Llega el aclamado filme de HBO que explora los traumas de su directora
The tale, que se estrena este sábado, recrea la historia real de su autora y la forma en que ésta reprimió los abusos sexuales de los que fue víctima en su niñez.
Uno de los momentos más duros de The tale ("El cuento") -dentro de una película que está llena de ellos- ocurre dentro de sus primeros minutos. La protagonista, Jennifer Fox (Laura Dern), rememora el verano de 1973 que pasó aprendiendo a andar a caballo, entablando de paso una cercana relación con su instructora, Jane (Elizabeth Debicki), una atractiva mujer casada, y el entrenador Bill (Jason Ritter), un ex deportista divorciado y cercano a los 40. La protagonista, que por entonces tenía 13 años, se recuerda a sí misma como una adolescente algo precoz, más alta y desarrollada que el resto de sus compañeras. Pero al revisar una fotografía, se da cuenta que en esos días se veía incluso menor para su edad, apenas pudiendo ser calificada como preadolescente: era derechamente una niña.
Tras ese primer giro, lo que sigue es una dolorosa exploración de cómo el trauma afecta la memoria y lo poco confiables que pueden llegar a ser esos recuerdos. Una historia que adquiere un peso adicional cuando se sabe que la protagonista no sólo es una persona real, sino que la directora de la película. Fox es una aclamada documentalista que con The tale, que debuta este sábado a las 22.00 por HBO, estrena su primera cinta de "ficción". Así, entre comillas, pues la historia de The tale es tan autobiográfica que, fuera de las licencias dramáticas naturales del medio, es casi como un documental actuado.
A través del telefilme, Fox hace público su proceso de desenterrar un dolor escondido en su memoria: la historia de cómo perdió la virginidad a los 13 años con un hombre mucho mayor. Lo interesante es cómo revela la forma en que logró sobrellevar ese hecho, transformando sus recuerdos, interpretando su inusual cercanía con su entrenador como una relación formal, sintiéndose especial porque un adulto se fijó en ella.
Es sólo cuando su madre (Ellen Burstyn, genial como siempre) descubre un trabajo escolar en donde la joven Jennifer relataba sus experiencias durante esos meses de 1973, y su inusual cercanía con su instructora y su entrenador -de una forma bastante más cruda y dolorosa que lo que sus recuerdos indicaban-, que la documentalista, ya adulta, comienza a entender realmente la verdad detrás de esas distorsiones. El acontecimiento que trató de olvidar no fue un fugaz amor de juventud marcado por una amplia diferencia de edad; fue pedofilia y violación, y las consecuencias de esa carga emocional marcaron la adultez de la realizadora.
El peso de la realidad
Aún en la dramatización de su propia historia la realizadora no pierde su vocación de documentalista. A lo largo de la trama, que salta constantemente entre los acontecimientos de 1973 hasta cuando Fox tiene 48 años, la protagonista realiza varias "entrevistas" a sus propios recuerdos, siendo los segmentos más impactantes en los que habla con su versión de 13 años (Isabelle Nélisse). Ese emplazamiento a su propia memoria es lo que transforma a la película en una experiencia tan única como estremecedora.
En ese sentido, algunos segmentos de The tale son muy difíciles de mirar. Tanto, que en sus créditos finales, la cinta sale a aclarar que ninguna escena que simulara actividades sexuales fue grabada entre un adulto y la joven actriz que interpreta a Fox en su niñez, sino que se utilizó a una doble mayor de edad.
The tale no sólo tuvo su estreno en el festival de Sundance, sino que corre como gran favorita a los premios Emmy en septiembre en la categoría de Mejor película televisiva. La crítica, por su parte, la ha alabado de forma unánime, sobre todo considerando su importancia con respecto al contexto actual. Cuando el mundo recién empieza a enfrentar la normalización histórica del abuso sexual, The tale no sólo presenta una empática visión de una víctima -y la compleja connotación que ese término puede tener sobre una persona-, sino también apela a lo necesario, si bien doloroso, de enfrentar la memoria.
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