Sobre la Cuerda Floja, el nuevo estreno en miniatura y con marionetas de Teatro Milagros

<P>La obra sucesora de <I>El capote </I>se estrenará el 10 de enero en La Granja como parte de Stgo. a Mil.</P>




Maniquíes, figuras de cera, muñecas inflables, marionetas, dummies y vudú. Exponentes todos de esa particular afición humana de representar el cuerpo de la especie para y por moda, admiración, sexo, arte, seguridad o venganza. Cuerpos para modelar, armar y usar hasta que ese detallito de la representación se olvida. Entonces aparece Pinocho, desaparecen dedos de célebres dobles museísticos, la iglesia prohíbe el vudú, en Hollywood filman Me enamoré de un maniquí 1 y 2, y en Chile una marioneta se suma sin previo aviso a una entrevista, aunque no emite declaración, vaya uno a saber si por divismo o timidez.

Esme es la marioneta, esta es la entrevista y el motivo es la obra que protagonizará desde el 10 de enero en Santiago a Mil, y que será el único estreno en sala del festival. El montaje se llama Sobre la cuerda floja y está a cargo de Teatro Milagros, compañía que antes montó El Capote y que ahora trabaja 13 horas diarias, siete días a la semana, para el debut de Esme y su abuelo.

Ambos muñecos tienen cuatro sirvientas solícitas: Aline Kuppenheim, Paola Giannini, Paula García y Loreto Moya, quienes los cargan, los peinan, los elogian, los mueven, los mejoran. Antes ya los formaron e imaginaron. "Son nuestras fantasías", dice Kuppenheim para justificar el enorme parecido del abuelo con el actor Liam Neeson.

Ha sido una larga gestación. Tal como el embarazo de los elefantes, la compañía lleva dos años de trabajo para darles vida a sus muñecos. Una vida que el dramaturgo inglés Mike Kenny quiso que estuviera marcada por el duelo y lo cotidiano. Esme está de vacaciones en casa de su abuelo, quien le cuenta que su abuela se fue de equilibrista a un circo. Pero a través de la convivencia, la niña de siete años se da cuenta de la causa real de esa ausencia.

La lectura llevó al enamoramiento: "Nos vino como anillo al dedo, tenía todos los elementos que a nosotras nos interesaba trabajar", confiesa Kuppenheim. ¿Cuáles? El duelo como tema, la cotidianidad como forma y el niño como personaje.

Esa historia fue el impulso que las llevó a cruzar madera y silicona para fecundar un montaje que nace gracias a Fondart y la coproducción de Fitam. Obra que aprovecha la experiencia de su predecesora, según cuenta Kuppenheim: "Todo se esbozó en El capote". Aunque como buen hijo segundo, Sobre la cuerda floja ha tenido una formación más experimentada.

En las dos obras de Teatro Milagros hay muñecos, pero ahora ellos mueven los ojos, la boca, tienen una textura similar a la piel, llevan pelo natural injertado e incluso sus cejas están hechas con pelo de Kuppenheim y Giannini. Y como la vez anterior, también hay animaciones, aunque esta vez con stop motion. El cambio surgió del deseo de unificar visualmente la obra, lo que logran con muñecos idénticos que animan a partir de fotografías en un trabajo minucioso y lento que las persigue hasta en sueños.

"Es exquisita", dice Loreto Moya sobre Esme. Pero en realidad Esme no es, sino que son. Aunque la obra sólo tiene dos personajes, la compañía fabricó 13 muñecos: 10 para el escenario y tres para el stop motion. Necesitan tener al mismo tiempo distintos vestuarios disponibles y porque el stop motion requiere otro tipo de marioneta.

Pero su multiplicidad corporal no es obstáculo para que adquieran vida humana. "Uno raya un poco igual", dice Kuppenheim. "Son hijos, pues", agrega Moya. "Es que sentir que está vivo es conmovedor", remata Giannini. Y ese es precisamente su objetivo como compañía: hacer un teatro realista en miniatura, que conmueva al espectador. De ahí también la elección de esta obra, según lo que cuenta Kuppenheim: "Pensamos que esa cotidianidad ejecutada por muñecos podía ser muy interesante por el extrañamiento que podía producir en el público, esto que es igual a su vida corriente, pero hecho por muñecos. Tienen una reacción completamente distinta frente a una marioneta que ante cualquier actor. Es la sofisticación del espíritu humano, capaz de ver vida donde no la hay y entregarse a eso de forma profunda y genuina".

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