Barclays encontró una araña negra en su cama. Bárbara la había comprado a un aracnólogo, extraído de un frasco de vidrio y deslizado dentro de las sábanas, para envenenar a Barclays y acallar su voz libertina. La araña picó la mano derecha del escritor, dejándole la marca del veneno, una herida morada, abultada, doliente. Barclays supo entonces que su suegra quería matarlo.
31 jul 2021 10:55 PM