Volar con Hites
El piloto de 18 años da una demostración de su pericia al volante. Un redactor de La Tercera prueba en el circuito de Codegua las sensaciones de su velocidad.
El rugido de los 500 caballos de fuerza y la ensordecedora potencia de un auto híbrido, mezcla de Fórmula 1 con un carrozado, de primer nivel. Benjamín Hites, de 18 años, que a los seis se interesó por el karting, es presente y futuro del automovilismo chileno. Presente porque gana carreras, ya lo hizo en marzo en Estados Unidos en una dentro de una fecha del Ferrari Challenge. Futuro porque se proyecta que en cinco o seis años esté preparado para competir al máximo nivel. La Fórmula 1 es su sueño.
"Pasa la pierna sin tocar la estructura y pisa el asiento", indica un miembro de su equipo al copiloto visitante, un redactor de La Tercera. Es el autódromo de Codegua, donde el joven piloto chileno tiene el récord de velocidad (58"53, por vuelta). Un lugar que usa de entrenamiento y en el que ahora invita a su ocasional compañero de auto a probar las sensaciones que deja su conducción. Con el casco en la cabeza, los asistentes afirman el cinturón de seguridad, por debajo de las piernas y sobre el pecho. La idea es inmovilizar, que las curvas no generen la incomodidad del vaivén, de los giros, que vendrán a máxima velocidad. "¿Tienes la espalda pegada al asiento?", es la última pregunta.
Benjamín prende su auto. El ruido no permite escuchar más. Ni pensar en hablar entre conductor y copiloto. La máquina, de rojo intenso, y el piloto, con su tradicional traje verde y blanco con el Fiat en el pecho, empiezan su rutina previa. Verificar los últimos detalles, probar el motor y dejarlo caliente para el inicio.
Frente al auto, Juan Carlos Kako Carbonell, entrenador de Benjamín y también piloto, le indica la cantidad de vueltas a dar. Todo listo para el arranque y la primera aceleración alcanza fácilmente los 90 kilómetros por hora, una de las velocidades mínimas que alcanza en ruta.
Primera vuelta y no se siente más que el motor. El auto vuela. 200 kilómetros por hora es lo normal y en la recta de Codegua alcanza hasta 230. "En otras más largas puede llegar a los 280", comenta luego Benjamín. En las curvas, la obligación es bajar, pues un error puede generar fácilmente un descalabro. Los dos minutos y 15 segundos que se demora en dar dos vueltas al autódromo casi no se sienten.
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El Fiat de Hites, en plena recta. Foto: Luis Sevilla.[/caption]
"Benjamín sobresale al resto, es uno de los pocos pilotos que nunca pone un pero, siempre está dispuesto a probar, escuchar y seguir aprendiendo", cuenta, orgulloso, Kako Carbonell, tras la aventura. Y agrega: "Es inteligente, no es arriesgado, pero sabe cuándo hacerlo. Controla la adrenalina y es bastante frío para tomar decisiones".
Los dichos de su entrenador coinciden con lo demostrado sobre la pista. A medida que el autódromo aumenta sus curvas, Hites baja la velocidad, para luego acelerar en los segundos de línea recta. Llegando al final del recorrido, la vuelta más pronunciada hace sentir el nerviosismo de que el auto pueda volcarse, sin embargo la técnica del piloto y la aceleración en el momento justo hace que la sensación quede sólo en eso. El auto, que inspira firmeza y confianza, hacen sentir la adrenalina pero también la seguridad de una máquina de primer nivel.
"En una curva, si me tiro más rápido siento que la cola se mueve; entonces me puedo trompear. Todo eso se lo cuento al ingeniero cuando llego al box y ellos hacen los ajustes para seguir probando y buscar lo ideal para sentirme cómodo e ir muy rápido", explica Hites.
Segunda vuelta y Benjamín no pierde la calma. La aceleración en la recta se hace más impresionante fuera que dentro del auto. Las cámaras apenas alcanzan a captar su paso, pero desde dentro no se siente, pues lo firme de los cinturones de seguridad y las características de la máquina están hechas para eso.
Hites ya está acostumbrado, ya que compite todo el año en el Top Race de Argentina. "Es la mejor escuela", advierte Carbonell; "lo más parecido a Europa". La misión por lo pronto es quedar en los primeros ocho en Argentina. Dice que de conseguirlo podría pelear cualquier carrera en el mundo."Quiero ser un piloto de Ferrari", concluye la esperanza del automovilismo nacional.
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