Piñera después de las elecciones: ¿Y ahora qué?

Votacion Piñera
El Presidente Sebastián Piñera.

El Mandatario -quien votó el sábado- entiende que los resultados que obtenga Chile Vamos en los comicios serán una suerte de test a su gestión y determinará, en parte, las decisiones que tenga que tomar respecto de la continuidad de su equipo ministerial. El Presidente -señalan en su entorno- ha revisado encuestas y transmitido optimismo. Este domingo esperará en La Moneda el desenlace de las elecciones.


Fue de los primeros en emitir su voto este sábado, cerca de las 9 horas, en el colegio San Francisco del Alba, en Las Condes. No sin percances: el Presidente Sebastián Piñera dobló mal algunos de los sufragios y -lo más llamativo- pasó la lengua a una de las calcomanías para pegar la papeleta. Así, el Mandatario comenzó a cerrar el decisivo fin de semana de megaelecciones, que podría definir los últimos meses de su mandato.

En los últimos días, Piñera ha reforzado las reuniones de coordinación y no ha evadido -en privado- las proyecciones electorales con su equipo más cercano y con dirigentes de Chile Vamos. En Palacio aseguran que el Presidente ha revisado encuestas y transmitido optimismo respecto de la elección de constituyentes, en la línea que alcanzarán el tercio que necesitan. En alcaldes, la proyección de La Moneda es que llegarán a obtener entre 140 y 142 ediles, un poco más bajo que los 146 que obtuvieron en 2016. En relación a los gobernadores, en tanto, creen que una mayoría de las regiones se definirá en segunda vuelta, por lo tanto, en las próximas horas no habrá tantas derrotas que lamentar.

El Mandatario está consciente de que los resultados que obtenga la coalición serán, de alguna manera, una medición a su gestión y la de su gobierno. Y que también incidirá en las decisiones posteriores que tenga que adoptar.

Es el panorama general el que desvela al Presidente: los resultados de Chile Vamos; la participación ciudadana que espera esté cercana al plebiscito de octubre del año pasado, cuando sufragó poco más del 50% del padrón electoral y, por último, que las elecciones se desarrollen de manera tranquila y sin problemas de seguridad en medio de un escenario inédito de dos jornadas.

Pese a todo, son varios los personeros de gobierno que dicen que en Palacio se respira un clima de tensión. Más allá de las proyecciones, el nivel de incertidumbre es muy grande respecto de los resultados y no saben cuál será el impacto de las decisiones que tomó el gobierno previamente a los comicios, en particular la fallida apuesta de acudir al Tribunal Constitucional para frenar el proyecto de la oposición de tercer retiro previsional y las ayudas sociales que ha ido entregando en el marco de la pandemia del Covid-19.

En caso de caída del oficialismo -expertos electorales han vaticinado la votación más baja de la derecha desde 1989- será inevitable el endoso de responsabilidad al gobierno y comenzarán las recriminaciones cruzadas, además de abrir dudas sobre el futuro escenario presidencial.

En parte del oficialismo no olvidan que La Moneda no promovió la salida de autoridades para postularse a candidatos a constituyentes y resienten que, fuera del horario laboral, no haya habido apoyo a los candidatos del sector y -más que nada- se haya optado por la prescindencia.

El peor panorama -coinciden en Palacio- es la posibilidad de que Chile Vamos no logra alcanzar el tercio en la convención constitucional -en un sector del gobierno han comentado lo del “tercio angosto”-, lo que compromete la influencia en la redacción de la Constitución; en alcaldes los temores electorales de expertos en el sector están puestos en la eventual derrota de ediles emblemáticos de sectores populares -Puente Alto, Maipú, La Florida- víctimas de un voto de castigo por la gestión de gobierno y en municipios donde debieron improvisar candidatos debido a que el gobierno se negó a vetar, en junio del año pasado, el proyecto de ley que estableció límite a la reelección.

La cuenta regresiva y la inquietud por el legado

A diferencia de su periodo anterior, Piñera esta vez ha sincerado que un parámetro en la medición de su segunda administración será la sucesión. Y -aunque hay consenso en que a partir de la otra semana será la carrera presidencial y el devenir de la convención constitucional las que tensionen el panorama político-, el Mandatario resiente el inicio de la cuenta regresiva de su gobierno. Por ello está decidido a no permitir una baja en la marcha de su gobierno.

Por lo mismo, en los meses que le restan a Piñera, continuará impulsando su agenda con cuatro principales ejes: manejo de la pandemia y proceso de vacunación; recuperación económica y trabajo; agenda legislativa propia, sobre todo en materia de seguridad; e instalación de la convención y realización de las elecciones restantes.

En cuanto a los dos primeros, en La Moneda son optimistas, porque creen que el proceso de vacunación terminará con éxito y los números de contagios comenzarán a estar a la baja. Esto, pese a las duras críticas que han recibido por el manejo de la pandemia. Asimismo, las proyecciones económicas, dicen, son “alentadoras”, sobre todo por el precio del cobre.

Con respecto a la agenda legislativa, la idea, sostienen en Palacio, es impulsar los proyectos que resulten de los denominados “mínimos comunes” que han estado conversando con la oposición, lo que se traducirán en ayudas directas para las familias y pymes. También les interesa despachar las iniciativas legales de Fonasa, isapres y varias en materia de seguridad. Además, Piñera aspira a sacar adelante la reforma previsional, sin embargo, varios en el gobierno y en Chile Vamos la dan por “muerta” esa reforma, porque ven poco margen para un acuerdo, porque, en el mismo proceso constituyente, será un tema a abordar.

Como sea, para el Mandatario hay un tema que también ha sido tocado en múltiples ocasiones al interior de La Moneda y que para él es relevante: su legado. No es un misterio que su segunda administración -estallido social y pandemia por medio- está lejos de ser la que el mismo Piñera esperaba. Aún así, la exjefa de gabinete del Mandatario, Magdalena Díaz, ha estado trabajando en el contenido de un relato de cierre junto al equipo del Segundo Piso, encabezado por Cristián Larroulet.

Este “legado” será recogido en libros y registros audiovisuales y, según afirman en Palacio, aspira a instalar dos grandes ideas: que Piñera fue capaz de resolver los conflictos del estallido social a través del diálogo y abriendo paso con una salida democrática al proceso constituyente. Y, en segundo lugar, que se destaque su rol por el manejo en la pandemia y el proceso de vacunación.

En La Moneda afirman que tras las elecciones se abre una etapa “más institucional”, donde el gobierno tendrá un rol clave, sobre todo, porque tiene que garantizar la puesta en marcha de la Convención Constituyente, y un buen proceso en las elecciones primarias, parlamentarias y presidenciales que vienen. De esta manera en Palacio se aspira a reforzar un rol de Piñera como Jefe de Estado y “garante” de estos procesos.

Para los partidos de Chile Vamos, en tanto, una de las primeras tareas que se viene serán las definiciones presidenciales que restan. Asimismo, comenzarán el trabajo de la plantilla parlamentaria para las elecciones de fin de año. En ese sentido, algunos comentan que uno de los elementos a debatir será la incorporación –o no- del Partido Republicano, tomando como antecedente los resultados obtenidos en virtud del pacto con que la centroderecha enfrentó la elección de constituyentes versus la decisión de ir en listas separadas en la municipal y de gobernadores.

¿Cambio en el equipo?

En los partidos de Chile Vamos, en tanto, reconocen que los resultados de la megaelección redibujarán el mapa de poder no solo respecto de las colectividades de centroizquierda, sino también en su propia coalición. Y aunque creen que no habrá “mayores saltos”, el ambiente generalizado también es de incertidumbre, pues -recalcan- las encuestas son poco concluyentes, considerando el aumento de votación, la enorme cantidad de candidatos en disputa y el bajo conocimiento público de un gran porcentaje de ellos.

¿Y si los resultados son desfavorables para la coalición, quién se debe hacer responsable, el gobierno o los partidos? Ante esa pregunta, la respuesta que dan desde la UDI y RN es que la responsabilidad es compartida. El presidente del gremialismo, Javier Macaya, explica que “cuando al gobierno le va mal, es responsabilidad también de los partidos políticos que lo sustentan; cuando a la coalición de la que es parte también el gobierno le va mal, obviamente hay una responsabilidad compartida”.

Opinión similar expresa su par de RN, Rafael Prohens, quien afirma que “si los resultados de las elecciones no nos son favorables, la responsabilidad primera es de Chile Vamos, y también del gobierno, por lo que se justificaría un cambio de gabinete”.

Sobre el punto, en el bloque apuntan que, con una “debacle electoral” -que se traduce, por ejemplo, en derrotas emblemáticas en gobernaciones, baja considerable de población gobernada o no alcanzar un tercio de los constituyentes-, un nuevo elenco de ministros debería enfrentar los últimos meses de gobierno. “Tendría que haber un cambio, el último cambio de gabinete”, apunta un dirigente, y subraya: “Cambio es cambio, no enroque de ministros”.

De acuerdo a fuentes de Chile Vamos, la necesidad de un cambio ministerial respondería también a la necesidad de entrar en una nueva –y última etapa- para enfrentar los debates legislativos. En particular, en el sector subrayan que, antes de que culmine la administración Piñera, debe estar aprobada en el Congreso la reforma previsional. “Esa es una tarea que no puede quedar para otro gobierno, tiene que ser resuelto ahora”, enfatiza Prohens.

Además, el timonel de RN destaca que “en los meses que quedan de gobierno, la prioridad deben ser las personas. Hay muchas personas que van a seguir necesitando ayuda después de que pase la pandemia y es importante poner el foco ahí, dejar de priorizar solo los aspectos económicos de las políticas. Adicionalmente, no podemos pensar solo el IFE como una herramienta, sino en distintas medidas que contribuyan a la creación de empleos formales”.

En otros sectores del oficialismo, en tanto, transmiten que un ajuste ministerial se justificaría más si es que el equipo de ministros no logra sacar adelante la agenda de “mínimos comunes”, la que esperan retomar con fuerza la próxima semana con el ingreso de los proyectos de ley.

En La Moneda, en tanto, reconocen que un ajuste es un escenario que Piñera siempre maneja sobre la mesa y que, hasta antes de la idea de empujar los mínimos comunes, barajó si concretarlo antes de los comicios. Así, admiten que una debacle electoral podría empujar un ajuste en el equipo, pero que debería estar acompañado de un diseño claro y objetivos. Por esta misma razón, varios creen que una modificación no generaría un real impacto ante la ciudadanía y ministros transmiten que, hasta ahora, no ven a Piñera con el ánimo de hacer cambios en su comité político.

Como sea, en el oficialismo admiten que en las últimas semanas han ido bajando las expectativas respecto de los resultados de la coalición con el objetivo de incentivar a que el sector asista a votar y que, en caso de que les vaya un poco mejor que lo transmitido, no se lea como una gran derrota.

El Mandatario esperará este domingo -junto a su gabinete- en La Moneda el desenlace de los comicios e -inevitablemente- el inicio de la cuenta regresiva de su mandato.

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