Venían a buscarme: un hijo del MIR va tras el rastro de sus padres

Venían
Alvaro de la Barra de niño, antes de que lo enviaran fuera de Chile en 1975. Foto: Miradoc

En la cinta que se estrena el jueves 7, Alvaro de la Barra reconstruye su vida y la de sus progenitores, asesinados en diciembre de 1974 mientras iban a su jardín infantil.


Hace 44 años que Alejandro de la Barra y Ana María Puga murieron en la esquina de las calles Pedro de Valdivia y Andacollo y aún su hijo Alvaro se pregunta si acaso él no tiene algo de culpa en aquello. De no haber estado en aquel jardín infantil en la mira de la DINA, sus padres no habrían sido diariamente rastreados para terminar asesinados a quemarropa. Al mismo tiempo, de no haber estado involucrados en una causa política de riesgo máximo, tal vez estos militantes del MIR habrían escapado a la muerte y su hijo tendría padre y madre.

Alvaro de la Barra, ahora cerca de los 45 años, es un hombre generoso de espíritu y en su documental Venían a buscarme se hace todas aquellas preguntas. Sin rabia y sin pancartas. Reconstruye la historia de sus progenitores, la de su familia y la de él mismo, pero desde la mirada de un venezolano afable y curioso. Después de todo, Caracas fue su ciudad en el exilio. En aquella ciudad, por lo demás, transcurre la película La familia, cinta de ficción de Gustavo Rondón producida por De la Barra y ganadora el año pasado en el Festival Sanfic.

Estrenado en el último Festival Internacional de Documentales de Santiago (Fidocs), Venían a buscarme llega el próximo jueves a la cartelera chilena a través del circuito Miradoc, que la exhibirá de Arica a Puntas Arenas, incluyendo la Cineteca Nacional, Sala Nemesio Antúnez y Sala K en Santiago. Antes se dio en cines comerciales en Argentina, donde fue recibido cálidamente por la crítica.

"Yo soy historiador de profesión, pero cineasta por vocación. La decisión de hacer este documental la tomé cuando en 2006 la justicia me permitió inscribir mi nombre verdadero en Chile", comenta De la Barra, que salió de Chile con un nombre falso para despistar a las autoridades.

Todo en su vida tiene un carácter novelesco, partiendo por la trágica muerte de sus padres. Nieto de Pedro de la Barra, fundador del Teatro Experimental de la U. de Chile, el realizador tenía un año y ocho meses cuando fue dejado en las manos de una azafata en un avión con destino a París. "Me mandaron solo y en Francia me recibió la familia de mi tío Pablo de la Barra, que además es cineasta", cuenta.

A través de muchas entrevistas en los lugares donde creció, el director va reconstruyendo su vida. Está Francia, pero fundamentalmente está Venezuela, donde De la Barra se reencontró con su tío Pablo, esta vez en pareja con una mujer de ese país.

"Durante mi infancia y mi juventud la imagen de mis padres y de Chile era la que me proporcionó una película sobre una pareja revolucionaria que mi tío hizo en Venezuela: se llama Queridos compañeros", cuenta Alvaro de la Barra en un acento caribeño que de a poco va cediendo al chileno.

Los momentos culminantes de Venían a buscarme llegan cuando visita el lugar donde estaba su viejo jardín infantil y también cuando conversa en Villa Grimaldi con Lautaro Videla, ex militante del MIR que conoció a su padre. En cámara hay varios ex miristas, pero Videla fue testigo de lo peor: vio como a aquel ex centro de tortura llegaron los cadáveres de sus padres. También recuerda que el brigadier Miguel Krassnoff (condenado a 120 años de cárcel) se encargó de patear los cuerpos para comprobar que estuvieran muertos.

Videla también recuerda otro personaje sombrío. Se trata de Carola, chapa de María Alicia Uribe Gómez, amiga de los padres de De la Barra, ex mirista y posterior agente de la Dina. En la detectivesca pesquisa que realiza el cineasta, los cabos sueltos se atan al punto de concluir que ella comenzó a colaborar con los organismos de inteligencia dos semanas antes de la muerte de Alejandro de la Barra y Ana María Puga. "Era la única persona que sabía dónde vivían mis padres y muchas veces, cuando no estaban en casa, ella me cuidó. No sabía dónde estaba el jardín, pero es evidente que era cerca de la casa", cuenta el hijo de la malograda pareja.

Para esta película, el director quiso contactarla. "Hace un tiempo hubo un careo judicial con ex militantes donde Carola se negó a dar las razones de su viraje político. Dijo que al único al que le explicaría razones sería al hijo de Alejandro y Ana María. Por eso yo intenté hablar con ella. Pero no quiso", cuenta.

A pesar de los episodios amargos, el documental es particularmente sereno y reflexivo: "Nos preocupamos mucho del tono de la película y de no caer en discusiones que cansen a las nuevas generaciones".

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