A primera hora de este miércoles, el entonces ministro Marco Antonio Ávila (Educación) se reunió con el Presidente Gabriel Boric en La Moneda. El objetivo del encuentro era evidente y no sorprendió al militante de Revolución Democrática: comunicarle que sería parte de los colaboradores que dejaría ir en lo que sería su tercer cambio de gabinete y que concretaría solo momentos más tarde.

“Necesito dar señales de renovación”, le dijo el Jefe de Estado a la ahora exautoridad, quien ya como un ciudadano común y corriente -sin la investidura de su cargo- volvió en Metro, pasadas las 17.00, a su departamento en Providencia.

El golpe fue especialmente duro para un partido históricamente ligado a esa cartera y sellaba el círculo de un diseño que el Presidente venía preparando hace varios días y, además, marcaba el tenor del ajuste de equipos que anunciaría a las 13.36 en el salón Montt Varas de La Moneda: un rebajare de fuerzas a nivel de Apruebo Dignidad, el que golpeó duramente a Revolución Democrática -otrora partido hegemónico del Frente Amplio- y dejó en una posición más favorable al Partido Comunista, a Comunes y a su propia colectividad, Convergencia Social.

La tarde del martes, cuando el Mandatario volvió Chile desde Paraguay, tenía pendientes únicamente algunos llamados para cerrar el círculo. Apenas aterrizó, Boric se dedicó a confirmar ofrecimientos ante los que se convertirían en sus nuevos colaboradores, los que ya había socializado a modo de sondeo en la previa. Mientras el Mandatario se contactó directamente con los futuros ministros, su jefe de gabinete, Carlos Durán, llamó a más de algún dirigente oficialistas para dar señales de tranquilidad.

Y sin cambios de última hora ni muchas sorpresas, el esquema se confirmó pasadas las 13.00, cuando el Mandatario aceptó la renuncia de cuatro ministros y firmó el ascenso de sus reemplazos, además de confirmar enroques y dimisiones a nivel de cinco subsecretarías.

En este cambio de piezas, el Jefe de Estado apostó por un ajuste sectorial, removiendo además de Ávila de Educación, a Jaime de Aguirre (independiente) de Culturas, a Marcela Hernando (PR) de Minería y dejando en manos de la entonces ministra de Bienes Nacionales, Javiera Toro (Comunes), el Ministerio de Desarrollo Social, el que hasta el viernes pasado lideraba Giorgio Jackson (RD).

En reemplazo de los ministros -a los que Boric despidió con un fuerte abrazo y agradeció su gestión, pese a “las dificultades que enfrentaron”- llegaron a Culturas la actriz Carolina Arredondo (independiente); a Minería la exministra de Michelle Bachelet Aurora Williams (PR); a Educación, quien hasta ayer era el subsecretario de Desarrollo Regional, el comunista Nicolás Cataldo; y a Bienes Nacionales la exdiputada Marcela Sandoval (RD).

De manera poco usual, y para evitar que quedaran en evidencia cambios de última hora, de producirse, esta vez los ministros entrantes y salientes no fueron recibidos con sillas y tuvieron que permanecer de pie durante toda la ceremonia. En los equipos del Mandatario querían evitar que se repitiera lo ocurrido el 10 de marzo, cuando inicialmente había dispuestos seis asientos y se terminaron sacando dos de ellos cuando solo quedaban minutos para el anuncio y la prensa ya estaba apostada en el Montt Varas, destapando las intenciones previas de un rebajare mayor al que se terminó concretando.

Sillas más o menos, el Presidente encomendó de entrada una misión a los recién llegados para superar los problemas de gestión que ha enfrentado desde que asumió y que no se resolvieron con el ajuste ministerial de marzo: “A quienes ingresan hoy al gabinete, les llamo a volcarse de lleno en la misión de este gobierno, que no es otra que avanzar hacia un Estado más justo, hacia una sociedad más justa que garantice las condiciones básicas para que cualquier persona, cualquier chileno y chilena pueda desarrollarse libremente sin importar cuál es el tamaño de su billetera”, dijo tras la firma de los decretos.

En el oficialismo leen el nuevo cambio de equipos como una señal de reimpulso a la agenda del gobierno, la que se ha visto fuertemente copada por la crisis que abrió el lío de platas en que el Ministerio Público indaga eventuales delitos de corrupción y que tuvo su hito más doloroso para el Jefe de Estado con la caída de Jackson, su compañero de ruta política y amigo. El exdiputado decidió precipitar a fines de la semana pasada su salida del gobierno ante las presiones de la derecha, desde donde habían condicionado su disposición al diálogo a su renuncia.

Cuando el fundador de Revolución Democrática cedió y anunció su salida de La Moneda, el Presidente ya tenía decidido que apuraría cambios en sus equipos como una forma de descomprimir el clima político que -según comentan en Palacio- tiene paralizada la agenda de reformas que impulsa el Mandatario. Por eso, pese a que surgieron voces que lo llamaron a esperar que lo de Jackson calmara las aguas y evitar cambios de equipos en lo inmediato, Boric ya tenía la decisión tomada y así lo concretó este miércoles.

Y la fecha no fue menor. La señal la dio a solo horas de que este jueves reciba a Chile Vamos en La Moneda para allanar el camino a acuerdos en materia previsional, de pacto fiscal, probidad y seguridad pública.

En las palabras que emitió tras firmar los decretos y recibir los juramentos de sus nuevos colaboradores, el Presidente dio varias señales. Entre ellas, valoró la disposición de la derecha y otros sectores no alineados para favorecer el diálogo y buscar consensos que pongan por delante a las personas, aunque reconoció el complejo ambiente político que enfrenta el país.

“Me hubiera gustado, sin duda, que este cambio de gabinete se diera en un clima político distinto, sin esa crispación tan protagonista de los últimos días, de quien de lado y lado dice la frase más incendiaria. Día a día esta conducta nos distancia de la posibilidad de mejorar sustantivamente la calidad de vida de las personas, de quienes están hoy viéndonos en sus casas, en sus trabajos e, insisto, es a ustedes a quienes nos debemos”, advirtió.

Asimismo, se hizo cargo de las dificultades que han tenido sus coaliciones. “Es cierto, ha costado cuajar, a veces las querellas generacionales o declaraciones desafortunadas de uno u otro han mermado las confianzas, pero es hora de dejar todo aquello atrás y avanzar juntos, con mayor cohesión y unidad política. Eso es lo que la patria nos demanda”, subrayó el Mandatario.

Pasadas las 12.30 horas la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, iba camino a La Moneda cuando la ministra del Interior, Carolina Tohá, le notificó que su partido perdería un subsecretario, pese a que el foco del ajuste ministerial estaba en Apruebo Dignidad. Se trataba de Víctor Barrueto, subsecretario de Defensa. En su reemplazo fue nombrado el exconvencional Ricardo Montero (PS), quien se desempeñaba como jefe de gabinete de Interior y que había estado a punto de asumir en esa misma repartición en marzo, pero fue resistido por los senadores de su colectividad.

Los demás cambios de subsecretarios sí estaban previstos. La subsecretaria de Servicios Sociales, Francisca Perales (CS), fue nombrada en la Subdere -uno de los cargos más apetecidos por los partidos en la antesala de las municipales- en reemplazo de Cataldo. Mientras que la sustituta de Perales es Francisca Gallegos (RD), quien estaba al mando de la División de Promoción y Protección Social del Ministerio de Desarrollo Social. En Minería también hubo cambios: el subsecretario Willy Kracht (CS) debió salir por los conflictos con Enami y su cargo fue tomado por Suina Chahuán, quien fue jefa de gabinete del ministro de Economía, Nicolás Grau (CS).

Por último, en Cultura el Presidente debió llenar el espacio que había dejado Andrea Gutiérrez luego de su renuncia por firmar un convenio con la Corporación de Desarrollo de Santiago, donde había trabajado. En su lugar asumió la gestora cultural Noela Salas (CS).

Concretado el cambio, en Revolución Democrática resentían ayer lo que leyeron como un “castigo” al partido. La colectividad que antes tuvo a su principal figura -Giorgio Jackson- en el corazón del poder del gobierno, quedó ahora relegada a solo una cartera en la primera línea del gabinete, considerada como la menos apetecida en el Ejecutivo (Bienes Nacionales).

Algunos militantes de esa colectividad, sin embargo, valoraban que el Mandatario les hiciera un gesto, en medio de la crisis que afecta al partido al haber sido el epicentro del caso de los polémicos convenios de Antofagasta que destaparon el lío de platas. Pese a eso, hasta el lunes la colectividad empujó que fuese Gonzalo Muñoz (RD) quien asumiera en reemplazo de Ávila para mantener el cupo.

En Comunes, los ánimos eran totalmente opuestos. El timonel del partido, Marco Velarde, llegó (como nunca) con terno azul y zapatos a La Moneda. Según quienes compartieron con él durante el cóctel que se ofreció mientras se oficializaban las decisiones del Mandatario, no escondió su alegría ante el ascenso de Javiera Toro -su única ministra en el gabinete- a Desarrollo Social. Una cartera con sede en Palacio, con amplio presupuesto y llegada con la ciudadanía, convirtiéndola -además- en la sucesora de Jackson. A la madre y el hermano de la ministra también se les vio emocionados en los patios de la sede de gobierno.

Por su parte, en el Socialismo Democrático resintieron la poca información que recibieron desde La Moneda. El timonel radical, Leonardo Cubillos, se enteró durante la mañana del cambio en Minería, mientras que en el PS y el PPD tampoco les avisaron con demasiada anticipación los movimientos que haría el Mandatario y que involucraban a militantes de sus partidos. En el caso de Culturas, Arredondo fue valorada por sectores el PC y el FA y también por sectores del PPD, desde donde se le vincula por su madre, la diputada de esa bancada, Carolina Marzán. La legisladora acompañó a su hija en todo momento en Palacio e incluso se quedó a ver la vocería que daría la actriz después de la ceremonia oficial.

En el PS, en todo caso, valoraron que el Mandatario mantuviera al ministro de Vivienda, Carlos Montes, quien había estado en el foco de las críticas por su manejo en el lío de platas.

Al cierre de esta edición, las autoridades salientes se despedían de sus equipos y retornaban a sus casas, mientras que los nuevos inquilinos del gobierno se instalaban en sus oficinas.