Mi manifiesto: Carmen Ibáñez




Mi mamá tiene 86 años. Vivo con ella desde que me fui a Grecia; antes vivíamos en el primer piso de un edificio, cada una en un departamento chiquitito. Pero cuando tuve la oportunidad de irme a Grecia como embajadora, le pregunté si estaba dispuesta a esta aventura, si no no me iba.

Somos tres hermanos, yo soy la única mujer, la más chica y fui muy regalona. Estaban todos pendientes de mí.

Cuando chica quería ser doctora, operaba a todas las muñecas.

Me casé a los 16 años y me fui a vivir al campo, a Catemu, y tuve a mis tres hijos mayores: Joaquín, que es diputado; la Carmencita, que es historiadora, y la María Luisa, que es periodista y conductora de televisión. Después tuve a Gonzalo, que es mi guagua de 20 años y mide como dos metros.

Me casé chica porque me enamoré. Mi papá me dio el permiso notarial y mi mamá lo quería matar. Mi ex marido me conoció de jumper. Terminé el colegio como alumna libre. Después estudié Comunicación Social en la Escuela de Ravani.

Ser embajadora en Grecia fue increíble, aunque fue en un momento difícil para el país, en plena crisis. Una noche me llamaron para contarme que podían llegar bombas a las embajadas, inmediatamente llamé por teléfono a todo el personal y le dije: "Desde mañana no se abre ningún paquete en la embajada". Al día siguiente llegó un paquete con el remitente de la empresa minera que financió el viaje de los 33 mineros a Grecia. No lo abrimos, se lo entregamos a la policía y ellos lo detonaron: era una bomba. Fue la única vez que sentí miedo en Grecia, pero no pensé en regresarme.

Tomé la decisión de volver a Chile por mi familia. Echaba de menos a mis hijos y nació mi primera nieta, la Olivia. Fui abuela a los 54 años, siempre he sido muy adelantada. Ahora vienen dos nietas más.

Estoy muy dedicada al deporte. Siempre fui deportista en el colegio, competía corriendo 80 metros planos y básquetbol. Pero en Grecia me volví fanática, todos los días entrenaba a las 7 de la mañana, en el Estadio Olímpico, y corrí para la celebración de los 2.500 años de la maratón. Ahora me estoy entrenando para correr los 10 km en la maratón de Santiago. Entreno todos los días.

Soy enferma de regalona. Que me digan "la regalona" no podría ser un apodo mejor puesto. A los 22 años yo hacía comerciales. El nombre de la regalona partió por un comercial, donde los protagonistas eran Roberto Poblete y una actriz bien famosa. Pero antes de grabar nos daban pisco, porque hacía mucho frío en Casablanca y la actriz se curó. Yo no tomaba nada. Celedón se acercó y me dijo: ¿sabe bailar cumbia?... Y así fue como terminé allí.

Me gustaría seguir en política, pero ser candidata lo descarto en un 99%.

Tengo la mejor opinión de Michelle Bachelet, me considero su amiga. Es una mujer inteligente, con muchas condiciones, pero con instinto de mujer creo que no va a ser candidata… y la van a querer matar los de la Concertación. Tiene más que perder que ganar, tanto en lo personal como en lo político.

Al mirar el espectro de candidatos somos un ejemplo para el mundo, todos son de lujo. En la Alianza tenemos a Andrés Allamand, que tiene una gran trayectoria política y puede continuar la obra del Presidente Piñera, y por otro lado, a Laurence Golborne, que es una persona carismática y tremendamente eficiente.

Soy piñerista, siempre pensé que iba a ser un buen Presidente y lo es. Mi única crítica de su gobierno es que no hemos sido capaces de transmitir todos los avances y lo bien que lo ha hecho. Mi yerno (Ignacio Rivadeneira) trabaja en las comunicaciones del gobierno y es el ghostwriter de los discursos, y le he dicho esto muchas veces. No sé si el error de comunicar va por el departamento de comunicaciones o los mandos medios, pero siento que no ha llegado la información.

Uno de los placeres de la vida es comer rico, hago mucho deporte por lo mismo, si no sería gorda. Para mí lo máximo es ir a Caleta Portales en Valparaíso y comerme un congrio frito con papas fritas o una sopa marinera. De la comida griega, me quedo con la ensalada griega y la musaka, que es un guiso de berenjenas.

Aprendí a hablar griego, tomé una hora de clases diarias. Hablo bien fluido, pero no perfecto. A escribir no aprendí.

Siento que Chile ha ido evolucionando, lo noto cambiado. Por ejemplo, creo que todos nuestros candidatos son tolerantes y liberales, y eso es importante. No podemos tener un país como era Chile, de demasiado doble estándar, cartucho, donde no se dicen las cosas por su nombre. Hoy, el único candidato que me parece tremendamente conservador es el de la Democracia Cristiana. Orrego me encanta, pero todavía lo veo como conservador.

Las mujeres de Valparaíso tienen buenas piernas porque suben muchos cerros. Mi familia paterna es de Cerro Alegre y todos mis veranos los pasaba allá. Toda mi vida subí y bajé cerros, por eso creo que tengo buenas piernas.

Nunca fumé marihuana. Cuando uno se casa chica, con una persona mayor, te saltas el cigarro, las discotecas… y la marihuana ni hablar.

He escrito muchas poesías, me gusta. No descarto escribir un libro, pero no está en mis planes por ahora.

Me gusta mucho leer. Ahora se van a reír de mí porque me acabo de terminar la trilogía de las Cincuenta sombras de Grey. Lo encontré buenísimo, me devoré los tres tomos, pero no me gustaría implementar nada de lo que leí ahí.

Lo que más me da miedo en la vida es que se me acabe. No me avergüenza decir que le tengo miedo a la muerte, el cajón me da pánico. Creo que después de la muerte no viene nada. Mi esperanza es que nos reencarnemos.

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