Primer aniversario gobierno de Boric | Cómo ha cambiado el Presidente en un año
En mayo de 2021, cuando dio luz verde para conseguir firmas e inscribir su candidatura presidencial, ni el propio Boric creyó que 10 meses después estaría instalado en La Moneda. El abrupto giro en su vida lo ha obligado a cambiar rutinas, desdecirse de opiniones y generar nuevos vínculos en el ejercicio del poder.
El integrante de la escolta presidencial entornó los ojos para enfocar mejor. -”Oigan, ¿ese no es el Presidente?”, preguntó con incredulidad a los carabineros con quienes vigilaba la casa del Mandatario Gabriel Boric en el barrio Yungay, en la comuna de Santiago.
Teléfono en mano, Boric se había ubicado en la intersección de las calles Esperanza y Libertad, una noche de marzo.
-”Presidente, ¿qué pasa?”, le consultó uno de los uniformados, mientras se acercaba.
-”Nada, no se preocupen. Tengo que salir, pero me estoy pidiendo un auto”, respondió Boric, quien intentaba conectarse a una aplicación de transporte.
-”¡Noooo!, nosotros lo llevamos”, replicó el carabinero, al tiempo que apuraba a sus compañeros para que acercaran el automóvil fiscal.
Las normas de seguridad y protocolo que impone el cargo de Presidente han sido -según quienes lo conocen bien- uno de los factores con los que más le ha costado lidiar a Boric desde que desembarcó en La Moneda. Un desafío que -en todo caso- también se ha trasladado a Carabineros, que ha calificado al Mandatario en alto riesgo, debido a su costumbre de -por ejemplo- trasladarse en bicicleta a La Moneda.
Desde que Boric encabezó la entrega de firmas ante el Servel para participar en las primarias de la izquierda y competir con Daniel Jadue (PC) -el 18 de mayo de 2021-, hasta que se impuso en el balotaje de los comicios presidenciales a la carta de la derecha, José Antonio Kast, apenas pasaron siete meses.
Boric no aspiraba a llegar tan joven a La Moneda. Tenía planes como descansar, terminar su carrera y algunos lo intentaban convencer de apostar por un escaño en el Senado. Pero la condición de candidato del Frente Amplio fue una suma de hechos fortuitos que terminaron por sellar su destino.
El inicio de esa cadena fue la negativa de la carta natural de ese conglomerado, Beatriz Sánchez, quien en 2017 alcanzó un sorpresivo 20% en las elecciones, a retomar una aventura presidencial, lo que dio la largada a una frenética búsqueda de candidatos en la que el mismo Boric jugó un rol activo.
El entonces diputado -por ejemplo- se reunió con el abogado Fernando Atria, pero este no se mostró interesado en el asunto.
Las presiones terminaron centrándose en el también diputado Giorgio Jackson. El parlamentario -sin embargo- tenía un obstáculo insalvable: no cumplía por meses con el requisito de edad para postular a la Presidencia. Y fue entonces que Boric -un año mayor- decidió asumir el desafío.
Aún faltaba -sin embargo- la improbable posibilidad de que el diputado alcanzara las 35 mil firmas necesarias para inscribir su candidatura, que se impusiera a la carta del PC Daniel Jadue en las primarias de la izquierda y que lograra vencer a los representantes de las fuerzas que habían dominado el escenario político en los últimos 30 años en las elecciones presidenciales de fines de 2021.
Boric lo hizo todo.
La vorágine de la hazaña política parece haberle caído de golpe al Mandatario electo en las celebraciones más íntimas que se realizaron en el tercer piso del Hotel Fundador la noche del 19 de diciembre de 2021.
El selecto grupo que lo acompañó esa noche -su familia, amigos cercanos y colaboradores de campaña- señala que tras el triunfo Boric estaba contento, pero -a ratos- parecía absorto ante su nueva realidad. Esa noche se retiró del lugar temprano.
La rutina del Mandatario electo tuvo un vuelco radical y no volvió a ser la misma. Muchos de los conocidos que lo acompañaron en su instalación en La Moneda en diferentes responsabilidades tardaron meses en llamarlo Presidente y no por su nombre de pila. Cuando los comentarios arreciaron en su propio entorno por la informalidad del trato hubo una instrucción específica para no volver a tutearlo.
Boric asumió como Mandatario sin corbata, aunque varios le aconsejaron llevar una el 11 de marzo, e incluso se generó una discusión en torno al tema. La asesora de imagen en la campaña, Natalia Schwazenberg, recomendó que la usara, pero la respuesta fue tajante y decidió no renunciar a su estilo.
Por este tipo de debates, la informalidad de su vestimenta ha sido tema en Palacio, y pese a que ha renovado su clóset, hay algo en lo que le cuesta ceder: usar cinturón.
El Jefe de Estado -en todo caso- ha incorporado que debe lucir prolijo y, por lo mismo, un barbero -una práctica que adquirió a regañadientes- visita La Moneda al menos cada 15 días. También se le instaló una trotadora en su oficina para hacer ejercicio, en la que cierra sus jornadas.
La única costumbre que el Mandatario no ha transado una vez que se instaló en Palacio fue bloquear su agenda de 13.30 a 15.00 horas. El Presidente almuerza solo -siempre comida del casino o pedidos que hace según el antojo del día, pese a las ofertas de almuerzos más “elegantes”- y aprovecha esa hora y media para leer.
Boric cumple con su rutina sin importar la agenda. Por ejemplo, cuando pasa por la Ruta 68 le gusta detenerse en el restorán El Quillay -una de sus picadas favoritas- para comer comida casera.
El hábito lo mantiene incluso cuando está de gira, lo que demanda un esfuerzo adicional a su equipo. En Tailandia, por ejemplo en noviembre pasado, se le buscó un espacio pequeño en un mercado donde se acomodó en solitario.
Aló, Presidente
-”Para el gobierno es importante hacer esfuerzos para competir en una lista única”, señalaba Boric a cada uno de los presidentes de los partidos de Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático, con quienes solía comunicarse en momentos en que se decidía si el oficialismo competiría en una o dos listas con miras al Consejo Constitucional.
Los llamados directos y mensajes de Signal de Boric a miembros de directivas, senadores o diputados, cuando le interesa un tema, son frecuentes en la agenda presidencial.
Esta es -admiten en su entorno- una de las principales características que el Mandatario mantiene de su cercana época de dirigente estudiantil y político y que resulta difícil de administrar.
Pese a que en el seno del gobierno se le ha hecho saber en más de una oportunidad que se mantenga alejado de la contingencia para evitar exponer su liderazgo, Boric suele ignorar esos consejos y -a ratos- opera como un actor más en el tablero político.
En la última disputa oficialista -la de una o dos listas al Consejo Constitucional-, el Jefe de Estado se involucró tanto que terminó por resentir a más de alguno en las filas que respaldan al gobierno.
-”¿Por qué se mete en esto, Presidente, si es un tema menor?, preguntaba la timonel del PPD, Natalia Piergentili, quien sentía el peso del poder de La Moneda sobre su cabeza en medio de las negociaciones.
En el PS se comenta en reserva que Boric no dudó en intervenir a la colectividad y convencer a varios de apoyarlo en ese dilema electoral. ¿El resultado? El partido que dirige Paulina Vodanovic terminó rompiendo su histórica alianza con el PPD y pactando con el Frente Amplio y el PC.
Las esquirlas de esa decisión aún no terminan de asentarse en el Socialismo Democrático, aunque nadie levantó la voz para cuestionar abiertamente la actitud presidencial.
Las gestiones del Mandatario en temas de contingencia suelen sorprender al comité político y en no pocas ocasiones a su círculo más cercano. Ejemplo de ello fue el café al que invitó a los timoneles del Socialismo Democrático en su propia casa y mientras estaba de vacaciones para abordar el pacto electoral para los comicios de mayo.
Boric pidió “un último esfuerzo” a los jefes partidarios, aún sabiendo que -por ejemplo en el PPD- una rotunda mayoría se había inclinado por las dos listas y que un cambio de estrategia dejaba en una situación imposible a Piergentili.
Pero al Presidente -admiten en su entorno- le entusiasman las negociaciones políticas y en los 12 meses que lleva en el poder nunca se ha sustraído del todo de aquel tema que domina la contingencia.
Boric se involucró directamente en el acuerdo del 12 de diciembre de 2022 que dio luz verde a un nuevo proceso constitucional. Fue el principal interlocutor del timonel de la UDI, Javier Macaya, a quien recibió en reserva en La Moneda, para destrabar las tratativas.
No pocos recuerdan que en medio de las negociaciones por las bases constitucionales clave para sellar el acuerdo, el Mandatario llamó al presidente de Convergencia Social, Diego Ibáñez, y siguió por teléfono la edición del documento.
Lo propio hizo al nominar al abogado Ángel Valencia como su carta a la Fiscalía Nacional y dar un golpe a la cátedra. En las horas previas al 4 de enero de 2023, la ministra Ana Lya Uriarte había conversado con los senadores en favor de Juan Agustín Meléndez y todos estaban convencidos de que sería el elegido de Boric. Pero a último minuto el Presidente instruyó a Uriarte el giro en favor de Valencia.
El Jefe de Estado -quien se encontraba en viaje para una visita a Los Ríos- permaneció largos minutos en el avión para comunicarse directamente con algunos parlamentarios y transmitirles su decisión. De acuerdo a las mismas versiones, el Mandatario les dijo que con Valencia estarían los votos y que su perfil externo al Ministerio Público era lo más conveniente.
Contactos como ese han sido frecuentes en Boric y no son pocos quienes han escuchado en estos meses al contestar su celular:
-”Hola. Aquí Gabriel”.
Una cuestión personal
La complicación en el rostro de la canciller Antonia Urrejola no se podía disimular.
-”El Presidente no lo va a recibir hoy”, señaló con lentitud la ministra al embajador de Israel, Gil Artzyeli, quien acompañado de su esposa había llegado hasta La Moneda el 15 de septiembre de 2022 para entregar sus cartas credenciales.
Urrejola le había pedido a Artzyeli acompañarla a un costado del salón para explicarle que Boric había rehusado su visita tras ser informado del presunto asesinato de un adolescente palestino en una operación del Ejército israelí.
Ante la desazón del embajador, la canciller le ofreció recibir ella misma las cartas credenciales, pero Artzyeli desestimó el gesto y abandonó La Moneda.
La simpatía de Boric por la causa palestina no es ninguna novedad y no la ha ocultado en su paso por Palacio, aunque con los meses ha señalado en reuniones privadas haberse arrepentido de su impasse con el embajador israelí.
En diciembre pasado, el Mandatario anunció -sin aviso previo a la Cancillería- que Chile abrirá una embajada en Palestina, donde el país tiene representación a nivel de embajador desde 2011.
“Tengo un mapa en mi ducha y cada vez que me ducho, veo diferentes partes del mapa y trato de aprenderme las capitales. He estado pegado con Akra la capital de Ghana y siempre me violenta mucho mirar al Medio Oriente y no ver a Palestina”, afirmó Boric a la audiencia que se había congregado en el Estadio Palestino para celebrar la Navidad.
Es quizás en el ámbito internacional donde el Presidente ha marcado más su sello personal en una materia.
Duro detractor de los regímenes de Nicolás Maduro, en Venezuela, y Daniel Ortega, en Nicaragua, Boric no ha dudado en subir el tono de sus críticas.
Pero el ímpetu del Presidente -afirman en el mismo gobierno- lo ha llevado al límite en otros episodios, como el de la campaña del proceso constituyente, pese a que las mismas encuestas de La Moneda adelantaban que -en el mejor escenario posible y con una participación baja- el Apruebo sólo se impondría por un margen escaso.
Boric fue inmune a las recomendaciones de su equipo más cercano de mantenerse lo más alejado de la campaña. Al contrario, el Mandatario puso sus mejores esfuerzos en apuntalar la propuesta de la Convención Constitucional y fue de los últimos en convencerse de que la derrota tocaría las puertas de La Moneda.
El fracaso -al que el mismo Boric subió el precio- le terminó por costar el rumbo mismo de su gobierno completamente comprometido con el destino de la propuesta constitucional.
Algo parecido -guardando las proporciones- fue lo acontecido con los indultos a los presos del estallido y al exfrentista Jorge Mateluna.
-”Nunca va a ser un buen momento”, solía replicar el Presidente a sus asesores cada vez que estos intentaban disuadirlo de la idea.
La entonces jefa del Segundo Piso, Lucía Dammert, fue la principal opositora a la medida en los primeros meses del gobierno.
La socióloga convenció durante meses al Mandatario de la inconveniencia de los indultos debido a la escasa simpatía que generaba en la población y a la crisis de seguridad que enfrentaba el gobierno.
Cuando Dammert abandonó La Moneda -en septiembre de 2022- Boric insistió en el tema.
En esta oportunidad, los argumentos de la ministra del Interior, Carolina Tohá, no fueron convincentes. En realidad -y así lo había advertido la secretaria de Estado tempranamente-, lo de Tohá era una batalla perdida: el Mandatario asumía como un compromiso personal con los familiares la promesa de los indultos a los presos del estallido social. Y lo iba a cumplir.
Un socialista en La Moneda
Fueron varios los proyectos personales que Boric dejó de lado al desembarcar en La Moneda. Pero uno tiene un significado especial para él: la redacción de un libro que recoja sus conversaciones con políticos que han tenido un lugar en la historia del país.
El proyecto del Mandatario data al menos desde 2019, cuando se dio a la tarea de conversar con dirigentes de izquierda que cumplieron roles en primera línea desde 1970.
El objetivo -según el mismo Presidente ha revelado- es “aprender de esa generación con la cual mi generación no ha tenido mayor diálogo... Ha sido tremendamente interesante y he aprendido muchísimo”, como lo señaló en una entrevista de hace años.
La campaña y la instalación en La Moneda han puesto puntos suspensivos a la redacción del libro, pero no a las conversaciones de Boric con líderes políticos, a quienes ha sorprendido la moderación de sus opiniones.
Entre sus interlocutores han estado Jorge Arrate, Luis Maira, Genaro Arriagada, Eugenio Tironi y -con cada vez mayor frecuencia- Ricardo Lagos.
La relación de Boric con el exmandatario socialista es uno de los giros más profundos que ha dado el Presidente desde que se encaminó a la recta final al poder.
No es un misterio para nadie que Boric prácticamente basó su carrera política en un discurso crítico de los gobiernos de la Concertación y, en especial, contra el otrora Presidente. En agosto de 2016, el Mandatario se refería así a quien terminó siendo su antecesor:
-”Cierro la puerta categórica a Lagos. Nuestra oportunidad de emergencia política y de constitución política es con autonomía de la Nueva Mayoría, si no, no va a ser. Es sumar y no ser sumados, y Ricardo Lagos hoy día representa un país que creo que ya quedó atrás, pero, además, representa ideas que son una actualización del neoliberalismo, como una suerte de reciclaje de la tercera vía de Tony Blair. A mí no me interpreta”.
Y remataba:
-”Si a mí Ricardo Lagos me llama a un foro público, no tengo ningún problema en compartir con él, pero en una reunión privada, no. No le veo el sentido hoy”.
La situación hoy es muy distinta.
Boric ha establecido una relación fluida con el expresidente, donde abordan distintos temas y no resulta extraño en su agenda toparse con una cita con él.
Los contactos entre ambos se intensificaron para el plebiscito del 4 de septiembre pasado, donde Lagos evitó dar a conocer su posición -lo que se entendió como un apoyo velado a la opción Rechazo- y abogó por dar continuidad al proceso constituyente.
El exmandatario, además, fue crítico de la entusiasta adhesión de Boric a la opción del Apruebo. “Boric entendió que tenía derecho, como ciudadano, a decir cómo votar, pero generó un problema, su opción legítima hizo que se confundiera el rol de Presidente con usar el voto para evaluar a su gobierno”, afirmó con posterioridad Lagos.
Un caso un poco distinto es el de la relación con la expresidenta Michelle Bachelet, con quien Boric también ha estrechado sus vínculos.
Los caracteres de ambos -sin embargo- les ha permitido establecer un lazo más afectivo. Así -por ejemplo-, el Mandatario ha visitado a Bachelet en compañía de su pareja, Irina Karamanos.
La exjefa de Estado -comentó a sus cercanos tras uno de esos encuentros- que quedó impresionada de la ascendencia de Karamanos en el Presidente.
Bachelet también suscribe buena parte de las definiciones de Boric. Así lo hizo al involucrarse en la campaña del Apruebo, al punto de aparecer en la franja televisiva.
En todo caso, Boric ha intentado establecer relaciones con todos sus antecesores. En el año y medio de su mandato también visitó a Eduardo Frei y -en más de una ocasión- ha intercambiado impresiones con Sebastián Piñera.
A diferencia de contemporáneos a Boric, no se le ha hecho difícil entablar relaciones transversales durante sus meses en el poder. Algunos atribuyen esta particularidad a su carácter más reflexivo, pero también a que el Mandatario tiene una fuerte raíz socialista y ha tomado como nadie nota del difícil ejercicio de gobernar.
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