Lavín: La tercera, ¿es o no la vencida?
A 36 días de dejar Las Condes, el sempiterno candidato UDI está en una eliminatoria -su primera primaria presidencial- a cuatro bandas que durará dos meses. La primera vuelta de noviembre pinta mucho más difícil con los números del domingo. En su sector cunde el atávico temor de que otra vez se le puede ir de las manos un triunfo que parecía aún a tiro. En su tercer asalto en 22 años, ahora tiene que ser el más rápido en adaptarse.
El miércoles estuvo pendiente del desenlace de la comedia opositora que se devoró la tarde-noche hasta ese surrealista final ante los muros del Servel. La siguió desde la alcaldía de Las Condes, pero sin cabritas: su peor escenario era si eso terminaba -a ratos pareció posible- con una primaria única en la que votara mucha más gente que en la de Chile Vamos y sentenciara por adelantado la presidencial de fin de año.
El desenlace fue algo de alivio para Joaquín Lavín porque la centroizquierda se quedó fuera de la feria de franjas, debates y demás beneficios de la primaria legal. Pero sí la aprovecharán Daniel Jadue y Gabriel Boric. Y por mucho que la oposición esté donde está, tampoco borra el dato que su tercer intento en 22 años por apoderarse de la Piocha de O’Higgins está difícil después de la masacre electoral del domingo en la noche.
Tanto, que en la derecha los diagnósticos sombríos que dejaron los cómputos ya abrieron precozmente la temporada de casting de hipotéticos y futuros nombres de relevo… si es que en los próximos tres meses la cuesta arriba se inclina demasiado.
El economista al que la UDI otra vez le ha jugado sus fichas dejará su oficina en 36 días (28 de junio) y de ahí le quedarán 20 más hasta la primaria (18 de julio). Dos meses batiéndose contra tres rivales por los votos centristas e independientes, sobre todo tras la elección de constituyentes. Dos meses compitiendo por sacarse de encima el chaleco de plomo electoral que probó ser la figura del Presidente Piñera el fin de semana.
Sebastián Sichel -su principal amenaza en este lance, creen en el sector- ya le disparó ayer con eso de “Lavín no es oferta de futuro”, y ni Mario Desbordes ni Ignacio Briones van a jugar para atrás. Habrá jaleo (un misterio por qué aún existe el grupo de whatsapp Fair Play que tiene con Evelyn Matthei y el candidato RN). Lavín está obligado a ganar su primera primaria, que ahora hasta en su partido ven incierta, sin cargarse mucho ni al centro ni a la derecha, y luego sobrevivir a una campaña que no tiene nada que ver con la que se preveía antes del fin de semana.
“Una etapa muy corta y muy intensa” y que “será en un estilo muy alcaldicio”, dijo el miércoles. Su gente asegura que por ganas, preparación y números va adelante. Y que zafará de los fantasmas que ya bailan en derredor de su candidatura.
Naranjazos y otras pesadillas
Da lo mismo que el domingo haya cerrado bocas logrando que Daniela Peñaloza lo suceda en Las Condes. La derrota de esa anoche dejó tal crujidera en la derecha, que acusó inmediatas consecuencias en la presidencial. Eso vieron varios.
El sector no llegaba al tercio de escaños ni al 21% de la convención -aliado con el Partido Republicano solo en esa elección-, era barrido en alcaldías y concejos, la tromba de independientes y de la Lista del Pueblo se percibe como un lejano bolsón de votos. Y esa noche les faltaron otros 456.418 al comparar solo la votación del Rechazo de octubre versus la de la constituyente.
Eso y la punición a cualquier cosa que huela a política de los últimos 30 años instalaron en varias almas UDI el atávico temor de que otra vez se le puede ir de las manos una carrera que parecía aún a tiro.
“La presidencial está perdida”; “en noviembre no tenemos posibilidades”; “que la candidatura de Joaquín salve la parlamentaria antes de pensar en ganar la presidencial”, musitan desde esa noche algunos caciques, autoridades de gobierno y parlamentarios. “La clase media votó por el Frente Amplio”, alerta un expresidente UDI.
Esa noche, Sichel -es vox populi que lo apoyan Andrés Chadwick y Andrés Allamand- sacaba sus cuentas: el desastre de los partidos tradicionales le abre más la puerta, la primaria se volverá una cacería de votantes independientes y Lavín, aunque la gane, tarde o temprano se hará inviable como candidato triunfador de la UDI y de la coalición. Pero el ex DC y ex Ciudadanos también vio que aunque él gane en julio, la tendría muy difícil en noviembre.
Los resultados aceraron la decisión de Sichel de no atarse a sus rivales firmando un compromiso programático antes que se desate la campaña. Y la de insistir en que él es “independiente”: el alcalde y los otros son aspirantes de partidos políticos.
Mientras, la directiva UDI, jugada por proclamar a Lavín al día siguiente -lunes- y no a Matthei, encajaba el golpe. Esa madrugada, su vicepresidenta Isabel Plá expresaba en TVN uno de los tantos escenarios que temen voces del sector: que a la segunda vuelta de la presidencial solo pasen candidatos opositores y que la derecha quede fuera. Un supuesto que Lavín tampoco veía imposible antes del fin de semana.
La futurología electoral en Chile Vamos dice que la tesis de no llegar al balotaje incluye epílogos de pesadilla para sus votantes, con Jadue y Yasna Provoste en la papeleta final. Esta semana dirigentes dibujaban al teléfono remakes mentales del Naranjazo (1964). Se lo saben de memoria: el PS Óscar Naranjo ganó una elección complementaria a diputado en Curicó-Mataquito en marzo de ese año, apenas seis meses antes de la presidencial. Aterrorizada, la derecha se volcó en favor de Eduardo Frei Montalva para evitar el triunfo de Salvador Allende, desfondando la candidatura de Julio Durán.
Los lavinistas dicen haber oído estos lamentos, teorías y más en estos días: son reacciones típicas de tribus de derecha que ceden al pánico. Creen que Provoste terminará compitiendo, que también se puede inscribir un independiente y no niegan que la contienda tiene desenlace dudoso. Pero insisten en que esto no está perdido, que su candidato puede ganar, que leyó antes este nuevo mapa cuando pujó por la idea de un gobierno de unidad nacional sin derechas ni izquierdas, la integración social, que es un experto camaleón político, y que ya lleva trabajo de campaña adelantado con las concurridas giras virtuales que hizo en el verano.
Después del domingo hicieron otra encuesta. Dicen que no cambió mucho el diagnóstico: segunda vuelta entre Lavín y Jadue.
“Ni un minuto”
El lunes Matthei habló con Rodolfo Carter (ex UDI, La Florida), uno de los pocos alcaldes del sector que salvó los muebles y sacó medalla. Fue reelecto con 89.568 (58.73%), 33 mil votos más que el 2016.
Una versión: le dijo que considerara entrar a la presidencial si es que en unos meses el ganador de la primaria no prende; que con sus números, perfil y edad entre las de Jadue y Boric, tiene posibilidades. Otra: que conversó con él y con el jefe UDI Javier Macaya que la elección la puso muy difícil para candidatos tradicionales y de generaciones anteriores, y que había que mirar a las más recientes si esto se pone muy adverso. Todas: no, no era por torpedear a Lavín.
Carter cree que Chile Vamos erró al atarse a la primaria, que se corre el peligro que la del PC-FA mueva más gente. Pero no quiere entrar mientras Lavín sea candidato; se llevan bien y jamás lo traicionaría.
Ese mismo lunes expectoró las culpas de la derrota en distintos medios. “El Presidente nunca entendió nada”, “le pediría que no hable”, “Piñera va a sepultar a la derecha”, “muy probablemente el alcalde de Recoleta es el próximo Presidente de Chile”, “Lavín es la mejor carta que tenemos, pero si no hacemos cambios profundos, colectivos, gana Jadue. La derecha tiene que dejar de creer en candidatos milagrosos”.
Lavín fue rápido. Lo fichó como el primero de la ‘mesa ejecutiva’ de su comando -que por ahora no tendría la vieja estructura de generalísimos y otros- y el jueves puso el timbre, subiendo una foto a su Instagram en la oficina de Carter.
Pero la tesis de pensar en otro nombre si la candidatura del UDI flaqueara también circula por otras influyentes cabezas del sector. El anillo lavinista lo sabe. El 99 vivieron ese ruido y peores con Augusto Pinochet arrestado en Londres y parte de la derecha mirando a Andrés Zaldívar y Arturo Frei Bolívar. Recuerdan eso y que hubo una serie de intentos. Insisten en que nunca cuajó antes y tampoco ocurrirá ahora.
Lavín partió ese 1999 a lanzar su campaña a La Serena sin avisarle a la UDI, convencido de que “a (Ricardo) Lagos, no hay que dejarle ni un minuto”. Pero en el mando de su partido admiten que su gran punto en contra es haber perdido dos presidenciales (1999 y 2005), dos parlamentarias (1989 y 2009), y que ya lleva décadas en esto. ¿El fantasma de que se busque otro nombre? Pues tendrá que eliminarlo durante la primaria, dicen. Pero le tienen fe.
Hoy la gente del candidato también dice “ni un minuto”. Apuran su programa de gobierno, lanzaron su web oficial y esta semana comienza a hacer campaña donde el virus lo permita; podría partir o no en La Araucanía. “Tiene que ser el mejor en leer el nuevo escenario y el más rápido en adaptarse a las nuevas reglas”, dicen.
Su urgencia es armar una vital infantería territorial; la elección del domingo demolió la de la Metropolitana. A los alcaldes perdidos se suman tales bajas en concejales UDI, que después del 28 de junio en Las Condes caerán de 8 a 2 (entraron 4 Republicanos); en Vitacura quedará 1; en Maipú, 1; en Santiago y en Puente Alto, ninguno. Uno de los suyos dice que eso tiene arreglo.
José Antonio Kast va a competir en primera vuelta y eso dividirá votos. La UDI quiere un pacto parlamentario de Chile Vamos con él para evitar otra sangría. El miércoles en la tarde Macaya se juntó con él para eso y otras cosas. Los Republicanos no están dispuestos. Para nada.
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