Francisco Cox: “En la fiscalía está muy instalada la carrera funcionaria”
Estaba dispuesto a dejar una importante carrera en el mundo privado y en las ligas internacionales para asumir como fiscal de la Zona Metropolitana Oriente. Se postuló y le fue mal. ¿Por qué quiso y por qué perdió?
Francisco Cox se adelantó y en los primeros minutos de su presentación ante los 39 jueces de cortes de Santiago y San Miguel que debían resolver respondió la pregunta.
¿Por qué un abogado litigante, con una exitosa carrera en el mundo privado e internacional, dejaría ese camino para sumarse a la fiscalía?
Cox -53 años, abogado UDP, miembro del equipo de la OEA para la investigación de Ayotzinapa, ahora integrante de la misión de la ONU para los DD.HH. en Venezuela, único chileno que ha litigado en la Corte Penal Internacional, entre otros pergaminos-, estaba frente a la pantalla el jueves, compitiendo por Zoom contra ocho funcionarios del Ministerio Público para ser el nuevo fiscal metropolitano Oriente.
¿Que por qué postula? Porque el espíritu de la reforma penal, dijo, era que entraran personas del mundo privado y no se convirtiera en un reducto de un grupo, y porque siempre ha tenido un interés en el servicio público, el cual ha demostrado en ocasiones anteriores.
Sabía Cox que era difícil. Y perdió la nominación por paliza. Solo obtuvo dos votos de los 78 emitidos (dos cada persona), el más bajo resultado.
Los tres que quedaron en la terna –Lorena Parra, Rocío Berríos y Felipe Sepúlveda, los tres funcionarios de carrera-, lograron 27, 24 y seis votos, respectivamente.
Al día siguiente, en su oficina, Cox ahonda en su frustrado intento. Y como en varias de las causas que ha seguido en los últimos años, su explicación tiene el mismo punto de partida: México.
-La experiencia en Ayotzinapa me ha marcado mucho en términos profesionales y en términos de prioridades en la vida. Lo que me ha tocado ver en México es bastante espeluznante, sobre todo en el estado de Guerrero, que es de donde desaparecen los 43 estudiantes. Lo que ves ahí es que cuando se te mete el narco, te corroe todo. El problema no es solo el tema de drogas. Y lo que yo traté de hacer en mi presentación fue dar cuenta de esa experiencia, de decir: “Si no tomamos medidas urgentes de control sobre el narco para que no pueda adquirir el poder adquisitivo que tiene, por ejemplo, el mexicano, corremos un alto riesgo de que empiece a tener control territorial. No estoy diciendo que no lo estén haciendo, pero creo que yo traía -o quería traer- una visión de política criminal proactiva. No tan reactiva, del caso a caso, sino que con planificación. Insisto: capaz que se esté haciendo, pero yo creía que mi experiencia en México podía ser útil en eso.
¿Pero en qué minuto comienza en su cabeza la idea de ser fiscal?
En un momento también lo pensé cuando se abrió la postulación a la Fiscalía Sur, pero ahora me vino con más fuerza cuando Manuel Guerra anunció su renuncia a la Oriente. En la investigación de Ayotzinapa, como asesores de la OEA, que percibe claramente que desde el Estado tú tienes muchas posibilidades de contribuir a estos cambios en el país. Y dije bueno, se abre esto en la Fiscalía Oriente, que puede sonar alejado el tema del narcotráfico, pero yo creo que hay mucho que hacer por ejemplo, en el tema del lavado de dinero, para que el narco no pueda tener este poder adquisitivo del que hablo.
Este paso implicaba dejar el ejercicio libre de la profesión, que le ha traido logros personales y económicos importantes.
Sí, pero yo encuentro que uno tiene que hacer cosas que le apasionan en la vida. No digo que ya no me apasione lo que estoy haciendo, pero me parecía que era un desafío muy grande, sabía que era muy difícil, muy difícil. Tanto es así que el único ajeno al Ministerio Público que postuló fui yo. Pero yo siempre me he movido con las cosas que me interesan. Mi reflexión fue que “he hecho muchas cosas distintas. He estado de defensor y he estado de querellante. He estado en todos los lados y eso lo quiero traer a la institución pública. Y creo fuertemente en el Estado de Derecho, en el cual es muy importante la persecución penal.
Dice que ya sabía que era muy difícil. ¿Por qué particularmente?
Porque soy ajeno y creo que de alguna forma también era una apuesta. Está muy instalada la carrera funcionaria, que no era el modelo inicial. O sea, cuando se pensó la reforma, el ideario era justamente que no se crearan compartimentos estancos de carrera funcionaria y que hubiese una entrada y salida, como es en Estados Unidos, y que no fuera traumático.
Lo planteó ayer en su exposición, y también dijo que había un aletargamiento y una burocratización de las investigaciones. ¿En qué lo nota?
El 88,4% de las causas con imputado desconocido se archivan. Y siento que la percepción de la gente de que la justicia no funciona, es porque no se le hace partícipe. O sea, mi experiencia en Uganda, en México, es que la víctima la tienes que hacer partícipe del proceso y tienes que desplegar algún tipo de investigación.
Vi que otros de los expositores -creo que Lorena Parra es una muy buena fiscal, Felipe Sepúlveda también, a la señora Berríos la conozco menos- tenían un diagnóstico parecido, pero el punto es cómo cambias las cosas. Lo que yo digo es que la fiscalía debe coordinarse y explicitar las prioridades, pero para que eso se entienda, tienes que construir una legitimidad y una comunicación con la comunidad y con las víctimas.
De haber sido nombrado, hubiera tenido muchos conflictos de interés. Probablemente casos que involucran a personas que han sido sus clientes, o causas en que sus socios serían los defensores.
Eso podría haber sido un problema, sin duda. Y yo obviamente me habría inhabilitado de todas las cosas de las que yo participé. Me hubiese gustado enfrentarme a mis socios, pero eso es porque encuentro interesante haber estado con alguien y después estar al otro lado. Pero entiendo que desde el punto de vista de la sociedad eso sería raro y probablemente me tendría que inhabilitar de varias causas.
¿Está aliviado de no haber salido?
Me carga perder, y perdí. Y claro, sacar dos votos es casi ignominioso. Pero sí, tenía que renunciar a muchas cosas, renunciar a lo que estoy haciendo sobre Venezuela y sobre México, a lo que he hecho en La Haya. Entonces sí estaba medio conflictuado. Mi polola me dijo “qué bueno que no saliste”, pero yo quería.
Muchos menores, pocos mayores.
Ud. dice que el espíritu de la reforma es que entrara y saliera gente de la institución, que trajera nuevos conocimientos. Ya han pasado 20 años, ¿cuál es su visión del Ministerio Público?
Siento que hay buenos fiscales. Creo que la fiscalía, por lo menos en la Oriente, está bien, tienen buenos estándares de condena. Donde tiene un problema es que hay mucho éxito en delitos menores, pero no en delitos de mayor complejidad.
¿Y eso por qué pasa? ¿Temor a investigar? ¿Presiones?
No, yo creo que más bien es la sobrecarga de trabajo. Y por eso yo decía que el tema de priorizar es importante, porque tiene un enfoque en la estadística en lugar de tener una visión de política criminal; dónde están los problemas, cuáles son los focos, etc. Y eso es un poco lo que yo traté de proponer y me fue como me fue… jajaja.
Hay una cierta mediatización de los fiscales, da la impresión que varios tienen una pulsión por la espectacularidad. ¿Le parece adecuado?
Creo que eso es un gran error. Perdón que siempre esté volviendo a México, pero como asesor de fiscal que lleva el caso Ayotzinapa, le he dicho que un fiscal habla en audiencias, con las condenas y con el resultado. Lo que se produce, y que en parte es responsabilidad de algunos fiscales que llevan casos mediáticos, es que la decepción que hay o la mala recepción que puede haber de la fiscalía o del sistema penal en general es que mediáticamente se inflan casos que después terminan siendo nada. Y yo creo que muchos intuyen que van a terminar siendo muy poco. O sea, algún procedimiento abreviado. Entonces se arma este tremendo globo, una tremenda expectativa y la gente dice “bueno, va a terminar 10 años en la cárcel esta persona” y termina cumpliendo un beneficio.
¿Cuál es la motivación para inflar tanto un caso?
No sé si hay agendas de transformación, o un interés por dejar en prisión preventiva, entonces tienes que agrandar el caso para que la persona quede en eso. Y hay una cosa ahí también bien extraña, porque todos decimos que la prisión preventiva no es una pena anticipada, pero en definitiva lo es.
Y ha habido hartos fiscales que quieren hacerse famosos.
Me imagino que habrá fiscales que lo hacen por ego, por el complejo de salvador, no sé... Yo simplemente veo que desde afuera me parece una mala estrategia de creación de legitimidad, porque crea una expectativa que tú al menos debieses saber que no se va a cumplir. Entonces le hace un flaco favor a la confianza en las instituciones y las instituciones en el país son fundamentales. Si algo me ha enseñado toda mi experiencia internacional, es que los países en que las instituciones son débiles, el poder actúa de forma mucho más descarnada que aquellas que son fuertes.
Y en esta institución, cuánto permea la corrección política o la búsqueda de la popularidad?
Creo que hay muchos fiscales, que probablemente no se conocen, que hacen su trabajo muy discretamente, se sacan la mugre, van a su audiencia, y logran el objetivo, y eso no se sabe porque no son el caso rimbombante. Entonces ahí creo que hay una especie de relación simbiótica entre los periodistas y el sistema... Entonces por eso hay que tener cuidado con esta percepción de la fiscalía que es medio polilla, porque ves a los que tú cubres no más. Y eso es medio injusto con la institución.
Esta semana hubo una discusión entre Daniel Matamala, columnista de este diario, y el fiscal nacional, Jorge Abbott, a propósito de la decisión de la fiscalía de cerrar la causa contra 34 imputados del caso SQM, dado que el SII nunca se querelló contra ellos. La columna básicamente apuntaba a la protección que se le da a la élite en la comisión de delitos.
Me parece que le están pasando una cuenta a la fiscalía que no es de ella. Efectivamente, en ese caso no había querella del SII y sin querella no podía avanzar.
El otro punto de discusión fue el cuestionamiento que hizo Matamala al nombramiento del fiscal nacional, y su relación con el poder. Habla de cuando los políticos “consensuaron” el nombre de Abbott y este habría instado al cierre rápido de causas.
A mí me parece que el sistema de nombramiento es correcto. El problema está en si hay o no reuniones, cuando debiese haber una audiencia pública donde se presentan los antecedentes, donde se hacen preguntas. Debe ser un poco más riguroso el proceso público, donde cada candidato presenta su currículum, presenta su plan, donde ojalá los senadores y senadoras preguntaran, se informaran antes, más que ir a contar votos. Pero en la discusión del nombramiento creo que se mezclan cosas.
Para terminar, usted está en la misión de DD.HH. de la ONU en Venezuela. ¿Cree que en Chile hay presos políticos?
Aquí, en mi opinión, no hay presos políticos. En Chile hay un gran problema que sufre y que está viendo la gente presa en el contexto del estallido, que es el uso de la prisión preventiva y a veces el mal uso de esta. Yo no conozco el caso de cada uno, pero el problema de fondo es ese: el uso de la prisión preventiva y el testeo que tienen que hacer juezas y jueces de garantía respecto de la proyección del caso. Pero según lo que veo, de acuerdo a los estándares internacionales, esos no son presos políticos.
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