1963. Desde 1967, vivieron en una casa que aún existe en la calle Cervantes 2940, a unas cuatro cuadras de la Plaza Ñuñoa. Allí compartieron los años más plenos como familia, rodeados de amigos como Isabel Parra o los integrantes de Inti-Illimani y Quilapayún, o de compañeros como José Weibel. Era una vida familiar marcada, desde luego, por el compromiso político de los padres. En los momentos de asueto, como las vacaciones estivales (siempre breves) o las fiestas de Pascua (fechas muy queridas para ella), compartían con sus familiares y los compañeros de las Juventudes Comunistas. Tanto a Gladys Marín como a Jorge Muñoz les gustaba especialmente el paisaje del sur de Chile: las vacaciones de 1973, las últimas que la familia compartió, las pasaron junto con un grupo de militantes de las JJCC en la zona de Lonquimay, en la alta cordillera, acogidos por la maestra María Arriagada, quien sería detenida desaparecida a fines de septiembre de aquel mismo año. Fueron unos días que quedaron grabados profundamente en la memoria de Gladys Marín.
- Usted es historiador y ha manifestado interés en la historia de Chile. ¿Qué piensa del revival de la figura de Gladys Marín sobre todo a partir del estallido social?
- Viajé a Chile por primera vez en el invierno austral de 1997, con 24 años, y recuerdo muy bien la atmósfera política de la época: la hegemonía indiscutida y arrogante de la Concertación, una derecha anclada aún en el pinochetismo y una izquierda, cuya principal fuerza era el PC, con una influencia importante en el mundo social y estudiantil, pero excluida del Congreso Nacional por el sistema binominal. En aquellos años 90, Gladys Marín fue capaz de obtener una elevada votación, casi el 16%, como candidata a senadora por la zona poniente de la Región Metropolitana en 1997, pero desde luego el resultado de 1999 fue una decepción muy amarga. A pesar de ello, la coherencia con sus principios y sus propuestas, junto al valor demostrado en la lucha contra la dictadura, originaron que, cuando a fines de septiembre de 2003 se conoció la gravedad de su enfermedad, las constantes expresiones de respeto y cariño fueran absolutamente transversales en la sociedad chilena. Y el presidente Lagos, quien visitó su velorio acompañado de doña Luis Durán, declaró dos días de luto nacional con motivo de su fallecimiento. Su funeral, el 8 de marzo de 2005, es uno de los más masivos en la historia de Chile, con muestras de dolor y amor hacia ella muy profundas. Su imagen, que se expresa hoy en la consigna “Lucha como Glayds”, ha crecido aún más tras la revuelta social de 2019 y al calor de las luchas del movimiento feminista. Me parece muy justo que así sea. Ella siempre expresó que sus luchas y sus principios debían proyectarse hacia el futuro y hacia la juventud.
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- A su juicio, ¿qué temáticas faltan aún por investigar sobre los últimos 50 años de la historia de Chile?
- El análisis, la investigación y el relato de la Historia nunca son definitivos, siempre quedarán archivos por explorar o perspectivas nuevas para estudiar el pasado: la historia local, la microhistoria, la historia desde abajo o las biografías pueden ofrecer marcos novedosos para examinar un periodo histórico inagotable y apasionante. Pero, en mi opinión, la clave siempre estará en hallar evidencias documentales nuevas y relevantes que sustenten esos aportes al conocimiento histórico.
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