Marcelo Lillo, escritor nacional: "No pensaba publicar más: estaba cansado de lo que rodea al mundillo literario"
Vive en el sur del país, en la localidad de Niebla. Hace 10 años debutó en la literatura con el libro El fumador y otros relatos, pero se retiró hastiado de editoriales y críticos. Hoy, con 60 años, publica De vez en cuando, como todo el mundo, antología que reúne 30 cuentos de su producción. Mientras, prepara sus memorias.
Se llama Aquiles Madrid. Toma pisco con bebida en un restaurante de carretera. Es un escritor itinerante, que vende sus propios libros. Una tarea en la que lleva dos décadas. "Definitivamente no es una profesión, ni siquiera un oficio, la mayoría lo llama un pasatiempo", le dice a un hombre que se sienta junto a él en la barra, quien narrará su propia vida y la de Madrid en El fumador. Es la historia inicial de De vez en cuando, como todo el mundo, el nuevo volumen del autor chileno Marcelo Lillo (60).
Editado en febrero en España, y en marzo en Chile, son 30 cuentos reunidos del escritor radicado en la localidad costera de Niebla, que debutó hace una década con el libro El fumador y otros relatos (2008). En ese momento, con 50 años, era un desconocido autor local que publicaba primero en Europa, en la editorial Caballo de Troya, y luego en el país por Penguin Random House.
Hasta el 2002 Marcelo Lillo trabajó como profesor de castellano en un colegio de Valdivia. Tenía casa y auto. También participaba en concursos literarios. Entonces renunció a ese pasado más estable y decidió dedicarse a la literatura: convertirse en el escritor que añoraba ser. Así fue como se instaló en Niebla, junto a su mujer, Márgara, y comenzó una vida austera. De esos días dijo: "Hice un pacto de muerte: si en cuatro años no me iba bien, o sea, no ganaba más concursos, me pegaba un tiro. En serio. Me compré una Colt 45".
Entre los reconocimientos más visibles estuvo el premio de cuentos de revista Paula, de 1999, donde el crítico español Ignacio Echevarría integró el jurado. Después vino su primer libro y el elogio de la crítica. El entusiasmo disminuyó para el segundo ejemplar de relatos, Gente que baila sola (2009). Luego vino la novela Este libro vale un cadáver (2010) y su última entrega fue Niebla City (2012), novela editada por Seix Barral del grupo Planeta.
"Lillo persevera en dejar testimonio de un mundo sórdido, poblado por perdedores, hombres y mujeres que asumen unas veces con resignación, otras con aturdimiento, otras sin dejarse abatir por él, un destino miserable o doliente, en ocasiones calamitoso, o sencillamente tedioso", escribe Ignacio Echevarría en el epílogo de De vez en cuando, como todo el mundo, que ya está en librerías editado por Lumen.
Lillo vive aún en Niebla. "Mi vida es la misma desde hace 16 años: levantarme al mediodía, beberme un pisco sour con mi mujer y por la tarde escribir un par de horitas, tal vez algo más, depende del ánimo. Escucho a Erik Satie o Johnny Cash y más tarde vemos alguna película, hasta las dos o tres de la madrugada", dice el autor a La Tercera.
¿Cómo surgió De vez en cuando, como todo el mundo?
Yo no pensaba publicar más: estaba cansado de periodistas, de editores, críticos y todo lo que rodea al mundillo literario. Hasta que en febrero del 2017 asomó por Niebla Juan Díaz, director editorial de Penguin Random House, el que andaba de vacaciones en Chile y aprovechó para verme. Fue una noche de locos, repleta de pisco, cerveza, pizzas, perros y fiesta. Juan me pidió que le enviara lo que tenía. Lo hice. Dos meses más tarde él me hizo una oferta y yo una contraoferta y ahí todo quedó amarrado. Publicar otra vez es como publicar por primera vez.
¿Por qué no publicaría más?
Mi desilusión con las editoriales era enorme. Y sigue siéndolo. En una parte del epílogo del libro Echevarría dice que me peleé con los sellos, pero lo que no dice es por qué me peleé. Te pongo un ejemplo: De vez en cuando... apareció el 8 de febrero en España y hasta hoy, Lumen no me envía los ejemplares que me corresponden por contrato. Nadie me ha dado una explicación y menos alguien me ha enviado una copia de eso que se llama 'Guía de despacho'. ¿Por qué? Para aplaudirlos de pie, sobre todo cuando en una cena para cuatro personas no dudan en gastar 300 lucas. ¡Bravísimo!
¿Qué opinión tiene de la crítica?
No tengo ninguna opinión sobre la crítica, menos sobre la literaria. Es como hacerles caso a los vecinos cuando hablan de uno. Pueden decir lo que quieran de mí y de mis libros y no me importa porque no leo crítica. Y porque no me guío por la crítica. Nadie en sus cabales va a guiarse por un juicio de valor emitido por un desconocido.
El libro parte con el relato El fumador ¿Cuánto de Ud. hay en esos personajes de la narración?
El personaje de El fumador es uno enorme y él es parte de mi próxima novela, la que estoy escribiendo porque debo entregarla a fin de año. Más que un modelo de vida es un sujeto increíble, el que por supuesto existe. Pero no soy yo.
Imagino que ha sido importante el espaldarazo de Ignacio Echevarría.
A Echevarría lo he visto tres veces en mi vida y siempre lo hemos pasado bien, aunque con la interrupción siempre inoportuna de Rafael Gumucio. Vivo en Niebla, viajo a Santiago de tanto en tanto, veo a algunos amigos y no me relaciono con escritores. Menos en Valdivia, a veinte minutos de mi casa, donde no sé si hay escritores.
¿Qué recuento hace a 10 años de su primer libro?
He decidido escribir mis memorias literarias. De verdad. En esta década vi lo que jamás pensé ver ni menos oír. Ya llevo bastante avanzado el asunto y su nombre es Mentiras inventadas después del fin del mundo. Ya hay un par de interesados en publicarla. Diez años asistiendo a lanzamientos, cócteles y cenas da para mucho. Escuchando lo que muchas veces no debí escuchar ni menos ver.
Será su debut en la no ficción.
Mentiras inventadas... es sobre todo eso: el mundillo literario chileno, el provinciano, sobre cómo llegué a ahí y cómo fue mi vida entre esa gente tan distinta a mí. Con ejemplos muy gráficos. También hablo de mi infancia y de mis padres adoptivos, primeras lecturas, relaciones de todo tipo y otras cosas. Es un libro muy gracioso y que ojalá sirva de aprendizaje a las futuras generaciones de escritores, un libro bien edificante, sobre todo por los personajes malos que asoman, empezando por mi papi y siguiendo con un siniestro tipejo del ambiente editorial.
Desde hace algunos años que la historia de Chile concentra la producción editorial. ¿Qué le parece este fenómeno?
¿La historia de Chile? Esta siempre ha sido una ficción, así como la historia de la Humanidad. Así como todo ese cuento de Dios y el hijo de Dios, etcétera. Es más, esta será mi resurrección como escritor, entrevista incluida. Lo que no está nada de mal a mis 60 años.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.