La sobreviviente
El año en pandemia ha cambiado a la subsecretaria de Salud Pública. De ser un rostro desconocido, pasó a ser la cara más cercana en Salud. De rehuir del conflicto, pasó a enfrentarlo. Y en todo ese proceso la doctora Paula Daza se ha transformado, también, en algo más: la cara más antigua del gobierno contra el Covid.
A Paula Daza le gustaba celebrar su cumpleaños. Eso al menos dice su hermana, Loreto:
-Siempre invita a toda la familia a su casa y cocina ella.
Pero el año pasado fue distinto. A fines de enero, la subsecretaria de Salud Pública llevaba tres semanas preparándose para la llegada del coronavirus a Chile. Las proyecciones eran que la enfermedad se convertiría en pandemia y, por eso, la doctora Daza tenía a cargo instalar una aduana sanitaria en el aeropuerto y comenzar a desarrollar un plan de trazabilidad del virus. El Covid, puesto así, venía a tensionar las rutinas de alguien que ya le dedicaba muchas horas a su trabajo. Una asesora dice, por ejemplo, que desde 2018 Daza sólo se había tomado cinco días de vacaciones y que solamente se dejaba los domingos por la mañana para estar con su madre y almorzar con sus tres hijos.
-Sabíamos que esto iba a ser un maratón-explica Arturo Zúñiga, exsubsecretario de Redes Asistenciales-. Entonces, durante el verano, teníamos que cumplir unas rutinas para estar preparados.
Daza se sentía lista. Todos sus años como neonatóloga la habían preparado para emergencias de medianoche y jornadas laborales funcionando con pocas horas de sueño. Pero esto era distinto. Porque en su cabeza estaba la idea de hacer algo más grande, porque ese 25 de enero cumpliría 60 años. El estallido social había reducido sus ganas en un principio. No sentía que había ánimo para festejar. Y después vino el Covid a sepultar sus planes.
Paula Daza cumplió 60 años sin invitados, porque estaba tratando de adelantarse a algo que ocurriría seis semanas después, cuando se confirmó el primer caso positivo en el país.
Una de las primeras cosas que hizo fue formar el consejo asesor independiente: un panel de expertos y académicos que tenían que guiar las políticas del gobierno. Ante la incertidumbre, convocar a ese grupo fue un intento por reunir conocimiento y aprender. Quizás por esas decisiones, por la forma que tiene de ser, es que su hermano, el economista José Luis Daza, piensa que ella se había estado preparando toda su vida para este momento. Y da un ejemplo:
-A fines de los 80, cuando seguía casada con José Luis Vukasovic, él se ganó una beca de cardiología en la Universidad de Leeds, en Inglaterra. Ella recién había sido madre de su primer hijo y viajó con él. Estaba sola, pero quiso aprovechar su tiempo. Así que decidió que quería aprender sobre economía. Yo le regalé un libro introductorio de 500 páginas. Es la única persona que conozco que hizo todos los ejercicios de ese libro.
Solo que en esta pandemia no solamente tenía que querer aprender sobre el virus. También a relacionarse con personas distintas a ella. Pasaba que la doctora Daza, hija de Pedro Daza, un diplomático chileno que estuvo entre los fundadores de Renovación Nacional, recién se había aproximado a la política, como independiente, cuando participó de la elaboración del programa de Salud de Evelyn Matthei. Fue en 2013, año en que la actual alcaldesa de Providencia fue la candidata presidencial de la derecha.
A pesar de su lejanía con lo partidista, su apellido pesaba. Abría puertas.
-Cuando conocí a Paula, de alguna manera yo ya tenía referencia de toda su familia -recuerda Matthei.
Desde marzo de 2018 que es subsecretaria. Pero entonces trabajaba con un ministro de Salud con el cual tenía cercanía, como Emilio Santelices. El regreso de Jaime Mañalich al Minsal significó un cambio de estilo y trato que comenzó producir roces con las tensiones propias de una crisis sanitaria. Uno de los primeros que se produjeron de forma pública fue a partir de los ventiladores mecánicos. En abril ella admitió que la compra de estos no estaba siendo gestionada a través de la embajada china. Y eso contradecía algo que Mañalich había asegurado el mes anterior.
-La doctora Daza topaba con el ministro Mañalich -reconoce Arturo Zúñiga-. Es difícil adaptarse a trabajar con Mañalich. No aguanta que hagas el trabajo a un nueve. Te va a exigir siempre un 10. Y no todos siempre conseguíamos el 10. Para él eso no era aceptable. Entonces, cuando eso pasaba, te manda de vuelta hasta que logres el 10. Y esa actitud a lo mejor causó que esta relación fuese menos cordial.
Fuentes del Minsal recuerdan algunos episodios. Aseguran que Mañalich, que no quiso participar de este reportaje, no estuvo conforme con la implementación de las aduanas sanitarias en el aeropuerto. Sentía que la medida no se estaba ejecutando con la celeridad requerida y, por eso, levantó su voz en esas conversaciones con Daza.
Ahí, dice un médico cercano a Daza, comenzó el periodo más complejo para la subsecretaria:
-Ella estaba cohibida y presionada por el doctor Mañalich. Claramente, ella tenía una presión insostenible de parte de él.
Quizás todo eso reventó el 20 de abril. Ese día, Paula Daza habló sobre la “nueva normalidad” a la que nos tendríamos que adaptar. Dijo: “¿Me puedo juntar con un grupo de amigos a tomar un café? Probablemente sí, con unos pocos amigos, con cuatro amigos, con distanciamiento social, con mascarillas, con lavado de manos y manteniendo esas medidas de cuidado personal y, sobre todo, de prevención”.
A pesar de que Jaime Mañalich salió a respaldarla, esa vocería fue ampliamente criticada como poco clara y porque entregaba una noción de relajo a la ciudadanía. Fue, por lo mismo, la primera vez que la subsecretaria se convertía en el blanco de las burlas en las redes sociales y de los reproches de la oposición. A su hermana, Loreto, le dijo que estaba aprendiendo, que entendía que tenía que expresarse mejor.
En su entorno laboral, en cambio, no podían dejar de ver la ironía en el asunto.
Pasaba que a la subsecretaria ni siquiera le gustaba el café.
Lecciones de pandemia
A Paula Daza no le acomodaban las vocerías durante la era Mañalich. No era, dicen cercanos, algo personal con el ministro. O el tener que explicar los avances y retrocesos a la ciudadanía. Porque todo eso podía relacionarse con el trabajo que durante años había hecho como académica en distintas universidades. Lo que realmente molestaba era lo rígida que se sentía en esa puesta en escena, parada y mirando a la cámara, muchas veces durante horas.
-Estar parados con ese atril -sostiene Zúñiga- casi que se sentía como enfrentar a un pelotón de fusilamiento.
Aún así, su tono cercano logró generar empatía. La presidente del Colegio Médico, Izkia Siches, decía a fines de abril que Daza comunicaba de forma transparente y Enrique Paris, entonces exlíder gremial, la describía como una “madre acogedora y comprensiva”.
Solo que los números ascendentes de contagios en mayo, un mes en el que se sumaron más de 83 mil nuevos enfermos, no podían combatirse solamente con empatía. Mientras los primeros embarques con ventiladores mecánicos aterrizaban en Santiago, los avances en trazabilidad, un terreno menos vistoso y televisivo, no se mostraban. Eso dice el entonces subsecretario Zúñiga, fue un “error ministerial”.
Tener a la Región Metropolitana en cuarentena y a autoridades discutidas requería de una nueva voz, mucho más técnica, comunicando. Así fue como Rafael Araos se sumó como jefe de epidemiología.
-Era evidente que ella estaba en una situación de gran estrés -cuenta Araos-. Me pidió que articulara grupos de trabajo, que ayudara con los datos de trazabilidad y a incluir otros actores en al manejo de la pandemia, como las universidades. Eso lo valoré muchísimo. Porque el vínculo entre Estado y academia no es algo que se da naturalmente.
Mientras era parte de un ministerio que peleaba por mantener credibilidad en la ciudadanía y de prevenir que todo el sistema de salud colapsara, Daza, dice su hermana Loreto, sumaba la preocupación de no traicionarse a sí misma:
-No podía cambiar quién era. Esa era su preocupación. Si alguien le recomendaba alzar la voz, ella no quería tener que convertirse en una persona agresiva.
Ese debate interno sobre si su tono delicado y formas no confrontacionales eran los indicados para liderar la Salud Pública del país, sucedía durante los momentos más duros de la pandemia.
-Estaban existiendo siete mil casos por día y un número de fallecimientos que eran dolorosos y ella se paraba a entregar la información nunca con alarma, sino que haciendo un llamado al autocuidado. Ella nunca demostró esta alarma que hubiera sido tremenda para la población. Porque todos nos vimos en un túnel sin luz alguna vez -explica María Teresa Valenzuela, del consejo asesor.
Un ministro agrega que Sebastián Piñera también fue duro con ella en la parte más crítica de la pandemia.
-La Paula no era tan concisa con los datos, con los números y eso no le gustaba al Presidente. También es cierto que Mañalich no le permitía tener acceso a muchas cosas.
Un exministro señala otra cosa:
-Entiendo que es cierto que Jaime trató de sacarla. Tuvieron diferencias en la gestión y, obviamente, no le resultó a Jaime. Porque ella sigue siendo subsecretaria. Por ejemplo, ella planteó mucho antes que se concentraran en la trazabilidad con mucha fuerza, y eso no se activó hasta que hubo cambio de ministro.
Daza, que tenía cercanía con Mario Desbordes en RN y con Cristián Larroulet en La Moneda, nunca supo si esas gestiones para removerla existieron. Desde su círculo indican que Mañalich nunca le demostró que quisiese prescindir de ella. Aunque tenía claro que no era de su círculo de confianza. Sacarla tampoco habría sido fácil. No sólo por el apoyo de Desbordes, sino por el peso de su apellido en RN.
El que sí terminó saliendo fue Jaime Mañalich. El 13 de junio, y luego de que un reportaje de Ciper mostrara que las cifras que el Minsal informaba a la OMS eran distintas que las que se comunicaban en las vocerías, renunció.
Daza estaba en su casa cuando supo. En La Moneda, se enteró de que Enrique Paris sería el nuevo ministro.
-Lo que conversamos con la Paula fue que lo más probable es que nos pidieran los cargos, porque eran de confianza -recuerda Arturo Zúñiga.
Pero Paris, en cuanto asumió, dijo que confiaba en ella.
Levantar la voz
Paula Daza comenzó a sentirse más cómoda con quien debía ser. Y en eso no sólo tenía que ver la llegada de Paris, que relajaba a sus equipos para obtener rendimiento, en vez de estresarlos, sino también que la subsecretaria fue capaz de ir encontrando su voz en las instancias decisivas.
La primera vez pasó en julio. El comité de crisis estaba reunido con el Presidente y las autoridades de Salud tenían que exponer. En un momento, cuenta un testigo, Karla Rubilar, entonces vocera, dijo que el gobierno había estado débil en trazabilidad y aislamiento. Y esas eran dos áreas de Daza. En vez de quedarse callada, de rehuir del conflicto, hizo todo lo contrario:
-Dijo que si entre nosotros no creemos en el trabajo que hacemos, qué queda para la ciudadanía -dice Arturo Zúñiga.
Por lo mismo, cuentan testigos, Daza pidió aumentar el presupuesto de trazabilidad. Dijo que tenía un plan, lo mostró y Piñera aprobó los recursos. En el entorno de la pediatra, sienten ese momento como un hito. Pero uno interno. Pocas semanas más tarde, Daza tendría que volver a probarse cuando Izkia Siches la acusó de faltar a la verdad por Twitter. La presidenta del Colmed aseguraba que el plan de desconfinamiento no había sido presentado a la Mesa Social Covid o al Consejo Asesor. Dos horas y media más tarde, Daza le respondió por la misma red social, corrigiéndola. Y eso no era algo esperable de ella. Cercanos a la subsecretaria admiten que verse tratada de mentirosa la molestó muchísimo, lo mismo que la agresividad del planteamiento de Siches.
-Creo que eso gatilló que la Paula dejara de responder de forma noble -reflexiona Zúñiga-. Porque la doctora Siches le hizo un daño bastante grande al manejo comunicacional de la pandemia.
La presidenta del Colmed no quiso participar de este reportaje, pero un dirigente gremial sostiene que no siguieron con la polémica porque no sentía sentido. Que, “dentro de todos los errores del gobierno durante la pandemia, esta falta a la verdad era una gota dentro de una piscina”. El mismo dirigente cuestiona su manejo de la salud pública argumentando que sus áreas: testeo, trazabilidad y aislamiento, han sido las más deficientes, porque las declaraciones juradas en las aduanas sanitarias nunca funcionaron, lo mismo que los apoyos a la trazabilidad en los municipios.
Así explica este dirigente el divorcio del Colegio Médico con Daza:
-La subsecretaria era la que parecía entregar más confianza de las figuras del equipo del ministerio. Sin embargo, eso no alcanza, porque la doctora Daza no tiene las competencias para poder hacer manejo de la pandemia.
Su legado es rebatido por el exjefe de epidemiología Rafael Araos.
-Instalar un sistema de testeo, trazabilidad y aislamiento a nivel nacional en tres meses es algo tremendo. Ahora tenemos un sistema muchísimo más robusto, con datos confiables que permiten estimar cómo se comporta toda la estrategia en el tiempo. Nuestra estrategia de testeo es un ejemplo en Latinoamérica. Eso no es algo que haya ocurrido de repente. Fue con un trabajo sostenido por la conducción de la autoridad.
Mientras los médicos debaten su lugar en la pandemia, la subsecretaria sigue levantándose temprano para sus vocerías, donde aún hace noticia. Pasó la semana pasada, cuando levantó un papel improvisado para mostrar a qué número debían llamar quienes habían viajado en el mismo vuelo que una pasajera infectada por una nueva cepa del Covid. Los memes en redes sociales le dieron risa y fue distinto que antes.
Pero aún hay cosas que no cambian.
Este enero, Paula Daza tampoco sabe si podrá celebrar su cumpleaños.
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