Los secuestradores escondieron a su rehén en una casa en el campo, a dos horas en auto de la ciudad, no muy lejos del barrio arbolado de grandes mansiones donde Mike Barclays había crecido, bajo la severa mirada de un padre que le daba palizas por las fechorías que cometía en el colegio (tocamientos indebidos a las chicas y las monjas, toda clase de hurtos y latrocinios, violencia sádica con sus amiguitos) y una madre que lo llevaba a un siquiatra tras otro y le daba una pastilla tras otra, tratando de reformarlo.
22 may 2022 03:35 AM