Lenín Moreno: “Con los dictadores como Maduro no se dialoga, se los derroca”

Lenín Moreno dice que Brasil, Colombia y México “son gobiernos que han sido permanentemente aliados de la dictadura venezolana”. Foto: Reuters

Crítico de la mediación que llevan adelante Brasil, Colombia y México frente a la crisis venezolana, el expresidente ecuatoriano cree que “es una forma de ganar tiempo nada más”. “Diálogos se hacen entre fuerzas democráticas, no con dictadores”, dice a La Tercera.


En un mensaje publicado el lunes pasado en su cuenta oficial de X, el ex vicepresidente de Ecuador (2007-2013), durante el gobierno de Rafael Correa, y luego mandatario de ese país (2017-2021), Lenín Moreno, cuestionó duramente las gestiones de los líderes de Brasil, Colombia y México frente a la crisis desatada en Venezuela tras las elecciones presidenciales del 28 de julio pasado.

“Los gobiernos de (Luiz Inácio) Lula (da Silva), (Gustavo) Petro y (Andrés Manuel) López Obrador, autodenominados mediadores, están trabajando a ritmo lento mientras los venezolanos mueren, son secuestrados y torturados a manos de las fuerzas represoras del régimen”, denunció Moreno, quien señaló que estos mandatarios “deberían exigir al gobierno que presente -inmediatamente- a los organismos electorales de esos países las actas de votación, mesa por mesa y discriminadas, puesto que hasta el presente han sido ocultadas por el CNE (Consejo Nacional Electoral)”.

“Hay que ponerle fin a la tragedia que deja miles de víctimas en Venezuela, negándoles su derecho a una transición pacífica hacia la democracia”, insistió el político de 71 años, quien desde hace dos años se desempeña en Paraguay como comisionado de la Organización de Estados Americanos (OEA) en asuntos de discapacidad.

Luego, en declaraciones al programa La Noche, de la cadena colombiana NTN24, Moreno, quien también integra el grupo Iniciativa Democrática de España y de las Américas (IDEA) -que reúne a 37 exjefes de Estado y de Gobierno-, rechazó la propuesta de los gobiernos de Brasil y de Colombia de convocar a nuevas elecciones en Venezuela, manifestando que, a su juicio, es “ceder a las presiones del dictador”, en alusión al Presidente Nicolás Maduro.

En la siguiente entrevista con La Tercera, Moreno reitera sus cuestionamientos a la mediación que llevan a cabo Brasil, Colombia y México, destaca la posición del Presidente chileno, Gabriel Boric, frente a la crisis venezolana y también dedica tiempo a analizar la situación en Ecuador, su país, azotado por una ola de violencia.

La líder opositora venezolana María Corina Machado saluda durante una marcha en medio de las disputadas elecciones presidenciales, en Caracas, el 17 de agosto de 2024. Foto: Reuters

¿Qué le parece la mediación que están llevando a cabo Brasil, Colombia y México? ¿La ve con buenos ojos?

La veo con bastante inquietud, sobre todo. En más de una ocasión sabemos cómo actúan esas mediaciones, que muchas veces son utilizadas por estos dictadores para poder perpetuarse en el poder, para poder alargar un poco las conversaciones y hacer que la ciudadanía se vaya cansando de estar en las calles o se vaya acomodando a las circunstancias. En más de una ocasión suele ocurrir también. Lo único que tendrían que hacer es pedir que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela entregue los documentos que tenía la obligación de haberlos entregado ya hace rato, que no son sino las actas electorales, con la comprobación de las firmas que se habían hecho y poder compararlas con las actas electorales que tienen también el candidato Edmundo González y María Corina Machado. Lo demás me parece que es una forma de perder el tiempo, lo que se ha llamado la tríada, compuesta por Brasil, Colombia y México. Son gobiernos que han sido permanentemente aliados de la dictadura venezolana. Entonces, depositar toda la confianza únicamente en esa gestión va a ser muy difícil. Creo que, de todos ellos, el presidente brasileño es el que por lo menos ha mencionado la necesidad de que se entreguen las actas para poder hacer las comprobaciones respectivas.

En su búsqueda de una salida negociada a la crisis, Lula propuso nuevas elecciones o un gobierno de coalición transitorio en Venezuela, iniciativas respaldadas por Petro. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Es una forma de ganar tiempo nada más. De todas formas, me quiero reservar mi opinión con respecto a la gestión que está realizando el Presidente Lula. Pero el dictador va a utilizarlo para ganar tiempo, para seguir garroteando, asesinando, secuestrando a la gente, quitando pasaportes, quitando la protección de la gente, inclusive marcando con una X, como lo hemos visto perfectamente en videos, las casas de las personas que acuden a manifestarse, para amedrentarlos. Porque a la gente la mueve más el miedo que el amor, inclusive. Entonces, lo veo con bastante inquietud. Estamos a la expectativa de que el pueblo no se deje sorprender. De forma particular, yo no creo en ese tipo de diálogos. Diálogos se hacen entre fuerzas democráticas, no con dictadores. Con los dictadores no se dialoga. A los dictadores se los derroca.

Partidarios del presidente venezolano Nicolás Maduro asisten a una marcha en medio de las disputadas elecciones presidenciales, en Caracas, el 17 de agosto de 2024. Foto: Reuters

Tras los críticos informes del Centro Carter como el panel de expertos de la ONU, Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento venezolano, planteó la posibilidad de no permitir más la asistencia de observadores electorales internacionales a los próximos comicios en el país. ¿Qué le parece esa reacción del régimen?

Yo, al igual que otros expresidentes que pertenecemos a la Iniciativa Democrática de España y de las Américas (IDEA), gracias a la gestión de su secretario general, Asdrúbal Aguiar, hemos estado permanentemente activos enviando las comunicaciones respectivas. Y manifestando nuestra preocupación de que la participación de esta tríada (Brasil, Colombia y México) no dé los mejores resultados. Que todo está viciado. Todo está completamente viciado. Y si bien es verdad que no hubo agresiones en la campaña, inmediatamente apenas se conoció del paquetazo electoral, el pueblo se manifestó en las calles y empezaron a detener la transmisión digital de los resultados para, en algún momento, como por arte de magia, asomar a los medios de comunicación y decir que había ganado el dictador Maduro.

El gobierno de EE.UU. mostró su apoyo explícito a la mediación liderada por Brasil, Colombia y México para tratar de superar la crisis política venezolana. ¿Qué opina del rol que está jugando Washington?

Cuando el pueblo venezolano, como en algún momento lo hizo también el pueblo nicaragüense, el pueblo cubano, colmó las calles, exigía que el resultado electoral fuera transparente y que el dictador no tuviera derecho de continuar allí. Lastimosamente, en ese momento no hubo la respuesta más adecuada por parte de Estados Unidos, el apoyo que ese pueblo esperaba. Y de a poco, usted entenderá, la gente no puede pasar permanentemente en las calles. Entonces, tarde o temprano tienen que acomodarse. Y con la extorsión que hacen mediante el poco de alimentos que proveen a la población y la atención médica, principalmente a los niños, la gente prácticamente abdica de su libertad con el fin de que su familia pueda sobrevivir, estando a la expectativa de sumarse a la mayor migración que ha habido nunca en América, que es de entre siete y ocho millones de venezolanos, que al principio deambulan como zombies por las carreteras de los países. El espectáculo es, por decir lo menos, dantesco y, claro, eso ha aliviado de alguna forma el mal manejo económico de Nicolás Maduro. Porque no tener ocho millones de bocas que alimentar también es un alivio para él. Pero, definitivamente, su gestión ha sido un completo fracaso.

Atendiendo a este panorama, ¿usted es optimista o pesimista respecto de una eventual solución a la crisis venezolana?

A mí me ha gustado mucho la posición del Presidente Boric, que fue muy tajante al respecto. Al igual que han sido muchos otros presidentes de América Latina. Pero, claro, no necesariamente se esperaba ese comportamiento por parte del Presidente Boric, por ser una persona que milita en la izquierda, sector que ha sido demasiado obsecuente con los dictadores en América Latina. Y eso, prácticamente, es un punto a favor del gobierno chileno. También el otro día vi a la ministra Camila Vallejo manifestarse de forma muy democrática y muy tajante con respecto a la dictadura (de Venezuela), lo cual aporta a su capital político de buena forma.

¿Cómo ve usted el futuro de Venezuela? ¿Cree que va rumbo a convertirse en una nueva Nicaragua?

Lo vuelvo a repetir. Con las dictaduras no se dialoga. Generalmente, el diálogo no sirve sino para un reacomodo de fuerzas que tarde o temprano se inclinan hacia los dictadores que, bastante bien contactados con el narcotráfico, la narcodelincuencia, tarde o temprano vuelven a tomar el poder. Y vuelven a amedrentar a la gente, vuelven a torturar, vuelven a asesinar, vuelven a meter miedo, a atemorizar a la gente, a tal punto de que tarde o temprano se reacomodan.

Hasta ahora las sanciones económicas contra el régimen de Maduro parecen no haber surtido efecto. ¿Cómo puede presionar entonces la comunidad internacional?

Así como existen en el comportamiento policial y militar las medidas de uso de fuerza progresiva, así mismo tiene que ser en Venezuela. El uso progresivo de la fuerza. En primera instancia, es el pueblo en las calles manifestándose y perdiendo el temor. Eso es lo primero. Lo segundo es el comportamiento democrático de los países de América y el mundo, que no pueden ser alcahuetes de una dictadura criminal y miserable. En tercer lugar, el comportamiento de Estados Unidos, que a veces es excesivamente laxo, inclusive con las medidas económicas, con las sanciones que suelen imponer, que tarde o temprano, por alguna razón, termina aliviándolas.

Manifestantes sostienen copias de los registros electorales durante una marcha convocada por la líder opositora venezolana María Corina Machado, en Caracas, el 17 de agosto de 2024. Foto: Reuters

Ahora lo llevo a Ecuador, donde ha habido meses de creciente tensión entre el Presidente Daniel Noboa y su vicepresidenta, Verónica Abad. Incluso, esta última lo acusó esta semana de violencia política de género. ¿Cómo se explica esta pugna?

El asunto es un tanto extraño. O sea, a uno le asombra que tan pronto, antes inclusive del anuncio de los resultados electorales, ya haya una separación entre un presidente y su candidata a vicepresidenta. El vicepresidente debe lealtad a su presidente, sin duda alguna, pero sobre todo tiene una lealtad al pueblo. Por eso es lo que el escritor estadounidense Mark Twain decía: “La lealtad al país, siempre. La lealtad al gobierno, cuando lo merece”.

¿Cómo evalúa la gestión de Noboa?

Yo suelo ser extremadamente delicado con las personas que han sucedido en el gobierno. Veo que en el comienzo hubo golpes bastante efectivos a la delincuencia, que prácticamente se había desbordado en el período de Guillermo Lasso, a tal punto de que de entre seis y siete muertes de este tipo por cada 100 mil habitantes que tuvimos en el gobierno de Correa y en mi gobierno, se elevó hasta 48 por cada 100 mil personas, lo cual es exponencial. Él recibió unas arcas como las recibí yo también, absolutamente saqueadas, y le ha tocado poner en orden la economía ecuatoriana. Ha tenido una tarea muy difícil.

El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, durante un evento en El Quinche, el 8 de abril de 2024. Foto: Reuters

¿Y cuál es su opinión respecto del manejo de Noboa frente a la crisis de seguridad, que se ha caracterizado por el uso de estados de excepción?

Lo que pasa es que para manejar una crisis delincuencial como la que heredó del gobierno del Presidente Lasso, la cosa es bastante difícil, porque el momento en que las bandas criminales, los grupos delictivos internacionales, las bandas de narcotráfico se enseñorean en un país que además tuvo como pésima herencia el hecho de que en el gobierno de Correa se legalizó a las bandas criminales y se les dio, inclusive, personerías jurídicas, no a la delincuencia, pero sí a sus tareas económicas o políticas. No es fácil. El intento que ha hecho ha sido bastante bueno.

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