Los Barclays piensan: ¿y desde cuándo la suegra es fan de Ringo Starr? ¿Y por qué es tan importante que esté vivo?
9 oct 2021 09:42 PM
Los Barclays piensan: ¿y desde cuándo la suegra es fan de Ringo Starr? ¿Y por qué es tan importante que esté vivo?
Su padre quería que fuese militar, el general que por ser cojo él no había podido ser, y su madre soñaba con que fuese sacerdote. Abrumado ante dichos futuros con uniforme tieso, Barclays se aferraba a la pueril ilusión de triunfar como futbolista.
Cuando Barclays, que está casado con una mujer hace diez años, que ha sido fiel a ella todo ese tiempo, batiendo sus récords de fidelidad, que se proclama bisexual, que ha tenido un novio antes de enamorarse de su esposa y no ha estado íntimamente con un hombre hace doce años, se pregunta si todavía desea acostarse con un hombre, como en sus tiempos de juventud intoxicada y desenfrenada, termina pensando siempre, siempre, en tres hombres de su pasado.
Barclays ha sido feliz en Sitges, en hoteles modestos,de tres estrellas, y en playas masivamente visitadaspor señores gays europeos (británicos, alemanes yholandeses, principalmente) que ejercen su identidadsexual sin alardes ni estridencias, sin bullicios nialborotos, con discreto señorío, una forma de ser gay,la del gay europeo, que es naturalmente elegante ypermite exhibir el cuerpo con todos sus defectos,imperfecciones, protuberancias y desmesuras.
En ese momento Barclays no se encontraba a solas en la suite. Estaba con él, haciéndole fotos, el fotógrafo internacional Mario Tarantino, un artista de los retratos, quien había leído los primeros libros de Barclays, traspasados de pura angustia gay, y sentido curiosidad por conocer al escritor y hacerle fotos. Antes de comenzar la sesión, Tarantino abrió los vestidores de la suite y escudriñó con ojo hipercrítico la poca ropa de Barclays, incluyendo sus calzoncillos, que miró con espanto o pavor.
Alfredo Balmaceda tiene setenta años y ha dedicado su vida a la política. Se presentó a una alcaldía y perdió. Se postuló a una banca en el congreso y perdió. Aspiró a la presidencia de la nación y perdió. Más que un político profesional, es un diletante de la política, un diletante de la literatura, un diletante del periodismo.
Corto de estatura, el rostro tostado por el sol, camisa floreada y pantalones cortos como si estuviese en el Caribe, ese amigo del colegio, Germán Varas, ya en sus cincuentas, se había hecho fama, desde muy joven, de ser extravagante y genial, impredecible y talentoso.
Nada obliga a Barclays a viajar, salvo que es agosto, hace un calor insufrible y tiene unos días de vacaciones. Pero bien podría quedarse en casa, con su familia, con su perro, con su gata. A riesgo de infectarse de la plaga, elige viajar.
Lo que Barclays no se atrevía a decir, pero lo pensaba con frecuencia, era que estaba triunfando en las ligas mayores de la televisión, pero fracasando en las de la literatura, donde, tras un comienzo prometedor, con grandes ventas y buenas críticas, su carrera parecía haberse estancado.
Barclays encontró una araña negra en su cama. Bárbara la había comprado a un aracnólogo, extraído de un frasco de vidrio y deslizado dentro de las sábanas, para envenenar a Barclays y acallar su voz libertina. La araña picó la mano derecha del escritor, dejándole la marca del veneno, una herida morada, abultada, doliente. Barclays supo entonces que su suegra quería matarlo.
Jeff se marchó, tirando la puerta, gritando un par de improperios, sintiendo que Barclays le había robado a su chica. Barclays se dijo a sí mismo: Daniela quiere estar con los dos a la vez, pero no se atreve. Daniela se metió en la ducha, se puso ropa de dormir y se despidió de Barclays con un casto besito en la mejilla.
El hermano de Dorita, Bobby, murió hace años. Era un hombre muy rico. Dejó una parte de su fortuna a Dorita y a los hijos de Dorita, desheredando expresamente a Barclays, el único hijo de Dorita al que no favoreció en su testamento. No le perdonó que Barclays hubiese escrito sobre él, en sus novelas y sus relatos, en tono insolente o burlón, revelando que Bobby tenía una afición erótica por los hombres y que, siendo muy rico, era tacaño.
Mientras maneja rumbo al canal de televisión donde hará un programa en directo a las nueve de la noche, Barclays se resigna a llamar por teléfono a su madre. Contenta, Dorita se pone al teléfono y le dice a su hijo que ha interrumpido su sesión de masajes con una terapista quiropráctica que la visita todos los días.
Poco antes de que el edificio colapsara, una mujer de mediana edad, Ileana, que vivía sola, despertó con una angustia que no la dejaba respirar. Una fuerza sobrenatural me despertó, dice Ileana. Mujer de fe religiosa, escuchó cómo el edificio entero crujía, emitía sonidos telúricos, cavernosos, como si la fundación misma estuviera desintegrándose.
En otras ocasiones Pilar Roma ha dormido en la casa de los Barclays, de su mejor amiga de toda la vida. Ahora ese privilegio no le será concedido. Lo ha perdido por votar por B, por la extrema izquierda. Pero Silvana y su esposo seguirán siendo sus amigos y esperan con ilusión el momento de verla.