El cara y sello de la relación farándula-política
El caso de corrupción que indaga la Fiscalía y que tiene a la exalcaldesa Cathy Barriga formalizada y bajo arresto domiciliario repuso en el debate los cuestionamientos a la fórmula de levantar figuras televisivas para cargos de elección popular. Una estrategia fácil y efectiva, por tratarse de personas con alto conocimiento público, pero que -a la hora del balance- exhibe evidentes debilidades.
“Estos cuatro años que vienen van a ser los mejores y los que nunca van a olvidar”. Era diciembre de 2016 y la exconsejera regional y flamante alcaldesa electa de Maipú, Cathy Barriga, daba un escueto discurso para asumir el mando de la comuna. Una promesa que ocho años después tomó ribetes dramáticos -ya tres años fuera del cargo-, cuando una investigación penal en su contra la tiene formalizada y con arresto domiliciario por los delitos de fraude al Fisco y falsificación de instrumento público.
La irrupción de Barriga en política fue impulsada por la UDI. Pese a que hoy el partido que preside el senador Javier Macaya toma distancia de la polémica gestión de la otrora alcaldesa, fue la comisión política la que le ofreció la oportunidad de poner fin -como independiente- al reinado que construyó la DC desde 2004, primero con Alberto Undurraga y luego con Christian Vittori.
Eran tiempos en que la UDI era presidida por Hernán Larraín y la secretaría general estaba en manos del actual diputado y jefe de bancada Guillermo Ramírez. En abril de 2016 el gremialismo anunció con bombos y platillos al exalcalde Joaquín Lavín como el generalísimo para esas municipales. El día en que lo presentaron, el ya suegro de Barriga -se había casado con su hijo homónimo en 2009- reconoció que la exfigura televisiva (que había pasado de promotora y aspirante a reina de belleza al programa juvenil más popular de inicios de los 90) sería una de las cartas estelares para recuperar comunas estratégicas.
“Nos hemos propuesto un plan especial, que es recuperar para Chile Vamos -y con figuras de la UDI- cuatro comunas que son La Reina, Santiago, Providencia y Maipú”, dijo Lavín. El partido había optado por una carta de alto conocimiento público para la segunda comuna más poblada del país. La fórmula era explosiva y auguraba éxito en un feudo electoral clave: Barriga sumaba años de exposición televisiva y estaba casada con el diputado de ese distrito, quien -además- era hijo del eterno presidenciable de la derecha.
Ocho años después la apuesta no tuvo buen lejos, el nombre de Barriga resuena con culpa en la UDI y se ha convertido en un tema obligado al interior de las filas gremialistas, en un año en que la colectividad tiene que armar su lista de candidatos para disputar las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales.
“Debo ser bien franco, quizás porque era independiente, porque no tuvo una relación más estrecha con la UDI y no fue posible, como en otros casos lo hacemos, orientarla más en su gestión”, reconoció Macaya la semana pasada en entrevista con La Tercera.
La farandulización de la política, en todo caso, no es un experimento nacional. Es un fenómeno global que lleva varias décadas y fue impulsado por la irrupción de la televisión. Estados Unidos es el país emblema de este fenómeno. En ese país la “política de las celebridades” tiene casos estrella que llevaron Hollywood a la arena pública, como los expresidentes John F. Kennedy, Ronald Reagan, Donald Trump o el exgobernador Arnold Schwarzenegger.
Barriga no fue la primera figura de origen televisivo que cruzó las aguas entre la farándula y la política. Grabado quedó en la historia de la derecha cuando en 2004 la entonces Alianza por Chile llevó como independiente al animador de televisión Raúl Alcaíno a la alcaldía de Santiago, logrando que el sector retuviera la comuna en una estrecha elección contra el exmilitante PPD Jorge Schaulsohn. Décadas después, en 2012, la UDI convenció a la modelo y exparticipante del reality Pelotón Carla Ochoa para que compitiera siendo independiente, pero en cupo UDI, como concejala por Peñalolén.
La incursión de Ochoa en política terminó en un rotundo fracaso: renunció dos meses después de asumir. Pero no todos los casos han sido problemáticos. En el partido comentan, como ejemplos virtuosos, el de la exdiputada Andrea Molina (diputada entre 2009 y 2018) y el actual diputado y excore Cristián Labbé.
La secretaria general de la UDI, María José Hoffmann, cuenta que “sin duda que hay nuevos estándares para los candidatos que tienen que ver con su arraigo territorial, capacidad y formación política”. Otra señal de cómo la UDI pretende evitar bochornos como el de Barriga lo entrega la prosecretaria de la directiva gremialista, Constanza Hube. “La decisión del partido es elevar los estándares de exigencia en materia de transparencia y no vamos a llevar a cualquier candidato solo porque puede ganar”, sentencia.
Fórmula cuestionada
Los socios de la UDI en Chile Vamos tampoco son ajenos a esta vieja receta. En RN, por ejemplo, evidencian como excepción al diputado y exjefe de bancada Andrés Longton, quien se hizo popular por su participación en el reality Mundos Opuestos. Entre sus pares destacan -sin embargo- su aporte como abogado. Algo similar ocurre con el abogado, exseremi, excore y futuro candidato a alcalde por Puerto Montt Rodrigo Wainraihgt, también militante y con un paso por el reality Pareja Perfecta y programas de farándula.
En el partido destacan ambos nombres, pero omiten otro: la diputada, desaforada, María Luisa Cordero. La parlamentaria, con un largo historial como polemista televisiva bajo el apodo de Doctora Cordero, es independiente y RN la llevó dos veces en listas electorales: primero como aspirante fallida a la Convención y luego como diputada. La psiquiatra ha generado problemas con el partido, sobre todo por haber dudado de la ceguera de la senadora Fabiola Campillai.
“Las personas que hemos trabajado en medios de comunicación no hemos echado a perder la política”, dice Cordero defendiendo la simbiosis entre ambos mundos. “Si hay gente valiosa en el mundo del espectáculo, ¿por qué se le va a privar de que llegue al mundo político? El desprestigio de la política es multifactorial. No nos pueden usar a nosotros de corderos expiatorios”, agrega.
La secretaria general de RN, Andrea Balladares, reconoce que a su partido le “preocupa” que sus candidatos sean “personas preparadas para el desarrollo” de sus funciones. “Es un aprendizaje que hemos hecho de todo el año pasado. El foco es ver los que están preparados, que tienen conocimientos en administración municipal, que tienen trayectoria en la comuna y que pueden representar de mejor manera a sus vecinos”, explica.
Algo similar creen en Evópoli. “No hay nada que prohíba que personas que vienen de la televisión puedan participar en política”, dice de entrada el secretario general del partido, Juan Carlos González. Su partido está satisfecho de lo logrado con el actor y senador Luciano Cruz-Coke; la exanimadora de televisión Bárbara Rebolledo; el modelo y exanimador de Yingo, el diputado Hotuiti Teao, o el atleta y senador Sebastián Keitel. “Establecer una regla general, como un prejuicio, que señale que es inconveniente, no creo que corresponda”, agrega.
Costos que se pagan caro
En los partidos se suele comentar una elección en particular en que llegaron a su peak los candidatos que provenían de la televisión: las elecciones de la Convención. Rápidamente las colectividades tuvieron que levantar candidaturas, hacer campaña en poco tiempo y conseguir uno de los 155 escaños. Con una estricta regla de inhabilidad, a los partidos les resultó seductora la idea de optar por famosos.
Por eso el fenómeno fue transversal. Aquí destacan más de 20 candidatos, la mayoría independientes, levantados desde el teatro, farándula, literatura e incluso el periodismo. Los que encabezaron esa lista fueron Adriana Barrientos, Jorge Baradit, Ignacio Achurra, Yuyuniz Navas, Bastián Bodenhoffer, Daniel Stingo, Macarena Venegas, entre algunos ejemplos.
Uno de los partidos que más resintieron esta estrategia fue el PS. Los socialistas lograron armar una exigua bancada, pero que tenía más independientes que militantes. La presencia de la actriz Malucha Pinto -en el llamado Colectivo Socialista- fue un problema a lo largo de toda la Convención, porque costó alinearla en las votaciones. El caso más emblemático fue el de Baradit, quien incluso abandonó al PS para irse a la bancada del Frente Amplio (FA).
Los frenteamplistas no están ajenos a esta práctica. Por ejemplo, Maite Orsini en RD o por CS el caso de Achurra, aunque en el partido defienden su nombre, ya que tenía una “carrera sindical” en el gremio de los artistas. También destaca la incursión presidencial de Beatriz Sánchez, quien luego logró un escaño en la Convención.
“Yo creo que son riesgos. Hay que pensarlo bien”, dice la secretaria general de CS, Lorena Meneses, quien añade que para las próximas elecciones “por el momento no tenemos visualizado personas de la farándula para ser candidatas en el próximo ciclo”.
Un caso emblemático de este crossover lo materializó el Partido Humanista. En 2017 dicha colectividad era parte del FA e inscribió a Pamela Jiles como candidata a diputada por el distrito 12. Lo mismo hizo con el exdiputado y músico Raúl Alarcón, conocido como Florcita Motuda. “La farándula ha sido un vehículo para hablarle a mi pueblo de política”, reivindicaba ese mismo año la periodista. Luego de ser rostro emblema del FA, terminó fuera de la coalición y se transformó en una constante pesadilla para el oficialismo: ahora es el dolor de cabeza del gobierno en las votaciones de los proyectos clave del Ejecutivo.
Junto con lo vivido en la Convención, el PS recuerda otro drama. Se trata del exalcalde de La Florida Jorge Gajardo -conocido por interpretar a Guillermo en Los Venegas-, quien, siendo militante socialista, fue concejal por esa comuna, en 2008 fue electo alcalde, luego renunció y solo duró dos años.
Lo más duro para el PS fue que su salida implicó que el entonces concejal Rodolfo Carter, en ese momento militante UDI, se convirtiera en alcalde. “Así fue como terminamos con más de 12 años de Carter”, admite el vicepresidente del PS, Eduardo Bermúdez, en indirecta alusión a una de las figuras más reconocidas del elenco de alcaldes de derecha. El dirigente agrega: “La experiencia en algunos casos con el mundo artístico no ha sido de las mejores y el caso de La Florida es uno de esos ejemplos”.
Bermúdez es parte del equipo que está colaborando con el secretario general del PS, Camilo Escalona, en la búsqueda de candidatos. Reconoce que hace algunos años la fórmula de ir por famosos tuvo “mucho interés”, pero que en el último tiempo “hemos visto que la gente que es del mundo de la farándula en realidad no ha tenido muy buenos resultados electorales”.
Dice que el PS no le cierra la puerta a nadie: “No es solo por el cálculo electoral. Tiene que ser alguien que comparta los ideales y la filosofía del PS”. Es por esa razón que adelanta el criterio para este año. “No tenemos contemplado ningún candidato ni nadie que venga de ese mundo. En el PS no es una materia que nos interese”, afirma Bermúdez.
En el PPD también han explorado este camino. Sin éxito, en 2016 el PPD llevó a Leopoldo Méndez, más conocido como DJ Méndez, como candidato a alcalde por Valparaíso en representación de la entonces Nueva Mayoría.
La apuesta fue un fracaso: salió penúltimo y sucumbió ante el actual jefe comunal Jorge Sharp. “Hay virtudes con candidatos que tienen harto conocimiento público, pero que muchas veces requieren asesorías y acompañamiento para saber cómo funciona la administración del Estado”, dice casi una década después el secretario general del PPD, José Toro Kemp.
Hoy el PPD cuenta entre sus filas a la actriz y diputada Carolina Marzán (otra de Los Venegas) y su hija Carolina Arredondo, también actriz, es ministra de las Culturas.
Para los comicios de este año la cuenta regresiva ya partió. Mientras los partidos toman definiciones estratégicas para cerrar los pactos electorales, sus secretarios generales preparan las nóminas. La prueba de fuego se verá en julio. Cuando se cierre el plazo de inscripción ante el Servel, las colectividades demostrarán qué tan profundo fue el cortocircuito que desencadenó el caso Barriga entre la farándula y la política.
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